Sevilla, 24/XI/2022
La dialéctica entre tener o ser no se despejó con el famoso libro homónimo de Erich Fromm que leí en mis años jóvenes, los de Cllff Richard. Vuelve a mi mapa mental esta encrucijada permanente en la vida al contemplar ayer un anuncio de la aseguradora valenciana Divina, en una campaña, Tener, que ha lanzado para atraer clientes jóvenes, abandonados por algo que es real: lo difícil que es que tengan propiedades o cosas en el mundo de la precariedad en el que les ha tocado vivir por la sinrazón humana. La publicidad no es inocente y este anuncio tampoco, a pesar de que está muy bien realizado en su fondo y forma. Lo importante no es lo que se ve, sino entrar a fondo en lo que se escucha en la transcripción del guion con un hilo conductor, dar a conocer “el primer programa de ayudas para jóvenesque tienen algo que asegurar por primera vez”:
“Nos pedisteis una campaña de seguros para jóvenes. Pero no podemos hacerla. No vamos a participar en este juegos de anuncios, películas y series que venden una imagen de la gente joven que no es real. Jóvenes sin trabajo o con trabajos precarios, pero que viven en pisos de 200 metros en los barrios más caros de Madrid. Tres de cada cuatro jóvenes no pueden comprarse una vivienda. Sin embargo los mostramos felices, porque a compartir piso ahora lo llamamos “co-living”. A no poder abrir una oficina se le llama “co-working”. Y siempre encontramos la palabra perfecta para blanquear la precariedad. ¿Sabéis lo que dice el FMI? “En 2030 no tendrás nada y serás feliz”. Pero nadie nos ha preguntado si queremos tener. Una casa. Un negocio. Hijos. Igual no queremos vivir bajo suscripción, bajo un recordatorio constante de que no puedes permitirte nada, que lo que crees que tienes en realidad es prestado. ¿Qué sentido tiene hacer una campaña de seguros para jóvenes? Si la mayoría no tiene la oportunidad de tener nada, ¿qué van a querer asegurar?”.
El texto anterior se transmite en un minuto y medio, toda una filosofía no inocente de tener más que ser en definitiva, ante una serie de personas muy mayores y serias que, probablemente, no entienden nada de lo que se está diciendo. Cuando una persona se hace dueña de su ser, algo harto difícil en la actualidad, asediados continuamente para tener, como estamos todos por tierra, mar y aire publicitarios, es posible que tenga la libertad para decidir qué es lo que de verdad quiere tener. Es posible que entonces no tenga casi nada por asegurar porque descubre que se es más feliz siendo que teniendo, sabiendo que a cada día le basta su afán y que el carpe diem también genera riqueza del alma humana, que no necesita campaña alguna de aseguramiento “divino” de la muerte. Otra cosa es el trabajo digno y bien remunerado para vivir con seguridad vital personal y familiar. Tener trabajo sí es importante para poder ser y, asegurarlo de la mejor forma, también, huyendo de la precariedad que lo corroe.
La campaña no es inocente. A través de cuatro líneas del Programa Tener, se ofrecen rebajas de seguros de hogar, de vida, salud, decesos, comercio y accidentes personal, junto con unas “oportunidades” de participar en concursos de cortos, becas de estudios en ESIC y becas de gimnasia. Todo legítimo, pero no inocente, porque lo verdaderamente importante es que el Estado, con su legislación sustantiva, y las Comunidades Autónomas, con sus peculiaridades, “aseguren” y provean de garantías totales para salvaguardar la esencia del ser humano, los derechos y deberes de jóvenes en general, para que sean a través de una educación pública equitativa en todos sus tramos y para que tengan un trabajo digno y no precario para proteger sus legítimos intereses particulares, que no pasan siempre por tener que asegurar casas, vehículos o cosas innecesarias, posiblemente inútiles, porque desearán siempre ser más que tener. El aseguramiento de ser no existe en el mercado, porque es un proyecto de vida, no una mercancía.
Recuerdo en este contexto el papel actual que juegan los jóvenes en nuestro país, como fuerza motriz del mismo y su débil relevancia del peso cuantitativo en la participación social en todos los estamentos posibles, a la luz de datos muy fiables que se publicaron en el Informe Juventud en España 2020, así como su Resumen Ejecutivo, publicados por el Instituto de la Juventud en 2021: “En la actualidad España cuenta con 10.094.500 jóvenes de entre 15 y 29 años. Desde mediados de la década de los noventa hasta 2020 este número se ha reducido en casi tres millones siendo España el segundo país con menos población joven, porcentualmente, de toda la Unión Europea. La cohorte de edad comprendida entre los 15 y los 29 años alcanza el 10,8% de la población de hombres (5.098.616) y el 10,5% de las mujeres (4.995.884). Por su parte, los mayores de 50 años suponen el doble de personas que la juventud española, lo que se traduce en un escaso peso cuantitativo de estos últimos”. España es una sociedad de “hijo único” y con un envejecimiento progresivo. En la presentación se decía que “es importante contar con datos fiables y representativos que nos ayuden a hacer un correcto diagnóstico para poder plantear soluciones. El diseño de políticas públicas de juventud debe estar basado en la realidad juvenil y esa es la intención del Informe Juventud en España 2020, cuyo objetivo es presentar una radiografía general de la situación de las y los jóvenes españoles teniendo en cuenta su enorme heterogeneidad. Es por ello que hemos preguntado por la situación de la educación, del empleo, de la emancipación, por sus intereses y actitudes con respecto al ocio, a la sexualidad, a la igualdad de género y al cambio climático”.
Estos datos sí que necesitarían una buena campaña para “Ser joven en España”, porque conociéndolos bien y buscando soluciones a los problemas detectados con datos fiables y verdaderos, se pueden ofrecer alternativas a la dura situación actual que atraviesan más de 10 millones de jóvenes en nuestro país y con un objetivo muy claro y digno: “asegurarles” un país mejor para que puedan ser antes que tener.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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