¿Qué es lo que está pasando?

MSCBS-CORONAVIRUS

INFORMACIÓN ACTUALIZADA SOBRE EL BROTE DE CORONAVIRUS

Sevilla, 10/III/2020

Estamos viviendo momentos difíciles con la expansión del coronavirus y los blogueros también tenemos una responsabilidad social ante esta situación. Es un aviso para navegantes actuales la importancia que tiene estar bien informados, con una responsabilidad transcendental de los poderes públicos en este caso. Necesitamos disponer de un plan de comunicación a nivel de Estado mediante el que se pueda disponer de la información exacta, veraz y objetiva hasta los límites que sea necesario conocer sin mezcla de mentira alguna. ¡Es el interés general!, tan cuidado por nuestra Constitución. Es la mejor vacuna en estos momentos porque la proliferación de noticias, algunas de ellas falsas e interesadas, está creando un tejido crítico de alta preocupación y desasosiego.

Un Estado moderno es un Estado bien informado. La evaluación continua en una situación como la del impacto real del coronavirus, es una obligación de Estado. Esta evaluación continua es la única que permite emitir juicios basados en datos bien informados. Deberíamos disponer ya de un calendario divulgado por redes sociales de comparecencias oficiales técnicas y políticas para ir conociendo sin fisura alguna lo que verdaderamente está pasando y evitar los múltiples canales de información que crean tanta confusión e imagen de desconcierto como la que vivimos anoche en la doble comparecencia, a la misma hora, del Ministro de Sanidad y de la Presidenta de la Comunidad de Madrid para informar sobre situaciones idénticas y de un enorme impacto excepcional.

Ante esta situación necesitamos también recibir información periodística verdadera y objetiva, para convertirlas en noticias válidas, desterrando las falsas que se puedan identificar. Ante estas situaciones extremas recuerdo siempre una frase que leí en 2014 en un artículo de Juan Cruz, citando a Eugenio Scalfari, el fundador de La Repubblica de Roma, en una intervención suya ante estudiantes españoles en la Escuela de EL PAÍS: “Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”, de una forma especial, con compromiso social y navegando el desvío que nos impone la vida a cada uno.

Necesitamos con urgencia vital saber qué está pasando realmente con el coronavirus en nuestro país. Lo necesitamos urgentemente, porque estamos obligatoriamente obligados a participar, como ciudadanos de plenos derechos y deberes, para crear conciencia crítica de lo que nos pasa, porque de lo que estamos cada vez más seguros es que, en la actualidad, no sabemos lo que nos pasa. El auténtico problema de los curiosos de la verdad es que nos admiramos de las preguntas que nos hacemos en vida, porque cuando nos aproximamos a situaciones tan excepcionales y delicadas como la actual y las interiorizamos para aprender de las respuestas que vislumbramos como verdaderas, la vida ordinaria nos las cambia con la última noticia del coronavirus. Es lo que aprendí un día de Mario Benedetti: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. Y vuelta a empezar, porque la curiosidad de saber que está pasando -en expresión genuina del escritor Alberto Manguel – es “el motor de nuestras vidas”, en un mundo que se agota en la mediocridad ruidosa de la cotidianidad de la mentira.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

Dolores Montoya, Lole, nos indicó el camino

HOMENAJE A LOLE

Sevilla, 9/III/2020

Ayer se celebró un homenaje a Lole, aquí en Sevilla, con motivo del Día Internacional de la Mujer, con un título emblemático para esta efeméride: “Mujeres cantan a Lole”, “concierto homenaje a Lole Montoya, mujer, gitana y madre de una generación, indudablemente una de las pioneras de la renovación del flamenco. Reconocimiento a la trayectoria vital y profesional de una mujer que, en el ámbito de la música en España, se atrevió a romper viejos esquemas para tender nuevos puentes» (1).

