
Sevilla, 16/II/2023
No es una distopía al uso, sino una historia breve, real como la vida misma, que deseo compartir con la Noosfera. En un viaje reciente que he efectuado a Ibiza, siguiendo la estela del que hicieron Rafael Alberti y María Teresa León a esa isla en 1936 y donde vivieron de forma compleja los primeros días de la guerra civil, tuve un encuentro mágico con mi paisano Vicente Aleixandre, poeta al que admiro y al que he dedicado varias páginas en este cuaderno digital. Fue en un mercadillo hippie, muy conocido en la isla, en el que encontré una obra suya preciosa, Historia del corazón (1), editada en 1977, que conocía bien, porque en ella figura un poema, Mano entregada, al que dediqué un artículo en este cuaderno en 2015, Elogio de la mano, como pequeño homenaje a su obra y por una razón del corazón, como su historia: me apasiona la contemplación de la mano humana.
Al abrir el libro, antes de comprarlo, descubrí que pertenecía al fondo de la “Casa de Cultura y Biblioteca Pública de Ibiza”, con páginas selladas y con el registro y signaturas oficiales de la citada Biblioteca. No me lo pensé dos veces y lo compré por una módica cantidad comparándola con el valor inmenso de lo que significaba para mí, no confundiendo la relación valor y precio que aprendí hace ya muchos años de otro paisano nuestro, Antonio Machado, con una finalidad clara: devolverlo a su legítima “dueña”, una Biblioteca Pública a la que le pertenece y, simbólicamente, a la ciudadanía de Ibiza, concretamente a la Biblioteca Pública Insular, con una denominación actual diferente a la de los registros y sellos que figuran en el libro, para que los niños y niñas, jóvenes y personas mayores, en Ibiza, puedan leer a este autor extraordinario a través de una obra simbólica y de una calidad excepcional, que vuelve a esa tierra preciosa desde la ciudad en que nació y para tener un sitio en sus estanterías de uso público.
Vicente Aleixandre vuelve a su casa, a Ibiza, a su Biblioteca Pública, lugar de donde no debía haber salido. Lo devuelvo, es más, lo entrego con la mano entregada que aprendí a comprenderla leyendo sus versos en un poema que vuelvo a reproducir hoy, completo:
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro
hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor
hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán
dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado
de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo,
oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el
hueso rehúsa
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.
Como dije en mi artículo de 2015, en homenaje a Aleixandre, sabemos ya que nuestras manos tienen una historia de más de tres millones de años, tal y como lo describió la revista Science ese año, en su artículo precioso (2). Es una de las maravillas de la naturaleza humana que junto al habla supone una evolución transcendental para las personas de hoy. Es una experiencia gratificante mirar con delicada atención nuestras manos y reparar en lo que nos aportan día a día, tanto en la vida diaria que las necesitan para atender múltiples necesidades, como para expresar de forma maravillosa los sentimientos y emociones en momentos vitales siguiendo instrucciones de determinadas estructuras del cerebro. Hoy, es lo que he sentido al envolver con mis manos el libro de Aleixandre y depositarlo en Correos para que vuelva a Ibiza, a una Biblioteca Pública, un lugar en el que creo que volverá a estar a disposición de quien lo quiera leer y comprender qué significa una historia preciosa del corazón. Nada más.
(1) Aleixandre, Vicente, Historia del corazón, 1977 (3ª ed.), Madrid: Espasa-Calpe.
(2) Skinner, M.M., Stephens, N.B., Tsegai, Z.J., Foote, A.C., Nguyen, N.H., Gross, T., Pahr, D.H., Hublin, J.J. y Kivell, T.L. (2015). Human-like hand use in Australopithecus africanus. Science, 23, Vol. 347 no. 6220, pp. 395-399.
NOTA: en la fotocomposición de la imagen, realizada por el autor de este artículo, se ha utilizado una imagen de Vicente Aleixandre recuperada de la página web: La esclarecedora biografía de Vicente Aleixandre, escrita por Emilio Calderón (mundiario.com).
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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