Pensar y votar de forma responsable es a veces un asunto de locos. Los inadaptados. Los rebeldes. Los problemáticos. Los que no encajan en ningún sitio. Aquellos que ven las cosas de otra manera. No siguen las reglas. Y no tienen ningún respeto por seguir pensando y haciendo solo lo establecido. Puedes citarlos, puedes no estar de acuerdo con ellos, puedes glorificarlos o vilipendiarlos pero la única cosa que no puedes hacer es ignorarlos. Porque ellos cambian las cosas. Ellos impulsan la humanidad hacia adelante, porque el mundo solo tiene interés cuando va así, hacia adelante. Y mientras algunos les ven como locos, nosotros vemos genios. Porque la gente que está lo suficientemente loca como para pensar que con su voto pueden cambiar el mundo, Andalucía, son los que logran hacerlo. Piensa… y vota de forma diferente.
José Antonio Cobeña. Votar diferente
Ha comenzado hoy la campaña de las elecciones al Parlamento de Andalucía. Recupero a continuación los artículos que a tal efecto he escrito recientemente mediante una serie, con objeto de tomar partido -nunca mejor dicho- participando activamente mediante el compromiso intelectual y de vida, que también existen, utilizando un medio tan maravilloso como es la palabra, que todavía nos queda, así como los hechos que son amores y no solo buenas razones.
Incluyo como novedad los programas políticos de los partidos con posible presencia en el nuevo Parlamento de Andalucía que salga de las urnas (por orden alfabético), con objeto de que se conozcan bien sus objetivos y la ideología implícita o explícita, porque partimos de la base de que ninguno es inocente, pero no todos transforman de la misma forma la sociedad, porque todos no son iguales:
– Ciudadanos
– Izquierda Unida-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía
– Partido Andalucista
– Partido Popular
– Partido Socialista
– Podemos
– Unión Progreso y Democracia
Es la hora de elegir y de depositar el voto, no solo de echarlo en la urna. No desperdiciemos esta ocasión de votar diferente.
Sevilla, 6/III/2015
ELECCIONES EN ANDALUCÍA
El ideal democrático es la fe, continuamente puesta a prueba, en que los hombres y mujeres corrientes puedan elegir adecuadamente a aquellos que van a gobernar en su nombre, y en que aquellos que elijan puedan gobernar con justicia y compasión.
Michael Ignatieff, Fuego y cenizas
Lo escucho todos los días: ¿a quién voto o votamos? La pérdida de ideologías nos está llevando a una situación complicada, porque se están perdiendo los referentes políticos que hasta ahora marcaban el espectro de partidos en España. La situación social de corrupción política y descrédito de los partidos, el paro estructural o la irrupción de Podemos, con unos votos multitudinarios de castigo, que no de ideologías o creencias de base estructurada, de personas desencantadas con sus siglas de origen o por situaciones muy difíciles personales e intransferibles que nadie atiende, están poniendo las cosas muy difíciles para votar partidos que tengan la mayoría necesaria para desarrollar sus programas y avanzar en nuevos modelos sociales de convivencia humana, que de eso se trata. Es una realidad insoslayable la fragmentación social y, por tanto, de los votos.
Pero la política no es la tómbola del cubo, donde se juega a ganar o perder, casi da lo mismo. La política bien entendida es el arte de cambiar la sociedad para prosperar en derechos y deberes, sin convertirlos en mercancía; ir hacia adelante siempre, sin mirar hacia atrás y, si se hace, solo para no volver a pisar la senda de los fracasos. Por eso es importante prepararnos para depositar el voto en las próximas elecciones andaluzas, como primer test del estado del arte político en este país tan desdoblado en cuitas que no interesan a casi nadie.
Soy consciente de que no existe bálsamo de Fierabrás político, ahora que se cita tanto al desconocido Quijote, pero no sería malo reflexionar sobre determinados principios ideológicos para aclarar la situación actual, donde parto de la base de que los partidos no son todos iguales y, por extensión, los políticos tampoco.
