En política es imprescindible decir siempre la verdad

MUJICA
Yo no estoy de acuerdo con Bertolt Brecht, porque no hay hombres imprescindibles, sino causas imprescindibles, caminos imprescindibles.

Jose Mujica, expresidente de Uruguay

Estamos viviendo momentos muy importantes para este país. Se acercan las elecciones generales que van a marcar un rumbo político diferente al actual atendiendo al mapa que se dibuja por la terca, necesaria e higiénica realidad de partidos emergentes dispuestos a romper el bipartidismo imperante. Y una solución para recuperar la credibilidad política que anda por los suelos, es recuperar la verdad, con la reflexión aleccionadora que nos entregó Antonio Machado, como telón de fondo: ¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla./ La tuya, guárdatela.

Estoy leyendo la biografía inspiradora de Jose Mujica (1), porque creo que es un referente hoy en el buen hacer político. También porque afirma, cuando habla de su trayectoria de compromiso ciudadano en relación con la verdad, que ha aprendido a decirla porque “al fin y al cabo lo más cómodo de la vida es la verdad. Lo que es hay que reconocerlo” (2). Nunca ha perdido la oportunidad de decirla, incluso reconociendo sus propios errores, sus “metidas de pata”. Asombra escucharlo porque desde su humilde condición de chacarero, jornalero o trabajador del campo a secas, dice cosas que convencen porque están rodeadas de verdad, la que buscamos todos los días, porque es una realidad que no sólo hay que exigirla a los políticos sino que atañe a todos por el mero hecho de practicar la inteligencia en sociedad.

La cosa anda por decir escuetamente la verdad en política: de lo que se va a hacer, de lo que se promete, de lo que se analiza, de lo que se critica, de los programas, de la transparencia. En política es a veces un camino arduo y casi clandestino, porque la falsa tutela numérica de los votos, a cualquier precio en la feria política del todo vale, constituye la piedra angular de las mentiras, donde la verdad es la gran ausente.

Cuando nos convencemos que necesitamos la política para defender causas y caminos imprescindibles, la verdad también se constituye en elemento no solo necesario sino imprescindible. Vuelvo a sus palabras: “Pero no hay milagro, eso es pura poesía, y fantasía, tu progreso sale del trabajo, del compromiso, de la ciencia, de la seriedad, del levantarse todos los días y volver a empezar, y sentir una derrota. Y, finalmente, tengo el derecho para gritar que en este mundo derrotados son solo aquellos que dejan de luchar”. El progreso político de la sociedad sale sólo de la verdad. Aunque tengamos que reconocer con Michael Ignatieff, político canadiense que mordió el polvo de la mentira, que “Nada te va a causar más problemas en la política que decir la verdad”. Ya lo afirmé en su momento, cuando escribí sobre el fuego y las cenizas de su trayectoria (3): “Es escalofriante el poder de esta reflexión, porque es una realidad ciudadana que emerge sobre todas las querellas más o menos criminales en torno a las personas que trabajan en política, porque muchas personas están convencidas de que en política se miente continuamente: “los políticos, mienten más que hablan”.

La cuestión está en buscarla en común, sabiendo guardarla, aunque nademos en ella y nos mojemos a veces sin más remedio. Porque es un asunto de todos como ciudadanos, sin excepción: lo que es hay que reconocerlo.

Sevilla, 26/X/2015

(1) Percy, Allan y col. (2015). MUJICA. Una biografía inspiradora. Ediciones B: Barcelona.
(2) Palabras de Jose Mujica en la CNN2 en español, el 13 de diciembre de 2013.
(3) Cobeña, José Antonio (2014, 25 de agosto). HAGAMOS UN AGOSTO DIFERENTE (VII) Una reflexión política ejemplar: Michael Ignatieff.

El cartero ya no llama a la puerta

Es verdad. La profesión de cartero está entrando en una crisis irreversible porque cada vez se escriben menos cartas: “Las listas siempre se hacen desde EE UU —la última es de Fortune—, donde el servicio postal camina al borde de la bancarrota. Pero el cambio de paradigma es global. Canadá prescindirá de la entrega de cartas y paquetes en los domicilios a partir de 2019 y en Reino Unido decidió el año pasado privatizar Royal Mail, empresa pública desde hacía 500 años. En España —Correos suele cerrar con beneficios— la situación no es muy distinta, y las cifras hablan de una reducción de un 25% de empleados, envíos (ha pasado de 5.100 millones a 3.099 millones) e ingresos desde 2008. En siete años la firma estatal, un día convertida en símbolo de la eficacia y la transversalidad del Estado, ha prescindido de 16.386 empleados, uno de cada cuatro” (1).

La crisis de la escritura conlleva la desaparición de las cartas, sustituidas hoy por la mensajería rápida, donde podemos decirnos muchas cosas al instante sin esperar que el cartero llame a nuestras puertas. Las tecnologías han ganado esta batalla, pero se lleva por delante un rito de la espera y esperanza que ha llenado nuestras vidas en los últimos siglos. Ya solo queda el señuelo de la carta a los Reyes Magos en clara pugna con Papá Noel.

