Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles
Adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes
He conocido hoy una experiencia apasionante en la vida profesional de Mar Vaquero, ingeniera de control de trayectoria de la sonda Cassini de la NASA (1). Recomiendo la lectura completa de este artículo, porque es ejemplarizante. En los tiempos modernos y convulsos que vivimos en nuestro país y en nuestra Comunidad, con el drama galopante del paro, he recordado las palabras del cardiólogo Valentín Fuster, también residente durante muchos años en América, que pronunció en 2013 durante una visita a España: “Yo puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en España. Pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…” o lo que es lo mismo, puedo estar hablando todo el rato del desastre que hay en Andalucía, pero igual podemos sacar unos minutos para saber si algo funciona…. Y comprobaremos que es verdad, que funcionan muchas cosas que aparentemente son de otro mundo pero que gracias a una española contribuimos a dignificar el país en la meca de la ciencia.
La aventura espacial en la que colabora Mar Vaquero tiene fecha de caducidad, el 11 de septiembre de 2017, fecha en la que Cassini realizará su último acercamiento a Titán: “Pasará a 118.745 kilómetros de la luna, una distancia suficiente como para que su gravedad desvíe su rumbo hacia la atmósfera de Saturno, a la que llegará cuatro días después, y todo si usar los motores, explica Vaquero. Se espera que pueda transmitir datos a la Tierra durante uno o dos minutos antes de quedar destrozada”. Lo sorprendente es que el día después, “Vaquero comenzará a trabajar en su próximo proyecto: diseñar la ruta más eficiente para llevar un robot de exploración a la superficie de Europa, la luna de Júpiter donde también es posible que haya vida extraterrestre”. Es un ejemplo vivo de que el mundo sólo tiene interés hacia adelante.
No quería dejar pasar sin pena ni gloria esta noticia, una realidad positiva extraordinaria de la que se debe hablar, en un mar proceloso de situaciones sangrantes a escala mundial, además con especial énfasis en este país después de días de corrupción y desasosiego político en la estabilidad democrática que tanto necesitamos defender. Obviamente, Mar Vaquero es una bocanada de aire fresco para reflexionar qué significa el esfuerzo personal y la emigración de la inteligencia científica española más allá de nuestras fronteras y con escasa probabilidades de que regresen personas que como Mar aportan tanto a la humanidad.
Afortunadamente, Mar Vaquero ya no es una figura oculta en la NASA, sino una profesional imprescindible, en el sentido que utilizaba Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes, tal y como lo comentaba en un artículo reciente sobre la película Figuras ocultas, excelente, trayéndome a la memoria de secreto la vida de personas que están en el anonimato más terco y que son imprescindibles ocultos gracias a su inteligencia y a su conciencia de clase. Recuerdo que en la película se resaltaba el papel estelar de tres mujeres afroamericanas, Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, que fueron pioneras en el mundo aeroespacial, gracias a su inteligencia matemática y a su conciencia de clase. Impecable en su trama, que desarrolla un guion basado en hechos reales. Las tres protagonistas trabajaron en la división segregada de cálculo en el área oeste de Langley Research Center (NASA). Gracias a los cálculos matemáticos de Katherine Johnson, el coronel John Glenn se convirtió en el primer astronauta norteamericano en hacer una órbita completa de la Tierra. Dorothy Vaughan consiguió ser la primera supervisora de los servicios de IBM en la Agencia y Mary Jackson fue la primera mujer en ser ingeniera aeroespacial de Estados Unidos.
Cuando te recuerdan esta realidad histórica ejemplarizante, tomamos conciencia del valor de los talentos ocultos, que protagonizan las realidades positivas que defendía Valentín Fuster y que están muchas veces muy cerca de nosotros. Ha llegado el momento de hacerlos visibles, porque además los necesitamos para cambiar el mundo que, como se demuestra en la película, siempre es posible. En este caso, porque el parecido de las inteligencias imprescindibles con la realidad expuesta en la película y en la experiencia de Mar Vaquero, pasando por el túnel del tiempo, no es pura coincidencia.
Sevilla, I/V/2017
(1) http://elpais.com/elpais/2017/04/28/ciencia/1493398662_665692.html