Un poema especial en el Día del Libro 2021

Sevilla, 20/IV/2021

El próximo viernes, 23 de abril, se celebra a nivel internacional el Día del Libro. Sé que es una efeméride más que está muy cerca del Mercado de los Días, pero también soy consciente de que el trabajo de narrativa, poesía, ensayo, traducción, edición y así decenas de trabajos en torno al libro, tienen un precio que hay que protegerlo legalmente, reconocerlo y pagarlo. El problema radica cuando se confunde, como hace todo necio, el valor y el precio de los libros, pasando a ser una mera mercancía más en el gran bazar del mundo y en el Mercado de los Días que citaba anteriormente.

Dicho esto a modo de declaración de principios, quiero centrarme hoy en la celebración de este año, que ha escogido con el patrocinio del Gobierno de España un mensaje en torno a un verso de Francisco Brines Bañó, Premio Cervantes 2020, Yo sé que olí un jazmín en la infancia una tarde, y no existió / la tarde, en un año para no olvidar por lo que ha supuesto para el mundo en general y para este país, en particular, también en el ámbito de la cultura. Brines es un poeta con una larga trayectoria, con una obra muy interesante y llena de sentido existencial, que llevó el año pasado a que el jurado del Premio Cervantes dijera de él que “Es el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital”, una generación a la que pertenece también un poeta muy presente en hojas de este cuaderno digital, Ángel González.

Tengo que agradecerle como andaluz respetuoso con la historia de sus poetas más preclaros en esta tierra, que Brines leyó su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua en 2006, dedicándolo íntegramente a Luis Cernuda, Unidad y cercanía personal en la poesía de Luis Cernuda, «por lealtad», porque siempre ha reconocido que le debía mucho,  por «la conmoción» que la lectura de su poesía le ha causado desde joven y el magisterio que ha ejercido sobre su propia obra, que «como nadie, había sabido incorporar con tanta verdad y completud al hombre que él era en las palabras escritas». Siempre reconoció también su admiración hacia Juan Ramón Jiménez, hasta el punto de que llegó a manifestar en el discurso citado que “ninguno de ellos podía ya protestar ni retirarme su amistad, si la hubiese yo merecido anteriormente. Al fin y al cabo, también en vida tuvieron tiempos de bonanza y afecto, y cuando lo hice pensé en aquellos”, porque siempre quiso dedicarles sus primeros libros, como señal de agradecimiento y afecto.

He elegido dos poemas de su extensa obra, como elección personal y transferible, porque creo que resumen muy bien su forma de ser y estar en el mundo y porque de esta forma vamos preparando la celebración de ese gran día de la cultura, conociendo un poco más a Brines, sus palabras, sentimientos y emociones, sobre todo en torno al verso elegido como hilo conductor de este día, Yo sé que olí un jazmín en la infancia una tarde, y no existió / la tarde, que puede ser más profundo si cada uno, cada una, leemos una parte de este poema completo, Desde Bassai y el mar de Oliva, en El otoño de las rosas (1986), escuchándolo también con sus propias palabras y de viva voz (1):

A José Manuel Blecua

Era en aquel viaje por las tierras dormidas de la Arcadia,
para encontrar el templo en donde floreciera la primera
sonrisa del capitel de acantos (o de rosas),
allí donde la ausencia adusta del cestillo era un canto de fuego
y de cigarra.
Las columnas de piedra sostenían el pájaro y el cielo.
Los pájaros azules, el cielo derribado.
El féretro estival del tiempo destruido. Y todo se perdía y era
eterno.
Yo miraba en tus ojos el mundo que era estable y muy viejo, y
tú sonabas sólo como la juventud.

Y antes vi el mar, en esas horas solas de la siesta,
cuando el sol enloquece su extensa superficie, y brilla en aire
de oro suspendido
esa frescura eterna que hace dioses muy niños los ojos del que
mira,
cuando llegan veloces y pausadas las velas lejanísimas,
y sólo existe el mar, el cuerpo de una gloria azul e inacabable,
y aquel que lo contempla con ojos escondidos, y la mirada
ardiente:
el muchacho, con un secreto amor también inacabable de sí
mismo,
porque el mundo y la vida se hospedan sólo en él.
Y nadie aún existía que a él le desplazara, ni tu humana
hermosura.

Sigue aún el mar, pero no la mirada, ni las velas,
y el templo, con las puertas cerradas, es triste, y es católico.
Alguien me dio un abrazo de adiós definitivo en un andén
muy agrio
y en los espejos busco, y araño, y no lo encuentro
a ese que fui, y se murió de mí, y es ya mi inexistencia.
Lo siento más extraño que a mí mismo,
cuando tienda a saberme desde mi ceguedad y todo sea el hueco,
y esto es así porque percibo un resto muy breve de su luz todavía.

Yo sé que olí un jazmín en la infancia una tarde, y no existió
la tarde.

Escuchando este verso último, de la voz de Brines, he recordado algo que leí hace un tiempo y que me pareció un excelente resumen de su contenido: “Alguna vez el propio poeta ha afirmado que este verso podría servirle de epitafio, pero también cabría apropiárnoslo como emblema, y resumen, de su poesía. En efecto, toda la lírica del valenciano parece partir de ese lugar fantasmal de la memoria, de ese tiempo que no existió y al que, sin embargo, se vuelve una y otra vez. Tal vez porque en ese lugar (o no-lugar) se asienta todo el poder fundacional de la infancia, que en Brines se identifica con un nombre propio, Elca, la casa familiar rodeada de pinos y naranjos. Y no falta en el citado verso la referencia sensorial, la de un aroma que, de un modo casi proustiano, se asocia al pasado, como una espectral promesa de recuperación de lo perdido (si es que se puede recuperar, y perder, lo que no se tuvo nunca)” (2)

El segundo poema elegido hoy es El porqué de las palabras, incluido en su libro Insistencias en Luzbel (1977). Quien hojea este cuaderno sabe el valor que doy a la palabra, que todavía nos queda, adquiriendo hoy una nueva dimensión al profundizar en cada verso de Brines, en torno a la palabra, un contrapunto existencial que se adivina en su amor a la vida que, difícilmente se puede explicar con «vagos signos»:

A Fernando Delgado

No tuve amor a las palabras;
si las usé con desnudez, si sufrí en esa busca,
fue por necesidad de no perder la vida,
y envejecer con algo de memoria
y alguna claridad.