Asistí con la idea de que necesitamos celebrar estos homenajes, en vida, de mujeres y hombres de este país que trajeron viento fresco de libertad a la España que tenía helado el corazón en las postrimerías del franquismo. Creo que comprendí bien qué significaba el flamenco cuando conocí a Manuel Gerena en los años finales de la dictadura, sobre todo en una frase dedicada por el poeta Rafael Alberti a este cantor (cantante es el que puede y cantor el que debe, según Facundo Cabral),que todavía recuerdo como si fuese ayer: “Te llamas Manuel Gerena, qué bien consuena tu nombre con la pena”. Es verdad porque la pena siempre es un trasunto en el flamenco. Ayer lo volví a comprender en muchas intervenciones, excelentes y llenas de sentimiento, de las mujeres que dedicaron lo mejor de su arte a Lole: Alba Molina, Angelita Montoya, Diana Navarro, Estrella Morente, La Mari de Chambao, María Toledo, Niña Pastori, Pasión Vega, Pastora Galván y Rocío Márquez, aunque me voy a detener en esta última, a quien quería escuchar por su trayectoria de cante flamenco transgresor y siempre lleno de sorpresas agradables e innovadoras en este arte de cantar la pena.

Rocío Márquez cantó a capella, sola ante el peligro de llevar en volandas su dedicatoria personal a Lole. No logro recordar todas las palabras que dejó en el ambiente tan próxima a la protagonista del evento, aunque sus palabras estaban hilvanadas de textos del poeta moguereño, Antonio Orihuela, con su tiempo y compás dentro, sobre dos composiciones que hay que interiorizar bien para dar el valor a la cotidianidad de lo que en verdad interesa saber por qué nos pasa lo que nos pasa: «Entre los momentos buenos del día» (La piel sobre la piel, 2005, Ed. La mano digital) y «Cómo se puede en comer bien» (Narración de la llovizna, 2003, Ed. Baile del Sol).

Entre los momentos buenos
de este arte del no hacer
destacaría el primero:
el despertar a tu lao
mientras aún profundo duermes,
mirando al techo, al regalo
que fue un mandala de plumas
que evitan los sueños malos,
en él giran fotos tuyas
disfrutando del verano.
Libros de derviches suman.
El silencio no es alerta.
Días de fuerte tormenta
y el río que cruza el patio.
Corazón fuera de venta
lo estremece el calorazo.
Qué feliz, no siento losa
y a mi lao respiras mientras
y a los pies la perra goza
y tumbá se despereza
y nada quiebra.

Y es porque nada está herío,
todo vive dentro casa,
peces, pájaros y hormigas
y hasta el cactus de la casa
ha sido siempre uno más
y por más que miro y miro
me parece puro y limpio,
sin heridas está el nío,
o son heridas pequeñas.
Que me cuesta a mí entender
qué tan difícil saber
Qué hacen hombres y mujeres
negándose a conquistar
estos plácidos quereres.
Vaya coche, vaya casa,
cómo se puede pensar
en una autocontención,
sobriedad y austeridad
con tanta plata,
con tanta plata en acción.

Cómo se puede pensar
en conversar y en hablar
si ahora todas las palabras
son de la publicidad.
Cómo se puede pensar
en confiar en los sueños
si hace tiempo que los sueños
dejaron de ser ya nuestros,
y cómo se puede pensar
en poner las flores en alto
si las pobres siempre están
escondidas en el asfalto,
Cómo se puede pensar
que es igual bajo que alto,
pues ya ves,
si todo sigue un precio por día,
cómo se puede pensar
en ser uno mismo
si nadie hoy reconocería
quién se esconde en cada papelón.
Cómo se puede pensar
hasta en el comer bien
si los transgénicos reinan
de la cabeza a los pies.
El agua ya es de botella
y el animal vive en jaulas
y los bebés en las aulas
durmiendo sobre carpetas.

Cómo se puede pensar
en disfrutar de la paz
si caen tres cada segundo,
pensar en filosofar
sin un sustento seguro.
Cómo se puede intentar
admirar alguna estrella
si su luz no va a llegar
con tanta bombilla intensa
rompiendo la oscuridad.
Cómo se puede pensar
en ser feliz algún día
si el capital en la brecha
no para de provocar
más almas insatisfechas.
Cómo se puede pensar
en pensar y hacer conciencias
si es frenético el andar,
si no importa el caminar,
solo llegar a la meta.

Sabía que el poeta Orihuela, nacido en Moguer, lugar que tanto aprecio, estaba detrás de la última canción, Llegar a la meta, que aparece en el disco de Rocío Márquez publicado recientemente y de tanto sabor sevillano: Visto en El Jueves.

