Podemos ser leedores del baile flamenco

Seises, Festival Grec, Barcelona, 2 de julio de 2022

Israel Galván baila como respira, aunque a veces nos preguntemos si no se le para el corazón en el fondo de un remate

Georges Didi-Huberman, El bailaor de soledades

Sevilla, 28/VI/2022

Hace tan sólo unos meses escribía en este cuaderno digital sobre una realidad preciosa relacionada con el flamenco, la de los escuchaores, algo que resalté al cumplirse este año, en el próximo mes de junio, el centenario del primer Concurso de Cante Jondo, “canto primitivo andaluz”, tal y como rezaba en el cartel promocional del evento, celebrado en Granada en los días 13 y 14 de junio de 1922, organizado por Federico García Lorca y Manuel de Falla, en nombre y representación del Centro Artístico de la ciudad. Con tal motivo quise hacer un pequeño homenaje a una experiencia sentida por el público asistente al mismo, que García Lorca llevó a versos nacidos en su alma de secreto por el placer de convertirnos en “escuchaores” de esa forma de cantar tan arraigada en el dolor del pueblo andaluz. En dicho concurso no podían participar profesionales del cante, solo aficionados, para promocionar esta forma de expresarse el pueblo andaluz desde su base popular. Federico García Lorca hizo la presentación oficial del Concurso el 19 de febrero de 1922 en nombre del Centro Artístico de Granada, al que la prensa conocía también como la “Simpática Sociedad”, en el que figuraban también otros escritores y poetas contemporáneos, mediante una Conferencia que llevaba por título “Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado cante jondo”, cuyas palabras finales no olvido: “A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía y que mediten bajo la noche de Granada la trascendencia patriótica del proyecto que unos artistas españoles presentamos”. Sé que mi deber como andaluz es convertirme en “escuchaor” de lo que Andalucía canta a través de su dolor, de su quejío.

En este contexto y cumpliendo con la misión de este cuaderno digital, descubrir islas desconocidas que nos llenen el alma de paz interior, transformando la sociedad hacia un mundo mejor, deseo compartir hoy, como leedor y escuchaor de lo que Andalucía baila desde la raíz de flamenco, porque podemos hacerlo desde una perspectiva entusiasta del trabajo de cada día, una vida, lo que sabe hacer y transmitir esta tierra. Efectivamente, ha ocurrido al leer una aventura apasionante que está preparando el bailaor Israel Galván, aquí en Sevilla, un espectáculo con un nombre vinculado íntimamente a esta ciudad y a sus creencias religiosas, Seises:La obra que ahora presenta surge de un movimiento de pies que Galván registra, o más bien ‘roba’, de esos diez niños vestidos con mallas, pantalones abombados, chaquetillas y sombreros aplumados, que tres veces al año realizan, en la Catedral de Sevilla, una danza sacra que tiene su origen en el siglo XV: los Seises. La obra, que se estrena este sábado 2 de julio en el Festival Grec, cuenta además con los más de treinta niños que conforman el coro de L’Escolanía de Montserrat” (1).

Convertirnos en leedores de la vida, al ser amantes de la lectura, según lo expresaba Francisco Sobrino en su Diccionario de 1705, nos hace posible comprenderla en su sentido más pleno. He leído que la música que entreteje su espectáculo está centrada en el músico italiano Domenico Scarlatti y en el Padre Soler, junto a un clavecín que acompaña sus pasos, su taconeo blando sobre un colchón, una nueva forma de transmitir lo que se siente al zapatear sin ruidos añadidos, una nueva forma de expresar el flamenco y “escucharlo” y «leerlo» a través de sus silencios: “En la obra comienzo con un calzado de los Seises y cuando me pongo las botas prefiero bailar en un colchón. Además, no quería pisar la música de Scarlatti. Quería que Scarlatti se me metiera dentro del cuerpo y que la música estuviese sin que yo hiciese ruido”, explica sobre esta obra en la que el músico italiano es medular. Scarlatti formó parte de la corte española de Fernando VI, a la que llegaría en 1729, justamente cuando el entonces infante contrajo matrimonio con la portuguesa Bárbara de Braganza en Sevilla. Momento en que el italiano conocería la música popular andaluza. “En aquellos entonces no había flamenco, pero su música está influenciada por la música de aquí, me recuerda mucho al rajeao de una guitarra. Tiene un ritmo y un aire que me recuerdan al flamenco, más incluso que el piano español o el bolero. Es más jondo. Dicen que Scarlatti se inspiró en los gitanos para su música, eso está escrito. Y yo, cuando veo a la Uchi [bailaora gitana, del elenco del espectáculo] bailar su música, cómo la coge ella a través de los movimientos flamencos que vienen de su familia, ves que casa fácil, natural. Y me digo, “ahí está la prueba de que Scarlatti vio a los gitanos”, explica Galván que ha realizado una selección de piezas del italiano donde “se ven esos acentos, ritmos de bulerías, de solea, de tango”, y sobre las que Galván baila como “un muñequito de reloj”. “Luego está la música del Padre Soler que es más hipnótica, pero es que Scarlatti parece un guitarrista de Jerez”, concluye”.

