
Sevilla, 27/II/2021
Andalucía, ya se sabe, es el Norte de España; pero no la busquéis en parte alguna, porque no estará allí. Andalucía es un sueño que varios andaluces llevamos dentro.
Luis Cernuda (Sevilla, 1902 – Ciudad de México, 1963), en José Moreno Villa o los andaluces en España.
Este país es muy dado a entregar medallas, situación en la que salvando lo que haya que salvar, no suelen estar todos los que son ni probablemente, en determinadas ocasiones, son todos los que están. Tengo que reconocer que las medallas, al igual que la música militar, nunca me supieron levantar y todavía recuerdo como si fuera ayer, el grito unánime «Te damos una medalla con tal de que te vayas», que repetíamos sin cesar en una manifestación en los años finales de la dictadura franquista, prohibida por supuesto, contra un prócer de la sociedad sevillana. En este contexto, me he acordado especialmente de los nadies en Andalucía, tan lejos de medallas, a los que dedicó el poeta uruguayo Eduardo Galeano unas palabras hermosas en un poema profundo, Los nadies, como reconocimiento a su ausencia de todos los merecidos reconocimientos humanos y sencillos que tendrían que tener en el mundo actual:
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies que cuestan menos que la bala que los mata.
En este momento tan difícil de la pandemia, quiero hacer una mención especial a todas las personas que lo están pasando mal en Andalucía por la enfermedad, familiares y amigos incluidos; a todos los profesionales públicos en salud y enfermedad que prestan sus servicios esenciales, durante la pandemia, cuidando y protegiendo el interés general de la ciudadanía, que no recibirán «medalla» alguna, pero que se merecen todo nuestro reconocimiento en alta disponibilidad, las veinticuatro horas del día y, obviamente, a los que por su situación de pobreza extrema están afectados ahora doblemente por un doble virus, el del coronavirus y el de la desigualdad, como bien lo ha expresado el informe de Oxfam Internacional, de enero de 2021, El virus de la desigualdad. Cómo recomponer un mundo devastado por el coronavirus a través de una economía equitativa, justa y sostenible: “La actual crisis ha puesto al descubierto nuestra fragilidad colectiva, así como la incapacidad de nuestra economía, profundamente desigual, de beneficiar al conjunto de la sociedad. No obstante, también nos ha enseñado que la acción de los Gobiernos es vital para proteger nuestra salud y nuestros medios de vida. De repente, se ha demostrado que es posible poner en marcha políticas transformadoras que antes de la crisis eran impensables. No hay vuelta atrás. No podemos volver a donde estábamos. En lugar de ello, la ciudadanía y los Gobiernos deben responder a la urgente necesidad de construir un mundo más justo y sostenible”.
Concretamente, en Andalucía, la situación es la siguiente según la ha facilitado también un informe de la citada Organización, Superar la pandemia, reducir la desigualdad. Cómo hacer frente a la crisis sin repetir errores, en relación con la pobreza relativa en nuestro país:

Los datos son escalofriantes: antes de la COVID-19 el porcentaje de pobreza relativa en Andalucía era del 31% del total de la población, exactamente afectaba a 2.643.858 personas, incrementándose en 271.467 personas después de la primera ola, sumando en la actualidad casi tres millones de personas, es decir, un total de 2.915.325. Estos datos tienen bastante que ver con los recogidos en el informe de la EAPN (European Anti Poverty Network), en su sección de España, publicado en julio de 2020 con un título sobrecogedor, El paisaje del abandono. La pobreza severa en España, contemplando unas conclusiones generalistas que son aplicables en su totalidad a la situación de Andalucía, con un matiz diferenciador, la pobreza severa, que agrava la situación actual en España y, obviamente, en nuestra Comunidad.
Entresaco de las citadas conclusiones las que considero de mayor interés, aunque referidas en el estudio a 2018 pero con el tratamiento de aproximación a la realidad actual por la pandemia al haber sido publicado en julio de 2020, recomendando -como hago siempre- la consulta directa del documento para salvar la objetividad y veracidad del dato que tratamos:
1. En 2018, el 9,2 % de la población total, es decir, unos 4,29 millones de personas, están en pobreza severa. Si en el año 2008 había un total de 3,41 millones de personas en pobreza severa, en la actualidad, entonces, hay unas 880.000 personas más [por la pandemia] que al inicio del período. El impacto negativo del coronavirus, sin precedentes en la economía española, obliga a considerarlos como un mínimo.
2. En términos territoriales, destacan las altas cifras de Canarias, Región de Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, con porcentajes que oscilan entre el 13 % y el 16 % del total de su población. En valores absolutos, Andalucía agrupa a algo más de 1,1 millones de personas en pobreza severa; le siguen la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Cataluña con cifras entre 420.000 y 510.000 personas.
3. No hay diferencias por sexo, y la pobreza severa es más elevada entre los niños, niñas y adolescentes (NNA), y los adultos jóvenes. Por una parte, el 12,4 % de las personas de 18 años o menos están en pobreza severa, cifra que contrasta con el 9,7 % entre las personas adultas y el 4,3 % entre aquellas de 65 o más años.