FORTUNE 14102015
Top 10 de los empleos que desaparecerán en América

Los carteros tienen que ir pensando en su reciclaje hacia el entramado de la paquetería en el gran mercado del mundo, mientras que los drones no hagan de las suyas en este menester. La verdad es que desaparece una figura entrañable en el paisaje urbano, de nuestras aceras que tan maravillosamente describió Jane Jacobs, gran activista en la defensa de la ciudad humana: “Bajo el aparente desorden de la ciudad vieja, en los sitios en que la ciudad vieja funciona bien, hay un orden maravilloso que mantiene la seguridad en las calles y la libertad de la ciudad. Es un orden complejo. Su esencia es un uso íntimo de las aceras acompañado de una sucesión de miradas” (2).

Recuerdo el canto que hizo Antonio Skármeta a esta profesión en una película preciosa que me impactó mucho, El cartero (1994), en una adaptación muy amable de su novela Ardiente paciencia. Mario Jiménez aporta a la vida su deseo de aprender del maestro lo que le enseña en el terreno de la metáfora, valora el amor con la experiencia de Beatriz y lo que supone poner el nombre de Pablo Neftalí a su hijo, en homenaje a quien le llevaba siempre puntualmente las cartas hasta que se trunca su oficio de entregas por culpa del golpe de estado de Pinochet, cuando rodean la casa del escritor, donde apoyaba su antigua bicicleta. Recurre finalmente a la transmisión oral para contarle a Neruda lo que no le puede entregar en modo texto. Una gran metáfora.

Lo que nunca se podrá sustituir por la alternativa al cartero es el encanto de la espera de mensajes manuscritos llenos de esperanza, cargados de derechos y deberes, entregados por manos humanas como ejemplo del mejor servicio público que debemos proteger, aunque siempre habrá personas que esperarán sin descanso a su cartero de siempre para recibir palabras que nacen del alma, metáforas, que nunca se podrán empaquetar como si fueran una triste mercancía.

Sevilla, 25/10/2015

(1) Verdú, Daniel (2015, 25 de octubre). El cartero se queda sin cartas. El País.com.
(2) Jacobs, Jane (1961). Muerte y vida en las grandes ciudades americanas. Nueva York: Vintage, pág. 50.

Ya no tenemos quien nos escriba a mano…

Ella [la escritura] sólo producirá el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; confiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu.
Platón, Fedro, 274c-277a

Aunque la letra es bella, la escritura manual no pasa por su mejor momento. Un ejemplo significativo: la empresa BIC está en crisis en su división de bolígrafos. Ha lanzado recientemente una campaña en EEUU promocionando la escritura y su video promocional de empresa multinacional es un canto a la escritura manual como se puede comprobar por su mensaje subliminal. Es solo un ejemplo, pero en nuestro imaginario infantil ocupan un lugar especial los bolígrafos BIC, en un tiempo en el que la escritura manual está en franca decadencia, sustituida por los teclados virtuales y físicos que nos ofrecen hoy las tecnologías de la información y comunicación. Pulgares e índices se han adueñado de la escritura actual y vemos a millones de jóvenes sustituyendo los cuadernos, lápices, bolígrafos y plumas estilográficas por dos dedos elementales en las tareas de comunicación.

La revolución del bolígrafo la viví personalmente como revulsivo del lápiz, palilleros y plumillas de mi infancia. Poseer un bolígrafo BIC naranja o BIC cristal, dos escrituras a elegir, como decía el anuncio, era una maravilla que se podía alcanzar a bajo precio. Pero ya dicen muy poco, incluso te sitúan en el pleistoceno de la vida si exhibes esa joya del cristal virtual del anuncio. Los bolígrafos tampoco eran inocentes y detentaban una seña de identidad del estatus que podía alcanzar quien lo compraba de una determinada marca, porque a veces alcanzaban precios imposibles. BIC e INOXCROM eran incompatibles, porque no eran inocentes. El trasfondo de la cuestión no es pacífico porque traduce una crisis galopante de la escritura y de su expresión anímica, tan querida por las personas que la seguimos respetando y valorando en su justo sentido.

La dialéctica lápiz o bolígrafo, acababa siempre con un claro vencedor: la pluma estilográfica. Era un trío del que se preciaba cualquier plumier en recoger en sus departamentos. Estaba vinculado a edades y la adolescencia se decantaba casi siempre por el regalo de la pluma, porque ya era uno mayor. Las diferentes marcas de esa época las tengo asociadas a diferentes etapas de mi vida: CEDRO o ILASA en lápices, ALPINO, en la rama de lápices de colores, PARKER, en las plumas, con la difícil rivalidad de INOXCROM como marca española, del régimen, hasta llegar al ojo de tigre de CROSS o la montaña mágica y blanca de MONTBLANC, como signo de distinción. Todos cumplían idéntica función: escribir manualmente, incluso dibujar, permitiendo categorizar las palabras, frases y oraciones, como quintaesencia de la escritura.

