Dolores y Manuel, nuevas voces de Andalucía

Sevilla, 27/IX/2020

No me refiero, obviamente, a Lole y Manuel, sino a dos participantes en la nueva edición del programa “La voz” que sigo de vez en cuando por mi amor a la música y, sobre todo, a las personas que empiezan a vivir muy unidos a ella en cualquiera de sus manifestaciones. La historia de artistas andaluces se repite para bien de todos. En este caso, Dolores y Manuel o Manuel y Dolores, son dos andaluces, sevillana ella y valverdeño él, que han logrado pasar la audición a ciegas a la que han sido sometidos en el programa citado. Lo sorprendente en este caso es que Dolores Berg ya la conocía por una presentación que hizo con el conjunto con el que cantaba entonces, Cadencia, en la sede de la FNAC, con motivo de su inauguración, en mayo de 2007. Me emocionó aquella actuación y escribí un post en este cuaderno digital, Cadencia, en el que ensalzaba su forma de interpretar y bailar como los ángeles: “Ayer asistí a un espectáculo de sensaciones. A una persona tan amante del cerebro y de sus estructuras, este tipo de experiencias solo hace reforzar la importancia de los sentimientos y de las emociones en estado puro. Fue con motivo de los actos programados por FNAC, en los días esplendorosos de su inauguración en Sevilla. Su composición escénica, y la música y las palabras que lanza al aire Dolores cuando canta, baila, cuando abre sus manos y sus dedos juegan con dibujos imaginables para todas y todos los asistentes, generan un sentimiento de participación activa haciendo muy grande el escenario, su forma de hacer música, dando el protagonismo a todas las personas que como ayer, llenábamos el pequeño espacio destinado a tal fin por FNAC”. Si algo le honraba a Cadencia es que hacía sentir, es que transmitía, es que contagiaba, tanto en la alegría como en la nostalgia. Y Dolores era la protagonista de estas bellas acciones.

Cuando el pasado viernes escuché a Dolores de nuevo cantando una versión muy personal de Lucía, la que tanto identificó a Serrat con la más bella historia de amor que tuvimos o podríamos tener en un momento de nuestra vida, volví a recordar las palabras que resumían aquella actuación lejana en el tiempo, en la sede de FNAC, porque Dolores cantaba “[…] con una voz a veces sensible y a veces desgarrada por cada palabra transmitida, con una sonrisa demostrativa de su calidad afectiva, con bailes elegantes y manos diestras en castañuelas, conga y las caricias al sartal de conchas”. Finalmente, se volvieron Alejandro Sanz y Antonio Orozco, andaluces de cuna o de adopción, descubriendo el alma secreta de Dolores que ha vuelto a cantar con la sensibilidad que yo descubrí aquella noche francesa. Ella optó por quedarse con Antonio Orozco, haciendo caso a la razón de su corazón y a la indicación de su hija.

A Manuel Cabello lo descubrí el día de su actuación, aunque sabía muchas cosas de él con anterioridad a través de mi familia, por haber nacido en Valverde del Camino (Huelva), pueblo al que quiero con el corazón desde hace muchos años y porque pude conocer bien a su madre, excelente cuidadora de almas mayores, de la que sólo tenemos agradecimientos especiales en nuestra familia. Era obvio considerar el alma musical de Manuel, que pude comprobar al escucharlo atentamente al piano y cruzando sus notas con su voz especial interpretando “Y sin embargo”, alcanzando un momento mágico sobre el escenario al interpretar la misma canción en forma de dueto junto a Pablo López, su gran sueño y espejo musical, con la sombra alargada de Joaquín Sabina a través de su letra.