Así uní las palabras para quemar la noche,
hacer un falso día hermoso,
y pude conocer que era la soledad el centro de este mundo.
Y sólo atesoré miseria,
suspendido el placer para experimentar una desdicha nueva,
besé en todos los labios posada la ceniza,
y fui capaz de amar la cobardía porque era fiel y era digna del hombre.

Hay en mi tosca taza un divino licor
que apuro y que renuevo;
desasosiega, y es
remordimiento;
tengo por concubina a la virtud.

No tuve amor a las palabras,
¿cómo tener amor a vagos signos
cuyo desvelamiento era tan sólo
despertar la piedad del hombre para consigo mismo?


En el aprendizaje del oficio se logran resultados:
llegué a saber que era idéntico el peso del acto que resulta de lenta reflexión y el gratuito,
y es fácil desprenderse de la vida, o no estimarla,
pues es en la desdicha tan valiosa como en la misma dicha.

Debí amar las palabras;
por ellas comparé, con cualquier dimensión del mundo externo:
el mar, el firmamento,
un goce o un dolor que al instante morían;
y en ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida.
Cree el hombre que nada es superior al hombre mismo:
ni la mayor miseria, ni la mayor grandeza de los mundos,
pues todo lo contiene su deseo.

Las palabras separan de las cosas
la luz que cae en ellas y la cáscara extinta,
y recogen los velos de la sombra
en la noche y los huecos;
mas no supieron separar la lágrima y la risa,
pues eran una sola verdad,
y valieron igual sonrisa, indiferencia.
Todos son gestos, muertes, son residuos.

Mirad al sigiloso ladrón de las palabras,
repta en la noche fosca,
abre su boca seca, y está mudo.

(1) Brines, Francisco (2019). Antología personal. De Viva Voz (Voz de Francisco Brines). Madrid: Visor Libros.

(2) Francisco Brines: duelo y celebración – El Cuaderno (elcuadernodigital.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

La mano de David

Miguel Ángel, David, mano derecha (detalle) – Original, izquierda – Copia resina, derecha / Fotocomposición de JA COBEÑA

Sevilla, 19/IV/2021

Cumplí el rito en mi última visita a David en la Galería de la Academia, en Florencia, una obra magna esculpida por Miguel Ángel y volviendo mi cabeza, mirándole fijamente, le prometí que volvería a visitarle. Lo hago hoy virtualmente al conocer el doble que se ha realizado en resina, recubierta con polvo de mármol blanco de Carrara y por medio de una impresión 3D, que ocupará un lugar especial en el pabellón italiano para la Expo de Dubai, que se celebrará desde el próximo 1 de octubre hasta marzo de 2022. Todas las imágenes son impresionantes vistas de cerca, pero me he vuelto a detener como hice también en la última visita de Florencia, en la de la mano derecha, por el simbolismo que tiene, dado que fue la que utilizó, según el relato bíblico, para lanzar con una honda una de las cinco piedras que llevaba, que impactaría finalmente en la frente de Goliat y le causaría la muerte.

La copia del nuevo David, una estatua de cinco metros y diecisiete centímetros, ha sido realizada por un equipo profesional de restauradores de Florencia, que han conseguido reproducir hasta el último detalle de la obra original, con la técnica vanguardista de la impresión 3D: “Lo recubrimos con dos milímetros de polvo de mármol de Carrara mezclado con cola para que tuviera la consistencia de arena húmeda y reproducir las venas, las puntas más rugosas, las más lisas, los defectos, los golpes de cincel, todo lo más fielmente posible al original y devolver la magia de la emoción que causa el David que todos conocemos», explicó el restaurador florentino [Nicola Salvioli]” (1).

Precisamente ha sido la observación de la asombrosa red venosa del dorso de la mano derecha y toda la escultura en su conjunto, la que me ha llevado a la reflexión sobre este relato bíblico que hace unos años trató monográficamente el periodista y escritor británico Malcolm Gladwell, en una obra, David y Goliat. Desvalidos, inadaptados y el arte de luchar contra gigantes, un subtítulo programático y esperanzador que recuerdo ahora en algunas de sus reflexiones maestras: “David y Goliat es un libro sobre lo que ocurre cuando la gente normal se enfrenta a gigantes. Con «gigantes» me refiero a oponentes poderosos de todo tipo: ya sean ejércitos y guerreros imbatibles; ya sean la discapacidad, la desgracia o la opresión. Cada capítulo cuenta la historia de una persona concreta, famosa o desconocida, corriente o brillante, que se ha visto frente a un reto descomunal y ha tenido que reaccionar. ¿Hay que jugar de acuerdo con las reglas u obedecer a los instintos? ¿Se debe perseverar o cejar en el empeño? ¿Hay que devolver el golpe o perdonar?”.

Esa mano tan magníficamente esculpida por Miguel Ángel simboliza entre otras muchas posibilidades, las dos razones que explica Gladwell como hilo conductor de su obra: “A través de estas historias, quiero analizar dos ideas. La primera es que mucho de lo que consideramos más valioso en nuestro mundo proviene de esta clase de enfrentamientos desiguales, porque disputar cuando se tiene todo en contra genera grandeza y belleza. Y la segunda idea es que, una y otra vez, malinterpretamos esta clase de conflictos. Hacemos lecturas erróneas. Los comprendemos mal. Los gigantes no son como pensamos. Las mismas características que parecen dotarles de fuerza constituyen muchas veces sus puntos débiles. Y el hecho de ser el que en principio lleva las de perder puede transformar a la gente de modos que a menudo nos cuesta apreciar: puede abrir puertas; crear oportunidades; educar e ilustrar; y hacer factible lo que de otra manera sería impensable. Nos hacen falta mejores pautas para luchar contra gigantes, y no hay mejor lugar para comenzar este viaje que el épico duelo entre David y Goliat, hace tres mil años, en el valle de Ela”.