4. La tasa de pobreza severa para las personas españolas es del 7 %, del 25,4 % para las provenientes del resto de países de la UE, y del 28,2 % para aquellas cuyo origen son países exteriores a la Unión Europea. Estas cifras no significan que la mayoría de las personas que están en pobreza severa sean extranjeras; por el contrario, el 74,1 % son españolas.
5. El 5,4 % de las personas ocupadas está en pobreza severa —unas 100.000 personas—. . La mera existencia de este valor muestra la escasa calidad de algunos empleos. Por otra parte, una de cada cuatro personas en paro (24,5 %) también está en pobreza severa. Por otra parte, el 30,3 % de las personas en pobreza severa que tienen más de 15 años tienen un empleo. Cuando se trata de luchar contra la pobreza, es cierto que para no ser pobre hay que tener un trabajo, pero la inversa es falsa: se puede conseguir un trabajo y ser pobre e, incluso, trabajar y ser muy pobre.
6. Respecto a la calidad de la vivienda se analizan la disponibilidad de luz natural, la falta de espacio en la vivienda, la capacidad para sustituir los muebles viejos o estropeados, la capacidad para mantener la vivienda con una temperatura adecuada y la existencia de goteras, humedades o podredumbre. Todos estos problemas afectan a porcentajes de población en pobreza severa que pueden llegar a ser hasta siete veces más elevados que los medidos entre el resto de la población.
7. La pobreza severa tiene consecuencias enormes sobre la vida de las personas y limita seriamente su capacidad de integración social. Por otra parte, estas consecuencias se han incrementado notablemente en estos años.
8. El análisis de género muestra una gran igualdad para la mayoría de las variables estudiadas, y una tendencia clara a un mayor porcentaje de hombres que de mujeres en pobreza severa en el resto de las variables. Éstos datos contrastan con lo que muestran los datos sobre tasas de riesgo de pobreza, en los cuales la situación es la inversa y las tasas de mujeres tienden a ser más elevadas. En este sentido, cuando se trata de analizar la pobreza severa, las mujeres parecen resistir mejor su desplazamiento a las situaciones más extremas.
9. El último capítulo se dedica a definir a partir de los datos un perfil de las personas en pobreza severa, que resulta muy distinto al que se intenta imponer desde determinados centros de interés. De los datos objetivos se desprende que la gran mayoría de la población en pobreza severa está constituida por personas españolas, muchas de ellas con un nivel educativo medio o alto, en todo caso, más que suficiente para obtener un empleo digno, y, además, con trabajo. En otras palabras, son personas que han hecho los deberes pero que permanecen encerradas en una estructura social que no les permite desarrollarse.
Llegados a este punto es importante señalar qué ha supuesto una medida del Gobierno actual en relación con la pobreza relativa y severa de este país, entre otras de indudable repercusión social, ERTES, subsidios y demás. Me refiero en concreto al Ingreso Mínimo Vital (IMV), que viene a aliviar esta situación descrita anteriormente y que según el informe del Ministro de Inclusión y Seguridad Social, en su comparecencia en el Congreso en diciembre de 2020, su grado de ejecución era el siguiente: en los seis primeros meses desde su aprobación legal se habían recibido en el Ministerio más de un millón de solicitudes, de las cuales se han aprobado casi quinientas mil que afectaban a unos 160.000 hogares, resultado beneficiados menores hasta un 47% del total anterior. El gasto hasta final de año se había elevado a 508 millones de euros.

Siendo cierto y objetivo lo anteriormente expuesto, es importante resaltar una última reflexión recogida en el informe de Oxfam, Superar la pandemia, reducir la desigualdad. Cómo hacer frente a la crisis sin repetir errores, citado anteriormente y presentado en enero de este año: “Pese a su anuncio en primavera [de 2020], el Ingreso Mínimo Vital ha tenido un impacto limitado en la reducción de la desigualdad en España. A las dificultades de su implementación se añade el bajo porcentaje de potenciales beneficiarios que han podido acceder a este tipo de protección. Según estimaciones del ministro, a finales de 2020 sólo 160.000 hogares, de los 850.000 previstos, accedieron a esta ayuda. De haberse desarrollado en su totalidad durante el segundo semestre del año, el Ingreso Mínimo Vital habría reducido en 0,5 puntos el índice de Gini, salvando de la pobreza a 277.000 personas, y reduciendo la pobreza severa en 230.000 personas”. Es interesante, igualmente, repasar una a una las recomendaciones últimas del Informe, porque contribuyen a construir una sociedad mejor en nuestro país.
Mediante estas palabras he querido rendir un homenaje de denuncia activa ante los Gobiernos correspondientes del Estado y Comunidades Autónomas, sobre la dura realidad de los nadies de este país. de esta tierra, en el Día de Andalucía, que nos recordaba Galeano que existen en cualquier lugar del mundo actual: los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados y muriendo la vida:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
O en las estadísticas oficiales, sin valor alguno para muchas personas que deciden cómo, cuándo y por qué se puede ser feliz en esta tierra, aunque así lo creía Stefan Zweig la primera vez que puso su pie en Sevilla. O cuando nuestro querido poeta Luis Cernuda, escribía de forma prodigiosa una frase que no olvido nunca: “Andalucía, ya se sabe, es el Norte de España; pero no la busquéis en parte alguna, porque no estará allí. Andalucía es un sueño que varios andaluces llevamos dentro”.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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