Las librerías son espacios, con el tiempo dentro, para cuidar el alma humana

Día de las Librerías

Sevilla, 11/XI/2022, Día de las Librerías

Yo… […]

que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.

Rafael Cadenas, en Derrota

Dedicado hoy al poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930), que ayer obtuvo el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2022, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte, por “su vasta y dilatada obra literaria”, reconociendo “la trascendencia de un creador que ha hecho de la poesía un motivo de su propia existencia y la ha llevado hasta alturas de excelencia en nuestra lengua”. Según el jurado, “su obra es una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la palabra cuando la lengua es llevada al límite de sus posibilidades creadoras”. Cadenas “hace destilar de las palabras su esencia deslumbrante, colocándolas en el territorio dual del sueño y la vigilia y haciendo que sus poemas sean una honda expresión de la existencia misma y del universo, poniéndolas también en una dimensión que es a la vez mística y terrenal”.

El lema de este año para celebrar este día tan especial, Librerías, espacio y tiempo,  lo ha captado muy bien la diseñadora del cartel oficial, Ana Jarén, ilustradora sevillana encargada de crear la ilustración para la duodécima edición del Día de las Librerías, en la que las protagonistas son obviamente ella, las librerías, de ahí que se haya centrado en los espacios físicos. Según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), Ana cuenta que “En esta ilustración trato de presentar las librerías como ese lugar cálido y confortable al que acudimos para encontrarnos con los libros y con nosotros mismos. Las librerías nos invitan a estar a gusto, tranquilos, un lugar feliz en el que bajar revoluciones y resguardarnos del alto ritmo de vida que llevamos”. El sector del libro está viviendo unos momentos de esperanza fundada en su presente y futuro después de haber atravesado una pandemia desoladora. informa también en su página oficial que “según el último censo de librerías, presentado el pasado mes de junio en el Congreso de Librerías organizado por CEGAL, en España hay 2.977 librerías en las que el peso del libro es superior al 30 % de su facturación anual. Lo que supone una media de 6,2 librerías independientes por cada 100.000 habitantes. Más del 96 % de las librerías se encuentran en municipios de más de 5.000 habitantes que concentran un 88 % de la población. Hay, por tanto, una parte de la ciudadanía a la que acudir a una librería le resulta algo más complicado, si bien no es imposible. De facilitarle la tarea se encarga TodosTusLibros.com, plataforma que, en la actualidad, agrupa a 665 librerías (y la cifra va en aumento). Todostuslibros.com es un servicio de consulta bibliográfica, de interacción con el público, difusión cultural y comercio del sector del libro fruto de la unión de las librerías a través de sus asociaciones y gremios representantes que forman parte de CEGAL y la colaboración de los diferentes operadores del sector (editores y distribuidores), con el apoyo de las instituciones públicas”.

Quien lee este cuaderno digital sabe que estas páginas están impregnadas de un amor profundo a las librerías, porque alguna vez he escrito que estos espacios, con el tiempo dentro, son la atención primaria del alma, siendo este el motivo por el que cuido la mía con la lectura de libros. Recuerdo que sobre las estanterías o nichos (bibliotecas, en griego) donde se colocaban los rollos de papiros que se podían leer en la Biblioteca de Alejandría, figuraba siempre un letrero sobrecogedor: lugar del cuidado del alma o más exactamente “Clínicas del alma”, tal y como nos lo ha transmitido el historiador siciliano Diodoro de Sículo en el siglo I a.C. Amo la lectura, los libros, los libreros y libreras, las librerías y tengo un respeto casi reverencial a las personas que están detrás de cada página bien escrita, sobre todo con alma. De los que critican cada publicación y aconsejan su lectura. De cada persona que está detrás de este círculo virtuoso del libro en todas sus proyecciones posibles, librerías incluidas y sobre las que, repito, he escrito en muchas ocasiones en este cuaderno digital porque las admiro.

