Debemos protegernos de la política del aturdimiento

Sevilla, 14/XI/2022

He leído con bastante emoción y sobrecogimiento el artículo que ha publicado mi admirado Manuel Rivas en elDiario.es sobre la catástrofe del Prestige, El negacionismo comenzó con el ‘Prestige’, al cumplirse el vigésimo aniversario de aquél acontecimiento trágico y con tantos daños colaterales, donde analiza la verdad de lo que ocurrió a pesar de la política de aturdimiento que se ensayó en aquél acontecimiento tan nefasto para la sociedad gallega y, por extensión, para todo el país: “Un analista político brasileño, Marcos Nobre, acuñó la denominación de “política de Atordoamento” (Aturdimiento) para definir lo que caracterizó la pasada campaña electoral. Un incesante bombardeo de fake news, videos montados y otros medios de propaganda basados en el engaño cuyo objetivo en principio sería convencer a los indecisos. Al final, más que indecisa, había mucha gente aturdida. En estado de estupor. Esa estrategia ya se ensayó en España con motivo de la catástrofe del Prestige. Fue laboratorio anticipatorio de muchas cosas. También de la política de Aturdimiento, una vez que en la población había cundido la desconfianza. Se negaba la mayor: lo que los propios ojos veían. Como en un verso de Manuel Antonio, el poeta gallego navegante, mirabas al mar y el horizonte estaba “enfermo”. Gravemente enfermo. Pero, además, se afirmaba, sin margen a la duda, que la decisión de alejar el buque era la única viable. “Lo volveríamos a hacer”, repetían los responsables una y otra vez”. Recomiendo leerlo, porque Manuel Rivas nunca defrauda con sus palabras cuidadas y blindadas para que la verdad resplandezca siempre en lo que dice y escribe.

Creo que conviene reflexionar profundamente sobre esta política del aturdimiento, entendido este como “una perturbación y falta de conocimiento causada regularmente por algún golpe u otro accidente que en cierto modo, priva del uso de los sentidos” (RAE A, 1781, pág: 482,1), aunque Covarrubias ya había adelantado su significado al asociarlo a un pájaro, el tordo, de ahí “atordimiento” que derivó en “aturdimiento”, porque es un ave que “tiene flaca la cabeza y en el verano se suele caer en el suelo aturdido por el calor”. Hoy, se entiende como una «perturbación de los sentidos por efecto de un golpe, de un ruido extraordinario, etc.», que se aplica en determinadas políticas “mentirosas” por oficio y definición, porque todas no son iguales y según la formulación anteriormente expuesta, como un incesante bombardeo de noticias falsas (fake news), videos montados y otros medios de propaganda basados en el engaño no inocente, cuyo objetivo es trasladarlas a la población en general para aturdir y perturbar hasta límites insospechados a la gente no informada e incauta.

Frente a la guerra tradicional estamos ante un nuevo escenario: la guerra digital. Marcos Nobre, el politólogo brasileño citado por Rivas en su artículo, ha ejercido la denuncia de forma continua durante la última campaña electoral para la presidencia de Brasil: “Bombardeas a las personas de manera que no consiguen ni siquiera pensar. Se quedan aturdidas por las bombas que caen en forma de fake news y vídeos, que impiden un debate público decente”, calificando al “bolsonarismo” como  “un “partido digital” que también usa la política clásica. Su principal método es el atordoamento (aturdimiento)”. En nuestro país también estamos viviendo esta política, ejercida por los partidos “mentirosos” y sus satélites de comunicación, léase medios de comunicación en general y redes sociales manipuladas hasta la saciedad, que como auténtica gota malaya presentan los hechos que ocurren como “verdaderos” desde su óptica, utilizando todo tipo de artimañas y lenguaje soez e indecente, para que triunfe su gran mantra: “cuanto todo esté peor, mejor”, sea lo que sea y caiga quien caiga.

