
Rafael Alberti y María Teresa León, 1934
Sevilla, 27/II/2023
Gracias a la iniciativa pública del Estado de Bienestar, que auspicia el proyecto anual de turismo social con dinero público y gestión pública, y que se complementa con la aportación individual de cada pensionista interesado, inicié las gestiones el año pasado para hacer un viaje a Ibiza siguiendo la estela del que hicieron Rafael Alberti y María Teresa León, hace ya muchos años, concretamente en junio de 1936, a la isla del dios egipcio Bes, la que hoy llamamos Ibiza y, en ibicenco, Eivissa, un lugar al que Alberti denominó la isla de Teócrito y María Teresa León, el Mar de Ulises. Conocía este viaje tan especial a través de La Arboleda perdida, el libro de memorias del poeta, también por el relato escrito en Madrid, en 1937, Una historia de Ibiza, en el que utiliza el seudónimo de “Javier” como protagonista del mismo y, por último, por la que considero la mejor reseña del mismo, la que escribió María Teresa León en su Memoria de la melancolía, obra de la que conservo dos ediciones, la primera, de 1977, de la editorial Laia/paperback, una edición rústica que rescaté junto a otros nueve ejemplares en un supermercado, junto a lineales de todo tipo de alimentos y, la segunda, la que publicó el Círculo de Lectores, una edición muy cuidada de 1987 y con una introducción que, curiosamente, es una referencia continua de Alberti al viaje a Ibiza junto a María Teresa León, con un título lleno de esplendor y amor hacia ella: Cuando tú apareciste, porque el poeta estaba saliendo en ese mes de junio de 1936 de “un amor torturado”, “que me tironeaba y me hacía vacilar antes de refugiarme en aquel puerto”, tal y como lo expresó bellamente en Retornos del amor recién aparecido (en Retornos de lo vivo lejano, 1956):
Cuando tú apareciste,
penaba yo en la entraña más profunda
de una cueva sin aire y sin salida.
Braceaba en lo oscuro, agonizando,
oyendo un estertor que aleteaba
como el latir de un ave imperceptible.
Sobre mí derramaste tus cabellos
y ascendí al sol y vi que eran la aurora
cubriendo un alto mar en primavera.
Fue como si llegara al más hermoso
puerto del mediodía. Se anegaban
en ti los más lucidos paisajes:
claros, agudos montes coronados
de nieve rosa, fuentes escondidas
en el rizado umbroso de los bosques.
En estos meses de preparación del viaje he procurado informarme a fondo de las razones que movió a la pareja Alberti-León para dirigirse a un lugar que en aquellas fechas estaba tan apartado del país, tan ignorado. Quizá sea la propia María Teresa y, por su detallado contexto histórico, la obra de Antonio Colinas, Rafael Alberti en Ibiza, junto a la declarada también por el poeta, las fuentes más fiables de la auténtica razón de esta singladura hacia alguna parte. Se trataba, de verdad, de una elección al azar, después de un suceso real que ocurrió en los días previos a este viaje y que motivó el cambio de destino, porque ellos habían elegido Galicia para ese viaje veraniego, pero un choque de trenes en un túnel entre León y Galicia fue lo que realmente los llevó a elegir Ibiza, con un secreto a voces: escribir allí una obra de teatro, El trébol florido, para presentarla al Premio Nacional Lope de Vega. Pero será María Teresa León la que explique la “razón profunda” de ese cambio, porque según ella fue la superstición de Alberti, como “buen andaluz”, la que le llevó a “viajar en sentido opuesto”, expresado así, literalmente, en Memoria de la melancolía.
Finalmente, en la madrugada del 28 de junio de 1936, zarparon desde Alicante en el vapor-correo Jaime II, de la Compañía Transmediterránea, llegando a Ibiza ese día, a las doce y media de mediodía, hecho que fue recogido por el Diario de Ibiza, en su “Carnet social”, con la siguiente frase: “De viaje: […] igualmente llegaron D. Rafael Alberti y señora”.
Con estos antecedentes, iniciamos el viaje hacia Ibiza, un mundo desconocido en el que había que descubrir la isla de una forma diferente a como se la promociona desde el boom turístico que la caracteriza. El compromiso era firme, seguir la estela de Rafael Alberti y María Teresa León, lo que ellos vieron y describieron en las seis semanas que permanecieron allí, porque durante su estancia comenzó la Guerra Civil, un contraste garantizado sobre lo que después fuimos capaces de descubrir en una isla llena de luz, tal y como María Teresa la describe en sus primeras palabras sobre la isla: “Cuando el sol aparece todo reverbera, pues los muros están blanqueados por cales vibradoras”, la isla más hermosa del mundo, en la que decía que quería comprar una casa, asomada al mar, que llevara el nombre de “Casa de la Esperanza”, porque sería “admirable para morir en paz”.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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