La democracia pone sus ojos en Amanda Gorman

Sevilla, 21/I/2021

Cuando llega el día, nos preguntamos «¿dónde podemos encontrar luz en esta sombra interminable?» Debemos vadear en el mar la pérdida que cargamos. Hemos desafiado el vientre de la bestia. Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz. En las normas y nociones de lo que es justo no siempre hay justicia. Y sin embargo, el amanecer es nuestro antes de que lo supiéramos. De alguna manera lo hacemos. De alguna manera lo hacemos,  de alguna manera hemos resistido y hemos sido testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada. Nosotros, los sucesores de un país y una época en la que una chica negra delgada descendiente de esclavos y criada por una madre soltera puede soñar con convertirse en presidenta sólo por encontrarse recitando para uno.

Amanda Gorman, en La montaña que escalamos

Ayer respiró el mundo democrático, profundamente y con un halo de esperanza, después de haber vivido unos años de vértigo con el anterior presidente de los EEUU, con un gobierno a su manera. La ceremonia de la toma de posesión del nuevo presidente, Joe Biden, en la que estuve muy atento por su fondo y forma, tuvo su momento álgido con la presencia de Amanda Gorman, de tan sólo 22 años, que nos entregó unas palabras suyas a través de un poema, “The Hill We Climb” (La colina que escalamos) y que representó de forma excelente el nuevo camino democrático que inicia la era Biden. Supe que Gorman se dirigió también a mí al comenzar la lectura de su poema, cuando dijo:

Señor Presidente, Dr. Biden, señora vicepresidenta, Sr. Emhoff,

Americanos y el mundo.

La puesta en escena de Gorman no era inocente. Su origen étnico, su vestido, su estilismo en general, los pendientes y el anillo de un pájaro enjaulado, como homenaje a una antecesora suya en la era Clinton, Maya Angelou, en cuyo acto de investidura, en 1993, leyó el poema “On the Pulse Of the Morning” (En el pulso de una mañana) y que ahora ha recordado también a través del poema “I Know Why the Caged Bird Sings” (Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado), como símbolo y recuerdo íntimo de un libro de memorias de Angelou que le regaló Oprah Winfrey, su mentora y también amiga de la escritora. Tampoco olvidó en sus palabras a Lin-Manuel Miranda, autor del musical “Hamilton”, al referirse a él con una mención muy especial: “La historia tiene sus ojos sobre nosotros”, una interpretación personal de su canción “History Has Its Eyes On You” (La historia tiene sus ojos sobre ti).

Recientemente he citado una expresión parecida al símbolo que ayer llevaba Amanda Gorman en su anillo mientras leía su poema, un pájaro enjaulado, en un artículo dedicado a la memoria del año pasado, 2020, una función para aves enjauladas con ganas de volar, mirando siempre hacia adelante, hacia el futuro con los brazos abiertos, que la cantante Rozalén expresaba con una canción preciosa, Aves enjauladas, mirándonos a los ojos, como una premonición de la belleza de la vida a la que volveremos con seguridad ética. Eso sí, corriendo para abrazarnos: Somos aves enjauladas/ Con tantas ganas de volar / Que olvidamos que en este remanso / También se ve la vida pasar / Cuando se quemen las jaulas / Y vuelva a levantarse el telón / Recuerda siempre la lección / Y este será un mundo mejor.

Mientras escucho la canción de Rozalén, vuelvo a las bellas palabras de Amanda Gorman, La colina que escalamos, adjuntando la traducción al español del texto original de su intervención, en inglés, que también aporto, habiendo cuidado cada palabra, cada frase, cada texto en su contexto. Dos mujeres que expresan con su arte lo mejor que nos ofrece la vida para cambiar el mundo: la fuerza de la palabra.

La colina que escalamos

Señor Presidente, Dr. Biden, señora vicepresidenta, Sr. Emhoff,

Americanos y el mundo,

Cuando llega el día, nos preguntamos ¿dónde podemos encontrar luz en esta sombra interminable? Debemos vadear en el mar la pérdida que cargamos. Hemos desafiado el vientre de la bestia. Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz. En las normas y nociones de lo que es justo no siempre hay justicia. Y sin embargo, el amanecer es nuestro antes de que lo supiéramos. De alguna manera lo hacemos. De alguna manera lo hacemos,  de alguna manera hemos resistido y hemos sido testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada. Nosotros, los sucesores de un país y una época en la que una chica negra delgada descendiente de esclavos y criada por una madre soltera puede soñar con convertirse en presidenta sólo por encontrarse recitando para uno.

Y sí, estamos lejos de estar pulidos, lejos de ser prístinos, pero eso no significa que no nos esforcemos en formar una unión perfecta. Nos esforzamos por forjar nuestra unión con compromiso. Componer un país comprometido con todas las culturas, colores, personalidades y condiciones del hombre. Y así elevamos nuestras miradas no a lo que se interpone entre nosotros, sino a lo que se encuentra frente a nosotros. Cerramos la brecha porque sabemos que, para priorizar nuestro futuro, primero debemos dejar a un lado nuestras diferencias. Dejamos las armas para poder tender la mano el uno al otro. No buscamos daño para nadie y sí armonía para todos. Que el mundo, sin nada más, diga que esto es verdad. Que incluso, mientras llorábamos, crecimos. Que incluso cuando sufríamos teníamos esperanza. Que incluso cuando nos cansábamos, intentamos que para siempre nos sintiéramos victoriosos. No porque nunca más conoceremos la derrota, sino porque nunca más sembraremos división.

