Los nadies sufrirán la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía

Eduardo Galeano

Uno de cada cuatro habitantes de la Comunidad [Autónoma de Andalucía] —en torno a 2,2 millones de personas— se encuentra en 2021 en una situación de exclusión moderada o severa.

 Informe territorial sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía, 2022

Sevilla, 23/IX/2022

Recién estrenado el otoño y siguiendo los pasos de Ángel González, deseo ver luz, fuego y vida en unos momento difíciles en Andalucía, que sufre desde hace muchos años una pobreza crónica,  después de conocer que la Comunidad se permite el lujo de prescindir del impuesto de patrimonio de los más ricos de la Comunidad, un total de unos 100 millones de euros al año, aproximadamente, que me va y me viene en una actitud solidaria y de ruptura de los silencios cómplices, ante una oposición timorata en el Parlamento de Andalucía que no se hace sentir en las calles de Andalucía. No sólo es un problema de cantidad económica a perder por los que menos tienen, sino de amparo a quien más tiene. Para explicarlo todo, es verdad también que han aprobado simultáneamente la denominada deflactación del tramo autonómico del IRPF, que supondrá según «sus fuentes oficiales» un ahorro de 360 millones de euros para los contribuyentes andaluces, sufriendo una vez más la cultura tributaria de la corresponsabilidad social para el estado del bienestar, en la que siempre hay que trabajar para que no decaiga. Ambas medidas, para los nadies y para los pobres severos en Andalucía, no les benefician en nada, sólo en daños colaterales que sufrirán en recursos de salud, educación y servicios sociales, de carácter público.

Existe una realidad lacerante que asola esta Comunidad, con un ejemplo muy claro y que me produce profunda tristeza y desazón, al comprobar, una vez más, con rigor del dato objetivo y no sólo palabras, facilitados por la publicación del INE “Proyecto de Indicadores Urbanos en España”, edición de 2022, que Sevilla, por ejemplo, ocupa un lugar destacado en la relación de los barrios con menor renta del país, en concreto los dos primeros puestos, que corresponden a las zonas 5-A (barrio Polígono Sur del distrito Sur) y 4-E (barrios de Los Pajaritos y Amate del distrito Cerro-Amate), ambas en Sevilla capital, aunque lo verdaderamente preocupante es que en esta “lista” del INE, figuran seis barrios más de Sevilla, Colores-Entreparques, en cuarto lugar, La Oliva-Letanías, Juan XXIII y Polígono Norte, en decimotercer lugar), algo que debería movilizar con carácter de emergencia social y preferente las respuestas públicas a esta situación, teniendo en cuenta globalmente, en este listado, que de las quince localidades señaladas, once pertenecen a Andalucía. Un ejemplo vale más que mil palabras aunque el fondo y forma del artículo que publiqué al respecto este año con motivo de su proceso electoral, Elecciones al Parlamento de Andalucía 2022 / 5. Andalucía sufre una pobreza crónica, presenta una realidad de pobreza severa en Andalucía que debería preocuparnos ante decisiones políticas como la que trato hoy sobre la supresión de un impuesto importante para esta Comunidad, porque produce bastantes daños colaterales para los más desprotegidos en la sociedad andaluza.

Es verdaderamente incomprensible, incluso indecente, que un elemento de equidad en la desigualdad, el citado impuesto de patrimonio que, repito, afecta sobre todo a los que no les inquieta nada la situación económica actual del Mundo, porque para ellos siempre al derecho que no al revés, se suprima en una presentación a bombo y platillo llevada a cabo por el Presidente de la Comunidad Autónoma de Andalucía, el pasado lunes 19 de septiembre, en un foro patrocinado por una empresa editora, acompañado por la cúpula del Partido Popular y en olor de multitudes de derechas de toda la vida. En aquél foro no había nadies de Andalucía, ni sombra de ellos, a los que describía perfectamente Eduardo Galeano, hace unos años:

Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies que cuestan menos que la bala que los mata.

Con tristeza he recordado la clase a la que asistí este verano en el II Curso de verano para entender el mundo al revés, en la que abordamos una cuestión de Estado: hay que priorizar respuestas de Estado a las condiciones de vida de los nadies, en este caso los de la Comunidad de Andalucía, fundamentalmente porque los asistentes a esta escuela lo teníamos claro, en palabras de Galeano, como alumnos de una contraescuela necesaria, ante decisiones del mundo al revés, de la política al revés, como esta decisión de supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía: “La escuela del mundo al revés es la más democrática de las instituciones educativas. No exige examen de admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal. En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos”. Desde hace años tengo muy cerca de mi ordenador el libro Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1), de Eduardo Galeano, porque si no será muy difícil comprender el hilo conductor de todos los asuntos que suelo tratar en la vida ordinaria o al escribir, por ejemplo, este artículo.