Mi maestra, Dª Antonia, me enseñó caligrafía con palillero azul y plumillas de diferentes calidades y formas. Aprendí a escribir en la pizarra con tiza y borrador, caligrafía inglesa por supuesto, llenando cuadernos de “Diario” con letras artísticas de redondilla y gótica -con tinta negra muy aguada que preparaba el Director de mi Colegio, D. Enrique, en botellas de litro que volcaba en tinteros de porcelana blanca alojados en mi banca- adornadas con grecas imposibles que hacía sobre aquél papel cuadriculado de los cuadernos Rubio. Aquellas maravillosas clases me enseñaron algo importante: escribir lo que copiaba o sentía, transmitiéndolo con el pulso de mi mano, a mantener una forma de expresarme con trazados bellos, que es lo que significaba la caligrafía, palabra que sólo comprendí años más tarde, cuando la cuidaba en las ocasiones especiales que me enseñó Dª Antonia.

Lo he leído recientemente: “El manuscrito tiene una característica evidente, comparado con la máquina de escribir o la pantalla: la individualidad. La letra de una persona es algo exclusivo, como sabe bien el amante que reconoce ya desde el sobre una carta de su amada…” (1). Es lo que probablemente intentó explicarnos García Márquez sobre el realismo mágico de sus palabras manuscritas, aunque él las escribiera con una máquina de escribir clásica que superaba con creces la letra creada por la bola de tungsteno de su bolígrafo BIC de turno. Pero éste probablemente estaba allí, muy pendiente de su mano creadora. Como de la carta comunicando la pensión al coronel Buendía, que tanto esperó, mucho menos importante que lo que nos sucede en el día a día, cuando vamos como él del timbo al tambo de nuestras vidas.

Sevilla, 22/X/2015

(1) Millán, José Antonio (2015, 22 de octubre). El misterio de las palabras. El País.com.

El blog sigue vivo si tiene alma

BLOG WORDPRESS
La página de este blog en blanco: una ocasión de decir algo, de manera especial

Lo ha manifestado de forma rotunda Biz Stone, el cofundador de Twitter: “La mayor parte de la información no se publica; está en la mente de las personas” (1). Está convencido de la vigencia actual de los blogs, después de veinte años de vida, en una pugna permanente en la actualidad con Twitter y Facebook y con las redes sociales en general, porque es el lugar donde se democratiza de verdad la información, donde se reflexiona sin el límite de caracteres y sin la necesidad permanente de estar presente en el muro de lo cotidiano.

Así lo entendí en 2005, a modo de declaración de principios, cuando comencé mi aventura personal en este blog, con un hilo conductor muy claro: mis palabras tenían que tener alma y decir cosas de manera especial: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas [tal y como lo planteó José Saramago en El cuento de la isla desconocida]. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma “Seis propuestas para el próximo milenio”: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.

A lo largo de estos diez años he revalidado en multitud de ocasiones este compromiso a través de casi setecientos artículos que han sido una constante declaración de principios, no inocentes por cierto. En concreto, he dado tres razones de la razón y del corazón para justificar por qué escribo en el blog:

– En primer lugar, porque es la forma de expresar de forma especial, con palabras, la esencia de mi persona de secreto, interpretando la realidad que rodea permanentemente mi vida de forma voluntaria pero no inocente.

– En segundo lugar, porque considero que escribir es un acto de militancia activa en el compromiso intelectual, por varias razones: el mero hecho de cuestionar la existencia de uno mismo al servicio estrictamente personal, porque al escribir se hace patente el compromiso con uno mismo y con los demás, fundamentalmente con los más desfavorecidos por la vida y siempre lo he asociado con la responsabilidad social, porque me ha gustado jugar con la palabra en sí, reinterpretando la responsabilidad como “respuestabilidad” a través de dos principios muy claros: el conocimiento y la libertad. Conocimiento, como capacidad para comprender lo que está pasando, lo que estoy viendo y, sobre, todo lo que me está afectando, palabra esta última que me encanta señalar y resaltar, porque resume muy bien la dialéctica entre sentimientos y emociones, fundamentalmente por su propia intensidad en la afectación que es la forma de calificar la vida afectiva. Libertad, para decidir siempre, hábito que será lo más consuetudinario que jamás podamos soñar, porque desde que tenemos lo que he llamado a veces “uso de razón científica”, nos pasamos toda la vida decidiendo. Cuando tienes la “suerte” de conocer las interioridades del dilema al escribir, ya no eres prisionero de la existencia.