En primer lugar, estoy convencido de que en democracia, la política es necesaria, es más, imprescindible. Un país tan visceral como España, necesita la armadura política para garantizar la democracia, a través de partidos políticos de diverso espectro, porque ahí está el secreto de las democracias que en el mundo han sido desde su nacimiento en Grecia, es decir, su pluralidad. Hay que avanzar urgentemente en cambios, sin lugar a dudas, pero no renunciar a principios democráticos que todavía están en partidos que hicieron posible la Transición y que por abandonar la formación permanente en su ideología, que está muy bien que no sea inocente, andan dando tumbos en busca de salvadores patrios. A diferencia de lo que dijo de forma sarcástica Groucho Marx, si se tienen principios y no gustan a los demás partidos, hay que luchar por ellos de forma convincente, porque no se tienen otros. Que quede claro: ideología, ideología e ideología.
En segundo lugar, la democracia necesita organizarse a través de referentes políticos a los que se han llamado “partidos”. No existe duda alguna de que actualmente están en crisis, pero no en sí mismo, sino en la forma de llevar a cabo su organización actual, donde el ideario deja mucho que desear, abandonado en los laureles de frases bien construidas pero con pérdida absoluta de la identidad de origen, que es el aspecto diferencial para defender a capa y espada que todos no son iguales, sin actitudes vergonzantes. Además, la incorporación a los mismos, ha olvidado el filtro de la ideología, porque se han abandonado las creencias. El todo vale o todos valen, es decir, lo cuantitativo frente a lo cualitativo, ha sido letal para todos los partidos, sin excepción.
También, hay que considerar la objetividad de los programas. Comprendo que Julio Anguita fue un martillo pilón con su famosa frase “programa, programa y programa”, pero llevaba razón. Estamos acostumbrados a votar sin conocer con detalle el contenido de los programas políticos y luego vienen los escándalos farisaicos cuando denunciamos que no se cumplen determinados aspectos de los mismos. Es imprescindible conocerlos al detalle con anterioridad al voto, para conocer su posibilidad real de cumplimiento, pero también acusan un desgaste en su formulación, porque la participación real e identitaria en la redacción de los mismos, casi siempre es delegada en las siglas y en representantes que desconocemos. Las nuevas tecnologías y las redes sociales tienen ahora un papel fundamental en estas formulaciones, es decir, en la participación real y efectiva de los militantes y de los llamados “simpatizantes” o personas en general con creencias.
Asimismo, es necesaria la democracia representativa que cuida hasta el extremo la participación de la ciudadanía. Para ello, es necesaria la educación en valores ciudadanos, que no se improvisan sino que son el resultado de una educación personal, familiar y social. Por extensión, educación política. El asamblearismo permanente, para pedir permiso y opinión para todo, es inviable en una democracia de praxis. La participación ciudadana, organizada, sí es la respuesta, pero dejando abierta la posibilidad de generar liderazgos que arrastren conciencias humanas bien informadas, a veces en minorías o mayorías silenciosas o ruidosas, que después se llamarán votos.
Creo que se entiende que la política no es una tómbola. No “echamos” un voto, sino que “depositamos” la confianza plena en la ideología, programa y personas que me representan políticamente a través de un papel que deja de ser un papel desde el momento que lo introduzco en la urna y se convierte en un refuerzo para que el programa del partido que voto se pueda llevar a cabo íntegramente, porque lo conozco, creo firmemente en él, lo defiendo públicamente y colaboro con mi ejemplo personal, familiar y social en su implantación diaria.
Los andaluces, las andaluzas, tenemos ahora la palabra: ideología, ideología e ideología, quedando claro que nunca es inocente, ni debe serlo. Creo, sinceramente, que otra Andalucía es posible: ha llegado la hora.
Sevilla, 5/II/2015
Elecciones en Andalucía (I). Ideología, ideología e ideología.