Lole cantó de forma prodigiosa con la calidad de lo que siempre quiso transmitir, las respuestas a la pena a través de la belleza de la vida en su acontecer diario. Sola o acompañada en el acto de ayer, Lole sigue siendo Lole, flotando en el ambiente la presencia de Manuel, al que dedicó el acto porque aquello era un asunto de los dos. Con elegancia y sensibilidad en estado puro, nos invitó a acompañarla en canciones básicas de su repertorio que, en mi caso, sonaron mejor que nunca: Río de mi Sevilla, Romero verde o Todo es de color: Todo el mundo cuenta sus penas / pidiendo la comprensión / quien cuenta sus alegrías / no comprende al que sufrió // Señor de los espacios infinitos / tú que tienes la paz entre las manos / derrámala Señor te lo suplico / y enséñales a amar a mis hermanos.

Lole nos regaló el triunfo de pensar y hacer conciencias a través de espacios infinitos en su forma de cantar, aunque para el mundo que la rodea todavía hoy sea frenético el andar y no le importe el caminar sino solo llegar a la meta. Ella nos indicó el camino.

(1) https://cartujacenter.com/show/mujeres-cantan-a-lole-homenaje-a-lole-montoya/

NOTA: la imagen ha sido recuperada hoy de https://cartujacenter.com/show/mujeres-cantan-a-lole-homenaje-a-lole-montoya/

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La fábula de los sabiondos

FILOSOFÍA LECHUZA

Sevilla, 7/III/2020

Las personas sabiondas son las que presumen de ser sabias sin serlo o quieren introducirse en la resolución de cualquier dificultad, “con arrojo y poco conocimiento” (según el Diccionario de Autoridades de la RAE), lo que equivale a que se las califique como muy sabias. Estamos viviendo momentos transcendentales para la humanidad y afloran los sabiondos y sabiondas por doquier, en cualquier plano de la vida. Normalmente son mediocres integrales de los que hay que huir como de la peste. Suelen acudir a programas de televisión como tertulianos de pro o como colaboradores de opinión, permitiéndose hablar de lo divino y de lo humano como si sus proclamas fueran oráculos de Delfos.

Estamos instalados en el reino de la mediocridad. Por esta razón, no hay tiempo que perder y hay que desenmascarar a los sabiondos mediocres con urgencia vital, dondequiera que estén, porque viven en un carnaval perpetuo. Este país no logra sacar distancia a esta lacra que nos pesa desde hace bastantes años porque ahora, en el país de los tuertos desconcertados, el mediocre es el rey. Es una plaga que se extiende como las de Egipto casi sin darnos cuenta. Los encontramos por doquier, en cualquier sitio: en la política, en las artes, en los medios de comunicación social, en la educación, en los mercados, en las religiones y en las tertulias que proliferan por todas partes en el reino de la opinión. Los mediocres suelen meter la mano en todos los platos de las mesas atómicas y virtuales, en las que a veces nos sentamos, con total desvergüenza. Son personas de “calidad media, de poco mérito, tirando a malo”, como dice el Diccionario de la Real Academia Española. También, tóxicos o tosigosos, que suelen complicar la vida a los demás por su propia incompetencia.

Augusto Monterroso, publicó en 1969 una fábula, Los otros seis, que no he olvidado en momentos de mudanzas del alma con necesidad de llegar a conocer la verdad verdadera de lo que pasa, porque una vez identificado un Sabio del País (el que quiera entender que entienda), todavía andan buscando en el mundo para completar la lista, también en este país, a seis sabios mediocres de no sabemos qué, porque no aparecen por ningún sitio:

Dice la tradición que en un lejano país existió hace algunos años un Búho que a fuerza de meditar y quemarse las pestañas estudiando, pensando, traduciendo, dando conferencias, escribiendo poemas, cuentos, biografías, crónicas de cine, discursos, ensayos literarios y algunas cosas más, llegó a saberlo y a tratarlo prácticamente todo en cualquier género de los conocimientos humanos, en forma tan notoria que sus entusiastas contemporáneos pronto lo declararon uno de los Siete Sabios del País, sin que hasta la fecha se haya podido averiguar quiénes eran los otros seis.

