
Sevilla, 26/I/2021
Johannes Vermeer es uno de mis pintores preferidos. Conozco su obra extraordinaria y me acompaña siempre en mi paraíso del alma. Sabía desde 2018 que se estaba escaneando una de sus obras más representativas, La joven de la perla, pero tengo que agradecer al informativo de anoche en la televisión pública y a Carlos del Amor su referencia al resultado de los trabajos citados. La inteligencia digital nos brinda ahora la posibilidad de conocer el resultado de este trabajo, devolviéndonos lo más íntimo de la propia intimidad del cuadro, recordando el aserto de San Agustín y adaptándolo a este prodigio de la tecnología: intimior intimo suo, escanear lo más íntimo de su propia intimidad o lo que es lo mismo, conocerlo a través del escaneado llevado a cabo por la empresa europea Hirox Emilien Leonhardt y Vincent Sabatie. Ha sido necesario realizar 9.100 fotografías para completar el lienzo a una resolución de diez mil millones de píxeles (93.205×108.565), dando como resultado una panorámica asombrosa.
He comprobado directamente el resultado final de esta hazaña digital e invito a entrar en la página web de la empresa citada, Hirox, para disfrutar de la intimidad del cuadro en detalles muy concretos hasta llegar a la perla icónica de Vermeer. Son diez fragmentos que se pueden visualizar también en 3D y disfrutar de todas las posibilidades que ofrece la compañía para conocer los detalles del cuadro. Esta obra junto a otras 35 de diferentes autores se pueden visualizar en una visita virtual en el primer Museo Gigapixel del Mundo. He llegado en esta visita hasta la sala 15 del Museo Mauritshuis donde me he detenido a contemplar el cuadro en su emplazamiento actual y reflexionar sobre las impresiones que siempre me entrega al observarlo hasta en su último detalle.
No es la primera vez que escribo sobre este cuadro en este cuaderno digital, porque es una de las islas desconocidas que dejaron de serlo al descubrirla en toda su dimensión humana. En plena pandemia, concretamente en abril de 2020, comenté en una reflexión sobre la importancia de la curiosidad humana la lectura de un artículo, “La joven de la perla desvela sus secretos. El Mauritshuis analiza la famosa obra de Vermeer en un laboratorio transparente a la vista del público” (1), que adelantaba ya los resultados de esta experiencia. Se trataba de la investigación sobre el cuadro de Vermeer, sobre el que comentaba -como hoy- que me ha impresionado siempre al contemplarlo. En esa ocasión, era la primera vez que se compartía con el público el proceso de investigación sobre un cuadro de tanto prestigio: “La joven de la perla es un icono y una imagen en tres dimensiones: por el lienzo mismo, las capas de pintura, el efecto de los brillos… Queremos saber el origen de los materiales y la composición de los pigmentos. El escaneado de la obra llevará tres días, y luego veremos qué hay debajo”, asegura Abbie Vandivere, conservadora y jefa de investigaciones de la sala. Con la información obtenida, ella publicará a diario un blog ilustrado. El visitante podrá consultar a su vez los trabajos gracias a los iPads colgados fuera del laboratorio. Los resultados definitivos se esperan dentro de un año”.
Con el trabajo de escaneado del cuadro se puede contemplar directamente su firma en el cuadro, hasta ahora casi perdida, las cortinas verdes de fondo, sus pestañas y la forma maravillosa de trasladarnos el brillo de su perla. También, el azul lapislázuli del turbante turco o azul ultramar que Vermeer compraba en el marcado de Delft, su ciudad natal, traído expresamente desde Afganistán. Fascinante. Curiosidad de curiosidades todo es curiosidad y no placer inútil, como me ha enseñado a respetar el profesor Nuccio Ordine, en su preciosa obra La utilidad de lo inútil.
Los logros de la empresa Hirox y el esfuerzo científico del Museo Mauritshuis para hacer brillar la obra de Vermeer, nos permiten ensalzar el placer de la curiosidad sabia (2), la admiración aristotélica en estado puro, que no es transmisible automáticamente a los demás, sino que es imprescindible adquirir a través del conocimiento liberador, trabajarlo internamente a través del esfuerzo de cada persona a la hora de plantearse gozar de los que algunos llaman placeres inútiles para alejarlos del poderoso caballero don dinero. Así lo reconocía hace ya muchos siglos Sócrates en su diálogo Banquete: “Estaría bien, Agatón, que la sabiduría fuera una cosa de tal naturaleza que, al ponernos en contacto unos con otros, fluyera del más lleno al más vacío de nosotros. Como fluye el agua en las copas, a través de un hilo de lana, de las más llena a la más vacía”, porque siempre está presente en almas curiosas la dialéctica del valor y precio de lo que se descubre, de lo que se admira y de lo que se goza a cambio de nada. Como admirarse ahora de la perla de la joven, que de forma tan sabia pintó Vermeer, contemplándola en todos sus detalles.
¡Pasen y vean!, el espectáculo acaba de comenzar.
(1) https://elpais.com/cultura/2018/02/26/actualidad/1519652407_262533.html
(2) Manguel, Alberto (2015). Una historia de la curiosidad. Madrid: Alianza Editorial, p. 17.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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