Isabel Santaló, una artista en el olvido

Isabel Santaló, Autorretrato, años 50 / Cartel promocional del documental.

Sevilla, 19/XI/2022

El presente es muy invasivo, exige mucha atención, […] borra todo lo demás, lo apaga todo, ha dicho el pintor Antonio López, a quien tanto admiro, en el documental, que siempre mostró gran respeto por la obra de la pintora cordobesa Isabel Santaló (Córdoba, 1923), nombre artístico de Isabel Martínez Ruiz, que ahora se la recuerda de forma muy especial a través de un documental que se estrenará el próximo 25 de noviembre, La visita y un jardín secreto, dirigido por Irene M. Borrego, una sobrina alejada de ella un tiempo por imposición de su entorno y porque su tía era considerada “el personaje maldito de la familia”. Carlos del Amor expuso en el Telediario 2, del pasado 17 de noviembre, en una semblanza suya escrita con gran delicadeza de espíritu, algo habitual en él, que “El olvido es un lugar habitable o pisable. El olvido puede ser un modesto piso en el que los recuerdos flotan en silencio como motas de polvo casi invisibles. El olvido es una pared llena de alcayatas donde un día hubo cuadros. El olvido es convivir con lo que fuimos sin que nadie sepa que lo fuimos. A la artista Isabel Santaló la atropelló el olvido”.

En un Cuaderno de Arte del Ateneo de Madrid, publicado por la Editora Nacional en 1958, Caballero Bonald escribió unas páginas a modo de catálogo, Isabel Santaló o «la moral construida», con motivo de una exposición de su obra en la Sala del Prado, del Ateneo de Madrid, del 12 al 26 de mayo de 1958, que me ha parecido de sumo interés rescatar hoy del olvido para compartirlo con la Noosfera, porque nos ayudará a comprender mejor la vida y obra de esta pintora olvidada, ¡una más!, en este país tan desmemoriado siempre de su historia, de forma no inocente. Sus palabras finales son un mensaje muy profundo sobre la quintaesencia de la obra de Isabel Santaló: “Todo lo que es Isabel está reproducido, inscrito en su pintura, abasteciéndola de moral, por así decirlo, y justificando incluso la buena ley de sus posibles equivocaciones. Porque su pintura, habla con palabras reales y también habla con palabras soñadas. Esos toros de nocturna tragedia, esas cabezas ciegas que no miran a parte alguna, esos colores que ya son sólo formas, ¿no sobreviven acaso como turbias transfiguraciones de la realidad, como deformadas memorias del sueño? Decía Stendhal —y recordaba Baudelaire— que «la pintura no es más que moral construida». Y eso es, en definitiva, lo que pretenden ser los cuadros de Isabel Santaló. Que ya es un ambicioso programa”. Sus cuadros hablan de ella y así lo entendió Caballero Bonald: “Isabel Santaló ha trabajado mucho y delante de mucha soledad, de una soledad febril, casi avarienta, poblada de contradictorios imperativos, de entrañables callejones sin salida. Isabel Santaló ha vivido sus cuadros cada mañana, soñándolos desde mucho antes de realizarlos, sin darse demasiada cuenta de ello, viéndose materialmente reproducida en cada pincelada, retratándose ella misma a través de una larga serie de adivinaciones y de súbitas consecuencias creadoras”.

Vuelvo a recordar la frase de Antonio López, como voz en off autorizada en este documental: El presente es muy invasivo, exige mucha atención, […] borra todo lo demás, lo apaga todo…”. Sólo he pretendido localizar hoy, en este presente tan complejo, a una persona que vive en una isla desconocida, una artista que merece todo nuestro respeto en la historia oscura de olvidos en nuestro país.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Ángela Álvarez, con 95 años, cumplió su sueño en los Grammy Latino

Ángela Álvarez, Ansias locas, en el disco homónimo.

Sevilla, 18/XI/2022

Es de bien nacidos ser agradecidos, se dice en nuestro lengua española a través de varios continentes. Anoche se cumplió un sueño dorado de la cantora cubana Ángela Álvarez a sus 95 años, al recibir la “premiación” a la Mejor Nueva Artista, en la vigesimotercera entrega de los Grammy Latino, junto con la cantante mejicana Silvana Estrada, compitiendo con artistas de tan sólo 17 años y en la que también hay que destacar los cuatro Grammy recibidos por Rosalía y su obra reciente Motomami. Todo un símbolo si, además, cuenta con un solo disco en su haber, Ángela Álvarez, publicado precisamente hace tan sólo un año. La intrahistoria de Ángela es una concatenación de sueños cumplidos desde que salió de Cuba para poder reunirse con sus cuatro hijos que ya habían abandonado con anterioridad la isla hacia Miami, en 1962, en la Operación Peter Pan auspiciada por Estados Unidos. Aunque logró salir de la isla tres meses después, el reagrupamiento con sus hijos no fue fácil: “Sin saber hablar inglés, tuvo que aceptar los trabajos que podía conseguir: recogiendo tomates en el campo o limpiando oficinas por las noches”. Unos años más tarde y gracias a la mediación del presidente de México, Adolfo López Mateos, logró que su marido saliera también de la isla para unirse al fin toda la familia en México.

