El teletrabajo ha venido para quedarse / 1. Estrategia digital de Estado

TELETRABAJO2

Sevilla, 28/VI/2020

El teletrabajo, en su sentido más estricto, ha venido para quedarse con ocasión de la pandemia. Humberto Villasmil, especialista en normas internacionales del trabajo y relaciones laborales de la Organización Internacional del Trabajo (Cono Sur), ha manifestado recientemente que “el teletrabajo está cobrando una imprevisible relevancia, no sólo porque muchas personas en el mundo están trabajando en esa modalidad producto del confinamiento, sino porque además se ha suscitado un intenso debate sobre el tema y varias propuestas legislativas han sido adoptadas recientemente o bien están en trámite. Cabe distinguir tres categorías diferentes: el trabajo a distancia, teletrabajo y trabajo remoto excepcional y obligatorio. El trabajo a distancia (TAD) que identifica al que se presta fuera de la empresa y que parte de suponer que habiendo un espacio “de la empresa” éste se desarrolla extra muros”. De su nota de trabajo destaco sobre todo un gran principio organizativo porque “[]…] sabemos que la empresa más que un lugar, es el centro de una actividad, en tanto no tiene necesariamente un espacio o centro de trabajo cuando todo su giro está mediado por instrumentos tecnológicos, informáticos y/o comunicacionales (TICs)”.

En esta aportación a la comunidad científica y a la ciudadanía teletrabajadora o con expectativas de serlo muy pronto, de forma ordenada y organizada, me centro exclusivamente en la segunda categoría expuesta, el teletrabajo, excluyendo el trabajo a distancia, que no es lo mismo y el teletrabajo como consecuencia de situaciones excepcionales y obligatorias como las que hemos vivido en nuestro país durante el estado de alarma, promulgado con medidas aceleradas y con fisuras múltiples, tanto legales como procedimentales. Siendo esta situación irreversible en la nueva normalidad, es pública y notoria la necesidad de que se regule con visión estratégica de Estado, digital por supuesto, esta nueva modalidad de trabajo. En este sentido inicio hoy una serie dedicada expresamente a esta nueva realidad digital que tiene muchos ámbitos de análisis científicos y que voy a intentar desbrozar a través de aportaciones en este blog que nació con vocación de descubrir islas desconocidas, digitales también por supuesto, como es el caso del teletrabajo.

Por haber formado parte de la Administración Pública durante muchos años de mi vida profesional, este análisis abordará también su aplicación en el ámbito público pero siempre con visión de Estado porque la norma que lo regule tendrá que tener siempre carácter sustantivo, aunque luego en su aplicación se respeten las peculiaridades de cada Comunidad Autónoma y cada actividad laboral, por su propia complejidad, pero sin abandonar los principios sustantivos que lo regulen desde todas las ópticas posibles. Abordaré las regulaciones existentes en la actualidad, a nivel internacional, porque las concordancias y el aprendizaje de lo que han hecho países que ya tienen regulado el teletrabajo, nos pueden enseñar muchos principios reguladores que se pueden trasponer sin mayores dificultades y solo salvando lo que haya que salvar desde el ámbito estrictamente legal.

Por parte de este representante de la OIT se reconoce que queda mucho trabajo por hacer aún, porque la Organización no tiene un convenio específico sobre teletrabajo, solo la regulación en 1996, de forma muy tímida, de una modalidad denominada “Convenio sobre el trabajo a domicilio, 1996 (núm. 177)”, en el que se definía este trabajo como “el que una persona, designada como trabajador a domicilio, realiza: (i) en su domicilio o en otros locales que escoja, distintos de los locales de trabajo del empleador; (ii) a cambio de una remuneración; (iii) con el fin de elaborar un producto o prestar un servicio conforme a las especificaciones del empleador, independientemente de quién proporcione el equipo, los materiales u otros elementos utilizados para ello, a menos que esa persona tenga el grado de autonomía y de independencia económica necesario para ser considerada como trabajador independiente en virtud de la legislación nacional o de decisiones judiciales”. Han transcurrido 20 años desde su entrada efectiva en vigor, en 2000 y España no ha ratificado en este tiempo el citado Convenio, habiéndolo hecho tan solo diez países: Albania, Argentina, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Finlandia, Irlanda, Macedonia del Norte, Países Bajos y Tayikistán. En 2019, la Recomendación sobre el trabajo a domicilio, 1996 (núm. 184) fue transmitida al Gobierno por parte de la Unión General de Trabajadores (UGT) y de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) en junio de 2019, sin que conste hasta este momento respuesta por parte del citado Gobierno, según verificación realizada en la página web de la OIT.

Para situar bien la problemática actual del teletrabajo, es muy recomendable la atenta lectura del documento de trabajo más reciente elaborado por la OIT es el que lleva por título “Trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar: consecuencias en el ámbito laboral”, que considera el impacto del teletrabajo/TICtrabajo móvil (T/TICM) en el mundo laboral. T/TICM se puede definir como el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones –como teléfonos inteligentes, tabletas, portátiles y ordenadores de sobremesa– para trabajar fuera de las instalaciones del empleador. El informe «sintetiza la investigación llevada a cabo por la red de corresponsales europeos de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound) en diez Estados miembros de la UE –Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Holanda, España, Suecia y Gran Bretaña– y consultores de OIT en Argentina, Brasil, India, Japón y Estados Unidos. Se pidió a estos colaboradores que revisaran y resumieran los hallazgos de datos y literatura de investigación sobre el tema del T/TICM en sus respectivos países”.

El documento aborda las siguientes cuestiones como declaraciones de principios en el resumen del mismo:

  1. El informe clasifica a los empleados T/TICM en relación con su lugar de trabajo (hogar, oficina u otra ubicación) y la intensidad y frecuencia de su trabajo usando TIC fuera de las instalaciones del empleador.
  2. Se analiza el alcance de la adopción de T/TICM en diferentes países, y sus efectos sobre el tiempo de trabajo, rendimiento, conciliación entre la vida laboral y la personal, y salud y bienestar usando información de los estudios nacionales suplementados por datos de la sexta Encuesta Europea sobre las Condiciones de Trabajo (EECT).
  3. Se enumeran lo que se considera como hallazgos clave, destacando un fundamento de principio: la incidencia del T/TICM se relaciona no solo con los desarrollos tecnológicos en diferentes países sino también con las estructuras económicas y culturas de trabajo existentes. Si nos centramos en la Unión Europea, un promedio de aproximadamente 17% de empleados participa en T/TICM, siendo superados por países como Finlandia, Japón, Holanda, Suecia y Estados Unidos. Respecto del tratamiento de políticas de género en este ámbito, “[…] es más probable que sean los hombres los que realicen más T/TICM [trabajo de profesionales, directivos, administrativos y personal de venta] que las mujeres. Sin embargo, las mujeres realizan más teletrabajo regular desde el hogar que los hombres. Esto sugiere que los roles de género y modelos de vida laboral y familiar específicos de cada país impactan en la configuración del T/TICM”.
  4. Respecto de los efectos positivos de T/TICM, los trabajadores refieren reducción de los tiempos de desplazamiento desde casa al trabajo, el aumento de la autonomía en cuanto al tiempo de trabajo, lo que permite mayor flexibilidad de su organización, la mejora de la conciliación entre la vida laboral y personal, y el aumento de la productividad. Desde la perspectiva de género, las mujeres que hacen T/TICM tienden a trabajar menos horas que los hombres, y parecen lograr efectos levemente mejores en la conciliación de la vida laboral y personal.
  5. El hallazgo fundamental ha sido, finalmente, constatar que “los efectos del T/TICM son sumamente ambiguos y se relacionan con la interacción entre el uso de las TIC, el lugar de trabajo en entornos laborales específicos, el desdibujamiento de los límites entre trabajo y vida personal, y las características de las distintas profesiones. Más aún, si T/TICM sustituye el trabajo en la oficina o lo suplementa parece ser un factor importante a la hora de determinar resultados positivos o negativos”.