Estamos viviendo momentos transcendentales para Andalucía. Las elecciones de Marzo suponen un test para medir la madurez democrática en nuestra Comunidad, en un año especialmente complejo por las citas electorales que ya están programadas. Va a ser una oportunidad para calibrar la oferta política actual ante el panorama preocupante que nos ofrecen las encuestas en relación con la fragmentación posible de los votos.
Nadie niega que el bipartidismo tiene sus horas contadas. La irrupción de nuevos partidos en el amplio espectro de izquierda y centro-derecha, supone una realidad insoslayable de ampliación del abanico de respuestas múltiples a los problemas actuales, aunque hay un denominador común de desconcierto ciudadano ante el desencanto por hechos irrefutables de corrupción y por el paro galopante que sufre esta Comunidad y que sobre todo afecta a los jóvenes.
Ante este panorama tan complejo y preocupante, es necesario reflexionar en voz alta sobre las actuaciones que pueden ayudar a despejar las incógnitas electorales que nos abruman en estos días que anteceden al 22 de marzo de 2015. Hay que considerar, en primer lugar, una base política, como ciudadanos de a pie, como punto de partida para preparar un voto razonable y que lo sustente. Se resume en una sola palabra, ideología, porque cuando existe la ideología, que forja siempre una creencia, la política se hace virtud ciudadana, porque es consecuente, porque somos ciudadanos políticos, en la clave que enseñó Aristóteles. Las ideologías no son inocentes, como tantas veces he explicado en este blog. Solo me refiero en la situación actual a las ideologías democráticas, las que pueden considerarse por su contenido de respeto a las personas y a la sociedad en general, en el largo camino que existe desde la izquierda a la derecha del arco político actual.
La ideología es una proyección fantástica de la inteligencia, entendida ésta como la capacidad que tiene todo ser humano para resolver problemas, gran objetivo de la política a través de programas electorales. La inteligencia que vehiculizamos a través de la ideología podemos llamarla inteligencia social o inteligencia política, porque es evidente que ésta no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja lo que está pasando en el mundo que nos rodea y cómo se reacciona ante estos momentos electorales donde se decide cómo se van a abordar los problemas reales y actuales en Andalucía, a través de los programas de los partidos que participen en esta primera etapa anual de participación ciudadana.
El cerebro necesita claridad conceptual, ideología, para comprender lo que ocurre y ahí está la clave de la no inocencia. Mientras unos o muchos entorpecen el conocimiento de la verdadera dimensión social de lo que ocurre, otros desean introducir cordura en la comprensión y vías de salida a la misma. Es decir, la ideología que está detrás de los partidos no es inocente y el cerebro necesita ordenar ideas fundamentales para llegar a caracterizar el pensamiento y proyectarlo en la realidad social económica, educativa, de salud y bienestar social que cada persona debe elegir para ser y existir todos los días, de acuerdo con el programa político que mejor responde a la ideología de cada persona, a su creencia. Así lo ha fijado, limpiado y dado esplendor a través del lema ideología, el Diccionario de la Lengua Española, en su segunda acepción (texto en cursiva). Por algo será. Y los Gobiernos, los partidos, los representantes políticos lo saben, es decir, tampoco son inocentes y no vale cualquier respuesta a las ideas fundamentales, mediante el voto, en unas elecciones, porque todos no son ni somos iguales en Andalucía. Afortunadamente.
Sevilla, 8/II/2015
Elecciones en Andalucía (II). Todos no son (ni somos) iguales.
Noray en Puerto Calero (Lanzarote). Foto del autor
“A veces, falta mar para recoger a todos los que se tiran del barco…
Después, suele faltar barco para recoger a todos los que se tiraron a ese mar…”
Es comprensible que exista un descrédito generalizado de la política y de los políticos que la llevan a cabo, pero los árboles impiden ver a veces el bosque y no es justo generalizar sin compasión sobre la llamada “clase” política. El hartazgo es evidente, pero es imprescindible separar la paja del heno como nos enseñaron hace ya muchos años, unos en el lenguaje del campo puro y duro, otros en la doctrina oficial de la Iglesia.