He encontrado una referencia espléndida de su azarosa vida en la BBC, de la que entresaco algunas líneas de gran interés humano, una isla desconocida en el pleno sentido de la palabra isla. Gracias al actor Andy García y a su documental, Miss Angela, su gran figura humana saltó al mundo, junto a su primer concierto multitudinario en el teatro Avalon de Los Ángeles, patrocinado también por el actor cubano. Ángela no ha olvidado nunca a su amada isla: “Yo nunca he vuelto. Yo quiero guardar en mi corazón y en mi mente lo que yo dejé. Yo no sé cómo estará. Ya realmente familia íntima mía, ya no están en Cuba. Entonces, yo no quiero ir. Yo le he compuesto a Cuba muchos cantos, pensando en mi isla tan linda». Canciones como «Un canto a mi Cuba», «Romper el yugo» («Oh, Dios eterno, tiende tu mano, ayuda a Cuba a renacer, calma la ira, aplaca el odio, dale al cubano la libertad»), «Añoranzas», “Ansias locas”, “Camino sin rumbo”, inspirada en la muerte de su marido en 1977 y “En mi jardín”, dedicada también a su hija María que también falleció por la misma causa. Estoy de acuerdo con el comentario de la entrevista citada de la BBC, porque resume muy bien el sentido más profundo del premio recibido: “Así, el disco puede oírse como la obra musical que es, pero también como una suerte de diario sentimental de su autora”. Así se premia no sólo una irrupción en el mundo de la música latina, sino toda su vida y sueños cumplidos.

Creo que Ángela Álvarez merece este reconocimiento como homenaje también a su “abuelidad”, una realidad “latina” que merece siempre un reconocimiento y “premiación” en su fondo y forma de expresar la verdad verdadera de la vida. Este término nació en Argentina y allí se ha reconocido un indicador científico, el índice de abuelidad, que tanta información ha dado sobre la identificación genética de los bebés robados durante la dictadura militar, sin olvidar nunca el papel jugado por las Abuelas de Mayo en sus reivindicaciones históricas y ejemplares, que por sí mismas eran un ejemplo andante de la abuelidad elevada hasta sus últimas consecuencias. La abuelidad femenina necesita un reconocimiento mundial por preservar, junto a la tradición oral multisecular de la abuelidad masculina en las genealogías, el trabajo silencioso y bien hecho en el seno de las familias, siendo su saber hacer diario un valor incalculable cuando el núcleo familiar se desestructura para siempre, causando un dolor irreparable para cada miembro de la misma y que sólo ellas han sabido reparar en muchas ocasiones a lo largo de los siglos. Siempre me ha llamado la atención científica la realidad dolorosa de cómo la abuelidad ha atendido la separatidad que sufren muchos niños de sus padres, tan magníficamente estudiada por John Bowlby. Gracias a los abuelos, muchos niños y niñas, como los hijos de Ángela Álvarez, salen adelante desde el punto de vista afectivo después de haber sido separados de sus padres, gracias a que los abuelos siempre han estado allí. Hablaré en su momento de una realidad científica que perdura en nuestra sociedad, la separatidad humana, fuente de mucho dolor para la migración y los refugiados, por ejemplo, que asolan cada día a este mundo al revés.

Dicho lo anterior, creo que junto a Andy García, hay un cooperante necesario en su éxito actual, su nieto Carlos José Álvarez, músico, compositor y contrapunto de la abuelidad de Ángela Álvarez, como gran artífice de su “reciente carrera musical”, pidiéndole que recuperara sus cuadernos donde a lo largo de la vida había ido haciendo anotaciones de sus canciones. De sus páginas salieron las quince canciones de su “primer y único” disco, Ángela Álvarez, aunque hay bastantes canciones más que también se publicarán. Me quedo ahora escuchando “Ansias locas”, porque en un mundo tan cicatero con los sueños, Ángela Álvarez cree en el de aprender a querer a pesar de todo: “Tú me enseñaste a soñar / Tú me enseñaste a sentir / ansias locas de querer / ansias locas de besar / Yo contigo lo aprendí”.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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