TELETRABAJO OIT 2019

A partir de aquí, se analizan siete indicadores políticos de suma importancia a considerar en esta fase introductoria:

  1. Los diseñadores de políticas deberían tender a acentuar los efectos positivos y reducir los negativos: por ejemplo, promoviendo T/TICM a tiempo parcial, y restringiendo T/TICM informal, suplementario, o T/TICM de elevada movilidad, que conlleve unos horarios de trabajo muy prolongados.
  2. La organización del tiempo de trabajo está cambiando, por lo que es necesario que su reglamentación refleje esta circunstancia. Es especialmente importante abordar la cuestión del T/TICM suplementario, que en algunos casos cabría considerar como horas extraordinarias no remuneradas, y garantizar que se respeten los períodos mínimos de descanso.
  3. Un problema importante a la hora de aplicar los principios de prevención de OSH y legislación en salud y seguridad laboral al T/TICM es la dificultad de supervisar los entornos de trabajo fuera de las instalaciones del empleador, aunque el informe ya destaca los esfuerzos que se están realizando en tal sentido por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (UE-OSHA).
  4. Serán necesarias iniciativas de formación y sensibilización, tanto para los trabajadores como para los directivos, en cuanto al uso eficaz de las TIC en el teletrabajo, así como acerca de los posibles riesgos y de cómo gestionar de manera eficaz la flexibilidad que ofrece este régimen.
  5. El T/TICM puede desempeñar una función importante en las políticas que tienen por objeto promover la integración en la sociedad y en el mercado de trabajo de determinados grupos sociales. Algunos ejemplos de ciertos países indican que esta modalidad de trabajo sirve para incrementar la participación en el mercado de trabajo de trabajadores de edad avanzada, las mujeres jóvenes con hijos y las personas con discapacidad.
  6. Las iniciativas gubernamentales y los convenios colectivos nacionales o sectoriales son importantes para proporcionar un marco general para una estrategia en materia de T/TICM.
  7. Se deben tener en cuenta las conclusiones respecto de las diferencias en las condiciones de trabajo de quienes participan en los distintos tipos de T/TICM, por ejemplo, diferencias entre el teletrabajo en casa o el trabajo de elevada movilidad. Las medidas políticas deben abordar las causas subyacentes a los efectos negativos del T/TICM en relación con las condiciones de trabajo que se identifican en el estudio.

Hasta aquí la síntesis del informe. A partir de esta reflexión de entrada iré abordando las diferentes cuestiones consideradas como “hallazgos clave” en esta fase de sensibilización colectiva ante una realidad que se ha vivido de forma excepcional por la pandemia durante el estado de alarma, pero que ha venido para quedarse definitivamente en el mundo laboral.

Es una oportunidad extraordinaria para que el Estado tome la iniciativa urgente para legislar sobre el teletrabajo en la actividad empresarial privada y, obviamente, en la propia Administración Pública, en el marco de una estrategia digital de carácter público. En relación con la Administración es ya una tarea urgente, entendiéndose la citada estrategia como proceso organizativo mediante el cual el Gobierno Digital, a través de la Política Digital colectiva y sectorial, incorpora a sus funciones directivas y funcionales los sistemas y las tecnologías digitales de la información y comunicación, como escenario y motor de su progreso, y como modelo de integración tecnológica orientada a la ciudadanía, basándose en cuatro pilares básicos de liderazgo en el servicio al usuario interno (empleados públicos) y externo (ciudadanía y Organismos Públicos), sin dejar a nadie atrás, centrados en la excelencia y en el alto rendimiento, perfectamente aplicables ahora al teletrabajo (T/TICM):

  1. Conocer exhaustivamente las necesidades de las personas usuarias demandantes de los servicios digitales, internos y externos, practicando acciones de Gobierno Digital y Abierto, seguras y atentas a las percepciones de la ciudadanía y de los empleados públicos que tienen la responsabilidad de atenderlas (comunicación y educación proactiva, no reactiva).
  2. Trabajar en clave de interoperabilidad interna y externa, como elemento necesario y clave para el desarrollo eficiente, sostenido y solidario de Gobierno Digital y Abierto, para la construcción de la Administración Inteligente Común en España, Comunidades Autónomas y Europa, así como en su posible proyección mundial al pertenecer a un ecosistema digital de carácter público.
  3. Motivar profesionalmente a las personas y profesionales que intervienen en estos procesos a través de la gestión del conocimiento y del talento, mediante el acceso equitativo a las TIC, como garantía interna para ofrecer, con visión integrada, servicios solventes en el ámbito presencial y telemático.
  4. Insertar los sistemas y servicios informáticos de cada Administración Pública en la actualidad, en los ecosistemas digitales públicos y privados tutelados por el Gobierno Digital correspondiente, con intercambios productivos, eficaces y eficientes, y enmarcados en la legislación vigente, en relación con los derechos reconocidos de acceso electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos (Ley 19, 2013, de Transparencia y 39/2015, del PAC de las A.P.).

Los empleados públicos, probablemente y con la nueva legislación prevista de teletrabajo, estarán muy pronto “deslocalizados” de sus tradicionales sedes de trabajo, conciliando vida personal y laboral de forma normal y rutinaria. La vida laboral será, a partir de ese momento, más amable para todos. El nuevo paradigma sobre el teletrabajo será muy pronto una realidad social en la clave que propugnaba Thomas S. Kuhn (1970), en su obra “The Structure of Scientific Revolutions”, cuando abordaba la realidad del nacimiento de un paradigma, entendido como una completa constelación de creencias, valores y técnicas, compartidas por los miembros de una determinada comunidad: “[…] un nuevo candidato a paradigma posee pocos adeptos. Con el tiempo, si son competentes, los mejorarán, explorarán posibilidades y mostrarán lo que sería pertenecer a la comunidad guiada por él. Aumentará el número y la fuerza de argumentos de persuasión. Gradualmente aumentarán los experimentos, libros, instrumentos; artículos y libros basados en el paradigma se multiplicarán”. En cualquier caso, queda mucho por hacer pero estamos viviendo momentos muy especiales que se deberían aprovechar para priorizar y regular esta realidad laboral que afecta a millones de personas y familias en este país.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://informator.press/35-ukraintsiv-pid-chas-karantynu-pratsiuiut-u-zvychnomu-rezhymi-29-dystantsiyno-opytuvannia/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado

Frugalidad en tiempos de coronavirus

FRAGMENTO PESTE COLUMNA MARCO AURELIO

Sevilla, 27/VI/2020

Las palabras se blanquean y adulteran con una facilidad pasmosa, aunque nos quedan en su sentido más puro y político, en la clave que nos enseñó hace ya muchos años Blas de Otero, que no deberían ser nada inocentes aunque se las maltrate en tiempos de coronavirus sin compasión alguna. Está ocurriendo ahora con la palabra “frugalidad”, que la escuchamos y leemos continuamente en noticias y, últimamente, como adjetivo referido a países europeos que no ven con buenos ojos la financiación para la reconstrucción de Europa y concretamente la referida a España. Se habla con bastante desparpajo de países “frugalistas”: “Los populares se apuntan al club de los “frugales”, un artículo publicado ayer en el periódico El País, que repasa la situación europea frente a España. Ya en febrero de este año, casi un mes antes de la declaración de la pandemia, se manejaba esta palabra entre los países que se autoproclamaban frugales, junto a la nueva liga hanseática o grupo de halcones, en el momento en que se daban los primeros pasos del presupuesto de la Unión Europea para el periodo 2021-2027, sin saber lo que se venía encima con la pandemia, partiendo de un principio de desconfianza plena en los fondos de cohesión que tanto ha beneficiado a países como España y, sobre todo ahora, en tiempos de reconstrucción, en ayudas especiales a los países más afectados por la pandemia: “La frugalidad históricamente, como el carácter austero, ha sido considerada un valor, de quien come y bebe lo justo, huyendo de banquetes, excesos y empachos. Y es el calificativo que han elegido Austria (Sebastian Kurz), Dinamarca (Mette Frederiksen), Suecia (Stefan Lofven) y Holanda (Mark Rutte) para definirse a sí mismos frente a los «amigos de la cohesión». Los dos extremos que pugnan en las negociaciones por el presupuesto de la UE para 2021-2027” (1).

Me he quedado con sus nombres y los nuevos “hombres frugales” o «halcones» sustituyen o complementan a “los de negro” de toda la vida (que nunca se han ido), sobre todo aquellos que mueven los hilos de la marioneta mundial o europea, tanto monta, monta tanto, a través del rating, de las primas de riesgo, de los bancos malos de remate, etcétera, etcétera. Todo cambia y lo de ellos es cambiar palabras como austeridad y recortes por frugalidad, cuando de lo que se debería tratar es de trabajar unidos en términos de solidaridad frente a codicia. Interés público, en definitiva, para salvar la situación de la economía europea que garantice el empleo, la educación, la salud y los servicios sociales para todos los que lo necesiten en estos tiempos de pandemia, no solo para los que puedan acceder a ellos con privilegios o porque puedan pagarlos.