La Escritura nos dice que imaginemos que cada uno se sentará bajo de su propia vid e higuera y nadie los hará temblar. Si queremos estar a la altura de nuestro tiempo, entonces la victoria no estará en la espada, sino en todos los puentes que hemos tendido. Esa es la promesa, la colina que escalamos si nos atrevemos. Porque ser americano es más que un orgullo que heredamos. Es el pasado en el que entramos y cómo lo reparamos. Hemos visto un bosque que destrozaría nuestra nación en lugar de compartirla. Destruiría nuestro país si eso significara retrasar la democracia. Y ese esfuerzo estuvo a punto de triunfar.

Pero si bien la democracia puede retrasarse periódicamente, nunca puede ser derrotada de forma permanente. En esta verdad, en esta fe confiamos porque mientras nosotros tenemos puestos los ojos en el futuro, la historia tiene puestos sus ojos en nosotros. Esta es la era de la redención justa. Lo temimos desde sus inicios. No nos sentíamos preparados para ser los herederos de una hora tan aterradora, pero dentro de ella, encontramos el poder de escribir un nuevo capítulo, de ofrecernos esperanza y risas.  Si una vez nos preguntamos, ¿cómo podremos vencer la catástrofe?, ahora afirmamos, ¿cómo podría prevalecer la catástrofe sobre nosotros?

No volveremos a lo que era, sino que nos trasladaremos a lo que será: un país magullado, pero íntegro, benevolente, pero audaz, feroz y libre. La intimidación no nos mareará ni nos interrumpirá porque sabemos que nuestra inacción e inercia serán la herencia de la próxima generación. Nuestros errores se convierten en sus cargas. Pero una cosa es cierta, si fusionamos la misericordia con el poder y el poder con el bien, entonces el amor se convierte en legado y el cambio, en un derecho de nuestros hijos.

Así que dejemos atrás un país mejor que el que nos dejaron. Cada aliento de nuestro pecho golpeado llevará este mundo herido a uno maravilloso. Nos levantaremos de las colinas doradas del oeste. Nos levantaremos desde el noreste barrido por el viento, donde nuestros antepasados realizaron la revolución por primera vez. Nos levantaremos desde las ciudades de Lake Rim [Carolina del Norte], de los estados del medio oeste. Nos levantaremos desde el sur bañado por el sol. Reconstruiremos, reconciliaremos y recuperaremos en cada rincón conocido de nuestra nación, en cada rincón llamado nuestro país, en nuestro pueblo diverso y hermoso que emergerá maltratado y hermoso.

Cuando llega el día, salimos de la sombra en llamas y sin miedo. El nuevo amanecer florece a medida que lo liberamos. Porque siempre hay luz, si somos lo suficientemente valientes para verla, si somos lo suficientemente valientes para serla.

The Hill We Climb (texto en inglés)

Mr President, Dr Biden, Madam Vice-President, Mr Emhoff,

Americans and the world,

When day comes we ask ourselves where can we find light in this never-ending shade? The loss we carry asea we must wade. We’ve braved the belly of the beast. We’ve learned that quiet isn’t always peace. In the norms and notions of what just is isn’t always justice. And yet, the dawn is ours before we knew it. Somehow we do it. Somehow we’ve weathered and witnessed a nation that isn’t broken, but simply unfinished. We, the successors of a country and a time where a skinny Black girl descended from slaves and raised by a single mother can dream of becoming president only to find herself reciting for one.

And yes, we are far from polished, far from pristine, but that doesn’t mean we are striving to form a union that is perfect. We are striving to forge our union with purpose. To compose a country committed to all cultures, colors, characters, and conditions of man. And so we lift our gazes not to what stands between us, but what stands before us. We close the divide because we know to put our future first, we must first put our differences aside. We lay down our arms so we can reach out our arms to one another. We seek harm to none and harmony for all. Let the globe, if nothing else, say this is true. That even as we grieved, we grew. That even as we hurt, we hoped. That even as we tired, we tried that will forever be tied together victorious. Not because we will never again know defeat, but because we will never again sow division.

Scripture tells us to envision that everyone shall sit under their own vine and fig tree and no one shall make them afraid. If we’re to live up to her own time, then victory won’t lie in the blade, but in all the bridges we’ve made. That is the promise to glade, the hill we climb if only we dare. It’s because being American is more than a pride we inherit. It’s the past we step into and how we repair it. We’ve seen a forest that would shatter our nation rather than share it. Would destroy our country if it meant delaying democracy. This effort very nearly succeeded.

But while democracy can be periodically delayed, it can never be permanently defeated. In this truth, in this faith we trust for while we have our eyes on the future, history has its eyes on us. This is the era of just redemption. We feared it at its inception. We did not feel prepared to be the heirs of such a terrifying hour, but within it, we found the power to author a new chapter, to offer hope and laughter to ourselves so while once we asked, how could we possibly prevail over catastrophe? Now we assert, how could catastrophe possibly prevail over us?

We will not march back to what was, but move to what shall be a country that is bruised, but whole, benevolent, but bold, fierce, and free. We will not be turned around or interrupted by intimidation because we know our inaction and inertia will be the inheritance of the next generation. Our blunders become their burdens. But one thing is certain, if we merge mercy with might and might with right, then love becomes our legacy and change our children’s birthright.

So let us leave behind a country better than one we were left with. Every breath from my bronze-pounded chest we will raise this wounded world into a wondrous one. We will rise from the gold-limbed hills of the west. We will rise from the wind-swept north-east where our forefathers first realized revolution. We will rise from the Lake Rim cities of the midwestern states. We will rise from the sun-baked south. We will rebuild, reconcile and recover in every known nook of our nation, in every corner called our country our people diverse and beautiful will emerge battered and beautiful.

When day comes, we step out of the shade aflame and unafraid. The new dawn blooms as we free it. For there is always light. If only we’re brave enough to see it. If only we’re brave enough to be it.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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