Sigo viviendo con la esperanza de que el dios que corresponda comprenda qué significa hoy ser andaluz o andaluza en Andalucía, más allá de los que nos llevan al diccionario de uso del andaluz corriente como una sola palabra, cuando lo que necesitamos es una definición urgente como personas con luz interior, pero con un enigma de fuego y nieve dentro, escuchaores y escuchaoras, leedores y leedoras, por definición cuando el pueblo canta, baila y clama a través de sus “palos”, como palabras hilvanadas en la melodía del dolor diario. Como Cernuda soñó un día esperando el alba de su tierra que, muchos años después, seguimos esperando para todos, sobre todo para los que menos tienen y no pueden salir a día de hoy de las jaulas de pobreza en que viven. Casi un millón de parados y otro millón de pensionistas en el umbral de pobreza, sin ir más lejos, que están entre los andaluces que llevan la soledad dentro, tal y como lo expresó Cernuda, nuestro paisano, que siempre soñó con el despertar del alba de la libertad y dignidad en Andalucía: “Sombra hecha de luz, / que templando repele, / es fuego con nieve / el andaluz. // Enigma al trasluz, / pues va entre gente solo, / es amor con odio / el andaluz. // Oh hermano mío, tú. / Dios, que te crea, / será quién comprenda / al andaluz. Con las letras de su cante jondo, desgarrado, al que escucho, leo y veo hoy, con atención reverencial, para seguir luchando y viviendo en pleno siglo XXI: no te creas si te dicen que ya no sufre [Andalucía], mi pueblo, porque aunque los pobres reímos y algunas veces cantamos, la procesión va por dentro (Ricardo Cantalapiedra), porque el quejío del flamenco, como escuchaor y leedor, no resbala por mi piel, sino que la modifica para siempre. He comprendido bien que escuchar el dolor actual de esta tierra es un elogio de la caricia o, si quieren, una exaltación de su impacto en mi alma de secreto, para honra de Andalucía y sus gentes, tal y como lo aprendí de las palabras de García Lorca pronunciadas en Granada hace tan solo cien años, en aquel concurso de cante jondo de 1922.

Hoy, como leedor del nuevo espectáculo de Israel Galván, Seises, que se estrenará el próximo sábado en el Festival Grec, sentiré de nuevo las palabras de García Lorca que permanecen vivas, como si no hubieran pasado cien años desde que las pronunciara en un día inolvidable, situándolas en el contexto actual: “A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía y que mediten bajo la noche de Barcelona [Granada, en el original] la trascendencia patriótica del proyecto que unos artistas españoles presentamos”, que Israel Galván y su Compañía presentan. Te lo agradezco, porque como andaluz, nos ayudas a seguir siendo un enigma precioso al trasluz de tu baile. Como leedor empedernido, sé que el filósofo francés Georges Didi-Huberman, dijo de ti en su obra El bailaor de soledades que bailas como respiras, “aunque a veces nos preguntemos si no se te para el corazón en el fondo de un remate”, partiendo de un hecho irrefutable, las soledades del barroco y las soleares del flamenco, porque cuando Israel Galván baila nos ofrece sus propias soledades, como otras tantas paradojas de la vida, de tal forma que su soledad sonora llega a cada una de las nuestras.

(1) El bailaor Israel Galván ensaya entre talleres de chapa y pintura (eldiario.es). Magnífico artículo que considero imprescindible leer como leedores de la vida y su cultura.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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