Hasta aquí las ideas que hoy he recordado a la perfección contemplando de nuevo al David de Miguel Ángel. La pandemia actual es Goliat frente al David de un mundo en crisis, que nos representa a cada uno de nosotros. Está siendo una lucha de desiguales, nos cogió por sorpresa, pero estamos logrando vencer a este Goliat llamado COVID-19, lo que nos lleva a reflexionar con Gladwell que esta lucha y la invención de las mejores vacunas, genera una disputa que cuando se tiene todo en contra genera también grandeza humana y resplandece la belleza de la vida.

La debilidad del coronavirus 19 se muestra desde el momento que el ser humano contraataca con las vacunas y a través de los laboratorios de la ciencia plantamos cara a un gigante capaz de todo, hasta de matar, como se ha demostrado con cifras espeluznantes. El relato bíblico de este enfrentamiento desigual (Samuel I, 16 y 17), centrado en la habilidad de la mano derecha de David, frente al personaje ciclópeo de nombre Goliat, nos permite recordar hoy lo que nuestros antepasados contaban oralmente a las generaciones que les seguían y que hoy intentamos comprender como mensaje subliminal. Pero lo más sorprendente lo encuentro no en la mano habilidosa de David frente a Goliat, sino en algo que, según el relato bíblico, Dios había planteado en su relación con las personas, porque no hay que fijarse en las apariencias ni en la gran estatura sino en el corazón de quien está enfrente. De esta forma, David, según nos cuenta la tradición oral, más allá de su combate con Goliat había sido elegido por Dios porque siendo una persona muy humilde sabía tocar la cítara y así calmaba a las personas que sufrían. Sobre todo, porque era “valeroso, buen guerrero, de palabra amena y de agradable presencia”. Un pastor con alma de rey pegado a la tierra.

Creo que fue lo que interioricé poco a poco en aquella primera visita inolvidable a David, en su casa actual de Florencia, en la Galería de la Academia, dando vueltas y vueltas para contemplar aquella proeza humana esculpida a golpes de cincel y donde creo que fui capaz de descubrir su mirada y el secreto de su impecable mano derecha, en la que se alojaba un objeto de la honda de fuste, del fustíbulo probablemente, que lanzaría la piedra que acabaría con el poder de Goliat. Toda una lección para la humanidad y un rayo de esperanza para los nadies, los que describió de forma espléndida Eduardo Galeano, los hijos de nadie, los dueños de nada. / Los nadies: los ningunos, los ninguneados, / corriendo la liebre, muriendo la vida. El problema es que Goliat sigue muy presente en nuestras vidas, por mucho tiempo que haya pasado y porque todavía no hemos aprendido la lección que quiso transmitirnos Miguel Ángel, cuando esculpió la aparente debilidad de la mano derecha de David, con una red venosa humana que sobrecoge y nos llega al corazón.

(1) El «gemelo» del David de Miguel Angel hecho con impresora 3D viaja a Dubai (eldiario.es)

NOTA: en la fotocomposición de cabecera, la imagen de la derecha se ha recuperado de https://ep01-epimg-net.cdn.ampproject.org/i/s/ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2021/04/15/album/1618511486_294106_1618513532_album_normal.jpg

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La palabra COVID tiene ya su historia en nuestro país

Diccionario histórico de la lengua española

Sevilla, 16/IV/2021

La Real Academia Española (RAE) presentó el pasado 13 de abril las novedades del Diccionario histórico de la lengua española (DHLE, 10.ª Entrega (marzo de 2021), Versión del 31/03/2021), “un diccionario total que tiene como objetivo recopilar todo el léxico del idioma español en todas las épocas y en todas las zonas en que se habla o se ha hablado. El proyecto se refuerza en esta etapa con una nueva metodología a cargo de la Red Panhispánica de Academias, Universidades y Centros para la Elaboración del Diccionario histórico de la lengua española, cuyos equipos trabajarán para elaborar la biografía de cada una de las palabras de nuestra lengua”. Es un proyecto digno de consideración sobre todo para las personas que amamos nuestras palabras en su texto y contexto histórico. Una de sus características fundamentales es que es «un diccionario nativo digital que persigue describir en su integridad (en el eje diatópico, diastrático y cronológico) la historia del léxico de la lengua española. Una característica definitoria de este repertorio radica en su voluntad de analizar la historia del léxico en una perspectiva relacional, atendiendo a los vínculos etimológicos, morfológicos y semánticos que se establecen entre las palabras. El DHLE ha sido concebido desde sus orígenes como una base de datos léxica electrónica (y diacrónica), lo que permite elaborar sus artículos de acuerdo con un criterio de organización del trabajo por campos semánticos (o voces relacionadas por su significado) y familias léxicas».

He entrado en el diccionario citado y he buscado la palabra COVID (1), de indudable actualidad, dándome un resultado sorprendente para limpiar, fijar y dar esplendor a esta palabra tan usada a diario en nuestro país: “Etim [Etimología]. Voz tomada del inglés COVID-19, atestiguada en esta lengua como ‘enfermedad aguda de los humanos causada por un coronavirus’ en 2020, sigla formada a partir de coronavirus disease 2019 (CO: corona; VI: virus; D: disease; y 19, por el año en que se detectó el primer caso; véase OED, s. v.). A partir de aquí, se ofrece un resumen muy clarificador de la palabra que reproduzco a continuación para conocer bien su significado objetivo, a modo de breve historia de la palabra: “Se documenta por primera vez, en la acepción ‘enfermedad infecciosa aguda, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que afecta a las vías respiratorias y se caracteriza por la aparición de fiebre, tos, cansancio, disnea, dolores musculares y, en casos graves, neumonía, problemas cardíacos, coágulos sanguíneos e insuficiencia de diferentes órganos’ desde febrero de 2020, primero como COVID-19, en multitud de publicaciones en prensa, para dar nombre a la enfermedad que surgió en el año 2019 y que se ha desarrollado como una pandemia. Se empezó denominando neumonía atípica o neumonía asiática, dado que los primeros casos se detectaron en China, pero la denominación fijada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de febrero de 2020 fue la de COVID-19. Aunque se recomienda su uso en femenino (pues el sustantivo inglés disease equivale a ‘enfermedad’) se atestigua también frecuentemente como sustantivo masculino. La lexicalización covid, ya sin el año y en minúscula se documenta a partir del primer trimestre de 2020 y, en ocasiones, se registra en aposición. Se consigna en el DLE en su actualización de 2020”.