En definitiva, está claro que la palabra “frugalidad”, en sus acepciones éticas primigenias, se aplica ahora a determinados Estados de la Unión Europea, perfectamente identificados y aplaudidos por el grupo popular europeo y español. Esta reconversión de las antiguas palabras “recorte y austeridad” se extiende como el aceite y ha venido para quedarse en el lenguaje cotidiano, pero ¿qué significa frugalidad? Si acudimos al Diccionario de la Lengua Española, tiene diversas acepciones, aunque escuetas, en su última actualización de 2019: “Templanza, parquedad en la comida y la bebida”, aunque paradójicamente el lema recogiera en su primera acepción del Diccionario de Autoridades de 1732, una acepción nada desdeñable para tiempos de crisis, en concreto la conjunción de “economía, templanza y moderación prudente en la comida, vestidos y otras cosas”, no solamente en las cosas del comer. Pero la historia de la frugalidad tiene muchos siglos a sus espaldas, enraizada en la filosofía estoica sobre todo, como paradigma de una forma de vivir diferente las otras cosas de ser y estar en el mundo. Ese es su auténtico sentido y no la devaluación política y torticera que ha sufrido en el tiempo y que se intenta rescatar ahora con urgencia política y nada inocente por cierto.

La pandemia ha dejado daños colaterales inmensos en el denominado “cuarto mundo”, el mundo de personas sin recursos que viven empotradas en el mal llamado “primer mundo”, supuestamente feliz para muchos que podemos ser cualquiera de nosotros y muy cerca de nuestras casas, siendo un ejemplo palpable las personas actualmente en paro, los niños y niñas que viven en pobreza infantil extrema, los integrantes de las colas del hambre o las personas mayores marginadas socialmente aunque estén aparentemente recogidas en residencias convertidas en empresas de mercado puro y duro. Pero la pandemia también nos ha dejado “tocados” aunque no “hundidos” en el sentido de nuestras vidas, visto lo visto. Creo que se escuchan tambores de ética que acompañan a un grito bastante unánime: ¡Frugales de todo el mundo, uníos!, porque la reconstrucción el mundo, de Europa, de nuestro país concreto, de nuestros barrios, empleos y familias actuales no puede ser igual que en el mundo “anterior de la antigua normalidad”, si es que era muy normal lo que estábamos viviendo en general con la altanería propia del primer mundo.

Estando en estas cuitas, he recordado una obra preciosa, las Meditaciones de Marco Aurelio, que quiero recuperar como manual para tiempos de coronavirus, porque es un canto a la frugalidad plena, la que puede cambiar el alma de las “otras cosas” que decía el Diccionario de Autoridades, es decir, la economía mundial, la templanza u parquedad en el vivir diario, alejados del mercado y consumo diario que sobrevuela por nuestras vidas por tierra, mar y aire. También , las cosas del querer. Además, traigo a colación este texto porque durante su mandato como emperador y pontifex maximus, Marco Aurelio tuvo que sufrir y gestionar la peste más feroz del Imperio Romano, la del año 166, que produjo centenares de miles de muertes, que incluso quedaron reflejadas en la famosa columna que lleva su nombre y que podemos contemplar hoy en todo su esplendor en la Plaza de la Columna en Roma.

En la obra citada, Marco Aurelio dedica en el Libro IV (la obra se compone de XII libros) unas palabras muy importantes para los que buscan siempre la felicidad fuera del propio ser. Es un texto largo, pero lleno de enjundia para la búsqueda de frugalidad estoica cuando comienza este verano (casi sin bicicletas…): “3. Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden. Concédete, pues, sin pausa, este retiro y recupérate. Sean breves y elementales los principios que, tan pronto los hayas localizado, te bastarán para recluirte en toda tu alma y para enviarte de nuevo, sin enojo, a aquellas cosas de la vida ante las que te retiras. Porque, ¿contra quién te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios. Reconsidera también cuántos, declarados ya enemigos, sospechosos u odiosos, atravesados por la lanza, están tendidos, reducidos a ceniza. Modérate de una vez. Pero ¿estás molesto por el lote que se te asignó? Rememora la disyuntiva «o una providencia o átomos», y gracias a cuántas pruebas se ha demostrado que el mundo es como una ciudad. Pero ¿te apresarán todavía las cosas corporales? Date cuenta de que el pensamiento no se mezcla con el hálito vital que se mueve suave o violentamente, una vez que se ha recuperado y ha comprendido su peculiar poder, y finalmente ten presente cuanto has oído y aceptado respecto al pesar y al placer. ¿Acaso te arrastrará la vanagloria? Dirige tu mirada a la prontitud con que se olvida todo y al abismo del tiempo infinito por ambos lados, a la vaciedad del eco, a la versatilidad e irreflexión de los que dan la impresión de elogiarte, a la angostura del lugar en que se circunscribe la gloria. Porque la tierra entera es un punto y de ella, ¿cuánto ocupa el rinconcillo que habitamos? Y allí, ¿cuántos y qué clase de hombres te elogiarán? Te resta, pues, tenlo presente, el refugio que se halla en este diminuto campo de ti mismo. Y por encima de todo, no te atormentes ni te esfuerces en demasía; antes bien, sé hombre libre y mira las cosas como varón, como hombre, como ciudadano, como ser mortal. Y entre las máximas que tendrás a mano y hacia las que te inclinarás, figuren estas dos: una, que las cosas no alcanzan al alma, sino que se encuentran fuera, desprovistas de temblor, y las turbaciones surgen de la única opinión interior. Y la segunda, que todas esas cosas que estás viendo, pronto se transformarán y ya no existirán. Piensa también constantemente de cuántas transformaciones has sido ya por casualidad testigo. «El mundo, alteración; la vida, opinión»”.

Vuelvo a mi rincón de pensar y leo a José Ferrater Mora su reflexión sobre los estoicos, los frugales por excelencia, por sus doctrinas filosóficas, su modo de vida y su concepción del mundo (2). Quiero repasar sus fundamentos éticos aprendidos en mi juventud, aunque tengo claro, leyendo a Marco Aurelio, que la frugalidad no está reñida con el cambio, es más le pertenece: “¿Se teme el cambio? ¿Y qué puede producirse sin cambio? ¿Existe algo más querido y familiar a la naturaleza del conjunto universal? ¿Podrías tú mismo lavarte con agua caliente, si la leña no se transformara? ¿Podrías nutrirte, si no se transformaran los alimentos? Y otra cosa cualquiera entre las útiles, ¿podría cumplirse sin transformación? ¿No te das cuenta, pues, de que tu propia transformación es algo similar e igualmente necesaria a la naturaleza del conjunto universal?”.

Con la frugalidad, como comportamiento ético, puedo cambiar de vida porque todo cambia, como cambia el rumbo el caminante / aunque esto le cause daño / y así como todo cambia / que yo cambie no es extraño. Esa es su verdadera historia como palabra que hace miles de años se fijó, brilló por sí misma y logró mantener todo su esplendor hasta hoy en personas dignas. Lo dije en su momento: viendo y escuchando el vídeo de Julio Numhauser junto a su hijo, cantando “su” canción «Todo cambia» compuesta en su exilio en Suecia, se comprende bien que me atreva a proponer esta canción como el himno del nuevo orden mundial, de la nueva normalidad. Divulguémosla porque nos llena el corazón de frugalidad, realidad y esperanza.

(1) https://www.eldiario.es/economia/austeridad-frugalidad-conceptos-UE-significados_0_998100800.html

(2) Ferrater Mora, José (1979). Historia de la Filosofía (volumen 2). Madrid: Alianza Editorial, p. 1036-1040.

NOTA: la imagen es un fragmento de la columna de Marco Aurelio en Roma que recoge las personas afectadas por la peste Antonina en Roma, en el año 166.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado

De nuevo, Cinema Paradiso

Sevilla, 26/VI/2020

Dedicado hoy, de nuevo, a todas las personas, sin dejar a nadie atrás, que hacen posible que Sevilla disponga de librerías abiertas en tiempos de nueva normalidad, a pesar del alejamiento político de la cultura que hemos vivido en todas y cada una de sus manifestaciones y que arriesgan capital propio y asociado en momentos de pandemia mundial. También, como agradecimiento por el acontecimiento que se produce a partir de hoy en 150 salas de cine en todo el país al reponer Cinema Paradiso en su reapertura controlada, como homenaje al mundo mágico del cine. Así lo expresé en 2018 en su fondo y forma y así lo comparto de nuevo. Lo escribo con profundo respeto y agradecimiento ciudadano, porque estoy seguro de que las personas que trabajan en el ecosistema cultural que tiene su proyección final en librerías y cines…, aman lo que hacen.

Pasen y véanla.

