¿Hemos resistido?

Sevilla, 10/VI/2020

Va llegando el momento de la evaluación de lo que nos ha sucedido como un tsunami en sentimientos y emociones por la COVID-19. Millones de personas hemos cantado en algún momento la canción Resistiré, tarareando a veces solo parte de la letra, porque hay que reconocer que con el paso de los años casi la habíamos olvidado. He vuelto a repasar con detalle la letra y cada estrofa necesita una reflexión en estos momentos finales de la transición hacia una nueva normalidad. En el fondo, no es un test PCR sino un test ultrarrápido para saber si hemos resistido a todo lo que allí nos referíamos durante el tiempo de pandemia al cantarla a los cuatro vientos.

Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz

La primera estrofa planteaba ya un panorama bastante desolador en momentos en los que ignorábamos todavía el alcance de la pandemia, pero era un auténtico aviso para navegantes. Ahora vuelven las «partidas», de cartas, ajedrez, dominó, las de la vida en definitiva; dormiremos acompañados, se abrirán muchas puertas y salidas y la noche será más tranquila en la nueva normalidad. Al menos, eso dicen los sabios del lugar. Primera evaluación a superar.

Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerse en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared

Tenemos que confesar sin actitud vergonzante que hemos sentido miedo del silencio y del ruido que se ha formado en torno a las decisiones político-sanitarias en torno al estado de alarma y sus consecuencias en sus aciertos y daños colaterales. Mantener la voluntad firme, en pie, no ha sido tarea fácil, donde los recuerdos han jugado un papel esencial, siendo un ejemplo claro la cantidad de veces que hemos visto las fotografías y películas de nuestras fototecas y filmotecas particulares, alojadas sobre todo en la memoria de hipocampo, que no se borran de forma sorprendente gracias a las estructuras cerebrales que se alojan en el cerebro. Segunda evaluación a tener en cuenta, teniendo en cuenta que evaluar es emitir juicios bien informados.

Resistiré
Erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie

Es la primera vez que salía a relucir la palabra mitificada en esta pandemia: resistiré, que parecía devolverme alegría y paz interior a modo de autoconvencimiento de manual de ayuda ante todo lo que se estaba moviendo. La canción me daba una receta exprés: hay que estar erguido, volverse de hierro e imitar la fortaleza del junco que a pesar de los pesares siempre está en pie. Sencillo y aleccionador. La tercera evaluación es muy directa: ¿He o hemos resistido? Cantarlo es fácil, pero llevarlo a cabo…, esa ha sido y es la cuestión.

Resistiré
Para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré

Volvía a encontrar tranquilidad en la insistencia de la palabra-mensaje, resistiré, porque ya la canté hasta tres veces, con una facilidad pasmosa, aunque se repetía también lo que tenía que hacer a modo de manual de primeros auxilios. La cuarta evaluación es un examen sobre declaraciones de principios, sabiendo como sabemos, que también se podía soñar despiertos ante una realidad tan dura.

Cuando el mundo pierda toda magia
Cuando mi enemigo sea yo
Cuando me apuñale la nostalgia
Y no reconozca ni mi voz

Y vuelta a empezar por si lo anterior nos había sabido a poco. Nos volvía a advertir lo que podía pasar: el mundo está en crisis y pierde mucho valor ejemplarizante, puede que de tanto dudar el principal enemigo fuera yo mismo, arrinconándome la melancolía, la nostalgia y, probablemente, hasta podía perder la palabra, que es de los pocos recursos, gratuitos por cierto, que nos han quedado. El mundo de los “cuando” es una aplicación pura y dura de la ética de situación en la quinta evaluación. Aprendí, hace ya muchos años, que la ética es como la solería que uno va poniendo en el suelo de su vida, como una raíz que justifica todos los actos humanos. Me la enseñó el profesor López-Aranguren.