Así me lo enseñó Monterroso y así lo he contado. Al buen fabulador con pocas palabras basta, porque lo breve, si bueno, dos veces bueno.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

1.059: una odisea en España

INE JACF

Sevilla, 3/III/2020

He entrado en el Instituto Nacional de Estadística para averiguar datos interesantes en relación con la fecha de mi nacimiento, 4 de junio de 1947, aunque oficialmente figura en el Registro Civil el 7 de junio. Como la estadística es una ciencia seria y objetiva no he querido analizar el día de mi nacimiento con datos erróneos sino ciertos y la certeza la confío a mi madre que siempre me habló de este día con datos concretos de lugar, hora y situación familiar en ese momento. Esta es la razón por la que utilizo la cifra de 1.059, constatando que somos menos los españolitos que vinimos al mundo ese día a diferencia del 7, un total de 1.139.

La imaginación vuela al pensar que 1.059 españolitos y españolitas vinimos al mundo en esa fecha exacta con el deseo de Antonio Machado de que nos guardara Dios (1), porque una de las dos Españas iba a helarnos el corazón. Me queda la seguridad de que el presagio de Machado en 1912 se hizo patente cuando antes del aviso planteaba de forma magistral la situación de este país en 1947, porque el 4 de junio, casi sin saberlo, yo era un español que quería vivir y así empecé a hacerlo entre una España que moría y otra España que bostezaba a los cuatro vientos.

Sevilla, como casi todo el país, estaba en plena reconstrucción, porque era una odisea vivir dignamente. 1.059 niños y niñas, probablemente la mayoría, teníamos poco pero quizá nos consolaba el apoyo de la familia, con sus escasos recursos, que le permitían traernos por Reyes, como en mi caso, un caballo de cartón que recuerdo perfectamente, el de la parábola del mismo paisano, Machado, a continuación del presagio en el día de mi nacimiento:

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

Esta herramienta del INE me ha ayudado a recordar momentos difíciles de este país, de mi familia y de mi infancia, una odisea, en un día en el que vinimos a este mundo 1.059 personas, pero me ha devuelto el consuelo a través de las palabras sabias de Antonio Machado, que no he olvidado nunca y que quizá hubiera sido emocionante celebrar con él en un cumpleaños conjunto e imaginario. Él era un poeta nacido también en Sevilla, cerca de un patio que conozco y de un huerto claro donde siguen madurando limoneros.

(1) Machado, Antonio, Poesías completas, 1984 (10ª ed.). Madrid: Espasa Calpe, p. 229.

NOTA: deseo expresar mi agradecimiento a la autora del artículo publicado en Verne (El País), Descubre cuántas personas nacieron el mismo día que tú, que me ha iluminado estas palabras.

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En memoria de Ernesto Cardenal


Entrevista al poeta y teólogo nicaragüense Ernesto Cardenal, en la entrega del premio Theodor Wanner en 2015.

Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles

Adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes

Sevilla, 2/III/2020

Ernesto Cardenal falleció ayer a los 95 años de edad, persona a la que he admirado siempre por su compromiso activo con la Teología de la Liberación, tan alejada de Roma. Creo que la humanidad ha perdido a una persona de las llamadas imprescindibles, en el sentido que Bertolt Brecht calificaba a las personas singulares como Cardenal, porque luchó toda la vida por un mundo mejor en un pequeño rincón de Nicaragua. En homenaje póstumo a él recupero un post que escribí en 2015 en este cuaderno digital con motivo de la entrega en Alemania del premio Theodor Wanner por la Paz, el Entendimiento entre los Pueblos y el Diálogo Intercultural.

El compromiso revolucionario de Ernesto Cardenal

Siempre he admirado a Ernesto Cardenal. Lo conocí hace más de cuarenta y cinco años, cuando vivía este profeta en Solentiname, un enclave revolucionario de Nicaragua. Eran años muy difíciles para un pueblo desatendido globalmente en plena dictadura del general Somoza. Vivíamos en España una situación crítica, también desatendida por el general Franco, desde la perspectiva democrática a la que aspirábamos vivir un día no muy lejano.

El pasado 20 de enero cumplió 90 años y puse a trabajar la moviola de mi vida, no para hablar de homenajes y panegíricos para celebrar su cumpleaños, porque me consta que no le gusta, sino para agradecerle lo que me aportó en momentos cruciales de mi experiencia vital. La admiración personal se debía a su discurso permanente de no violencia para alcanzar objetivos que hicieran la vida más amable a las personas que vivían con él en Solentiname, en los años setenta, aunque al final fuera necesaria una acción de fuerza del Frente Sandinista para derrocar a Somoza y formar parte del primer gobierno revolucionario nicaragüense como ministro de cultura.

