Son imprescindibles las mujeres que escriben

PALABRAS CONTRA EL OLVIDO

Creo que a María Teresa León apenas se la conoce en España, no más allá de haber compartido una larga vida con Rafael Alberti. Ayer, en la Feria del Libro de Sevilla, la vi en muchos mostradores de librerías que enseñaban sus cartas de identidad, entre las que se encontraban las portadas de varios libros de y sobre María Teresa León. Me alegré al reencontrarme con ella, haciéndose justicia al rescatarla del olvido porque creo que, al igual que el título de un libro sobre el que escribí en este cuaderno digital en 2007, las mujeres que escriben (y leen) son peligrosas imprescindibles, es más, han aportado y aportan una riqueza incuestionable a la literatura.

Conocí más de cerca a María Teresa León durante mi estancia en Roma en 1976, cuando vivía junto a Rafael Alberti en Via Garibaldi, 88, en el Trastévere, no a ella directamente sino a la persona que la cuidaba en los primeros atisbos de la enfermedad que la alejaría después del mundo real. Supe de sus viajes en tren hacia Milán, para que atendieran su situación compleja. Aun así, tengo que reconocer que solo conocía bien a Alberti, pero María Teresa fue un descubrimiento que tardé muchos años en atender y leer con el detalle y respeto que mereció siempre.

Hay una anécdota en mi historia reciente que me ha marcado mucho, porque quizá fue una forma simbólica de devolver a María Teresa León lo que este país le había robado durante muchos años, por el exilio y algo más duro todavía, el olvido. Sucedió en una gran superficie localizada en Sevilla capital. Había ofertas de libros con precios de saldo y cerca de la caja donde me situé para pagar me encontré con una torre de diez libros iguales de María Teresa León, Memorias de la melancolía, a un euro el ejemplar. Los compré todos con gran asombro de la cajera que, entre productos frescos de diverso origen, se encontró de pronto con diez libros iguales, una mercancía casi desconocida, sobre los que me pidió una sencilla explicación por aquella forma de proceder. No conocía a la autora y aproveché para explicarle quién era y la melancolía que me producía verla en aquella situación. Fue una operación rescate in extremis como pequeño homenaje de respeto y para sacarla del olvido. A día de hoy, solo conservo un ejemplar, porque los nueve restantes los regalé a personas que aprecio y que saben tratar bien a María Teresa. Es verdad, salvando las distancias obviamente, que se volvió a reproducir en mí una memoria de la melancolía.

TRECE CUENTOS

En este contexto, he leído hoy un artículo precioso, Los relatos olvidados de Luisa Carnés: exiliada republicana, escritora comprometida (1), que me ha parecido fascinante y que ha dejado al descubierto la ignorancia que tenemos en este país sobre la pléyade de mujeres escritoras que fueron silenciadas durante el régimen franquista. Me emociona conocer esta operación rescate de mujeres que escribieron maravillosamente bien, pero desde el exilio en el mayor número de casos. Luisa Carnés escribió dos obras señeras, de alto voltaje político, Tea Rooms y Trece cuentos, que por lo narrado en el artículo parecen apasionantes. Leerlas será el mejor homenaje a esta mujer, olvidada durante tantos años de desidia y desprecio a las mujeres escritoras de este país durante la posguerra y pertenecientes también a la denominada Generación del 27.

Al igual que los santos, la Feria del Libro de este año, que se clausuró ayer, tiene también su octava y este pequeño homenaje es como poner un broche de oro personal a este acontecimiento literario en esta ciudad, que tanto aportó para el controvertido descubrimiento de América y que todavía está por descubrir en su realidad actual. Mujeres escritoras, como Zenobia Camprubí, María Teresa León, Simone de Beauvoir y Luisa Carnés, entre otras muchas, merecen nuestro aprecio y respeto todos los días, porque sencillamente lo dedicamos hoy, especialmente, a sus libros.

Baste un ejemplo final de lo que escribí en 1976 sobre una mujer escritora citada anteriormente, Simone de Beauvoir, después de un análisis de su magnífica obra El segundo sexo, ignorada en España en los años de autos por su texto y contexto: “Es indudable que el análisis de Simone de Beauvoir sobre la infancia, no pasa de ser un análisis monocolor de su infancia, que era también la infancia de la época, década de los años diez y veinte del Siglo XX. Paradójicamente, acepto que muchas reflexiones de ella podrían aplicarse a décadas posteriores, donde la educación sexual (no olvidemos que es su preocupación fundamental en esta obra) ha brillado por su ausencia. Hoy, asistimos a un momento diferente, donde los jóvenes han hecho periclitar el edificio clásico de las inhibiciones y frustraciones sexuales. Bastaría citar el fenómeno registrado en Italia, con la publicación del libro “Porci con le ali”, donde Rocco y Antonia viven una experiencia sexo-política muy similar y donde el vocabulario utilizado para sus expresiones dialécticas, desde el principio y hasta el fin del libro, darían que pensar incluso a Simone. Junto a esta realidad, la formación real hoy es una formación de la calle, de los diferentes clubes, de la filmografía, donde el lenguaje desenfadado manifiesta un epifenómeno muy curioso: la insatisfacción por saturación (…). El problema radicó en que la lectura de “El segundo sexo”, a escondidas, por ser manzana prohibida, facilitó un curso acelerado de formación y de satisfacción de curiosidad, con todos los problemas que podría acarrear a las mujeres lectoras. Hoy, su obra, aporta datos de interés a nivel histórico, pero cualquier manual o revista “avanzada” abre ya los ojos a muchas realidades. Aun así, hay que reconocer la valiente realización de Simone de Beauvoir, su desesperada lucha por encontrar su libertad…” (2). También, lo que aportó a los hombres y mujeres de muchas épocas, lectores y lectoras de relatos basados en la libertad intelectual, la que amó María Teresa León, a quien tanto aprecio.

Sevilla, 29/V/2017

(1) Franch, Ignasi (2017, 28 de mayo). Los relatos olvidados de Luisa Carnés: exiliada republicana, escritora comprometida.
(2) Cobeña, J.A. (1976). La personalidad frustrada de Simone de Beauvoir. Trabajo de doctorado realizado en mayo de 1976, en Roma (sin publicar).

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