Con estos antecedentes extraordinarios, se define a continuación la palabra “COVID”, como “Enfermedad infecciosa aguda,  causada por el coronavirus, que afecta a las vías respiratorias y se caracteriza por la aparición de fiebre, tos, cansancio, disnea, dolores musculares y, en casos graves, neumonía, problemas cardíacos, coágulos sanguíneos e insuficiencia de diferentes órganos. Sinónimos: coronacoviditis”, a la que agregan documentos en los años 2020-2021, con 12 ejemplos. Un ejemplo como el expuesto anteriormente da una visión acertada de la importancia de trabajar con este Diccionario histórico de la lengua española porque, según señala la RAE, ofrece “a los filólogos y al público en general aquella información relevante sobre la historia de las palabras que les permita interpretar los textos del pasado y del presente. Para ello se da cuenta del cambio que han experimentado los términos en su significado e incluso de los usos lingüísticos accidentales de una época determinada”.

Es un logro científico en el que participan numerosas instituciones y que se desarrolla “gracias al apoyo de Inditex y a la colaboración de la Fundación San Millán, presentando un nuevo modelo de trabajo basado en una Red Panhispánica de Academias, Universidades y Centros de Investigación. En la actualidad, cuenta con dieciocho grupos, nueve de ellos en España y otros nueve en América, pero se trata de un proyecto abierto y en constante crecimiento en el que todos sus miembros trabajarán en el estudio de la historia de las palabras de forma coordinada. A esta red constituida por la RAE se suman las instituciones que conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad de Salamanca, la Universidad de la Laguna, la Universidad de Sevilla, la Universidad de La Rioja, la Universidad de Murcia, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de León, la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad Rovira i Virgili”.

Hoy quiero dejar constancia del valor de la palabra, porque la realidad es que es de los pocos recursos que nos quedan en nuestros ecosistemas personales e intransferibles, para mucho tiempo, si sabemos cuidarlo. Algunos, como los Académicos de la Lengua, véase el ejemplo anterior, todos los días la limpian, la fijan y le dan esplendor. Otros, la pronuncian solo para ofender a sus seres más queridos o a los ciudadanos de calle. Los de aquí y allí la utilizan para alcanzar diálogos a veces imposibles. Pero todos y todas anhelamos pronunciarlas alguna vez en la vida para que sepan los demás que existimos y que vivimos desesperadamente. Queremos que nos escuchen los demás, aunque sea recomendable cuidar el arte de callar, cuando no tenemos casi nada que decir (Solo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio. El Arte de callar, Abate Dinouart. Principio 1º, necesario para callar). Y aunque una vez anuncié en este cuaderno digital «la palabra«, como un práctico y útil recurso indispensable para alcanzar la ansiada modernidad, es verdad que podemos ser modernos gracias a que nuestros antepasados evolucionaron para que hoy tuviéramos este recurso maravilloso, que se demuestra que tiene siempre historia hacia atrás y lo que es más apasionante, hacia adelante, como el interés del mundo: “Todavía me sobrecoge el descubrimiento de Selam (paz), la niña de Dikika [2], al que dediqué un post específico, cuando se valoró la localización de su hueso hioides como un hallazgo trascendental para conocer el origen del lenguaje en el “equipo” de fonación pre-programado en los seres humanos, a diferencia de los chimpancés y macacos más próximos en nuestros antepasados (siempre se ha dicho -desde el punto de vista científico y hasta con cierto desdén- que los monos no hablan): “Y lo que me ha llamado la atención poderosamente, desde la anatomía de estos fósiles, ha sido el hallazgo de un hueso, el hioides [Hueso impar, simétrico, solitario, de forma parabólica (en U), situado en la parte anterior y media del cuello entre la base de la lengua y la laringe], que es el auténtico protagonista, porque su función está vinculada claramente a una característica de los homínidos: el hioides permite fosilizar el aparato fonador, es decir, hay una base para localizar la génesis del lenguaje, aunque tengamos que aceptar que el grito fuera la primera seña de identidad de los australopitecus afarensis”. Nunca sabremos si Selam, que cumpliría hoy tres mil millones, trescientos mil años, aproximadamente, dijo alguna vez ¡mamá!, aunque su hueso hioides nos permite vislumbrar que sí habló”.

Nos queda la palabra, siguiendo la estela marcada por Blas de Otero. Recomiendo que entren en ellas, las que ahora están en este diccionario histórico, aunque quedan muchas por incorporar porque son, teniendo la garantía de que su conocimiento profundo nos entregará siempre aires de libertad. Con este apoyo científico, nuestra lengua se enriquecerá en la medida que se vayan incorporando palabras a las nuevas versiones que se elaborarán entre todas las instituciones participantes y como muestra de un trabajo colaborativo ejemplar. Mi agradecimiento será expreso y visible en este cuaderno digital cada vez que me acerque a sus páginas en blanco para escribir palabras con alma. Ahora, también con su historia.

(1) Real Academia Española (2020- ): Diccionario histórico de la lengua española (DHLE), COVID,  [Consulta: 16/04/2021].

(2) Selam, la niña de Dikika – «El mundo sólo tiene interés hacia adelante…», Pierre Teilhard de Chardin (joseantoniocobena.com)

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Wilton merece nuestra compasión y respeto

UNICEF – MÉXICO

Sevilla, 15/IV/2021

Instalados en la realidad de la pandemia, hoy quiero ampliar mi altura de miras y hacer una reseña sentida de un hecho que se ha transmitido por todos los medios de comunicación y que hiela el corazón, al menos a los que admiramos y respetamos a los nadies de Galeano, los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida. En este caso, quiero manifestar mi compasión y respeto hacia el niño nicaragüense de 10 años, Wilton Gutiérrez, que representa la cara más trágica del mundo, el sufrimiento infantil de límites indescriptibles. Me impresionó ver las imágenes cuando una patrulla de la frontera estadounidense lo encontró solo y abandonado en un camino rural cerca de La Grulla (Texas), 50 kilómetros al oeste de McCallen, el pasado 1 de abril, contando a un agente con voz entrecortada y preso del pánico, lo que le había sucedido: “¿Me puede ayudar? Es que yo venía con un grupo que me han abandonado y no sé dónde están, yo venía en un grupo, al final me han abandonado y he venido aquí a pedir auxilio, […] yo vengo, porque si no, ¿a dónde me voy a ir?, tal vez me pueden robar, secuestrar o algo… y tengo miedo”. Algunas fuentes informan que fue el tío de Wilton, que reside en Estados Unidos, el que pagó su rescate con 5.000 dólares, siendo la justificación de por qué lo dejaron en libertad, abandonado, pero no así a la madre, porque no pudo pagar el importe total del secuestro.

