SISTEMA DE INFORMACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD
Sevilla, 16/III/2020, Día Dos
Estamos viviendo momentos difíciles en este país y el reconocimiento a los profesionales de la salud es unánime por parte de la sociedad española. Es importante que hoy afiancemos el principio de confianza en todas aquellas personas que por su profesión cuidan de nuestra salud, sin dejar ningún estamento profesional atrás, con un elogio expreso, alabando y honrando sus méritos personales y los del Sistema Nacional de Salud. Siendo esto así, estamos comprobando cómo este Sistema, en su configuración estrictamente pública, está haciendo visible ahora los últimos doce años de deterioro por la crisis económica que ha asolado las estructuras públicas del Estado de Bienestar.
No hay conexión directa con los hospitales que están sufriendo la mayor avalancha de pacientes afectados por el coronavirus, en las que no se escuchen las lamentaciones directas por parte de profesionales sobre la falta de personal y de medios materiales sanitarios junto a los específicos de seguridad ante este tipo de virus. Las carencias están aflorando por todos los sitios y gracias al esfuerzo heroico de todos los profesionales que conforman las mallas de atención a la salud en los hospitales públicos, mayoritariamente, se intentan paliar con dedicación, profesionalidad y altas dosis de generosidad.
Hago esta reflexión porque ahora se comprende mejor el boom de los seguros privados de salud y el trasvase de pacientes a la sanidad privada motivada en miles de casos por las deficiencias del Sistema Público que se ha ido descapitalizando tanto a nivel profesional como de recursos materiales y económicos. No es el momento de entrar en detalles, pero sí de reconocer que hoy nos encontramos con graves carencias porque en determinadas Comunidades Autónomas se han privatizado hospitales públicos e infraestructuras de atención a la salud por unas dudosas razones de eficacia y eficiencia profesional. Me recuerda esta situación a Diógenes de Sínope, aquel filósofo que “buscaba a un hombre”, prototipo de la escuela cínica y que estaba un día en los baños al mismo tiempo que Aristipos de Cirene, el cirenaico. Éste, al salir, cambió su vestidura purpúrea por la túnica desgarrada de Diógenes. Y cuando Diógenes se dio cuenta, se puso rabioso y de ninguna manera quiso ponerse el vestido purpúreo. ¿Por qué? En definitiva se podría observar la vanidad de Diógenes a través de los agujeros de su túnica, dejaba de ser él al vestirse de púrpura y esto constituía un grave problema de representación, cara a los espectadores. Es decir, a través de los agujeros de los trajes políticos de determinados responsables públicos que han alardeado y alardean todavía hoy de nuestra sanidad como “la joya de la corona”, se observan las graves carencias del Sistema Nacional de Salud. Cinismo en estado puro.
El Artículo 12 del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 (BOE núm. 67, de 14 de marzo de 2020), establece el marco de las medidas que se encuadran en la acción decidida del Gobierno para proteger la salud y seguridad de los ciudadanos, contener la progresión de la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública, señalando especialmente las dirigidas a reforzar el Sistema Nacional de Salud en todo el territorio nacional. De esta forma, todos los profesionales implicados ahora en el Sistema Nacional de Salud y que coadyuvan al correcto funcionamiento del mismo con motivo de esta crisis, están incluidos en el reconocimiento y elogio que mediante estas palabras deseo hacerles en estos momentos como “cuidadores de nuestra salud”, sin excepción alguna en cuanto al rango profesional se refiere, aunque el ámbito de responsabilidad sea distinto. Se lo merecen y para que una vez pasado el temporal recapacitemos todos sobre el modelo del mejor Sistema Nacional de Salud posible en beneficio siempre del interés general de salud de todos los ciudadanos. Porque la responsabilidad del citado Sistema no es solo de los dirigentes políticos de turno sino de cada persona a la hora de depositar su voto en las elecciones que corresponda. De ello depende la protección del Sistema Nacional de Salud con la contribución de todos, sin excepción alguna.
En el segundo día de confinamiento domiciliario he rescatado esta palabra, elogio, eligiendo su significado en este país que ya recogió el Diccionario de Autoridades en el siglo XVIII (RAE A 1732, p. 377,2): “Testimonio o testificación que se da de alguno, alabándole y honrando sus méritos y persona”. Así, uno a uno, una a una, elogio a cada profesional que estos días en el Sistema Nacional de Salud está cuidándonos en alta disponibilidad, 24 horas al día y 365 días al año, sin descanso. Elogio también al personal que trabaja en las farmacias «cuidando» también de nuestra salud. En estos momentos la palabra “elogio” es también un medio político inalienable para construir nuestras casas, nuestras ciudades, nuestras amistades, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestra ideología, tal y como nos lo recuerda siempre Aristóteles en un texto excelente que no olvido: “Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad” (1). Donde estamos ahora. Elogio también para todos los empleados públicos que ayudan a cumplir con lo dispuesto en el estado de alarma, sin excepción alguna.
(1) Aristóteles (2000). Política. Madrid: Biblioteca Básica Gredos, 1253 a.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.
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