Tengo debilidad con una película de culto, Cinema Paradiso, que sigo valorando de forma especial en su fondo y forma. El viernes pasado entré en la nueva librería Verbo, en Sevilla, que ocupa el edificio que, durante décadas del siglo pasado, desde 1906 concretamente, ocuparon sucesivamente el teatro, salón y cine Imperial, en calle Sierpes. Sentí algo especial porque me alegraba entrar en un espacio que conocía bien y que había ocupado hasta su cierre la librería Beta, que ahora se ha reabierto con trabajadores de la citada empresa anterior. Toda una noticia cultural y social en Sevilla, una ciudad de bares como ya he escrito en varias ocasiones en este blog. Me gusta mucho, además, su nueva marca “Verbo”, por el valor intrínseco de la palabra en sí (valga la redundancia). Pero lo que no conocía era la sala de proyección que todavía alberga dos proyectores que me recordaron inmediatamente al de Cinema Paradiso, aquel espacio mágico de Totó y Alfredo que tantas veces recupero en mi moviola interior, con diálogos que tampoco olvido. Ese momento me devolvió cierta alegría porque acababa de conocer que el libro que andaba buscando en varias librerías, El cuento de la isla desconocida, estaba ya descatalogado. Sentí con profunda tristeza que era un símbolo de lo que sucede en este país con la cultura, porque una obra extraordinaria de Jose Saramago como es ésta, ya no se puede comprar en librerías de nuevo.

CINEMA VERBO

Lo mismo que el tiempo pasa, las obras de autores galardonados con el premio Nobel pasan de editarse porque no se leen. Volví a casa y abrí una edición preciosa que conservo, la primera que se editó en España sobre este cuento de Saramago, que compré en diciembre de 1998, mediante la contraprestación curiosa de mil pesetas que iban destinadas íntegramente (sic, en negrita), por voluntad del autor, a ayudar a los damnificados de Centroamérica a través de la Cruz Roja Internacional. Valor y precio. Sin confundirlos. Aquél viaje de la “Isla desconocida” que me regaló en el más puro anonimato José Saramago, no se me olvidará nunca, aunque ahora será más difícil regalarlo para singladuras de cercanía y amistad. Fueron 43 pequeñas páginas que el 10 de diciembre de 2005, cuando registré este blog, aparecieron como por arte de magia en mi memoria a largo plazo como abriéndose paso, hoja a hoja, para tener un sitio preferente –intercaladas- en este cuaderno de derrota, en términos marinos.

Quizá fuera porque siempre he insistido en mi vida que lo importante es viajar hacia alguna parte, buscándonos a nosotros mismos y, a veces, en compañía de algunas y algunos, los más próximos y cercanos. Al fin y al cabo, tal y como finalizaba el cuento de Saramago. El compromiso de salir de nosotros para conocernos mejor. También, tuve la sensación de que había salido a regalar islas desconocidas en los demás, que había que descubrir, al fin y al cabo imaginándolas el viernes pasado en aquél espacio mágico de las dos máquinas de proyección, en el momento en el que Alfredo aconseja a Totó que salga de sí mismo para buscar islas desconocidas: “La vida es más difícil… Márchate…, el mundo es tuyo, … no quiero oírte más, solo quiero oír hablar de ti… Hagas lo que hagas, ámalo”. Le ayudó a salir de su zona de confort y nunca he olvidado aquellas escenas ni aquellas palabras. Todo un símbolo. Hoy, gracias a la experiencia triste de un cuento descatalogado lo he recordado especialmente y lo agradezco. Así sucedió y así lo cuento. ¿Saben por qué? Porque amo lo que hago.

NOTA: la imagen, que tomé con permiso de los dueños de la librería, corresponde a unos proyectores que se muestran en el piso principal de la librería Verbo, en Sevilla. Para activar los subtítulos en español en el vídeo de cabecera, hay que pulsar en Subtítulos. Merece la pena escuchar atentamente el diálogo. Impecable.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

Romanza para un tiempo nuevo  

Sevilla, 21/VI/2020

Hoy confluyen tres hechos relevantes, interrelacionados entre sí en el calendario, no por azar sino por necesidad. Comienza una etapa novedosa de normalidad, después de un estado de alarma que ha durado casi cien días, entra el verano por la puerta grande y se celebra el Día Europeo de la Música, como me ha recordado hoy de forma espléndida la Fundación Juan March, a la que sigo en su devenir diario desde que descubrí que era depositaria de una obra memorable de Bacarisse, el Corcertino en La mayor, sobre todo en su sobrecogedor segundo movimiento, al que denominó Romanza.

Creo que la conjunción de las tres realidades expuestas, ofrecen hoy la oportunidad de creer que otro mundo es posible, sobre todo cuando se aúnan esfuerzos y voluntades en torno a la música en un tiempo tan abierto a la vida como es la estación del verano y con un denominador común sobre la ciclópea tarea de reconstruir la vida en otro mundo diferente. Como no podía ser de otra forma he elegido una obra que conjugara estas realidades: el Concertino citado, interpretado por la orquesta de la Radiotelevisión francesa, actuando Narciso Yepes como solista a la guitarra y bajo la dirección de Ataúlfo Argenta. Lo he vuelto a escuchar con profundo respeto y admiración gracias al fondo que figura en la Fundación Juan March, como legado que su hijo cedió a la citada Fundación y al que se puede acceder para conocer en profundidad la vida en el exilio y la obra de Bacarisse. En concreto, en la página dedicada al fondo radiofónico en su etapa como productor en numerosos programas en lengua española de la RTF (Radiodiffusion-Télévision Française), A propósito de Salvador Bacarisse (1964). Programa-homenaje a Bacarisse con entrevistas a personalidades de la cultura. Presentador: Narcís Bonet.

En el mes de mayo, cuando ya veíamos luz al final del túnel, escribí sobre esta composición que tanto admiro de Bacarisse. En este día tan especial traigo aquellas palabras dedicadas ahora a la nueva normalidad que hay que vivir con la singularidad de cada uno, reinterpretando el título como Romanza para un tiempo nuevo, donde los sentimientos y emociones pueden volar muy alto. Cambiando también lo que ya hay que cambiar. Eso espero en la esperanza de que a partir de hoy creemos en la forma de ser nuevas personas en España cantando, como diría Alberti: Creemos el hombre nuevo cantando, / el hombre nuevo de España cantando, / el hombre nuevo del mundo cantando. / Canto esta noche de estrellas / en que estoy solo y desterrado. / Pero en la tierra no hay nadie / que esté solo si está cantando. […] Nada hay solitario en la tierra / creemos el hombre nuevo cantando. También, porque la música es compañera en la alegría y medicina para el dolor (Musica laetitiae comes, medicina dolorum).

Romanza para un tiempo nuevo

En tiempo de pandemia busqué refugio en la música que amo. Es la razón del corazón, junto a la de la razón, según Pascal, por la que hoy vuelvo a escuchar en silencio sonoro la Romanza compuesta por Salvador Bacarisse, con el tempo de andante (ejecutado con dulzura, poco a poco), al que he dedicado palabras llenas de sentimiento en este cuaderno digital, fundamentalmente en una modesta operación rescate de un músico excelente que tuvo que salir de España en condiciones lamentables con motivo de la guerra civil. Esta obra completa de Bacarisse, el Concertino en La menor, a través de sus tres movimientos, Entrada (Allegro), Romanza (Andante lento) y Scherzo (Allegretto), en su particella original para clavecín y orquesta (que conservo), me entrega siempre paz interior y me permite viajar por sueños posibles.

Necesitamos escuchar romanzas, ahora más que nunca, porque son composiciones de aire tierno y sencillo, que solo quieren transmitir sentimientos. He vuelto a abrir el piano, experimentando una emoción especial tocando la Romanza de Bacarisse, en concreto el segundo movimiento de su precioso Concertino. De alguna forma vuelvo a recordar con profundo agradecimiento, en este difícil aquí y ahora (hic et nunc), a mis profesoras de piano y violín que en su momento hicieron los arreglos necesarios, porque la versión original de 1952 era exclusivamente para guitarra y orquesta. Sigo creyendo que hicieron un trabajo espléndido, que retomaremos cuando la normalidad de la vida en común nos lo permita.

Cada vez que me aproximo a esta partitura busco comprender mejor qué quiso transmitir el autor en ella. Hace años dediqué unas palabras especiales a Ataúlfo Argenta, gran amigo de Bacarisse y creo que me acerqué a su verdadero sentido: “Buscando esta verdad de Ataúlfo Argenta, he seguido de cerca a Fernando Argenta en mi vida nómada, escuchándolo siempre con enorme respeto en la radio del coche, en viajes siempre hacia alguna parte. El mismo que él tenía hacia su padre cuando nos presentaba el Concertino para guitarra y orquesta en La menor, de Salvador Bacarisse (sobre todo su Romanza), nada apreciado por el Régimen franquista por su deriva republicana y que dirigió en un concierto memorable en París el día de su estreno [15-X-1953, París (Théátre des Champs-Élysées), interpretado por Narciso Yepes (guitarra) y L’Orchestre National, en un concierto público organizado por la Radio Televisión Francesa)], del que guardo un recuerdo entrañable en mi memoria de hipocampo, de secreto”. Recomendaba en aquella ocasión, como hago hoy de nuevo, que escuchen esta versión de la Romanza con la pasión de músicos muy jóvenes de la Orquesta de la Universidad de Granada, que recogen el testigo de lo que quiso transmitir Bacarisse desde el exilio en París. El Sur musical también existe.

