DAR YASIN (AP) | 25-11-2011
El ciclista, en medio de una espesa niebla, mira a cámara mientras no detiene su avance por una de las calles de Srinagar (India)
Sevilla, 29/III/2020
Anoche, a las 24 horas, finalizó la primera quincena del estado de alarma. Han sido días muy difíciles porque la cifras de contagiados y fallecimientos a consecuencia de la pandemia se han incrementado de forma exponencial durante este periodo y hemos tomado conciencia de que estamos enfrentándonos a un peligro mundial de consecuencias incalculables.
Siendo esto así y sin quitarle un ápice de importancia, creo que tenemos que desarrollar un tejido personal y social, a modo de malla pensante que llamamos Noosfera, en el que destaque por encima de otras, una característica de las personas dignas: mirar siempre hacia adelante, porque el mundo solo tiene interés si lo comprendemos así. Recuerdo como si fuera ayer la última frase del libro “Origen y futuro del hombre”, de Josef Vital Kopp, un homenaje a cuarenta años de permanencia en algún lugar oculto de mi cerebro, después de aquella primera lectura y análisis en 1966, de meses de estudio hasta que la Autoridad competente me recomendó que no investigara tanto sobre Teilhard de Chardin, porque era una persona que había muerto como había vivido: solo, equivocado de siglo, contraviniendo las teorías de la creación, reviviendo las teorías darwinistas en una nueva interpretación de raíces dudosas acerca de la creación y la evolución de las especies, de la supervivencia humana, de la muerte y de la vida.
Desde la portada, pasando por el índice y por mis propias anotaciones, pasaron imágenes y secuencias extraordinarias para un joven de dieciocho años que había descubierto que otro mundo era posible. Y una vez más vuelvo a leer página a página al autor que interpretando a Teilhard de Chardin me llevó de la mano (creo que también de la inteligencia) a descubrir una lectura apasionante del mundo que se simboliza en la cabecera de este diario digital y que es el hilo conductor de mi vida: el mundo solo tiene interés hacia adelante (Tientsin, 1923, recogida en sus Lettres de voyage, 1923-1939).
La situación creada por el coronavirus es muy crítica, no cabe duda alguna, pero creo que debemos parar un momento la moviola de la tristeza y abatimiento para reconsiderar actitudes personales, familiares, laborales y políticas, para enfrentarnos a una realidad incontestable, pero que debe contar con la aportación que cada una, cada uno, puede poner en su realidad propia y asociada, mirando siempre hacia adelante, como he querido simbolizar a lo largo de casi quince años en este cuaderno de bitácora, como símbolo y actitud activa que aprendí hace muchos años del mensaje y del autor que da título a este blog.
Como consecuencia de lo que estamos experimentando en estos días tan difíciles de digerir a veces, ¿dónde está la receta, para comprarla o el bálsamo de Fierabrás para beberlo y curar todas las heridas actuales en el cuerpo y en la mente? Sencillamente, no existen puntos de venta de estos productos mágicos, porque la revolución de la esperanza en que vamos a salir de esta situación está en el cerebro de las personas que deciden no arredrarse ante la situación adversa y seguir mirando hacia adelante, como el ciclista de la foto, avanzando en medio de la niebla espesa, con unas luces tenues que ayudan a seguir confinados por ahora, pedaleando, viviendo, trabajando, queriendo, enfrentándose de cara a la adversidad en cualquiera de sus manifestaciones. Porque la tentación de tirar la toalla y arrojarse al mar es una situación transitoria, dejando atrás compromisos y personas que necesitan manos amigas y cerebros inteligentes que luchen día a día por vencer el miedo escénico de seguir viviendo, saliendo a cubierta para dirigir la nave del alma que todos llevamos dentro, abandonando temporalmente la contramina mental y de trabajo duro, gris, que muchas veces desarrollamos, para gritar en cubierta, a cielo abierto, que no debemos abandonar los barcos en los que cada uno está enrolado, porque las creencias merecen la pena aferrarse a ellas, en cualquiera de las cuatro vertientes que un día, también muy lejano, aprendí de un gran hombre, José Ferrater Mora, en su precioso libro El hombre en la encrucijada, que introduzco siempre en la maleta virtual de los viajes que suelo hacer en busca de islas desconocidas.
Decía Ferrater Mora que necesitamos tener creencias, que no podemos vivir sin ellas, y a lo largo de las páginas de su tesis existencial demuestra que el mundo ha evolucionado hacia adelante gracias a que nuestros antepasados y muchas personas contemporáneas han tenido y tienen creencias en cuatro ámbitos, juntas o por separado da igual, de una forma u otra, da igual, pero siempre relacionadas con las Personas, la Naturaleza, Dios/dioses o la Sociedad. Así durante muchos siglos. Nos necesitamos y juntos podemos hacer camino al andar, porque hoy no quiero dejar solo en su avance al ciclista de la foto, a las personas a las que quiero, a las creencias políticas que me siguen pidiendo que no abandonemos a los sin voz, a los que menos tienen, a los que llamamos torpes, a las personas pobres de todo: de espíritu y carne, a las personas que ejercen una política digna, a los que defienden que todos no somos iguales, a las personas que aun equivocándose están dispuestas a rectificar, a los que les preocupa el silencio de las minorías, a los que defendemos la sociedad del bienestar social, a los que quieren y desean dejar de estar intranquilos porque pierden ilusiones, dinero y puestos de trabajo, a los que tienen muy claro desde el punto de vista político que no es lo mismo trabajar por la defensa de derechos y deberes, que por la mera mercancía.
Porque la inteligencia humana, que nos une a todos y no está en el mercado libre, vence al miedo, al coronavirus actual, al dinero manipulado por el mercado, por muy poderoso caballero que sea. Es una maravillosa lección de la historia que han escrito las personas que hasta hoy nos han acompañado y acompañan en un largo viaje iniciado desde África, hace ya doscientos mil años.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.
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