– En tercer lugar, porque me transforma y renueva continuamente el alma, porque podemos escribir la historia mejor y jamás contada pero, si le falta alma, no es nada (2), cuestión que tomó vida especial cuando publiqué el año pasado los libros que recopilaban de forma ordenada los post publicados desde 2005: “Esto me ha pasado a mí. Me he enamorado de mis libros y estoy viviendo esos momentos en los que mi alma está pendiente de todo, para que no falte nada a las personas que quieres y a las desconocidas que van a captar esos sentimientos y emociones que adornan siempre la inteligencia conectiva que escribe, que se expresa desde dentro de cada autor, siendo Internet un medio poderoso y lleno de recursos para difundir este momento mágico, dando la razón a San Agustín cuando escribía en un perfecto latín un constructo que me ha acompañado siempre: bonum est diffusivum sui (el bien, se difunde a sí mismo). O lo que es lo mismo: la buena literatura, escrita con alma, se difunde a sí misma. Todavía más, con la ayuda de las tecnologías y sistemas de información, porque se construye y difunde con la inteligencia digital, cada día más al alcance de muchas personas que saben qué es escribir con el alma de la pasión.

En definitiva, escribo porque a través de la acción celular (noosférica) del blog, alternativa y creadora, el alma se puede hacer visible mediante teoría crítica, con utilización plena de la inteligencia digital. Aunque lo que está alojado en la persona de secreto no se publique porque está en la memoria del hipocampo cerebral que solo susurra sentimientos y emociones a la persona de todos, que no suele pregonarlo a los cuatro vientos. Ese es el encanto de un blog, su alma: la trazabilidad histórica de lo que elabora día a día la inteligencia humana, en un ámbito digital por supuesto, sin más límite que la libertad. Es lo que afirma Baz Stone: “La mayor parte de la información no se publica; está en la mente de las personas”. Mejor todavía: sigue en la mente de millones de personas para ofrecerla democráticamente a la sociedad que la recibe en casi doscientos millones de blogs. Su futuro llegó para quedarse.

Sevilla, 21/X/2015

(1) Jiménez Cano, Rosa (2015, 20 de octubre). «La mayor parte de la información no se publica; está en la mente de las personas”. El País.com.
(2) Escribir con el alma: https://joseantoniocobena.com/2014/03/26/escribir-con-el-alma/

Ideología, ¿por qué te vas?

Tengo asociada esta pregunta a la escena de Cría cuervos, excelente película de Carlos Saura, que se estrenó el año que murió Franco, en la que Ana (Ana Torrent) la bailaba con sus hermanas. Es probable que los censores no comprendieran el trasfondo de la película que jugaba con el retrato político de España en esos momentos. La he recordado hoy al conocer la investigación científica que se ha desarrollado por la Universidad de Washington en la que se ha descubierto que los cuervos aprenden cuando a un miembro de su especie no le van bien las cosas: “La presencia del cuervo muerto podía decir a los otros pájaros que un lugar es peligroso y debería visitarse con precaución. Los graznidos ruidosos que emiten los pájaros podrían ser una forma de compartir información con el resto del grupo”.

Me ha parecido una metáfora que se puede aplicar a las personas y sus creencias políticas que se ausentan de nuestras vidas y de nuestros proyectos vitales e ideológicos, donde nadie es imprescindible, aunque a veces sí necesarios, porque los seres humanos pertenecemos a ese club selecto de atención a lo que ocurre alrededor de la muerte y sólo nosotros sabemos qué ocurre cuando desaparecen las ideologías. Deberíamos aprender de esta situación y de sus circunstancias, por qué no están, por qué se fueron o los echaron, por qué les corrompió la política y murieron para la decencia y la dignidad y por qué no dejan pasar a personas más jóvenes, más dignas, que saben cambiar las cosas en este momento en el que hay muchas cosas que cambiar. Así podríamos compartir la información veraz con los miembros de nuestros grupos humanos más queridos, para no volver a pisar caminos que no se deben andar.

Cualquier parecido de esta reflexión política con la realidad actual, no es como en el cine pura coincidencia. Aunque recuerde ahora a Carlos Saura escuchando esta canción de Jeannette como telón de fondo de una situación de España que como a él, en 1975, me agrada cada vez menos. Es la ideología, pero ¿por qué se va?

Sevilla, 20/X/2015

El deber de nuestros deberes, según Saramago

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http://www.prospectivadelmundo.unam.mx/beta/

“Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra. Con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo pueda ser un poco mejor”.

Palabras extraídas del brindis de Jose Saramago, en la entrega del Premio Nobel

Llama la atención la noticia que ha recorrido la noosfera en un país tan sacudido por la corrupción y la violencia: “La Universidad Autónoma de México (UNAM) alumbró este jueves [15 de octubre] el primer boceto de la Carta de los Deberes y Obligaciones del Ser Humano. Retomando la llamada de José Saramago a la acción y la defensa de los derechos humanos por parte de la ciudadanía, un grupo de académicos e intelectuales redactó lo que pretende ser una nueva declaración programática que reactualice el significado de conceptos como dignidad, justicia o igualdad en un mundo globalizado” (1). Este proyecto nace bajo el auspicio y el apoyo de la Fundación Saramago, el centro de estudios World Future Society y la UNAM.