¿Por qué lo he recordado estos días? Fundamentalmente, porque su compromiso me animó un día a querer acompañarle en su lucha, ante una situación en España que se demoraba y que se hacía insoportable en mi persona de secreto, perteneciente a la iglesia católica, apostólica y romana, que a veces no veía a Dios por ningún sitio, como le ocurría a Rafael Alberti en sus paseos por Roma, peligro para caminantes.

Le escribí una larga carta. Le explicaba con ilusión inquebrantable que España y la Iglesia me habían helado el corazón y que quería incorporarme a su lucha porque era un líder creíble, que pertenecía a una iglesia diferente, comprometida con los más débiles.

Nunca recibí respuesta. No sé si la llegó a leer, pero no inicié el viaje hacia esa parte del mundo, tan querida para mí en ese momento. Me quedé para trabajar por un mundo mejor en este país y hoy tengo que reconocer que era necesario que fuera así, porque aquí, con tu quiero y mi puedo de muchas personas, pudimos caminar juntos como compañeros en momentos cruciales para nuestra democracia.

Gracias, Ernesto Cardenal, por tu gran ejemplo. Me consta que estás convencido de que otro dios es posible a través de ese otro mundo, bastante más humano, por el que luchamos todavía muchas personas sin descanso alguno.

Sevilla, 30/I/2015

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

No hay nadie que no sepa que hoy es domingo

ANGEL GONZALEZ

Sevilla, domingo 1/III/2020

Recurro con frecuencia a la poesía de Ángel González para intentar comprender la cotidianidad amable de la vida. Hoy es domingo, primer día de marzo, según el calendario gregoriano que convirtió al romano en homenaje al dios Marte, el dios de la guerra. Veo imágenes de la guerra en Siria y el terrible dolor de los exiliados hacia Turquía para alcanzar un supuesto mundo mejor y sigo sin comprender en este domingo a los dioses de las guerras. Busco un refugio en un poema de Ángel González, Domingo, para dar sentido a este día, con lectura pausada, comprendiendo que sus palabras pueden ayudarme a inaugurar un día y un mes de forma singular, diferente.

Domingo, flor de luz, casi increíble
día. Bajas sobre la tierra
como un ángel inútil y dorado.
Besas
a las muchachas
de turbia cabellera,
vistes de azul marino
a los hombres que te aman, y dejas
en las manos del niño
un aro de madera
o una simple esperanza. Repartes
golondrinas, globos de primavera,
te subes a las torres
y giras las veletas
oxidadas. Tu viento agita faldas
de colores, estremece banderas,
lleva lejos canciones
y sonrisas, llena
las estancias de polvo plateado.

Los árboles esperan
tu llegada
para cubrirse de gorriones. Sabe más fresca
el agua de las fuentes.
Las campanas dispersan
palomas imprevistas
que vuelan
de otro modo.
No hay nadie que no sepa
que es domingo,
domingo.
Tu presencia
de espuma lava,
eleva,
hace flotar las cosas y los seres
en un nítido cielo que no era
—el lunes— de verdad:
apenas desteñido papel, vidrio olvidado,
polvo tedioso sobre las aceras.

Es verdad que no hay nadie en este país, con su huso horario, que no sepa que hoy, 1 de marzo de 2020, es domingo. En las antípodas ya sabían antes que nosotros que hoy era domingo. Otro continente va con cierto retraso, pero lo que es indudable es que todos saben cuándo es domingo, un día increíble. Lo más importante es comprender a Ángel González cuando nos lleva de la mano al lunes, porque descubrimos que vuelve la rutina de la vida, porque no existen los nítidos cielos del ayer imaginario. Nos enfrentamos a páginas y trabajos en blanco, donde tenemos la oportunidad de decir nada o todo sobre desteñidos papeles, vidrios olvidados que ayer estaban limpios, intentado quitar el polvo tedioso sobre las aceras de nuestro caminar diario.

Ítalo Calvino nos indicó antes de morir un camino ante el dilema de la página en blanco, como me ha pasado hoy, domingo 1 de marzo, al escribir estas palabras: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (1).

(1) Cobeña Fernández, J. A. (2014). ¿Por qué escribo?

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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