
Sevilla, 30/IX/2022
Hablar y escribir sobre libros siempre es una experiencia sublime. Hoy, comparto también una excelente noticia: el próximo 5 de octubre se inaugurará en Barcelona la 40 edición de la Feria Internacional del Libro (LIBER 22), en la que Colombia será el país invitado de honor: “Siendo uno de los mercados editoriales más importantes de América Latina, Colombia aprovechará su participación en este evento para impulsar la internacionalización de su rica y variada narrativa contemporánea y recuperar el nivel de exportaciones prepandemia”, según fuentes oficiales de este gran evento relacionado con el mundo libro. Este año, “el sector del libro se reencuentra presencialmente en Barcelona para seguir generando contactos profesionales, oportunidades comerciales y conocimiento compartido”.
En este contexto, se celebrará un evento el día de la inauguración de la Feria, un concierto -lectura para conmemorar el 40 aniversario de la entrega del Premio Nobel a Gabriel García Márquez organizado por la Embajada de Colombia en España en colaboración con la Cámara Colombiana del Libro, la Biblioteca Gabriel García Márquez, la Casa América Catalunya, el Conservatorio Superior de Música del Liceo de Barcelona y la editorial Penguin Random House. En dicho acto se realizará la premiación [así, en el español exquisito que se habla en Colombia] del Concurso literario “El coronel sí tiene quien le escriba”, en una nueva edición del concurso El coronel sí tiene quien le escriba: “Se trata de una iniciativa en la que invitamos a los y las lectoras de Gabo a escribir una carta al coronel, protagonista de la novela El coronel no tiene quien le escriba y personaje mítico en la obra del autor colombiano”. El concurso tiene una base sencilla y muy clara: “Se necesita tener esa paciencia de buey que tú tienes para esperar una carta durante quince años” le dice su mujer al coronel en la novela El coronel no tiene quien le escriba y más adelante leemos “El coronel se metió en la hamaca a leer los periódicos. Pero en realidad estaba apenas sostenido por la esperanza de la carta. Salió a la calle estimulado por el presentimiento de que esa tarde llegaría la carta”. Te invitamos a escribir una carta al coronel, ese personaje tan emblemático dentro de la obra de Gabriel García Márquez y que durante años espera recibir una misiva que le confirme la pensión a la que tiene derecho”.

Gabriel García Márquez está muy presente en mi vida. A la espera de conocer la “premiación” de la mejor carta en el concurso citado anteriormente, me gustaría escribir a Gabo , que sí tiene a millones de personas que lo leen y que también le escriben todavía hoy, diciéndole que no olvido el acto conmemorativo que se llevó a cabo el 21 de mayo de 2016, fecha del segundo aniversario de su fallecimiento, en Cartagena de Indias (Colombia), para recibir sus cenizas a su querida hora malva, porque allí nació de nuevo un sentimiento de leerle con pasión, para que lo contáramos los que aún vivimos. Es curioso, porque lo experimentamos a diario con el sobresalto de noticias que se generan en un mundo diseñado a veces por el enemigo y precisamente este viernes lo he vuelto a ver como protagonista de FIRA 22, yendo del timbo al tambo de la vida de secreto, como tantas veces en mi caminar diario.
Gabriel García Márquez, mi querido Gabo, me ha recordado también hoy la necesidad de volver a leer su prólogo de Doce cuentos peregrinos -obra que recomendaré siempre para las mesillas de noche de las personas que me acompañan en nuestra “Isla Desconocida”-, una obligación ética al escribir palabras que se entregan a los demás, cuando se navega en los mares procelosos atómicos y digitales de la turbación ignaciana. Hoy, cuando me enfrento de nuevo a la página en blanco de mi cuaderno digital resuenan sus palabras con una fuerza especial: “Aquí está, listo para ser llevado a la mesa después de tanto andar del timbo al tambo peleando para sobrevivir a las perversidades de la incertidumbre”. Es verdad. Aquí está listo el artículo de hoy, para ser llevado a tu mesa, lector, lectora, cuando voy permanentemente de mi corazón a mis asuntos, del timbo al tambo particular, personal e intransferible. Cerebro y corazón, básicamente el cerebro, para los que nos acercamos con tanto respeto a él, que nos recuerda permanentemente su papel estelar en la vida, porque diversas estructuras cerebrales todavía atómicas hacen posible escribir la historia jamás contada de vivir de forma controlada para no ir del timbo al tambo. A ser posible, para garantizar que se camina en la búsqueda de asuntos importantes para la felicidad. Y estos días que pasan, pero que en algunas y algunos se quedan, estamos viviendo momentos trascendentales para cada persona, para la sociedad, para la política del país, para la ciudadanía, para las familias, para las amigas y amigos a los que queremos, con los que estamos obligatoriamente obligados a vivir, estar y, lo más difícil, ser.
En la hora malva de Gabo, esperando la mejor carta para su querido coronel Buendía, comprendo bien un mensaje implícito: somos peregrinos en un camino hacia alguna parte, aunque a veces vayamos del timbo al tambo, como desorientados por la incertidumbre de lo que nos pasa en la vida, para comprender lo que solo se puede alcanzar en una disciplina de silencio y de encuentro con nosotros mismos, para responder a situaciones, preguntas y fracasos humanos y sociales que no alcanzamos a entender nunca. Por eso doy tantas vueltas a mi corazón, a mis asuntos. Porque no todos vamos en el mismo barco, porque suelo decir que navego casi siempre en patera, al lado de algún barco fletado para orientar a la “Isla Desconocida”, una patera sin quilla pero con Norte. Un barco en el que me suelo sentar en la amura de babor ideológico al que tanto quiero, porque no todas las ideologías son iguales, porque tampoco todas y todos somos iguales, porque no me da lo mismo lo que pasa cada día. Porque no todo es mercancía y mercado. Porque no hay que confundir valor y precio. No es lo mismo, no es lo mismo… Lleva razón Gabriel García Márquez en su prólogo: el que lea estas palabras hoy sabrá qué hacer con ellas. Como me pasa a mí al escribirlas. Porque la perspectiva del tiempo es lo que permite poner cada cosa en su sitio y hacer, de vez en cuando, una parada en la posada más querida. Como hizo él siempre en Cartagena de Indias. Como peregrino de la felicidad, de la vida, feliz ahora, cuando se entregue el próximo 5 de octubre en Barcelona, en la Feria internacional del Libro, la “premiación” de la mejor carta a su coronel querido. A la hora malva, también, cuando salga a la calle de su Cielo particular, «estimulado por el presentimiento» de que hoy llegaría la carta que le he escrito ahora, de puño y alma.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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