Si hoy recuerdo especialmente esta clase es porque aquel día escogimos, entre todos los alumnos y alumnas asistentes al Curso, la noticia del día o de la semana que más nos hubiera impactado desde la perspectiva del mundo al revés, en el que debíamos tener especial cuidado en su vertiente aplicada a nuestro país. La noticia escogida fue la que había publicado el 29 de junio de este año, referida a los resultados definitivos, publicados por el INE, de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Año 2021, sobre la que había que destacar que el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (nueva definición) en España aumentó al 27,8%, desde el 27,0% de 2020 y que el 8,3% de la población se encontraba en situación de carencia material y social severa, frente al 8,5% del año anterior [2020]. Para ser objetivos, había que trabajar básicamente sobre la Nota de Prensa oficial del INE, señalando aquellos aspectos que después se debían resaltar en el Curso citado.

Era muy importante considerar un detalle técnico de la encuesta que sigue teniendo unas derivadas muy claras en los resultados obtenidos y que creo conveniente recordar hoy de nuevo. Se trata de la nueva definición de la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social, AROPE; (por sus siglas en inglés, ARisk OPoverty or social Exclusion), «que se creó en 2010 a efectos de medir la pobreza relativa en Europa ampliando el concepto de la tasa de riesgo de pobreza, que solo contempla los ingresos. La tasa AROPE se ha venido construyendo con la unión de la población que se encuentra en riesgo de pobreza, o con carencias materiales o con baja intensidad en el empleo. En 2021 se ha introducido un cambio metodológico que ha afectado a dos de sus tres dimensiones. Así, la tasa AROPE (nueva definición 2021) se define como aquella población que está al menos en alguna de estas tres situaciones: riesgo de pobreza (no cambia su definición con respecto al indicador antiguo), carencia material y social severa, y baja intensidad en el empleo (nueva definición 2021). Por tanto, en el indicador nuevo se han modificado dos de sus tres componentes, en concreto la ‘carencia material severa’, que es sustituida por la ‘carencia material y social severa’ y la ‘baja intensidad en el empleo’».

Para que se comprenda bien estos cambios y no abrumar de nuevo con datos ante la decisión política de supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía, expongo a continuación los resultados obtenidos en la encuesta en los que se analiza la actualización de la tasa AROPE:

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Año 2021,

Por mi parte, dado el contexto en el que nos encontramos en esta semana trágica para Andalucía, señalo a continuación unos datos que reflejan la situación de dificultad económica actual de los hogares españoles, con cifras que sobrecogen, especialmente cuando me detengo a analizar algunos resultados en mi Comunidad Autónoma, Andalucía, “con la que está cayendo”, que se dice en argot popular, que siempre está “señalada” por encima de la media, punto crítico del debate del grupo de la clase virtual en la que participamos (imaginariamente) alumnos y alumnas de diversas Comunidades:

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Año 2021,

Deseo resaltar también los cambios introducidos en la tasa AROPE enunciada anteriormente, en relación con el segundo indicador, la carencia material y social severa, «que se calcula de forma separada para cada miembro del hogar. Este nuevo indicador se construye con 13 componentes, de los cuales siete se definen a nivel de hogar y seis son personales, diferentes para cada miembro del hogar. Una persona está en situación de carencia material y social severa si padece al menos siete de las 13 limitaciones que forman la lista, definidos a nivel de hogar:

  • No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.
  • No puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.
  • No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada.
  • No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos.
  • Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad…) o en compras a plazos en los últimos 12 meses.
  • No puede permitirse disponer de un automóvil.
  • No puede sustituir muebles estropeados o viejos.

    Los seis primeros ya figuraban en la lista anterior y se ha añadido el último. En cambio, desaparecen de la lista de carencias la disponibilidad de teléfono, televisor o lavadora, una vez contrastada su poca utilidad para explicar situaciones de privaciones materiales. Por su parte, los seis nuevos conceptos definidos a nivel de persona son:
  • No puede permitirse sustituir ropa estropeada por otra nueva.
  • No puede permitirse tener dos pares de zapatos en buenas condiciones.
  • No puede permitirse reunirse con amigos/familia para comer o tomar algo al menos una vez al mes.
  • No puede permitirse participar regularmente en actividades de ocio.
  • No puede permitirse gastar una pequeña cantidad de dinero en sí mismo.
  • No puede permitirse conexión a internet.

    En el caso de los menores de 16 años no se dispone de los seis conceptos enumerados anteriormente a nivel de persona. Para estos menores los valores de esos elementos se imputan a partir de los valores recogidos para los miembros de su hogar con 16 o más años.

Sólo un dato más en relación con la población en riesgo de pobreza, que mide fundamentalmente la desigualdad, porque «no mide pobreza absoluta, sino cuántas personas tienen ingresos bajos en relación al conjunto de la población. En 2021 (teniendo en cuenta los ingresos de 2020) el porcentaje de población con ingresos por debajo del umbral de riesgo de pobreza (la llamada tasa de riesgo de pobreza) se situó en el 21,7% de la población residente en España, frente al 21,0% del año anterior».

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Año 2021,

Visto lo visto, una vez más y con cierto dolor existencial, he vuelto a leer páginas de este libro de Galeano que me sigue acompañando como manual ante un mundo o Comunidad Autónoma al revés: “Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia. ¿Será esta libertad, la libertad de elegir entre esas desdichas amenazadas, nuestra única libertad posible? El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen, y así lo recomienda. En su escuela, escuela del crimen son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. Pero está visto que no hay desgracia sin gracia, ni cara que no tenga su contracara, ni desaliento que no busque su aliento. Ni tampoco hay escuela que no encuentre su contraescuela”.