Pilar del Río, compañera inseparable del escritor había explicado ya el pasado 26 de junio, en un acto que se celebró en la Biblioteca Vasconcelos en México D.F., que “la idea de Saramago de elaborar una Carta de deberes humanos semejante a la Declaración universal de los derechos humanos, surgió en México a partir de la exposición La consistencia de los sueños, que se exhibió en 2011 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, de la Universidad Nacional Autónoma de México”.

El pasado 15 de junio escribí un artículo sobre este asunto transcendental en este cuaderno digital, Saramago y los deberes humanos, con motivo del quinto aniversario de su fallecimiento en Tías (Lanzarote). Vuelvo a reproducirlo porque mantiene la frescura del día que se publicó, alegrándome que la gran malla humana de Internet se haga eco de sus palabras en el brindis oficial en la entrega del Premio Nobel en 1998.

Recomiendo visitar la siguiente dirección web: http://www.prospectivadelmundo.unam.mx/beta/ porque se puede comprender muy bien el grado de avance de este proyecto de Carta de los Deberes y Obligaciones del Ser Humano, verdaderamente encomiable, que se presentó en el citado acto de 15 de octubre por parte de Patricia Aguilar Mendizábal, subdirectora de Producción de TV UNAM, donde pueden consultarse las ponencias y argumentos debatidos hasta ahora.

Sevilla, 18/X/2015

(1) Pérez, D.M. (2015, 16 de octubre). México alumbra la Carta de Deberes y Obligaciones del Hombre. El País.com.

Saramago y los deberes humanos

jose-saramago
En Tías, un pueblo canario querido por él y por mí,
murió como del rayo José Saramago,
a quien tanto respeto…

Hoy hace cinco años que falleció Jose Saramago. Este cuaderno es un homenaje permanente a él, sin que necesite días especiales o dedicados, tal y como lo expresé en mi declaración de principios cuando iniciaba una andadura digital que en diciembre cumplirá diez años: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma “Seis propuestas para el próximo milenio”: “…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”. El secreto de este recuerdo permanente y vivo está en navegar hacia islas desconocidas de deberes humanos, a los que dedicó gran parte de su obra.

Fue en su brindis de la cena de la Academia sueca, en 1998, después de la ceremonia oficial en la que recibió el Premio Nobel de Literatura, cuando propuso crear la Declaración Universal de los Deberes Humanos: “Este medio siglo no parece que los gobiernos hayan hecho por los derechos humanos todo aquello a lo que moralmente estaban obligados. Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica Humanidad, capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de sus rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante”.

Habría que recordarle hoy y siempre por estas palabras. Injusticias, desigualdades, ignorancia y miseria se extienden como la mancha de aceite y, lo que es peor, dándonos cuenta de ello. Saramago contemplará desde donde quiera que esté, probablemente en muchas personas de secreto, que necesitamos gobiernos en España, Comunidades Autónomas y Municipios que firmen declaraciones de deberes humanos como programa de gobierno para hacer la vida más amable para todos.

Reproduzco a continuación el texto completo del brindis. Creo que es la mejor forma de recordarlo de forma activa como a él le gustaba, tomando la palabra que aún nos queda:

“Se cumplen exactamente 50 años de la firma de la Declaración de los Derechos Humanos. No han faltado conmemoraciones de esta efeméride. Sabiéndose, sin embargo, cómo la atención se cansa cuando las circunstancias le piden que se ocupe de asuntos serios, no es arriesgado prever que el interés público por este asunto comience a disminuir a partir de mañana mismo. Nada tengo contra estos actos conmemorativos, yo mismo he contribuido a ellos, modestamente, con algunas palabras. Y puesto que la fecha lo pide y la ocasión no lo desaconseja, permítaseme que diga aquí unas cuantas más. Este medio siglo no parece que los gobiernos hayan hecho por los derechos humanos todo aquello a lo que moralmente estaban obligados. Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica Humanidad, capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de sus rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante.

Alguien no está cumpliendo con su deber. No lo están cumpliendo los gobiernos, porque no saben, porque no pueden, o porque no quieren. O porque no se lo permiten aquéllos que efectivamente gobiernan el mundo, las multinacionales y plurinacionales cuyo poder, absolutamente no democrático, ha reducido a casi nada lo que todavía quedaba del ideal de la democracia. Pero tampoco estamos cumpliendo con nuestro deber los ciudadanos que somos. Pensemos que ninguno de los derechos humanos podría subsistir sin la simetría de los deberes que les corresponden, y no es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no hicieron en éstos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra. Con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo pueda ser un poco mejor.