Cuando me amenace la locura
Cuando en mi moneda salga cruz
Cuando el diablo pase la factura
O si alguna vez me faltas tú

Pasando las semanas y ante la evolución en una primera etapa de la pandemia, es verdad que nos amenazaba el dicho de que nos íbamos a volver locos, porque el panorama era bastante negro, hasta el punto de que si se nos caía una moneda es probable que no cayera de cara y, lo peor de todo fue el momento en que tomamos conciencia de que se estaban perdiendo miles de vidas, que nos llevaban a pensar qué pasaría si nos ocurriera a nosotros, a los seres próximos más queridos. Seguimos con el mundo de los “cuando”, pero tocando temas más delicados aún porque se refieren a la pérdida del control de la vida. La locura, la pobreza, las maldades o la maledicencia que nos asola y, sobre todo, las ausencias, son cuestiones que no se resuelven solo poniendo una “x” en este cuestionario improvisado hoy. El que quiera entender que entienda en esta evaluación sexta.

Resistiré
Erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie

Pues nada, otra vez al balcón o a la ventana a cantar a los cuatro vientos que íbamos a resistir porque conocíamos qué hacer juntos: seguir erguidos, volvernos de hierro e imitar la fortaleza del junco que a pesar de los pesares siempre está en pie. Estábamos convencidos de que íbamos a resistir. En esta evaluación, la séptima, no va la vencida, pero sí repite probablemente la respuesta al registro acumulativo anterior de cuestiones vitales que nos han amordazado durante el estado de alarma. Insistimos en nuestro retrato de resistentes empedernidos.

Resistiré
Para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré

No nos quedaba otra para seguir viviendo: resistir, resistir y resistir. Los golpes eran diarios: noticias y bulos, insultos y falta de entendimiento político, cifras aterradoras y panorama a veces desolador. También, cifras más optimistas, anuncio de un plan para la transición a una nueva normalidad, encuentros alejados, muchas videoconferencias, mucha tecnología por medio, muchos silencios. Todo, impregnado de una declaración de principios que sentíamos al cantarlo: Soportaré los golpes y jamás me rendiré / Y aunque los sueños se me rompan en pedazos / Resistiré, resistiré. Octava y última evaluación sobre cuestiones ya tratadas, pero que volvemos a salvar como declaraciones de principios que son. Al menos, yo, no tenía ni tengo otros.

Ocho evaluaciones, ocho. Como aprendí de Blas de Otero, solo sé que me ha quedado grabada a fuego una palabra: Resistiré, con mayúscula, que sigo tatareando como si en estos meses hubiera pasado de todo en mi vida, constatando -junto a millones de personas de este país- que nunca nos hubiera unido tanto -algo a alguien- como una canción viejuna, de nuestros mayores, compuesta y cantada por el Dúo Dinámico y escrita por Carlos Toro Montoro, aunque ellos solo querían resaltar en su momento la vuelta a los escenarios después de una ausencia sonada. Manuel de la Calva le dijo en 1987 al letrista que “había escuchado una frase de Camilo José Cela que le había gustado: “El que resiste, gana”. Fue la inspiración para el autor de la letra, bastante anónimo para un mundo pendiente de otras cosas: “Y sobre ella me puse a trabajar” (1), recuerda Toro. Era una etapa en la que el escritor estaba revuelto emocionalmente, superando una ruptura sentimental. Empezó a volcarlo todo. El arranque es doloroso, derrotista: “Cuando pierda todas las partidas/ Cuando duerma con la soledad/ Cuando se me cierren las salidas/ Y la noche no me deje en paz”. Toro afirma: “Soy un pesimista recalcitrante. Creo que este mundo es un estercolero. Pero siempre veo brotes de esperanza. Las leyes de la vida son muy duras, por eso no quería que la canción mintiese. Pero luego hay un canto a la esperanza. La vida hay que vivirla, aunque haya muchos momentos amargos. En la vida hay más fracasos que triunfos, pero si el porcentaje de triunfos es razonable, merece la pena”.

Si hemos resistido, de mil formas posibles, hemos ganado al coronavirus. Esa es la respuesta a la pregunta del principio, la auténtica evaluación. Cada uno con su cadaunada, con su resistencia personal e intransferible. La verdad es que hemos aprendido a resistir, resistir…, para seguir viviendo.

(1) https://elpais.com/cultura/2020-03-17/resistire-la-vacuna-emocional-de-espana-que-urdio-un-pesimista.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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