Guardo también en mi persona de secreto un tesoro musical: la obra compilada de Salvador Bacarisse en la Fundación Juan March, con un prólogo emocionante de su único hijo, Salvador Bacarisse Cuadrado, con quien tuve la oportunidad en 2018 de cruzar un mensaje en el que me autorizó a disponer de una copia del manuscrito original del Concertino para clavecín y orquesta, op. 72 bis (a través de la Fundación Juan March) y en los que me agradecía la cercanía a su padre: “Yo me fui a vivir a Inglaterra pero mis padres siguieron en París, en el pisito del 7 de la rue Cassette que ocuparon más de treinta años. Cuando murió mi madre en 1976, trece años después que mi padre, yo quité el piso de la rue Cassette, y me llevé a Escocia todos los papeles y libros de mi padre. Desde aquel día permanecieron a salvo, y yo creía olvidados, hasta la fecha memorable en que llamó a la puerta de mi casa Emilio Casares, quien venía a pedirme autógrafos y otros materiales para una exposición de “La música en la Generación del 27” que estaba organizando y que tuvo lugar en Granada en julio de 1986. Esa exposición y el magnífico catálogo que publicó el Ministerio de Cultura fue el primer reconocimiento de aquellos músicos olvidados durante el franquismo, entre los que figuraba mi padre. En Granada, durante la exposición y hablando con Rodolfo Halffter, que había venido de Méjico, y con otros, decidí hacer lo que en realidad ya sabía que tenía que hacer: mandar los manuscritos de Salvador Bacarisse a su tierra, a España. Por muy hijo de francés, emigrado a España, que fuera mi padre, nunca se sintió sino español. Vivió treinta años en París, desarraigado y triste lejos de su querido Madrid”.

Conocí su extensa y desconocida obra a través de esta publicación extraordinaria, que está al alcance de quien desee conocer de cerca a este gran compositor olvidado durante la dictadura franquista. Fue un hallazgo que me permitió acercarme a Bacarisse, a su vida y a su preciosa obra. En la Fundación está el legado completo del compositor, llevado a cabo por su hijo en 1987, que incluía todas las partituras que obraban en su poder.

Cuando escribo estas palabras, en una fecha que a modo de tríada capitolina marca ya una etapa transcendental de todos y de cada uno, he sentido la necesidad de compartir de nuevo este sentimiento de respeto y agradecimiento a un autor muy desconocido en su querido país, pero que tuvo el reconocimiento mundial fuera de él alternando su labor de composición y de dirección de orquesta con el trabajo que desarrolló en el exilio en París, en la Radiodifusión-Televisión Francesa, como productor de programas en español para Hispanoamérica. Es la razón de por qué lo he buscado hoy en el fondo de programas de radio en los que trabajó Salvador Bacarisse.

No lo he olvidado en momentos de confinamiento, tampoco hoy en el primer día después de la finalización del estado de alarma. Para lo que sirva conocerlo y escucharlo, compartiéndolo de nuevo con el club virtual, con sede social en la Noosfera, de las personas dignas y libres. Disfruten de esta maravillosa composición en el Día Europeo de la Música, que me sigue emocionando como la primera vez que decidí conservarla en mi memoria de secreto.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado

Cuando salir del túnel es una pregunta (o varias)


A quién le puedo preguntar
Qué vine a hacer en este mundo?

Pablo Neruda, Libro de las preguntas (XXXI)

Sevilla, 19/VI/2020

Me estoy preparando para salir del estado de alarma como mandan los cánones legales. Sin prisa, pero sin pausa. Todos acudimos a la conocida frase de “salir del túnel” en el que hemos estado instalados desde el 14 de marzo, porque hemos vivido esta experiencia esperando todos los días ver, a lo lejos, un rayo de luz cada vez más potente, a tenor de las fases del famoso Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad. Hasta aquí, solo hemos necesitado poner al confinamiento amor y poesía, cada día, tal y como lo aprendimos en su día de Juan Ramón Jiménez o la que cada uno, cada una, ha podido incorporar a su leal saber y entender coronavírico.

Para mí, salir del túnel es una pregunta… o varias, según se mire. Lo aprendí de Pablo Neruda, leyendo su precioso Libro de las preguntas, en el que me detengo hoy al llegar a la XXXV, ¿No será nuestra vida un túnel?:

No será nuestra vida un túnel
entre dos vagas claridades?

O no será una claridad
entre dos triángulos oscuros?

O no será la vida un pez
preparado para ser pájaro?

La muerte será de no ser
o de sustancias peligrosas?

El problema radica en comprender qué quiso decir Neruda al escribir estas palabras llenas de misterio. ¿Qué son las claridades? Pienso que nuestros objetivos vitales: dos, tres, muchos, truncados a veces por el llamado principio de realidad, triángulos oscuros en nuestras vidas. Entre peces y pájaros anda el juego de preguntas, aunque sabemos que somos peces o pájaros dependiendo del agua o cielo que probemos o sobrevolemos, si sabemos que son, de acuerdo con la famosa parábola de David Foster Wallace que recogió en un discurso que pronunció en 2005 en la ceremonia de graduación de los alumnos del Kenyon College (Ohio): «Van dos peces nadando por el mar y se encuentran con un pez más viejo que viene nadando en dirección contraria. El pez mayor los saluda y les dice, «Buenos días, chicos. ¿Qué tal está el agua?». Los dos peces jóvenes siguen nadando y al cabo de un rato uno de ellos mira al otro y le pregunta, «¿Qué demonios es el agua?» Yo diría también ¿Qué demonios es el cielo? Al final del túnel, lo peor es no saber quiénes somos o si un virus peligroso puede impedir que nos hagamos estas preguntas.

Quizás encuentro la mejor respuesta a este ramillete de preguntas en la inmediatamente anterior del libro citado, la XXXIV: Con las virtudes que olvidé [en mi vida anterior a la pandemia] ¿me puedo hacer un traje nuevo [para estrenarlo el día después de la finalización del estado de alarma]?

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José Saramago, diez años después

LA TEGALA DE SARAMAGO 2020

Sevilla, 18/VI/2020

Hoy se cumplen diez años del fallecimiento de José Saramago, en Tías (Lanzarote), una isla que amo y en la que he vivido muchas experiencias inolvidables. Como la admiración y el respeto hacia él se demuestran también escribiendo con alma sobre su obra, entrego de nuevo a la Noosfera un libro que publiqué en 2014 en este cuaderno digital, LA TEGALA DE SARAMAGO, en homenaje permanente a él, en el que recopilé todas las referencias al autor a lo largo de los primeros ocho años de vida de mi blog. He escrito varios artículos, posteriormente, sobre este autor que tanto aprecio, que se pueden localizar a través del buscador incorporado a este blog, como homenaje continuo a su vida y obra. Un ejemplo clarificador fue la publicación de un post muy significativo en 2018, Saramago, veinte años después, volvió a Sevilla, con motivo de un acto promovido por el Consulado de Portugal en Sevilla y la Fundación Saramago, con la colaboración del Centro de Estudios Andaluces y del Centro Andaluz de las Letras, con motivo de la celebración del día de la lectura en Andalucía en ese año.

La convivencia en este tiempo del título y subtítulo de este cuaderno de bitácora/derrota, en lenguaje del mar, es decir, El mundo sólo tiene interés hacia adelante/Cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas, simboliza muy bien el hilo conductor que intenté tejer en el libro. El Prólogo y el epílogo, descubren la quintaesencia que intento transmitir.

De nuevo, gracias anticipadas por su lectura, aunque sería maravilloso que quien lo lea se quede navegando virtualmente en el sitio que reservo siempre en la amura de babor de «La isla desconocida», como homenaje permanente a un hombre y a una mujer que un día se atrevieron a iniciar la mejor singladura de sus vidas, tal y como él nos lo cuenta en su maravilloso Cuento de la isla desconocida, que tanto aprecio.

Algunos enlaces web del libro, con el paso de los años, están rotos y ya no se puede acceder a ellos. Pido disculpas, pero la realidad tan frágil de Internet y la fugacidad de ideas e imágenes en red nos hacen pagar este tributo. Aún así, mantengo el texto tal y como lo publiqué porque nadie se baña dos veces en el mismo río e incluso las ideas cambian, aunque reconozco aquí y ahora que los principios expuestos en el libro son los que tengo y además no tengo otros. Es solo un aviso para navegantes.