No olvido los agradecimientos. En Fráncfort, el día 8 de octubre, las primeras palabras que pronuncié fueron para agradecer a la Academia Sueca la concesión del Premio Nobel de Literatura. Di las gracias también a mis editores, a mis traductores y a mis lectores. A todos les vuelvo a dar las gracias. Y ahora también a los escritores portugueses y de lengua portuguesa, a los del pasado y a los de hoy; por ellos nuestras literaturas existen, yo soy sólo uno más que se les vino a unir. Dije aquel día que no nací para esto, pero esto me fue dado. Gracias, por tanto”.

Sevilla, 18/VI/2015

Cuaderno en clave / 6. Cuando un piano y un violín se llaman “sueño”

Estoy recuperando para este cuaderno, en mi memoria de hipocampo, palabras recientes relacionadas con la música y he recordado unas especiales que se complementan ahora con la aproximación al violín, un instrumento maravilloso que me ha enseñado cómo es su soportable levedad de ser. Aprender a tocar el piano y el violín, dos sueños ya muy lejanos en el tiempo de vivir, se han cruzado en un camino que he iniciado recientemente, en una encrucijada que tanto admiro: la que aprendí un día de José Ferrater Mora, cuando me encontré en una muy especial y sólo sabía que no sabía lo importante que era cambiar lo superficial, lo profundo, el modo de pensar, aunque todo cambia en este mundo, cuando lo que tienes que escoger para cambiar se llama Persona, Naturaleza, Sociedad o algún Dios.

Mutatis mutandis o en roman paladino, cual suele cada hombre fablar a su vecino (Berceo), cambiando lo que haya que cambiar, mi violín también es un sueño, que suena con mis manos que siguen trayendo viejas señales, que son las de ahora, no las antes, aquellas manos de juventud. Es un sueño expresar lo que pueda de mí mismo con las de ahora, en el piano y el violín, porque… no me avergüenzan los sentimientos. Lo aprendí también de Benedetti: si los sueños y ensueños/son como ritos/el primero que vuelve/siempre es el mismo. Como me ocurre en estos días, sin volverme otro, a través de mis manos de ahora, no las de antes.

Sevilla, 17/X/2015

Un piano llamado sueño

En las manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes

doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento

Mario Benedetti, Señales

Érase una vez un piano que no sonaba en los últimos trece años. Un día, pasado su silencio sonoro, alguien abrió la tapa del teclado, retiró el paño rojo que cubría las 88 notas y unas manos, que siempre traían viejas señales, manos de ahora no las de antes, comenzaron a pulsarlas de nuevo emitiendo sonidos de partituras especiales.

Aquella situación de silencio era una verdadera sinfonía para un sueño. Lo importante ahora era saber esperar a que un día esas manos den lo que puedan, porque no se avergüenzan del sentimiento, que se debe escuchar siempre mucho más fuerte que el viento.

Schumann, Albinoni y Mozart dejaron sus partituras en ese atril de los sueños, con mensajes confidenciales: el amor sabe esperar siempre y la música sabe llevar entre algodones determinados caminos de inteligencia emocional.

Escucharon con atención reverencial una forma diferente de interpretarlas. Aquellas manos tenían que tocar una y mil veces notas complejas, pero todo sería posible si esas manos tenían claro que eran dedos de ahora, preparados para acariciar notas que un día se escribieron como señales para tocar solo en un piano que se llamara sueño.

Sevilla, 13/VII/2015

Cuaderno en clave / 5. La música es bella

Incorporo a este cuaderno actual una página arrancada a este blog que escribí el 25 de abril de 2012, La inteligencia es bella (II). Me parece que resume muy bien la belleza de la música a la que se incorporan imágenes igualmente bellas y que estoy obligatoriamente obligado a entenderla así, sin paliativos, en estos días de aprendizaje. También me gustó mucho su brevedad, aunque prefiero seguir escuchando a Mozart en su maravilloso adagio del Concierto para piano, número 23 (K. 488), sin fijar más límite en el tiempo que el de la necesidad, no despreciando nunca el azar.

Vuelvo a descubrir el potencial que nos ofrece algo que no está afortunadamente en el mercado, que insiste todos los días en convertirla en mercancía: la inteligencia humana, que es bella, tal y como explico en esa página escrita en 2012: “El 20 de marzo de 2011 recordé en este cuaderno de bitácora que cualquier momento de la vida puede ser bello, en la clave que siempre vuelvo a leer en mi memoria de hipocampo, “recordando mensajes que aprendí del guion de la película interpretada por Benigni, La vida es bella, leído por mí en bastantes ocasiones. Me ayudó a comprender también que la inteligencia es bella, cuando ayuda a resolver problemas del día a día. Guido Orefice o Roberto Benigni, tanto monta-monta tanto, el protagonista, explicaba bien cómo podíamos ser inteligentes al soñar en proyectos: poniendo (creando) una librería, leyendo a Schopenhauer por su canto a la voluntad como motor de la vida y sabiendo distinguir el norte del sur. También, porque cuidaba de forma impecable la amistad con su amigo Ferruccio, tapicero y poeta. Hasta el último momento”.