¿Por qué es necesario acabar con análisis totalitarios de los casos de corrupción? Porque por higiene mental es imprescindible diagnosticar bien la situación y colaborar en la reconstrucción de la democracia día a día, mucho más en un país tan cartesiano y dual para todo lo que se hace visible en el día a día.
Vivimos unos momentos que exigen mucho rigor en la toma de decisiones que facilita la democracia y no todos los programas políticos son iguales, ni los políticos que los ejecutan tampoco. Ser de derechas, centro o izquierda, también del arriba o abajo actual, en este país, parece que imprime carácter hasta que la muerte te separe y está mal visto socialmente que haya alternancia en la pertenencia a un determinado partido o a otro. Es verdad que aparentemente parece una gran contradicción estar defendiendo un día los valores de la socialdemocracia más exigente y al otro los del liberalismo más feroz. Normalmente pasa porque las ideologías son un flanco muy débil en nuestro país dado que los partidos no han estado muy finos a la hora de aceptar militantes en sus filas y la formación en sus idearios brilla muchas veces por su ausencia. Esta es una realidad que hay que aceptar pero lo que no es normal es que haya unos desplazamientos de pertenencia a partidos o de votos, tan agresivos, como a los que estamos asistiendo en la actualidad. El llamado voto de castigo existe, pero deja detrás una gran incógnita: ¿se conocían bien los programas de los partidos a los que se han votado?, ¿se puede cambiar tan fácilmente de chaqueta por los errores de determinados miembros de un partido?, ¿se conocía bien el ideario de un programa, más allá de acciones concretas de algunos representantes eximios del mismo?
Indiscutiblemente, todos los partidos no son iguales, ni las personas que los representan. Basta conocer la trayectoria histórica de los partidos que han existido en los últimos casi cuarenta años de democracia en este país, que ahora se quiere olvidar de un plumazo bajo la denominación de casta, para no dejar duda alguna que no es lo mismo la historia de la derecha o del centro que la de la izquierda, por mucho que se quiera generalizar sin compasión alguna en análisis que no resisten el más mínimo juicio de valor crítico. Todos no han sido iguales, luego todos no son iguales ahora si se respeta la historia y este aserto se debería defender por la militancia más activa de cada partido. Se ha tenido que hacer un camino político al andar que es de bien nacido reconocerlo y pregonarlo para que no haya duda alguna sobre su legitimidad.
Andalucía ha sido una experiencia especial a lo largo de esta etapa democrática. Se critica duramente que la izquierda haya estado gobernando durante más de treinta años y que lo siga haciendo en la actualidad, pero ha sido la decisión de los andaluces, sin más paliativos. En democracia éstas son las reglas del juego. Que esta situación haya permitido que la izquierda se haya dormido en los laureles no es discutible pero cada vez que se ha pulsado el voto andaluz la respuesta a favor de la izquierda ha sido mayoritaria, en algunos casos de forma abrumadora. Es de suponer que la decisión mayoritaria ha querido tener un gobierno que defienda valores sociales de forma contundente, donde la educación, la salud y los servicios sociales, incluyendo la atención más cercana a la dependencia, primen sobre otros.