Adelanto la lectura del Prólogo, que reproduzco a continuación, para quien tenga a bien iniciar esta singladura que -estoy seguro- no le va a defraudar:

jose-saramago

LA TEGALA DE SARAMAGO

Prólogo

Necesitamos salir de nosotros mismos. Este aserto lo aprendí de José Saramago, cuando tuve la gran oportunidad de leer su cuento maravilloso, muy breve, El cuento de la isla desconocida, que me acompaña desde 1998 en mi vida de todos y en la de secreto. Si a esta realidad ética le uno el descubrimiento de Teilhard en 1962, dejándome una huella indeleble, en su declaración de que el mundo solo tiene interés hacia adelante, es fácil comprender la quintaesencia de este nuevo libro, que recopila determinados post que escribí en los últimos años a la sombra de la tegala de Saramago.

Siempre he tenido muy presente a este autor en mi quehacer diario. Las personas que me aprecian, saben bien que ha sido un regalo constante en sus vidas, porque las páginas de aquél pequeño cuento, todavía me siguen ofreciendo oportunidades de reinterpretarlas todos los días desde la tegala de Saramago como “lugar de referencia para la población canaria, un lugar en altura suficiente para que los guanches pudieran comunicarse con señales de humo. Señales que desde Tías, desde la calle donde habitó y habitará por muchos años, La Tegala, Saramago hizo y hace al mundo entero para que nos comprometamos con la esencia de la vida, dejándonos llevar por el niño o la niña, ¿inocentes?, que todos llevamos dentro…».

Escribiendo y leyendo de nuevo las páginas que siguen, que ya fueron escritas en su momento, que también puede ser en el hoy mío y en el de cada lector o lectora de esta nueva entrega a la Noosfera, doy un paso más en conocer ese niño que cada uno lleva dentro, el mío, el tuyo, el de todos y todas, desde el compromiso adquirido un día para navegar en “La Isla desconocida”, aunque Groucho Marx, con su especial gracejo, interpretó esta necesidad suplicando que lo buscaran inmediatamente [al niño], cuando el comentario general es que la torpeza de estar y ser en la vida, su razón de ser, se conoce y se sufre a veces desde que somos pequeños:

“- ¡Hasta un niño de cuatro años sería capaz de entender esto!… Rápido, busque a un niño de cuatro años, a mí me parece chino“

Estoy muy agradecido a Saramago, por su testimonio permanente, que resalto especialmente en la última entrega de la serie que le dediqué en torno a su tegala particular, cuando probablemente observa desde no se sabe qué sitio del Cielo, cómo desde Roma se reinterpreta su vida y su obra, sin com-pasión [sic] alguna.

Prefiero quedarme con un mensaje del cuento tanta veces citado, donde pone en boca de una persona muy humilde, la limpiadora del palacio del rey, un gran secreto para ser más felices cada día, todos los días: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual”.

Sevilla, 10 de marzo de 2014

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La tegala de Saramago by Jose Antonio Cobena Fernandez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://www.joseantoniocobena.com.

¿Conoces a tus vecinos?

Sí, ¿Y cuántos años debe existir una montaña antes de ser tragada por el mar?
Sí, ¿Y cuántos años pueden existir algunas personas antes de que se les permita ser libres?
Sí, ¿Y cuántas veces debe un hombre girar su cabeza y hacer como que no ha visto nada?

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento
La respuesta, está flotando en el viento

Bob Dylan, Flotando en el viento (Blowin´in the wind)

Sevilla, 15/VI/2020

Inquietantes preguntas. El confinamiento obligado por el estado de alarma nos ha ofrecido la oportunidad de conocer más a fondo a un colectivo declarado en peligro de extinción: los vecinos. El momento mágico y puntual de los aplausos nos ha permitido ver a personas que viven al lado y que en la mayor parte de los casos ni sabíamos de su existencia. Algo bueno nos está dejando esta amarga experiencia, aunque la respuesta a la pregunta sobre si hemos conocido a nuestros vecinos con ocasión de la pandemia creo que todavía está flotando en el viento, como respondería de forma inteligente Bob Dylan.

Recuerdo que cuando era pequeño y vivía en tierras de Castilla, había un programa en Radio Madrid que se llamaba de forma respetuosa “Conozca usted a sus vecinos”, porque el tuteo era una falta de respeto hacia la audiencia, más aún si se trataba de no alterar el discreto encanto de la burguesía: “El artista en ciernes cantaba desde su casa por teléfono (desde su casa o desde algún local comercial donde se lo permitieran ya que no abundaban los teléfonos particulares), mientras que desde la emisora un pianista hacía el acompañamiento sin que ambos lograran ponerse demasiado de acuerdo en la mayoría de los casos. Cada día había un vencedor y el sábado se reunía a los cinco triunfadores de la semana en el estudio de Radio Madrid donde se enfrentaban, desde sus propios estilos, impulsados por los elogios de Ferman, el presentador. Al triunfador se le premiaba con cien pesetas y un lote de productos Cola Cao” (1). Era un programa de entretenimiento blanco y, al mismo, tiempo, se descubrían artistas por un día (también se podía ser reina, solo reina), muy del estilo de aquella época, aunque es justo reconocer también que de allí saltó a la fama Rocío Dúrcal, por ejemplo. El programa homónimo en Radio Sevilla tuvo un gran impacto y se cita en cualquier historia de la radio como un ejemplo de la España cañí que permitió, justo es decirlo, el estrellato de cantantes de tanta solera como Rocío Jurado, por ejemplo, premiada en aquella ocasión con escaso dinero y una pieza de tela.

Es justo citar que en 1932, durante la II República, Radio Barcelona brindaba a muchos artistas amateur la posibilidad de ser reconocidos en el espacio El micrófono para todos (2). ¡Qué oportunidad perdida! Más tarde, con motivo de la guerra civil, el micrófono solo sería para unos cuantos y, poco a poco, solo para cantar, porque opinar en las ondas era harina de otro costal. La realidad es que de vecinos se trataba poco sino solo una forma de distraer a la audiencia, básicamente femenina, en un horario imposible para cualquier persona trabajadora porque se emitía a media mañana y la vecindad en su sentido más profundo no estaba por ningún sitio, más allá de reconocer que un día podría llegar a ser cantante de fama la hija de una portera en una casa señorial de Madrid.

Esta carta de presentación a modo de escaleta solo quería poner el contrapunto en la reivindicación necesaria y urgente del esfuerzo que hace la sociedad en nuestros días por rescatar el sentido profundo de la realidad vecinal en nuestro país, con una larga historia desde el tratamiento medieval de agrupación de personas que viven en un mismo hogar, tan extendido en los siglos XIV a XVIII, del que siempre se ha sacado una media de cuatro personas por “vecino”, hasta la realidad que vivimos en nuestros días “encerrados habitualmente en nuestras cosas”, no solo por la pandemia, sin conocer para nada al vecino de la puerta de al lado. También, es justo y necesario recordar con especial afecto, respeto y agradecimiento el esfuerzo que se hizo durante la dictadura por parte de movimientos y líderes sociales por crear tejido social a través de las Asociaciones de Vecinos tan en decadencia en los últimos años. La dualidad vecino-propietario también tiene su aquél, porque las presencias en las Juntas obligadas por Ley suelen vivirse más como castigo divino que como forma de aunar esfuerzos y voluntades para alcanzar un bien común. Al fin y al cabo, un barrio lo forma en su esencia la inteligencia de sus vecinos y vecinas, siendo la agregación de barrios lo que conforma, finalmente, las ciudades.

La realidad es que durante el confinamiento el nexo común como vecinos han sido los aplausos, cuando salíamos a ventanas, terrazas y balcones para aplaudir puntualmente a las 8 de la tarde, como reconocimiento al esfuerzo de los servicios públicos, fundamentalmente al personal sanitario en todas sus escalas, por la atención que prestaban a diario a miles de pacientes infectados por el coronavirus 19. Al vernos, hemos comprobado que detrás de los aplausos había muchas personas que hemos identificado como vecinos por primera vez y hemos tomado conciencia de lo importante que es la solidaridad en momentos difíciles. No sé si ha servido para crear una nueva forma de relacionarnos y pasar de hablar solo del tiempo “que hace” cuando viajamos en el ascensor de cada día a preguntarnos cómo estamos y quienes somos, con nombres y apellidos. Creo, sinceramente, que la respuesta no debería estar flotando en el viento, aunque hoy no nos llevemos premio alguno, dinero, piezas de tela o un lote de productos, siempre perecederos, facilitado por los patrocinadores de un nuevo concurso que se atrevieran a bautizarlo con la pregunta del principio, eso sí, más íntima: ¿conoces a tus vecinos?

(1) https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/60241/153.pdf?sequence=1&isAllowed=y; http://blogs.mayormente.com/me-viene-a-la-memoria/conozca-a-sus-vecinos/

(2) https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/60241/153.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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En tiempos de coronavirus, podemos aprender del alma del colibrí

Dirige tu camino a través de las ruinas del altar y el centro comercial, dirige tu camino a través de las fábulas de la Creación y la Caída, dirige tu camino más allá de los Palacios y elévate por encima de la podredumbre, año tras año, mes a mes, día a día, pensamiento a pensamiento.