Ahora estoy viviendo esta experiencia de mi inteligencia presente en 68 años de vida, cuando pongo las manos sobre el teclado del piano o sobre el violín y el arco. Indudablemente…, junto a la música, son bellas.

Sevilla, 16/X/2015

Cuaderno en clave / 4. La soportable levedad del violín

VIOLIN ODEON

Ha sido un descubrimiento especial. Mi violín Odeon, de estudio, con el que he comenzado las clases de este curso, es una maravillosa caja de sorpresas o de sueños, según se contemple, aunque lo que más me llama la atención es su levedad cuando lo tengo en mis manos. La historia le ha sustraído peso, sabiamente, en la clave que aprendí un día de Ítalo Calvino: “he tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes, a las ciudades; he tratado, sobre todo, de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje” (1). Como él, doy un gran valor a la levedad, aunque junto a Kundera, en su obra “La insoportable levedad del ser”, tenga que admitir la realidad de la Ineluctable Pesadez del Vivir, como condición humana que nos es común, porque estamos rodeados de constricciones públicas y privadas que terminan por envolver toda existencia.

Abrir el estuche que contiene el violín se ha convertido en un rito mágico. Estas maniobras de aproximación a un instrumento musical tan valioso, suponen el punto de partida del aprendizaje que he iniciado. Coger el violín con sumo cuidado, situarlo de forma correcta bajo el mentón, con ayuda de la almohadilla ad-hoc, sujetarlo con la mano izquierda liberando los cuatro dedos que oprimirán las cuerdas que se ordenan en un determinado formato en la partitura y tensar adecuadamente las crines del arco para frotarlas con la técnica y el arte que tengo que aprender, supone un rito fascinante.

He iniciado un viaje apasionante hacia una parte importante de mi vida, recuperando el tiempo que necesitaba para expresarme a través de la música. Sé que el camino que queda por recorrer es muy largo, pero es importante asumir la realidad del aprendizaje de la técnica necesaria para interpretar la música a través del violín y del piano, en un viaje simultáneo. Su levedad me permitirá comprender la Ineluctable Pesadez de Tocar, porque ahora es una constricción de vivir cerca de un instrumento íntimo, como lo he comprendido en la lectura apasionada de los primeros capítulos de un libro iniciático, El violín interior (2), que me ha acercado de forma consciente a este instrumento, tan complejo a pesar de su soportable levedad.

Sevilla, 14/X/2015

(1) Calvino, Ítalo (1989). Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Siruela.
(2) Hoppenot, Dominique (2000). El violín interior. Madrid: Real Musical.

Cuaderno en clave / 3. El barroco tiene una clave bien temperada


Preludio I, Libro I, de «El Clave bien temperado» de J.S.Bach. Nicolás Gazzano

Incorporo a este cuaderno un ejercicio de la última clase de piano, en la que teníamos que hacer una reflexión libre sobre la relación del barroco con Bach. Me animó a publicarlo mi profesora, que tanta pasión pone en su trabajo y en la forma de entender la música. Pensó en la excelsa obra de Bach “El clave bien temperado” para explicarnos el esplendor del barroco, sin habernos dicho nada de esta reflexión antes de entregar el trabajo. Feliz coincidencia.

MONOGRAMA BACH
Monograma de Bach

Sin lugar a dudas el barroco es un periodo excelso en la historia de la música. Pero tiene un compositor por excelencia que resume en fondo y forma los valores de este movimiento: Johann Sebastian Bach (Eisenach, 1685 – Leipzig, 1750), que según Beethoven no debería haberse llamado Bach (Arroyo), sino Mar, por sus más de mil composiciones, su capacidad creativa en un tiempo de transición musical y una prolífica familia que ha dignificado la música.

Quizá sea su obra “El clave bien temperado”, cuyo título de 79 palabras muestra señas de identidad de la época en que fue compuesta, la que nos puede mostrar de forma explícita los grandes valores que encierra y que muestran el discreto encanto del barroco. Decía el doctor Albert Schweitzer que “el efecto impresionante que produce esta obra no es causado por su forma, ni por la estructura de sus piezas, sino por el concepto del mundo que en ellas se refleja… Ninguna obra, mejor que El clave bien temperado, nos revela tan patentemente el hecho de que Bach entendía el arte como una religión” (1). Sus cuarenta y ocho preludios y fugas suponen un muestrario artístico para compositores e intérpretes que todavía consideran hoy esta obra como el pan cotidiano de toda persona que se aproxime al piano, tal y como lo entendió Schumann.