Para comprender bien este fenómeno tan actual, vuelvo a recoger unas palabras de Manuel Rivas en el artículo citado que describen muy bien que significó esta política del aturdimiento en relación con el “Prestige”: “Los primeros días, se aplicó la política del Atordoamento. La gente reaccionó con estupor. Pero esta vez no acabaría metida en su concha. Ante la desinformación y el desgobierno se produjo una revolución de las conciencias. En los discursos políticos se invocaba mucho entonces a la sociedad civil. La teoría, sobre todo por parte de la derecha neoliberal, era: menos Estado, más sociedad civil. Pero cuando surgió la sociedad civil en activo, y eso fue Nunca Máis, los notorios ideólogos de la sociedad civil la declararon improcedente. Quienes se consideran propietarios de la Constitución, ignoraron que en ella se dice que ante una catástrofe es “imprescindible la solidaridad colectiva”. Entre comunidad y caos, la gente eligió la comunidad. Fue una revolución positiva, ecológica, en la que energía mareomotriz fue el civismo. Se limpió el miedo y se limpiaron las playas, las islas, los acantilados. Fue hecho social total. Con una excitación cultural creativa, en la que las armas eran los paraguas, las maletas, las cruces, las caracolas y manifiestos sentipensantes. Esa revolución tuvo su Internacional ecológica, con miles de voluntarios de todo el mundo. Si hoy hablamos del Prestige, veinte años después, es por una catástrofe agravada por el negacionismo. Pero, sobre todo, por la memoria fértil de una revolución cívica que resistió el bombardeo de mentiras, la intoxicación de las palabras y la política fósil del Aturdimiento”.

Estamos en plena política del aturdimiento, no nos engañemos. De ahí la importancia de descubrir la verdad donde se encuentre y de ayudarnos a identificarla para que de una célula humana podamos llegar a ser un tejido social y un órgano pensante de la Humanidad, lo que se ha llamado la Noosfera (del griego “nóos” inteligencia y “sfaíra” (1), esfera, en el ámbito digital, tan propicio para ese ámbito político: conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven, de acuerdo con la definición de la Real Academia Española, aceptada desde 1984), como tercer nivel o tercera capa envolvente (piel pensante) de las otras dos: la geosfera y la biosfera. Ante la política digital del aturdimiento, podemos contrarrestar esta burda acción con la inteligencia digital de la Noosfera. Ya lo dijo también Tom Wolfe en 2001, en un libro recopilatorio de artículos suyos, El periodismo canalla y otros artículos, donde encontré una referencia a Teilhard de Chardin, a quien debo mi interés manifiesto por el cerebro desde 1964, convirtiéndose también en icono de este blog desde su entrada en funcionamiento en 2005, que tiene una actualidad y frescura sorprendentes: “Con la evolución del hombre –escribió-, se ha impuesto una nueva ley de la naturaleza: la convergencia”. Gracias a la tecnología, la especie del Homo sapiens, “hasta ahora desperdigada”, empezaba a unirse en un único “sistema nervioso de la humanidad”, una “membrana viva”, una “estupenda máquina pensante”, una conciencia unificada capaz de cubrir la Tierra como una “piel pensante”, o una “noosfera”, por usar el neologismo favorito de Teilhard. Pero ¿cuál era exactamente la tecnología que daría origen a esa convergencia, esa noosfera? En sus últimos años, Teilhard respondió a esta pregunta en términos bastante explícitos: la radio, la televisión, el teléfono y “esos asombrosos ordenadores electrónicos, que emiten centenares de miles de señales por segundo”. Todo ello si se utiliza de forma racional no a través de “noticias falsas”, en general, para producir sólo aturdimiento individual y social. Tim Berners-Lee, el inventor de la World Wide Web, señaló en su momento paralelismos entre la Web y la estructura del cerebro, pero insistió mucho en que el “cerebro global” no es más que una metáfora. Teilhard de Chardin, por el contrario, afirmó que la humanidad está constituyendo un cerebro real, como el de nuestras cabezas, pero de mayor tamaño” (2): la Noosfera, una malla pensante que nos puede librar del Aturdimiento, digital por supuesto, que nos rodea sin piedad alguna.

(1) Es muy interesante la cuarta acepción de “esfera”, aceptada por la Real Academia Española: “4. Ámbito, espacio al que se circunscribe una persona, una actuación, etc. (RAE, Diccionario de la lengua española, actualización 2021).

(2) Johnson, S., Sistemas emergentes, 2003. Madrid: Turner-FCE, 103s.

NOTA: NOTA: la imagen se recuperó el 17/XI/2019 de http://a53.idata.over-blog.com/460×600/1/21/63/43/2011-Catorce/medios-de-comunicacion1.jpg

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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