La tragedia se amplificaba porque la realidad se centraba ahora en localizar a la madre, que había sido secuestrada junto a su hijo Wilton en la frontera con México. Las noticias eran contradictorias porque hay fuentes que apuntan a que la madre se marchó de casa el pasado mes de febrero junto a su hijo Wilton por malos tratos de su pareja, situación que su marido ha reconocido bajo un eufemismo que da que pensar: “[…] pues ella se fue porque teníamos descontrol como pareja”. Otra fuente más directa de la familia, el tío de Wilton, hermano de la madre, que pagó su rescate desde Miami donde trabaja en la construcción ha manifestado las desavenencias familiares de la pareja, asegurando que la relación del matrimonio era malísima, que el padre de Wilton trataba muy mal psicológicamente a su mujer, que le hacía mucho daño y la trataba mal verbalmente y que era muy duro con ella.

La realidad hoy es que la tragedia infantil en la frontera de México con Estados Unidos es escalofriante. Wilton representa el sufrimiento sin límites de la inmigración de niños provenientes de países Centroamericanos en esa frontera con Texas, que ha alcanzado la cifra de más de 19.000 menores no acompañados en el pasado mes de marzo, siendo objeto principal de las mafias que trafican con el paso ilegal de la citada frontera. También, la de la migración en general, tantas veces tratada en este cuaderno digital. Es un ejemplo claro y contundente de la realidad del mundo al revés que tanto me preocupa en los últimos meses.

Cuando escribo estas líneas ha saltado al mundo la noticia de la liberación de la madre, Meylin Obregón, en un punto fronterizo con México por parte del cártel que la secuestró junto a su hijo. Un rayo de esperanza ante tanta tragedia que debemos denunciar por cualquier medio a nuestro alcance. Sobre todo, hoy, para Wilton, porque podrá reencontrarse con su madre y recuperar su alegría de vivir en libertad y en un mundo mejor.

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Los nómadas buscamos siempre rincones de tranquilidad

Sevilla, 14/IV/2021, en el 90 aniversario de la proclamación de la Segunda República en este país, un día especial para los que amamos la “res publica”, la cosa pública, el interés general en beneficio de todos como ideología, nómadas redomados y, a veces, nadies, que hacemos un largo viaje en un mundo complejo y bastante desajustado, en medio de tumultos civilizados, entre claroscuros y la dura monotonía de los días que pasan, esperando siempre un nuevo despertar.

Así empezaba la canción de Franco Battiato, Nómadas (1987), que forma parte de la banda sonora de mi vida: Nómadas que buscan los ángulos de tranquilidad, / en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, / entre los claroscuros y la monotonía de los días que pasan. Lo he recordado al conocer la trayectoria última de una película multipremiada, Nomadland, recientemente estrenada en nuestro país, escrita y dirigida por Chloé Zhao(Pekín, 1982), con un guion basado en el libro País nómada. Supervivientes del siglo XXI (Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century) de Jessica Bruder, una historia que conmueve en tiempos en los que se nos aconseja, incluso prohíbe, hacer mudanzas. Battiato me susurraba a los oídos, en mis años jóvenes, algo transcendental en la vida de los nómadas de espíritu: Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo / la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino. / Bajo el tránsito de la aparente dualidad, / la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto / y los lamentos de la soledad aún se prolongan.

Con este estado de ánimo, me enfrento a la página en blanco en mi mente sobre el argumento de esta película, una historia sencilla de una mujer que abandona su pueblo para dirigirse con su furgoneta, de nombre Vanguardia, al oeste de Estados Unidos, en un viaje hacia ninguna parte o sí, hacia su persona de secreto. Franco Battiato lo cantaba así, como buen cantor, que no cantante (cantor es el que debe cantar y cantante el que puede, que no es lo mismo, como decía Facundo Cabral): Como un extranjero no siento ataduras del sentimiento, / y me iré de la ciudad, esperando un nuevo despertar. / Los viajantes van en busca de hospitalidad, / en pueblos soleados, en los bajos fondos de la inmensidad.

No debo ir al cine en estos momentos para verla en la gran pantalla, por prudencia benedictina, aunque por otra parte me entusiasma la idea de prepararme bien para conocer aspectos esenciales de la misma: argumento, personalidad de la directora y principales críticas. Cuando me acerco a Nomadland, me considero el protagonista de la última estrofa de la canción de Battiato, un forastero que busca el sentido de la vida, como un nómada impenitente en este loco mundo diseñado a veces por el enemigo: Forastero que buscas la dimensión insondable / la encontrarás fuera de la ciudad, al final de tu camino. Además, Ludovico Einaudi pone música a esta banda sonora tan especial de la película, que le agrega otra garantía de éxito y calidad más allá de los objetivos del mercado.