Viví en 2012, en la etapa previa a las elecciones en Andalucía, una sensación de deserción casi colectiva que la he recordado ahora, cambiando lo que haya que cambiar, a través de un aforismo personal y transferible:
Falta mar para recoger a todos los que se tiran del barco…
Y hacía la siguiente reflexión aprovechando el texto dentro del contexto que se aconseja en todo aforismo: “Era objetivo, porque asistí a deserciones de todo tipo ante lo que podía pasar el 25 de marzo de 2012. Era inteligible, porque muchas personas que se mantenían en el puente de mando personal, político y profesional, sabían que era cierto solo con mirar a su alrededor. Y la dialéctica era obvia: barco y mar, porque en determinados momentos se controlan por la tensión económica, política o social, correspondiente. Era verdad, desgraciadamente, que cada uno estaba al final en su sitio, porque lo que defiendo desde hace años es que no todos decimos lo mismo, ni vamos en el mismo barco. Ni hacemos la misma singladura. Ni navegamos con la misma empresa armadora. Unos en cruceros, otros, en pateras, sin quilla, pero navegando siempre hacia alguna parte, buscando islas desconocidas, que se encuentran. Y pasadas esas fechas críticas, nació un nuevo aforismo, como corolario del anterior e indisolublemente unido a él:
Falta barco para recoger a todos los que se tiraron a ese mar…”
Se aproximan fechas críticas para nuestra Comunidad. Votar o no votar no debe ser la cuestión. Hay que votar, sin duda alguna y a quienes representen mejor los objetivos que tenemos como personas y como grupos insertos en una sociedad muy concreta. Todos los partidos no son iguales, ni las personas que los representan tampoco. Leamos los programas, asistamos a las presentaciones de los mismos, conozcamos a sus líderes, hablemos con la gente más próxima y tomemos nota. La lista de los proyectos políticos también la debemos hacer nuestra, no solo la que figura en unas siglas. Es probable que tomando conciencia de que tenemos que trabajar unidos para defender esa acción política diaria del partido al que voto, empecemos a ver las cosas de diferente forma, porque el empoderamiento, es decir, la capacidad para conocer lo que está sucediendo y participar posteriormente en las decisiones informadas para alcanzar los objetivos trazados, ya no es algo que corresponde solo a los demás sino a nosotros mismos.
Es obvio que todos no somos iguales ni vamos en el mismo barco a la hora de votar. Me asombra para bien, ver todos los días a muchas personas que viajamos en la vida en patera, mientras otros nos saludan desde su crucero de lujo, saludándonos desde la popa y diciéndonos incluso adiós. Es que no es lo mismo.
Sevilla, 9/II/2015
Elecciones en Andalucía (III). Evaluar los programas políticos.
Evaluar es emitir juicios bien informados. Así aprendí de Carol Weiss (1) la importancia y transcendencia de la evaluación de los programas y las políticas públicas. No existe esta cultura en España y a nivel de ciudadanía somos muy tolerantes con este tipo de actividad que es fundamental para ponderar qué ha hecho el partido al que se ha votado y cómo ha desarrollado los compromisos adquiridos en relación con las elecciones de 2012 en Andalucía.
Muchas personas pensarán que ya no es el momento de volver a leer los programas para evaluarlos. Craso error en una democracia, ya que no se suele hacer balance final de Legislatura de forma didáctica por parte de cada partido, en plaza pública, para que se entienda perfectamente por cualquier persona interesada en el empoderamiento ciudadano, que permita tomar decisiones bien informadas de cara a las próximas elecciones.
He vuelto a leer por enésima vez los programas de los tres partidos representados de forma activa hasta Enero de 2015 en el Parlamento de Andalucía (IULV-CA, PP y PSOE), de los que facilito la descarga, con un problema claro: el Acuerdo por Andalucía firmado en abril de 2012 por el PSOE Andalucía e IULV-CA, fue una novedad programática sobrevenida no avalada directamente por la ciudadanía, que sí lo hizo en los programas de cada partido. Es importante esta matización porque el Acuerdo de la izquierda [sic, aunque ahora se quiera ignorar este término, en actitud vergonzante] supuso un mar de dudas para los votantes de ambos partidos y sería ahora una buena ocasión para evaluarlo con lupa y sacar conclusiones bien informadas.