Sigo pensando, luchando y soñando que el mundo al derecho es posible. Me quedo ahora con una frase preciosa de Galeano en mis primeros apuntes en este cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas, en una singladura diaria para comprender qué significa un posible mundo al derecho (los corchetes son míos): “Lo mejor que el mundo [al derecho] tiene está en los muchos mundos que el mundo [al derecho] contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar, que hemos ido descubriendo a lo largo de miles y miles de años”. Respetarlo todo es nuestra gran tarea de aprendizaje actual para vivir y construir diariamente un mundo al derecho, en el que cabemos todos, sin excepción alguna, por mucho que los diseñadores diarios del mundo al revés se empeñen en evitarlo.

Ahí están los datos anteriormente expuestos, desnudos, junto a la gran pregunta que nos compromete a todos, qué hacer en una contraescuela del mundo al revés en nuestro país. En mi Comunidad Autónoma. Personalmente, lo tengo claro: compartir con datos, que sólo con un gobierno de Estado o Comunidad Autónoma, pre-ocupado (así, con guion) por la desigualdad actual económica, laboral y social en la población, no cualquier gobierno, porque todos no son iguales, que dicte leyes con urgencia para solucionar esta situación transformando la sociedad española, podremos avanzar en derechos y libertades que mejoren las condiciones de vida expuestas anteriormente, que afectan a millones de ciudadanos en este país, los más desfavorecidos, los pobres severos, los nadies. Hay que decirlo alto y claro y escribirlo con negrita, como acabo de hacer. Lo decía también hace dos años en este cuaderno digital con motivo de la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV): “ […] viene a dar respuesta constitucional a derechos fundamentales en términos de equidad en el acceso a un ingreso económico para determinadas personas y familias que permitirá atender la pobreza estructural del país como itinerario de reconocimiento del conjunto de derechos y deberes constitucionales que ayuden a la población a salir de esta situación con un trabajo digno y bien remunerado: “El Ingreso Mínimo Vital es toda una política social que se engarza alrededor de una prestación, de forma que, más allá de la ayuda monetaria incluye estrategias de inclusión, en coordinación con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que permitan a las personas en vulnerabilidad transitar a una situación mejor. Los beneficiarios contarán con incentivos a la contratación y también se creará un “Sello Social” para las empresas que les ofrezcan formación y empleo”. La palabra “itinerario” me parece excelente porque este reconocimiento es un kilómetro cero para ayudar a salir de la situación de pobreza y no para instalarse en ella en régimen permanente de subsidio. Ese es su gran reto […] porque el ingreso mínimo vital es, fundamentalmente, un ingreso para permitir, a toda la población española, alcanzar la entrada en el itinerario de la dignidad constitucional expresada en sus derechos fundamentales y, concretamente en el recogido en el artículo 35 de la Carta Magna: 1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

Queda claro que el mundo al revés de la desigualdad tributaria no es inocente y debemos denunciarlo para construir uno nuevo, porque nuestra fuerza es la esperanza, que debe regarse todos los días con rocío, el del conocimiento y la libertad, como respuesta firme a lo que fue en su momento una pregunta inquietante de Neruda: ¿Es verdad que las esperanzas deben regarse con rocío? Uno de los caminos es la denuncia y estas palabras forman parte de ella, como altavoz mundial de lo que se hace en detrimento de los nadies en Andalucía. Sabemos dónde están los pobres en Andalucía y así lo manifesté en la última ocasión que escribí sobre esta realidad, en general, bajo el título Sabemos dónde están los pobres en Andalucía, donde abordaba la realidad de la pobreza y la exclusión social en esta Comunidad Autónoma, de acuerdo con lo publicado en el Informe territorial sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía, de 2022, llevado a cabo por Cáritas y la Fundación FOESSA, en el que destaqué algo muy importante y que, lógicamente, es el resultado de la situación social en esos barrios de Sevilla, que indicaba anteriormente, de forma más aguda y lacerante, como representación dolorosa de esta Comunidad: “en 2021, el 41,7% de la población de Andalucía se encuentra en una situación de integración plena, el 32,0% en una situación de integración precaria, el 12,4% en una situación de exclusión moderada y el 13,9% en una situación de exclusión severa. Las personas en situación de exclusión social representan el 26,3% de la población de Andalucía, lo que implica que, aproximadamente, uno de cada cuatro habitantes de la Comunidad —en torno a 2,2 millones de personas— se encuentra en 2021 en una situación de exclusión moderada o severa. Sabemos, por tanto, dónde están los pobres en Andalucía, los nadies, “los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”, a los que describió de forma emocionada tantas veces Eduardo Galeano. Ellos sufrirán, más que nadie, la supresión de este impuesto de patrimonio. De ahí mi enfado, consternación y denuncia.

(1) Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, 1998. Madrid: Siglo XXI Editores de España.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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