La sinopsis del libro original sobre el que está basado el guion de la película es de una atracción indudable: “Desde los campos de remolacha de Dakota del Norte hasta los campamentos de National Forest de California y el programa CamperForce de Amazon en Texas, los empleadores han descubierto un nuevo grupo de mano de obra de bajo costo, compuesto principalmente por temporeros estadounidenses adultos. Al descubrir que el Seguro Social se queda corto y ahogados por las hipotecas, decenas de miles de estas víctimas invisibles de la Gran Recesión se han echado a la carretera en vehículos recreativos, remolques de viaje y furgonetas, formando una creciente comunidad de nómadas: migrantes trabajadores que se autodenominan workampers. En un vehículo de segunda mano que bautiza «Van Halen», Jessica Bruder sale a la carretera para conocer a estos sujetos más de cerca. Acompañando a su irreprimible protagonista Linda May y a otras personas en la limpieza de inodoros de un campamento, en el escaneo de productos en un almacén, en reuniones en el desierto y en el peligroso trabajo de la cosecha de remolacha, Bruder relata una historia convincente y reveladora sobre el oscuro vientre de la economía estadounidense, que presagia el precario futuro que puede esperarnos a muchos más. Pero, al mismo tiempo, celebra la excepcional capacidad de recuperación y creatividad de estos estadounidenses que han renunciado al arraigo ordinario para sobrevivir. Como Linda May, que sueña con encontrar tierras en las que construir su propia casa sostenible «Earthship», son personas que no han perdido la esperanza”.

Estoy convencido de que la película me encantará y me servirá en mi largo camino existencial, como el de Ulises hacia Ítaca, aunque hoy por hoy, Nomadland, sea sólo una isla desconocida en el archipiélago ético de mi vida. ¡Ah, se me olvidaba! Nos seguiremos viendo en este camino nómada, porque cualquier parecido de la película con la realidad existencial retratada por Jessica Bruder, Chloé Zhao, cantada por Battiato e inspirada musicalmente por Ludovico Einaudi, ya no será una pura coincidencia.

SPOTIFY PLAYLIST – Nomadland Score: Ludovico Einaudi

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Un nombre de vacuna del que quiero hoy acordarme

Sevilla, 13/IV/2021

Hoy me han vacunado contra la COVID-19, con un producto pionero en esta respuesta mundial a la pandemia, una vacuna que tiene nombre propio, tozinamerán, aunque es conocida a nivel mundial como la vacuna de Pfizer-BioNTech, que siempre se debería citar así, con un nombre en clave también, BNT162b2, que contempla las siglas de la empresa desarrolladora de la tecnología de este tipo de vacunas, BNT (BioNTech) , mientras que Pfizer ha sido el productor de la misma. Su característica fundamental es que es “una vacuna de ARN compuesta de ARNm con nucleósidos modificados que codifican la espícula viral del SARS-CoV-2, virus causal de la COVID-19. El ARN se encuentra encapsulado en nanopartículas lipídicas” (1). Pfizer venía trabajando desde 2018 junto a BioNTech con esta tecnología de ARN mensajero, pero aplicada a la vacuna de la gripe.

Creo que hoy me corresponde mostrar el agradecimiento en cadena hacia las personas, profesionales, investigadores e instituciones públicas y privadas nacionales e internacionales, Gobierno de España y a la Unión Europea, que han intervenido en esta cadena de valor público y de interés general circular para hacer posible esta vacuna y otras del mercado actual, llevando la protección preventiva y segura a millones de ciudadanos de este país y del mundo. En este sentido, quiero destacar respecto de la de Pfizer-BioNTech, la aportación científica mundial para contrarrestar la pandemia que ha hecho un matrimonio alemán, de origen turco, Uğur Şahin (1965, Alejandreta) y Özlem Türeci (1964, Lastrup​), fundadores de BioNTech, “hijos de inmigrantes turcos en Alemania. Şahin es hijo de un turco que trabajaba en una fábrica de Ford en Colonia. […] Sahin y Türeci son hijos de trabajadores de la primera generación de inmigrantes turcos invitados por Alemania, en un programa conocido como Gastarbeiter. Sahin se graduó en 1990 y trabajó en hospitales universitarios en Colonia y en el Hospital Universitario del Sarre (Universitätsklinikum des Saarlandes, en alemán) en la ciudad de Hamburgo donde conoció a Türeci durante el comienzo de su carrera académica. En 2001 crearon Ganymed Pharmaceuticals (GP) para desarrollar anticuerpos contra el cáncer pero Sahin nunca abandonó la investigación académica y la enseñanza. GP terminó siendo vendida a la empresa japonesa Astellas en 2016 por casi US$1,4 mil millones. Para entonces, el equipo de GP ya estaba ocupado construyendo BioNTech, fundada en 2008, en busca de una gama mucho más amplia de herramientas de inmunoterapia contra el cáncer” (2). Es una lección magistral de lo que aporta la migración, que no deberíamos olvidar.

Hemos comprobado que las ciencias adelantan que es una barbaridad, porque hace tan sólo un año, en el primer mes de la pandemia, escribía en este cuaderno digital que la ciencia resolvería el gravísimo problema que estábamos atravesando, recordando cómo el Sur, donde vivo, puede hacer preguntas a la ciencia a través de su expresión genuina del flamenco sabio y popular, poniendo como ejemplo una soleá preciosa cantada por Enrique Morente, Soleá de la ciencia, que publicó en una obra emblemática en su discografía bajo el título de «Morente sueña la Alhambra”, de la que transcribía la letra y su versión original, “como homenaje a un poeta de la vida corriente, cantor de los atardeceres y de la hora malva de Granada, una hora muy querida por Gabriel García Márquez, que amaba el flamenco y que llegó a decir que cuando El Lebrijano cantaba “se mojaba el agua”. La soleá cantada por Morente es un reflejo fiel de lo que supone la dialéctica del conocimiento de base y el de laboratorio, de la prisa existencial que teníamos en ese momento por solucionar la atención urgente al coronavirus, mirándole a la cara y pidiendo a la ciencia, tan presumida ella, que comprendiera desde el Sur cómo estábamos sufriendo sus efectos hasta que nos diera la mejor respuesta: Presumes que eres la ciencia / Yo no lo comprendo así / Porque siendo tú la ciencia / No me has comprendido a mí.

Lo importante hoy, en el contexto que lo escribo, una vacunación entre millones en el mundo, es ilusionarnos con el saber compartido sobre la esencia de este palo y de estos avances científicos: interpretar los puntos cardinales de la existencia: la vida, el amor, el dolor y la muerte, desde la inteligencia del Sur, con la capacidad de hacer preguntas a la ciencia como solo Morente sabía cantarlo, con quejío en nombre de Andalucía. ​Hoy, también, porque desde esta tierra quiero dejar constancia del agradecimiento a la ciencia al haber comprendido con su investigación el dolor del mundo, no solo el mío, por esta trágica pandemia.