Leonard Cohen, Steer Your Way

Sevilla, 14/VI/2020

En tiempos de coronavirus me parece imprescindible sobrevolar como un colibrí aquello que no nos gusta para elevarnos por encima de la pandemia, a partir de ahora, año tras año, mes a mes, día a día, pensamiento a pensamiento. Así lo aprendí de Leonard Cohen y así lo recordé en la fecha de su fallecimiento el 7 de noviembre de 2016. Escribí días después sobre sensaciones cercanas que me había transmitido en lo que llamé “su viaje final”, buscando la mano tendida de la mujer a la que quiso tanto, Marianne: “Bueno, Marianne, somos realmente viejos y nuestros cuerpos se están deshaciendo. Creo que te seguiré pronto. Has de saber que estoy tan cerca de ti que, si estiras la mano, podrás coger la mía. Sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría, pero no hace falta que añada nada porque tú de sobras lo sabes. Ahora solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Te envío mi amor infinito. Nos veremos pronto en el camino”.

colibri-el-jardin-encantado

En estos días de confinamiento he visto un anuncio en repetidas ocasiones de un colibrí volando sobre un ordenador. Es como si me quisiera recordar hoy lo mucho que admiro a este pájaro, mucho más al haber leído en aquellos días un artículo precioso en el suplemento Babelia, del diario El País (1), que me recordó su belleza , un pájaro muy pequeño que se localiza en Sudamérica (ha sabido elegir una sabia cuna), con una especial presencia en Colombia, donde se localiza un hábitat que tiene mi apellido, playas de Cobeña, en el Caribe, aunque viajan sin cesar porque saben que su vida es muy corta: “El lunes 7 de noviembre, el alma de Leonard ascendió hacia los brazos de Marianne. En el disco, vemos un colibrí [aludiendo a su última canción, Escucha al colibrí (Listen to the hummignbird], que sale volando desde una luminosa ventana hacia la oscuridad»:

Escucha al colibrí
cuyas alas no puedes ver.
Escucha al colibrí;
no me escuches a mí.

Escucha a la mariposa,
cuya vida no llega a tres días.
Escucha a la mariposa
no me escuches a mí.

Escucha la mente de Dios,
que no necesita existir.
Escucha la mente de Dios;
no me escuches a mí.

Escucha al colibrí
cuyas alas no puedes ver.
Escucha al colibrí;
no me escuches a mí.

Recordaba en aquella ocasión que el colibrí es el ave más pequeña del mundo. ¡Qué maravilla de la naturaleza! Mueve sus alas entre 60 y 90 veces por segundo y su gran corazón late entre 500 y 1.200 veces por minuto, aunque por la noche sus latidos son mucho más lentos. En proporción a su tamaño, posee el cerebro y el corazón más grande del mundo. No puede caminar, solo posarse. De su alma sabemos poco, pero nos da señales de ella todos los días, volando siempre, que para él es su caminar diario.

Leonard Cohen nos ha acompañado durante muchos años, sobre todo a los que valoramos la belleza de las palabras cantadas, incluso cundo suenan a testamento vital que se declara a los cuatro vientos, llevadas en las alas del pequeño colibrí para quien lo quiera leer o contar, porque lo importante es saber disfrutar de los viajes cortos como a veces son los momentos bellos de la vida, en los que disfrutamos tanto. Seguirlo de cerca, volando por encima del coronavirus y sus circunstancias, es otra cosa, porque nos falta su alma, su preciosa vida. La del colibrí, la de Cohen cantando en su último disco, You want it darker (Lo quieres más oscuro), a modo de testamento vital: Escucha al colibrí / Cuyas alas no ves / Escucha al colibrí / No a mí. ¡Qué lección tan bella!, porque el colibrí sigue viviendo con su alma pequeña pero con un corazón que es el más grande del mundo.

(1) Manzano, Alberto (2016, 22 de noviembre). Escucha al colibrí. Babelia (El País.com).

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Luz llamada día trece de junio de dos mil veinte

LA LUZ CON EL TIEMPO DENTRO1 

Sevilla, 13/VI/2020

Para el poeta Ángel González, la luz podía ser llamada día trece (1). Así entregó esas palabras al mundo de la sinceridad, de la verdad, a través de un soneto precioso, Luz llamada día trece, que hoy lo llevo a la ansiada esperanza que ilumina la salida definitiva del confinamiento, del estado de alarma, de la desescalada, del miedo por un virus que ha trastocado aún más el desorden mundial y la anormalidad diaria en la que estábamos instalados a pesar de los avisos de la madre naturaleza. Hoy vuelvo a leerlo con atención y respeto al trasfondo de sus palabras, en una época donde tenemos la oportunidad de llamar a cada cosa por su nombre, que se resume en una sola verdad: cada persona es un ser singular. Todo lo demás…, es casi nada si no es para hacer más felices a las personas, sin dejar nunca atrás a los nadies de Galeano.

A cada cosa por su solo nombre.
Pan significa pan; amor, espanto;
madera, eso; primavera, llanto;
el cielo, nada; la verdad, el hombre.

Llamemos luz al día, aunque se asombre
quien dice «Es martes hoy, ayer fue santo
Tomás, mañana será fiesta». ¡Cuánto
más verdadera que cualquier pronombre

es esa luz que cuaja el aire en día!
Hoy es la luz llamada día trece
de materia de mayo y sol, digamos.

Y si hablamos de mí -puesto que hablamos,
de algo hay que hablar-, digamos todavía:
pasión fatal que como un árbol crece.

Los poetas, las poetisas, a los que tanto admiro, nos están ayudando a salir de la crisis actual con sus versos, sus palabras hilvanadas a la luz del día, cada una en su texto y contexto. Luz y tiempo los uno siempre recordando a Juan Ramón Jiménez, al que tanto me une en las mañanas de Moguer, en mis años más jóvenes, siempre con la luz dentro. Especialmente, cuando Juan Ramón definió a su querido pueblo natal, Moguer, como “la luz con el tiempo dentro”, en un verso que aparece en el poema “Cuando yo era un niñodiós” que leí, por primera vez, hace ya muchos años y que mantengo intacto en mi memoria de secreto, al ser «[…] un romance revivido del tiempo de Moguer de Juan Ramón, publicado en su forma revivida en la revista malagueña, Caracola (núm. 5), en 1953, y posteriormente en el libro titulado sencillamente Moguer, publicado en 1958 por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, con ilustraciones de José R. Escassi, y con una nota muy conmovedora en función de prólogo a la colección entera, en la cual se advierte que «El original de este libro fue enviado por Juan Ramón, pocos días antes de morir, a la Dirección General de Archivos y Bibliotecas para su publicación en beneficio de la Casa “Zenobia y Juan Ramón”, a fin de continuar la serie iniciada con «El Zaratán», que tanto le había complacido»; sigue la nota añadiendo que «Francisco Hernández-Pinzón, sobrino del autor, recibió de sus manos los trabajos que ahora se publican, algunos con recientes correcciones del poeta» (1).

El verso del título no figuraba en la primera edición del poema tal y como lo conocemos hoy: “es un «romance revivido», versión corregida de una poesía que había aparecido en el libro Almas de violeta, en 1900, y también —con variante en sólo un verso- en Rimas, de 1902, en ambos casos con el título «Remembranzas» y que cincuenta años más tarde se publicó con el título ya comentado de “Cuando yo era el niñodiós». ¿Qué había pasado? La explicación está en la costumbre de Juan Ramón de repasar continuamente su obra, por su perfeccionamiento extremo, por su mundo de secreto, por la reinterpretación constante de su vida. El verso en “Remembranzas” dice (la negrita es mía):

Recuerdo que cuando niño
me parecía mi pueblo
una blanca maravilla,
un mundo mágico, inmenso;

mientras que en su última versión, con el deseo expreso de que se entregara a su pueblo, deja constancia de un cambio transcendental:

Cuando yo era el niñodiós
era Moguer, este pueblo,
una blanca maravilla,
la luz con el tiempo dentro.

Moguer, con su mundo mágico e inmenso ya es luz con el tiempo dentro. Según Olson: “La blancura de Moguer transciende su condición de color para convertirse en la luz misma -o, mejor dicho, para dejar que transparente la luz- total, única, indivisa y eterna- que es el origen y fondo de todos los colores, como el «ser» es origen y fondo de todos los seres, hacia el cual están siempre orientados aunque sea para ellos un origen perdido u olvidado”.