La obra de Bach se puede dividir en tres grandes períodos bien diferenciados, marcados por las influencias y la asimilación de los estilos musicales del barroco. El primer período, el de aprendizaje y estudio, va desde 1700 hasta 1713, estando ya en Weimar. En este período, que está centrado en la música para clave y órgano y cantatas sacras, asimila y supera la música alemana del siglo XVII y principios del XVIII en el ámbito instrumental y vocal religioso. El segundo período, el de maestría, empieza en 1713, en Weimar, y acaba en 1740, afincado ya en Leipzig. En este período, después de haber asimilado y superado completamente el estilo alemán del periodo anterior, a partir de 1713 asimila y es influido por la música italiana de finales del siglo XVII y primer cuarto del siglo XVIII, cuando, cogiendo y sintetizando las características del estilo italiano (claridad melódica y dinamismo rítmico) y del estilo alemán (sobriedad, contrapunto complejo y textura interna), logra hacer su estilo personal inconfundible, adaptable perfectamente a todos los géneros y formas de su tiempo menos el género de la ópera.

El último período de su música va desde la publicación de Clavier-Übung III en 1739 y acaba con la muerte del compositor en 1750, componiendo El arte de la fuga. En este período, se centra significativamente en la música instrumental, como haría más adelante Beethoven, y su estilo personal se vuelve más contrapuntístico, con una leve influencia de la nueva música galante naciente en aquellos momentos (2).

Su gran pasión fue la enseñanza musical, representada de forma especial en El clave bien temperado, donde el papel del instrumento preferido, el clave, ocupa un lugar especial, sin dejar atrás los seis complementarios: el órgano, las cuerdas, el violín y las flautas (dulce y travesera), la voz humana y el coro. Una de las mejores representaciones de la enseñanza que preconizó de forma especial Bach, se encuentra en un cuadro extraordinario de Vermeer, La lección de música, donde se contempla un virginal que toca una joven, en el que figura una inscripción en su tapa, tan del gusto del barroco: Musica laetitiae comes, medicina dolorum (La música es compañera en la alegría y medicina para el dolor), que era todo un programa didáctico para los que deseaban aprender a tocar un instrumento tan completo como el clave y su proyección majestuosa en el órgano.

TITULO CBT BACH
Portada de “El clave bien temperado”, con el título de 79 palabras…

¿Qué significa el temperamento bien afinado?: “… se refiere al tipo de afinación de los instrumentos musicales, incluida la voz humana. Las primeras formas de afinación eran las pitagóricas (o las de Aristógenes), en que la escala se dividía en doce partes desiguales matemáticamente perfectas por la regla de 3:2. Pero esos instrumentos sólo permitían ejecutar obras muy sencillas en una sola tonalidad, ya que en otras tonalidades sonaban terriblemente desafinadas (se generaban desagradables armónicos). Con el paso de los siglos, los instrumentistas trataron gradualmente de destemplar algunos intervalos de la escala (especialmente el tercer grado), para permitir que una obra se pudiera tocar en otras tonalidades (para facilidad de los cantantes). El «temperamento bueno» fue el que en la época de Bach permitió en mayor grado esa capacidad de ejecución en muchas tonalidades. Aunque el «temperamento bueno» es una evidente mejora barroca a la afinación griega antigua, de todos modos, para un oído moderno, las obras se siguen oyendo claramente desafinadas” (3).

Esta obra colosal nos muestra una aportación grandiosa del barroco: la música, tal y como la conocemos hoy, ha sido capaz de comprenderse a sí misma a través de 21 sonidos diferentes que permiten tocar una escala musical y así sigue expresándose contemplando también los siete semitonos ascendentes (sostenidos) y sus siete semitonos descendentes (bemoles). ¿Por qué, entonces, utilizamos una escala limitada a doce sonidos cuando es posible obtener veintiuno? Por una razón simple, casi banal: la necesidad práctica de adaptar el teclado a las dimensiones y anatomía de una mano humana, ya que de otra manera no podríamos tocarlo (4).

Musica laetitiae comes, medicina dolorum. Efectivamente, la música está cerca de la alegría, pero en la dialéctica de la vida siempre está también cerca del dolor, de la tristeza, fiel reflejo de la complejidad de la vida. Así lo siguen reflejando hoy día en este tipo de instrumentos barrocos los artesanos holandeses que fabrican los diferentes modelos de cuerda pulsada con una púa de pluma de ganso, de cuervo o cóndor (llamada plectro), según el patrón artístico reflejado por Vermeer. Para que valoremos las aportaciones de la dialéctica de la razón de la razón y de la razón del corazón a través de la música, tal y como nos lo enseñó Bach. Una clave… bien temperada en un periodo excelso: el barroco.

Sevilla, 13/X/2015

(1) Brendel, Albert (2013). De la A a la Z de un pianista. Un libro para amantes del piano. Barcelona: Acantilado (1ª ed.), p. 21.
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Sebastian_Bach
(3) https://es.wikipedia.org/wiki/El_clave_bien_temperado
(4) http://enriquearenz.com.ar/juan-sebastian-bach-y-su-obra-el-clave-bien-temperado/

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