La metodología es clara: transparencia al poder en las políticas y programas políticos a examen, tanto formativo (día a día), como sumativo (final), por ejemplo al finalizar esta Legislatura. Si nos atenemos al índice del Acuerdo de Gobierno, las once piedras angulares del mismo son las que se deberían evaluar oficialmente, enmarcadas en los que he llamado programas nativos electorales, con metodologías muy sencillas como las que ya expuse en el post otra Andalucía es posible: ha llegado la hora:
1. El empleo, prioridad de la política andaluza.
2. Renovación de nuestra economía: hacia un modelo de desarrollo más sostenible y solidario.
3. Avanzar en Democracia.
4. Sostenibilidad y cohesión territorial.
5. Educación pública, democrática y de calidad.
6. Defensa de nuestro sistema público de salud.
7. Andalucía diversa, inclusiva e integradora.
8. Andalucía para todas las personas en igualdad de oportunidades.
9. Andalucía diálogo corresponsable, serio y activo con el Gobierno de España desde la defensa del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
10. Andalucía una región fuerte en Europa.
11. Compromisos Legislativos.
Si este análisis se contrasta posteriormente con los programas nativos de ambos partidos, saldría un puzle de interés relevante, para constatar si mi voto ha sido útil para llevar a cabo los compromisos de legislatura, cada uno en la posición de gobierno en que se encuentre. Esta evaluación nos permitiría emitir un voto bien informado en las próximas elecciones andaluzas, cuando conozcamos los nuevos programas y podamos contratarlos con los anteriores para asegurar la continuidad de la ideología implícita en los mismos. Todo lo demás es carne de tertulianos que tanto proliferan en los medios de comunicación de nuestro espectro televisivo y de radio, es decir, solo opinadores (perdón por el neologismo) mayores del reino sin mezcla a veces de teoría crítica alguna.
Sevilla, 11/II/2015
(1) Weiss, C.H. (1998). Evaluation. Methods for studying programs and policies. New Jersey: Prentice Hall.
Elecciones en Andalucía (IV). Campañas dignas y austeras.
Se acercan tiempos de campañas electorales. Si ya hemos reflexionado sobre ideologías, la no igualdad en las responsabilidades políticas y sobre la evaluación de los programas de acción política como marco de referencia para una legislatura, deseo abordar ahora el gasto de las campañas, que tienen un contexto público y privado de importancia extrema en tiempo de crisis, es más, ejemplarizante.
En primer lugar, por responsabilidad pública y privada. La política no gana siempre por tener un partido más dinero que otros, fundamentalmente por el respeto a las ideologías cuando son consecuentes y por la situación de contexto económico en el que se encuentra ahora la Comunidad. Sería irresponsable hacer una exhibición de medios en un tiempo revuelto por la traída y llevada crisis, por la corrupción y por el gasto público no controlado ni evaluado, cuando existen hoy alternativas de foros públicos y privados que con un gasto digno pueden albergar encuentros multitudinarios.
En segundo lugar, es el tiempo de utilizar de forma genérica las tecnologías de la información y comunicación, que supone un ahorro espectacular en el poder de convocatoria de las campañas de cada partido. Es una realidad social que el analfabetismo tecnológico se está alejando de Andalucía y solo un sector reducido de personas mayores que pertenecen a la generación atómica, no digital, podría verse más afectada, aunque siempre he pensado que todo abuelo o toda abuela siempre tiene nietos o nietas que les pueden explicar todo lo que ocurra en la etapa de campaña electoral en Andalucía, sin que se pierdan casi nada por carencia de medios.
En tercer lugar, porque la política tiene que recuperar espacios personales de encuentro, presenciales y virtuales, que se formen en la presentación en sociedad de la dignidad personal de los máximos representantes políticos que son candidatos a entrar en el gobierno de Andalucía, donde destaque sobre todo su ilusión por regenerar la vida política con efectos ejemplarizantes y escuchando a la ciudadanía, donde una vez más las tecnologías de la información y comunicación juegan un papel esencial y estelar en términos de transparencia cuando se presenten los programas. Si se hace así, el gasto en las campañas en estas elecciones que ya están detrás de la puerta, puede ser un revulsivo para los llamados a votar de forma responsable, porque se apreciará y mucho que el poderoso caballero don dinero, «que quebranta cualquier fuero», ya no es imprescindible para ganar votos. Fundamentalmente, porque la ciudadanía dejará de ser tratada como mercancía y porque la transparencia no es un portal web sino una actitud política que se mantiene en el tiempo y respeta a las personas en derechos y deberes políticos de participación ciudadana en el gobierno de la Comunidad. Ahora, en la presentación de los programas electorales.