(1) Vacuna de Pfizer-BioNTech para la COVID-19 – Wikipedia, la enciclopedia libre

(2) BioNTech – Wikipedia, la enciclopedia libre

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

La vida sigue siendo muy bella

No vivas en la tierra
como un inquilino
ni en la naturaleza
al modo de un turista
Vive en este mundo cual si fuera la casa de tu padre
Cree en los granos en la tierra, en el mar
pero ante todo en el hombre

Nazim Hikmet (1902-1963), Tal vez mi última carta a Mehmet [su hijo]

Sevilla, 12/IV/2021

Hace un año escribí en plena pandemia el último artículo de una segunda serie desde su inicio, bajo un hilo conductor, La ventana discreta, que en esta ocasión hacía referencia a algo muy importante: valorar la vida como algo muy bello. Nos hacía falta en aquellos días reforzar lo más importante que tenemos, la vida. El artículo lo incorporé a una publicación que se puede obtener en este blog con todos los artículos escritos hasta la desescalada de junio. La última frase de aquellas palabras tan necesarias, resume bien su contenido: «Hace tan solo dos mil quinientos años, existen vestigios escritos de que lo mejor que había ocurrido en aquellos días mágicos narrados en el Génesis fue la creación del ser humano rodeado de vida. Un adverbio, meod (muy), dejó claro para siempre que la existencia de los seres humanos justificaba por sí misma la creación del mundo, el evolucionismo o el punto alfa y omega de la vida. Son sólo creencias de siete días especiales, singulares, en los que había ocurrido algo muy bueno para la existencia humana, para cada uno con su cadaunada: darnos argumentos para comprender que a pesar de las dificultades que experimentamos en estos días difíciles de pandemia, la vida es muy bella».

Vuelvo a publicarlo hoy de nuevo, porque no ha sufrido nada con el paso del tiempo. Cambia, todo cambia, es verdad, pero la dignidad del ser humano permanece siempre y una de nuestras obligaciones por ser inteligentes es buscar la felicidad a pesar de todo.

La ventana discreta / y 15. La vida es muy bella

Nunca tuvo un adverbio, muy, tanta importancia como ahora. Decir muy bella significa que por encima de todo es maravilloso vivir. Este adverbio tuvo siempre mucho valor para los pueblos ribereños del Tigris y Éufrates, en la actual Irak, porque allí nacieron los primeros relatos de la creación y en arameo decir “muy” significaba dar un valor transcendental a lo que sucede y a las cosas cotidianas que pasaban en su entorno, porque para ellos lo primero fue la experiencia vital y después la palabra que explicaba los hechos basados en lo que estaba pasando y seguían contado sus mayores de boca en boca.

Existe un versículo en el Génesis que ha marcado la existencia humana: el 1, 31. El narrador que recogió la tradición oral de la creación agregó un adverbio hebreo no inocente: muy (meod). Mientras que en el relato de la creación, las sucesivas creaciones eran “solo” buenas, los cielos, la tierra, las aguas, los animales, las semillas, cuando se creó al hombre y a la mujer el texto hebreo recoge literalmente: “y vio Dios que muy bueno”. En el énfasis del adverbio estaba la diferencia.

Leí hace ya muchos años un artículo del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado sobre el “viaje a las raíces del ser humano”, que me recordó este gran matiz, mucho más al fijar el objetivo principal de su proyecto “Génesis”: “volver a conectarnos con cómo era el mundo antes de que la humanidad lo dejase prácticamente irreconocible”. Sebastião Salgado inició en aquella época una obra encomiable. Ahora, en estos momentos de pandemia, sé que tendría la sensibilidad suficiente para encontrar y fotografiar algún lugar o momento de esta crisis que siguiera engrandeciendo la lectura laica del Génesis. Aunque sólo fuera para creer, en el desconcierto actual, que el ser humano es lo mejor que le ha podido ocurrir al mundo en siete días mágicos: algo muy bueno.

El secreto explicado anteriormente se hizo público: no hay nada más maravilloso que disponer de los cielos, de la tierra, las aguas, los animales, las semillas, porque todo significa vida. Pero hay algo especial en esta vida que la hace muy bella: las personas que pueblan la tierra, sin distinción de raza, credo o religión. En 2014, este fotógrafo de la vida, presentó en Madrid una exposición sobre 245 imágenes de aquella aventura, como resumen excelente de la experiencia, recogida en un reportaje que publicó el diario El País, Sebastião Salgado, Libro del Génesis, donde el autor, Jesús Ruiz Mantilla, explicaba el para qué de esta inmensa obra , donde contaba que Salgado había estado ocho años “recorriendo el planeta en busca, ni más ni menos, que del paraíso”: “¿Para qué? Para emular el ojo de Dios pero ser fiel a Darwin, para dar testimonio de los orígenes de la vida intactos, para certificar que corre el agua, que la luz es ese manantial mágico que penetra como un pincel y muta las infinitas sugerencias en blanco y negro que Salgado nos muestra del mundo. Para experimentar pegado a la tierra y los caminos aquello que relatan los textos sagrados pero también seguir la estela de la evolución de las especies; para comprobar que los pingüinos se manifiestan; para comparar la huella con escamas de la iguana y el monumental caparazón de las tortugas en Galápagos; para explicar que los indígenas llevan en la piel tatuado el mapa de su comunión con la de los ríos y los bosques; y que los elefantes y los icebergs emulan fortalezas de hielo y piel; y que la geología diseña monumentos y que todavía quedan santuarios naturales a los que aferrarnos”.

La ciencia nos ha aportado datos para concluir que los africanos, que brillaban por ser magníficos cazadores-recolectores, decidieron hace 50.000 años, aproximadamente, salir de su territorio y comenzar la aventura jamás contada para interpretar la belleza de la vida y las graves alteraciones de la misma. Aprovechando, además, un salto cualitativo, neuronal, que permitía articular palabras y expresar sentimientos y emociones.