Casualmente, escuché ayer al Dr. Valentín Fuster, desde Nueva York, hablar sobre la verdadera situación actual de la pandemia en nuestro país y lo que él y su equipo científico están haciendo por contrarrestar sus devastadores efectos en beneficio de la sociedad mundial, que tanto agradezco, aunque si lo traigo a colación ahora es porque en cierta ocasión, en 2013, en una visita a España, dijo algo verdaderamente deslumbrante para nuestro país, tan amigo de pecados capitales y descrédito de lo propio, más que de lo ajeno y que necesita urgentemente transmitir positividad: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…”, si “algo” se hace bien, o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato de lo que no nos gusta de Andalucía, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona… Y comprobaremos que es verdad, que funcionan muchas cosas en esta maravillosa región, de la que dos dignos representantes, Dolores y Manuel, Manuel y Dolores, tanto monta monta tanto, en un programa de talentos de la voz, han pronunciado palabras andaluzas excelentes a través de la música, habiendo sido elegidos en unas audiciones a ciegas, desconociendo sus mentores su origen, por su forma de ser y cantar, por su forma de decir a España y a quien quiera escucharlos que sin embargo, a pesar de la situación actual, el Sur también existe, canta y resiste.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Nuestra es el alba en otoño

Sevilla, 27/IX/2020

El otoño es una estación que apesadumbra a muchas personas. Estos días estoy buscando el sentido a esos días que llegan, cortos, con nubes y lluvia, asomando el frío, que son realidades incontestables, pero que cada uno, cada una, lo vive según el cristal de otoño con el que se miran. Hoy he buscado una respuesta en Rafael Alberti, a quien tanto admiro desde hace ya muchos años, que tanto me ha entregado en tantos caminos, veredas, mares y riberas que he recorrido, surcado o, finalmente, atracado, deteniéndome en un poema de contrarios, Nuevos retornos del otoño, que me permite comprender qué significa el alma humana cuando se inunda de tristeza casi sin saber  por qué, atenazándonos a veces hasta llevarnos a pensar que hay que tirar la toalla de ser diferentes o singulares sorteando como podemos la mediocridad que nos embarga. O sorteando la tentación de abandonar el barco del compromiso activo diario, en todos los frentes posibles, situación que siempre resuelvo aferrándome como puedo y me permite mi leal saber y entender, a mi sitio fijo en la amura de babor de “La isla desconocida”, la carabela imaginaria de José Saramago en su “Cuento de la isla desconocida”, que me acompaña siempre que inicio un viaje hacia alguna parte: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual”.

Abro mi viejo libro Poesía, de Alberti, con sus tapas de piel ya gastada y me detengo en la página 918 para leer el poema citado (1), que recuerdo golpe a golpe, verso a verso, a modo de retorno de lo vivo lejano:

Nos dicen: Sed alegres.
Que no escuchen los hombres rodar en vuestros cantos
ni el más leve ruido de una lágrima.
Está bien. Yo quisiera, diariamente lo quiero,
más hay horas, hay días, hasta meses y años
en que se carga el alma de una justa tristeza
y por tantos motivos que luchan silenciosos
rompe a llorar, abiertas las llaves de los ríos.

Miro el otoño, escucho sus aguas melancólicas
de dobladas umbrías que pronto van a irse.
Me miro a mí, me escucho esta mañana
y perdido ese miedo
que me atenaza a veces hasta dejarme mudo,
me repito: Confiesa
grita valientemente que quisieras morirte.

Di también: Tienes frío.
Di también: Estás solo, aunque otros te acompañen.
¿Qué sería de ti si al cabo no volvieras?
Tus amigos, tu niña, tu mujer, todos esos
que parecen quererte de verdad, ¿qué dirían?

Sonreíd. Sed alegres. Cantad la vida nueva.
Pero yo sin vivirla, ¡cuántas veces la canto!
¡Cuántas veces animo ciegamente a los tristes,
diciéndoles: Sed fuertes, porque vuestra es el alba!

Perdonadme que hoy sienta pena y la diga.
No me culpéis. Ha sido
la vuelta del otoño.

Miro al horizonte cercano, el que me rodea y comprendo que el alba de la vida puede ser también nuestra en Otoño.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://lahuellagallery.wordpress.com/2013/07/06/rafael-alberti-chicos-de-nazca-o-de-cualquier-lugar/

(1) Alberti, Rafael (1972). Poesía (1924-1967). Madrid : Aguilar

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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