Defiendo, sobre todo, la regeneración en los encuentros personales, en el boca a boca celular de la realidad social en la que se mueven las ideologías de las personas que van a ser candidatos y candidatas a presidir el gobierno andaluz, de sus programas, aunque todavía tengamos que contemplar listas cerradas por imperativo categórico legal. Una buena célula hace un tejido, un órgano y un sistema. Si se respeta esta cadena política digna y ética con ayuda de las TIC, estoy seguro que todo el mundo percibirá que la campaña electoral ha merecido la pena. Un político digno “es un ejemplo siempre de seriedad, gravedad y decoro en la manera de comportarse, es decir, manifiesta pureza, honestidad y recato; se aprecia y defiende su honra, estimación, modestia, mesura y circunspección, entendida ésta como atención, cordura y prudencia ante las circunstancias, para comportarse comedidamente”. Así lo he escrito en este cuaderno al referirme a las personas dignas, porque creo en ellas, en cualquier sitio que ocupen en la sociedad actual.
Lo más caro es la dignidad política, por mucho que a algunos la desprecien. Si se une a la austeridad, el triunfo ético de la campaña estará asegurado. Esa es la cuestión, porque las campañas electorales nunca son inocentes.
Sevilla, 12/02/2015
Propongo compartir lo que es mi empeño
Y el empeño de muchos que se afanan
Propongo, en fin tu entrega apasionada
Cual si fuera a cumplir mi último sueño
Pablo Milanés, Proposiciones
Necesitamos declarar las proposiciones decentes para avanzar en una sociedad más justa para todos. Escuchamos todos los días noticias que reflejan un mundo hecho polvo en búsqueda permanente de paz política e interior. Faltan proposiciones compartidas para aunar esfuerzos y voluntades a través del amor y el sufrimiento, como aquellos habitantes ejemplares de Santa María de Iquique.
Pablo Milanés lo sintetizó muy bien en una canción muy corta, porque lo bueno, si breve, dos veces bueno. No hacen falta ya muchas palabras para compartir este empeño de compartir ilusión por cambiar aquello que no nos hace felices, por mucho que el mercado se empeñe en convencernos que la felicidad es tener y no ser. Es más fácil estar atentos a disfrutar esta jornada, sin ir más lejos, inquietando el gusto de los demás a través de los sentidos, compartir mensajes que entusiasmen a los demás, sobre todo a los que están más cerca, lanzándonos por caminos y veredas anunciando que otro mundo es posible, porque la primavera llega siempre, de forma puntual, haciendo nuestro el crisol de esta morada.
Como si fuéramos a cumplir el último sueño…
Sevilla, 19/II/2015
Sobre una idea forjada en un anuncio inolvidable de Apple publicado en 1997, ante unas elecciones transcendentales en Andalucía, el próximo 22 de marzo.
Pensar y votar de forma responsable es a veces un asunto de locos. Los inadaptados. Los rebeldes. Los problemáticos. Los que no encajan en ningún sitio. Aquellos que ven las cosas de otra manera. No siguen las reglas. Y no tienen ningún respeto por seguir pensando y haciendo solo lo establecido. Puedes citarlos, puedes no estar de acuerdo con ellos, puedes glorificarlos o vilipendiarlos pero la única cosa que no puedes hacer es ignorarlos. Porque ellos cambian las cosas. Ellos impulsan la humanidad hacia adelante, porque el mundo solo tiene interés cuando va así, hacia adelante. Y mientras algunos les ven como locos, nosotros vemos genios. Porque la gente que está lo suficientemente loca como para pensar que con su voto pueden cambiar el mundo, Andalucía, son los que logran hacerlo. Piensa… y vota de forma diferente.
Sevilla, 3/III/2015
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