Las librerías son una antesala de las bibliotecas, a modo de atención primaria del alma, si consideramos lo manifestado anteriormente al considerar las citadas bibliotecas como lugares del cuidado del alma o más exactamente “Clínicas del alma”. Nunca olvido el mensaje de Guido Orefice, el protagonista de La vida es bella, por su ilusión de poner una librería (que también tuve yo en una época de mi vida), que le jugaría al final una mala pasada por la invasión nazi en Italia, teniendo que explicar a su hijo Josué, de nombre hebreo, qué cartel van a poner en la librería para prohibir determinadas entradas como la que han leído al detenerse en un escaparate para ver un posible regalo para su madre: prohibida la entrada a hebreos y perros. Para quitar hierro a la dramática situación que está viviendo con su hijo, lo resuelve con una respuesta genial:

Josué: – Pero nosotros dejamos entrar a todo el mundo en la librería.
Guido: – ¡No, mañana mismo también pondremos un cartel! A ver dime algo que te caiga mal.
Josué: – Las arañas. ¿Y a ti?
Guido – ¡A mí, los visigodos! A partir de mañana vamos a poner un cartel que diga. “prohibida la entrada a las arañas y a los visigodos”. Me tienen frito los visigodos. Se acabó.

Guido era un judío pobre que tenía tres ilusiones en su vida humilde: abrir una librería, comprender bien a Schopenhauer (por su canto a la voluntad como motor de la dialéctica pendular de la vida) y saber distinguir el norte del sur (que también existe). Todo quedaría en nada excepto su dignidad humana y el ejemplo para su hijo en el campo de concentración, sin libros ya, casi sin nada. En la celebración del Día de la Librerías, estas palabras son un pequeño homenaje a los libros con alma y a Guido Orefice, un librero digno, como tantos miles que en este país, en esta Comunidad, intentan abrir sus puertas todos los días, para una comprensión de la vida diferente, porque casi todo está en los libros, hasta la posibilidad de ser más felices en tiempos de dolor y mudanzas del alma.

Hay silencios al leer que hablan por sí solos y que cuidan con mimo nuestra alma. Es el motivo principal de por qué se hace imprescindible proclamar la necesidad de la lectura como medio de descubrimiento de la palabra articulada en frases preciosas, cuando lo que se lee nos permite comprender la capacidad humana de aprehender la realidad de la palabra escrita o hablada. Maravillosa experiencia que se convierte en arte cuando la cuidamos en el día a día, aunque paradójicamente tengamos que aprender el arte de leer siendo mayores, porque la realidad amarga es que muchas veces no lo sabemos hacer. El alma busca siempre refugio en la dignidad humana, un cortafuegos que suele encontrar su sitio en libros preciosos para comprender la imprescindible condición humana de la libertad. Para que no se olvide en un día tan importante como hoy.

Las librerías son la atención primaria del alma y la lectura de los libros que compramos es un acto de libertad intelectual que se modula a lo largo de la vida, convirtiéndose poco a poco en arte que casi todo lo cura, porque casi todo está en los libros. Desde la escuela infantil y hasta los últimos días de la vida, tenemos millones de posibilidades de leer todo lo que se pone por delante para invitarnos a dar forma a unos caracteres que en sí mismo no son nada sin nuestra intervención personal e intransferible porque, aunque alguna vez leamos algunas palabras junto a alguien, lo que se graba en cada cerebro es irrepetible. Como si fuéramos bibliotecas ambulantes conteniendo siempre lecturas diferentes de textos llenos de palabras sueltas o frases que hemos acumulado en ellas a lo largo de la vida. Maravilloso, porque en tiempos de silencio ético y cultural es necesario acudir a las librerías y a las bibliotecas (incluidas las nuestras), salvando lo que haya que salvar, porque es verdad que a lo largo de nuestra vida necesitamos acudir al librero o librera de atención primaria o al especialista… en las clínicas del alma.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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