Hoy, 13 de junio de 2020, podemos quedarnos con dos significados especiales gracias a Ángel González y Juan Ramón Jiménez: la luz, que nos permite descubrir la verdad y el tiempo que ella siempre lleva dentro para comprender su contexto, permitiendo llamar a cada cosa por su nombre, en el aquí y ahora que estamos viviendo. En definitiva, iluminando la vida, cada día, gracias a la poesía, porque al igual que pensaba Juan Ramón Jiménez cuando contemplaba la normalidad de su pueblo, con su luz que mantenía siempre el tiempo dentro, «cada casa era palacio y catedral cada templo; estaba todo en su sitio, lo de la tierra y el cielo»:

Cuando yo era el niñodiós, era Moguer, este pueblo,
una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro.
Cada casa era palacio y catedral cada templo;
estaba todo en su sitio, lo de la tierra y el cielo;
y por esas viñas verdes saltaba yo con mi perro,
alegres como las nubes, como los vientos, lijeros,
creyendo que el horizonte era la raya del término.

Recuerdo luego que un día en que volví yo a mi pueblo
después del primer faltar, me pareció un cementerio.
Las casas no eran palacios ni catedrales los templos,
y en todas partes reinaban la soledad y el silencio.
Yo me sentía muy chico, hormiguito de desierto,
con Concha la Mandadera, toda de negro con negro,
que, bajo el tórrido sol y por la calle de Enmedio,
iba tirando doblada del niñodiós y su perro:
el niño todo metido en hondo ensimismamiento,
el perro considerándolo con aprobación y esmero.

¡Qué tiempo el tiempo! ¿Se fue con el niñodiós huyendo?
¡Y quién pudiera ser siempre lo que fue con lo primero!
¡Quién pudiera no caer, no, no, no caer de viejo;
ser de nuevo el alba pura, vivir con el tiempo entero,
morir siendo el niñodiós en mi Moguer, este pueblo!

NOTA: la imagen pertenece a un fotograma del tráiler de «La luz con el tiempo dentro»: https://youtu.be/iMJOqCN2Cqg

(1) González, Ángel (2018). Luz llamada día trece, en Palabra sobre palabra. Barcelona: Planeta, p. 97.

(2) Olson, P. (1981). La luz con el tiempo dentro: ser y tiempo en la poesía de Juan Ramón Jiménez. Actas del Congreso internacional conmemorativo del centenario de Juan Ramón Jiménez, celebrado en La Rábida durante el mes de junio de 1.981, organizado por la Excma. Diputación Provincial de Huelva y la Universidad de Sevilla, p. 435-443.

 

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

El Sur también resiste

[…] con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
con su gesta invasora
el norte es el que ordena
[…]

Mario Benedetti, extracto de El Sur también existe

Sevilla, 12/VI/2020

Si algo hemos aprendido durante el confinamiento obligado por el estado de alarma, ha sido conjugar en todos los tiempos posibles el verbo resistir, mucho más allá del futuro simple del himno que hemos cantado casi todos. Pero resistir, según la RAE, es también pervivir, es decir, seguir viviendo a pesar del tiempo o de las dificultades, junto a su primera acepción: tolerar, aguantar o sufrir. Lo traigo a colación porque he leído con pena una información acerca del comportamiento del Partido Popular en Europa: “El PP se alía con los ‘halcones’ para pedir férreos controles por la ayuda de la UE. Los populares apoyan al bloque que reclama una estricta vigilancia a los países del Sur” (1). Resistir es pervivir más que nunca a pesar de la política actual.

Sé, desde pequeño, que este mundo y yo estamos obligatoriamente a entendernos, pero comportamientos políticos de este corte son incomprensibles. No logro entender cómo en política, en este país, vale todo desde hace años, pase lo que pase, caiga quien caiga y con el modelo de cuanto peor, mejor. ¡Ya está bien! ¿Cuándo se va a desarrollar una política digna de oposición? Es incomprensible que con lo que hemos pasado y lo que nos queda por pasar, no haya forma de establecer un diálogo de reconstrucción nacional que se perciba directamente por la ciudadanía como ejemplo a seguir en todos los ámbitos de la sociedad en general.

En la información citada, que considero fiable, se manifiesta lo siguiente: “El líder del grupo, el eurodiputado alemán Manfred Weber, asegura que es una iniciativa compartida por toda la formación. “Todo el grupo apoya la idea de que la solidaridad va acompañada de responsabilidad. También los colegas españoles como Dolors [Montserrat], Esteban [González Pons] o Pablo Casado, tienen muy claro que debemos insistir en que el dinero se invierta en el futuro del país para ayudar a crear oportunidades de trabajo y perspectivas para los jóvenes y en que eso debe quedar claro”, aseguró el jueves Weber durante una entrevista por videoconferencia con EL PAÍS y otros cuatro diarios europeos. Weber subraya: “Desde el PPE tenemos, por decirlo así, dos condiciones. La primera es que no queremos desperdiciar el dinero en gastos del pasado, sino invertir en el futuro”. Y el eurodiputado alemán colocó la diana de su vigilancia en España. “El PPE no está dispuesto a que se financien las falsas promesas de Podemos”, advierte».

No hay lugar a dudas del principio de desconfianza plena en el Gobierno actual, gritada a los cuatro vientos, que plantea el Partido Popular de España en Europa, que practica el principio de «lluvia fina» pertinaz hasta que cale en los altos mandatarios de la Unión Europea y con un solo fin: obstaculizar y desacreditar permanentemente el trabajo que en el sentido de la reconstrucción de España, con la ayuda de Europa, lleva a cabo el Gobierno de Coalición en sus negociaciones en las altas instancias del gobierno de Europa, en un momento delicado y transcendental para el país.

Es difícil salir de este túnel amargo de la COVID-19 sin una visión estratégica de alcance planetario que siente las bases para establecer un nuevo orden mundial político y económico para salvaguardar la salud pública, económica y democrática del planeta Tierra. Las soluciones que hasta ahora cohesionaban el mundo declarándolo una aldea común ya no valen y los ordenadores portátiles de los hombres de negro han comenzado a cerrarse masivamente sin capacidad de reinicio alguno. Eso sí, habiendo salvado previamente la totalidad del dinero invertido, dejando a millones de ciudadanos y Estados a su “mala” suerte. La Iglesia acuñó una frase, Fuera de la Iglesia no hay Salvación (extra Ecclesiam nulla salus), que en el catecismo de mi infancia me causaba mucho desasosiego porque figuraba bajo una viñeta en la que aparecía un tren descarrilando y saltando personas por las ventanas hacia el Infierno en el que campaban, a sus anchas, dragones con lenguas de fuego y serpientes amenazantes. Prefiero quedarme hoy con una imagen más laica y esperanzadora que dijera algo así como Fuera del Congreso del Mundo, de Europa, no hay forma posible de Reconstruir la Vida, la pervivencia, tras esta pandemia. Salvando lo que haya que salvar.

Se cita con frecuencia a Groucho Marx en estos momentos difíciles, porque él sufrió de forma muy especial las consecuencias de la recesión del 29, en el siglo pasado, en aquella aventura que él mismo narraba en su obra autobiográfica Groucho y yo, en plena recesión mundial, quizá superada por primera vez, con creces, por la que se avecina. Asocio ahora la necesidad de trabajar unidos en este país tan dual a la genialidad de Groucho Marx, en aquella frase gloriosa en Sopa de ganso, pronunciada en una reunión memorable de la Cámara de Diputados de Freedonia: “¡Hasta un crío de cuatro años sería capaz de entender esto!… Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino“. Es lo que tendríamos que gritar todos ahora rodeando virtualmente el Congreso de los Diputados o la Sala de la Cámara Europea reunida en pleno, porque determinados representantes políticos están obligatoriamente obligados a entenderse en la responsabilidad de sostener de la mejor forma política posible al Estado o a Europa, tan golpeados y dañados por el coronavirus, sobre todo cuando nos parece chino el diálogo de sordos en el que están instalados algunos líderes de la llamada “derecha”, formando parte del grupo de halcones europeos en el actual espectro político nacional y europeo.

Por mi respeto casi reverencial a la trazabilidad de las palabras en nuestro idioma, me ha llamado la atención cómo en el Diccionario de Autoridades (RAE) publicado en 1737, se aceptaba el lema “resistir” como tolerar, aguantar o sufrir, recogiendo expresamente una frase de una Autoridad “competente” para justificarlo y para que se entendiera mejor: “Porque ha de estar siempre firme e inmutable a la fuerza de los contrarios y al ímpetu de la artillería, como el Caballero ha de estar a resistir las injusticias y agravios”. Impecable transcripción de cómo se vivían las palabras en la sociedad española antes de fijarlas, dándoles brillo y esplendor. Ahora, desde el Sur, que también lo es España en Europa, perviviendo, porque existe y resiste a pesar de todo.

(1) https://elpais.com/economia/2020-06-11/el-pp-se-alia-con-los-halcones-para-pedir-ferreos-controles-por-la-ayuda-de-la-ue.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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