Algo tuvo que ocurrir en el nacimiento de la vida humana, transcendental y aún por descubrir, para que nuestros antepasados, a los que la ciencia sitúa en una primera referencia en Selam, la niña de Dikika, descubierta en el año 2000 en Dikika (Etiopía), comenzaran a caminar de forma bípeda y a desarrollar el cerebro, algo muy impresionante. La gran pregunta surge al saber que junto a los fósiles de Selam y de Lucy se encontraron también restos de hipopótamos y cocodrilos, lo que aventura pensar que Selam fue una niña muy feliz en un medio fértil y adecuado a sus necesidades. Algo tuvo que ocurrir, cuando sintieron la necesidad de salir de su tierra y de su parentela para buscar comida y una habitabilidad mayor. Para no amargarnos demasiado, desde el punto de vista científico y a las pruebas me remito, media un tiempo impresionante entre Selam (se confirma mediante pruebas científicas que cumpliría hoy tres millones, trescientos mil años) y los primeros antepasados nuestros, muy aventureros, hace doscientos mil años, que empezaron a crear el mundo habitado. He seguido de cerca siempre este descubrimiento para enlazar estas realidades. La diferencia del cerebro en ambos casos, las dos veces esqueletos de niñas, Selam y Lucy, no es tan evidente, si la comparamos con el paso de los millones de años. Ahí está la llave del secreto de esa niña a la que han puesto un nombre simbólico en territorio musulmán: Paz.

Hace tan solo dos mil quinientos años, existen vestigios escritos de que lo mejor que había ocurrido en aquellos días mágicos narrados en el Génesis fue la creación del ser humano rodeado de vida. Un adverbio, meod (muy), dejó claro para siempre que la existencia de los seres humanos justificaba por sí misma la creación del mundo, el evolucionismo o el punto alfa y omega de la vida. Son sólo creencias de siete días especiales, singulares, en los que había ocurrido algo muy bueno para la existencia humana, para cada uno con su cadaunada: darnos argumentos para comprender que a pesar de las dificultades que experimentamos en estos días difíciles de pandemia, la vida es muy bella.

Sevilla, 12/IV/2020

NOTA: letra de La vida es bella en la versión cantada por Andrea Bocelli:

Sí, sonríe, amor, así y pon tu mirada en mí.
Sí, con todas mis canciones
Repletas de emociones quiere el mundo verte sonreír

Tú, el cielo ves azul,
Tú, lo inundas con tu luz.
Hay millones de personas
Que no te decepcionan porque el mundo sueña como tú

Sí, sé fuerte como un rey
Y dulce como el estribillo de tantas canciones que yo canto por ti.

Y se te esconderá el dolor
Tras los mágicos rumores de tu vida alrededor.
Ven por tu calle entre la gente,
Baila enamoradamente como hacías para mí.

Y ahora sí, sonríe, amor, así,
Sé que me sorprenderé.
Y con todas mis canciones
Repletas de ilusiones das al mundo tu felicidad.

Tú, el cielo ves azul,
Tú, lo inundas con tu luz.
Y con todas mis canciones
Repletas de emociones das al mundo tu felicidad.

Sí, sé fuerte como un rey
Y piensa que la vida es bella igual que esa estrella que brilla para ti.

Ciao, emprende el vuelo ahora
Y si un día estás sola, contigo yo estaré.

¡Lo sé!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

¿Embate definitivo o diálogo permanente, con seny, en Cataluña?

Sevilla, 11/IV/2021

Ha nacido una nueva palabra en el argot político catalán, embate, que ya está posicionándose en el ranking de los nuevos hilos conductores de la comunicación política en Cataluña que más pronto que tarde pasará a cuestión de Estado. La escuchamos por primera vez, recientemente, a raíz de “las negociaciones entre Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la CUP para investir presidente de la Generalitat al vicepresidente del Govern, Pere Aragonès. El 26 de febrero, tan solo dos semanas después de las elecciones autonómicas, Sergi Sabrià, líder del equipo negociador de ERC, afirmó en Catalunya Ràdio: “Con la CUP hemos hablado de prepararnos para el embate definitivo y desbordar los límites autonómicos” (1).

¿Qué significa esta palabra? Mi apreciado Diccionario de Autoridades ya la definía bien en el siglo XVIII (RAE A, 1732, p. 384,1) : “El ímpetu y golpe de las olas del mar contra los peñascos, ocasionado de las olas del viento. Viene del verbo Batir”. En su segunda acepción, significa también “el viento fresco y suave, que suele correr en el Verano, y se experimenta más en las cercanías del mar”. Por último, hay una tercera acepción, que considero de gran interés, más cuando va a ser una palabra de uso cotidiano en los enfrentamientos políticos en Cataluña: “Se llaman [embates] por analogía las repentinas mudanzas, casos y reveses, oposiciones y contrariedades que se suelen experimentar en las cosas del mundo, en sus bienes y honores temporales”. Las tres acepciones, de forma escalonada, pueden ser un magnífico escenario para comprender la que se nos avecina en Cataluña y, probablemente en el Estado, con el “embate definitivo y desbordar los límites autonómicos”.

Podemos presumir que en primer lugar, pensando que a trancas y barrancas se constituya en un plazo breve de tiempo el próximo Govern, con mayoría independentista, todo será ímpetu y golpes de efecto continuos en sede parlamentaria de palabras en discursos y propuestas que sonarán como si se rompieran las olas contra los peñascos de la oposición, atendiendo a los vientos a favor que soplaran en las primeras sesiones. Después vendrá el principio de realidad freudiano que llevará el embate a suavizar la confrontación, como viento fresco y suave, para finalizar más pronto que tarde en repentinas mudanzas, casos y reveses, oposiciones y contrariedades, que se suelen experimentar en las cosas políticas de ese mundo catalán, en sus bienes y honores temporales dentro y fuera del Parlamento.

Todo terminará con la definición que está vigente en la actualidad en el diccionario de la RAE, en su segunda acepción y usado el término en sentido figurado: una acometida [política] impetuosa que, como ocurre en el mar, acabará volviendo a la normalidad democrática, porque no nos engañemos, mientras que el mundo sea mundo, será una terca realidad que volverán a Cataluña esas repentinas mudanzas y reveses políticos, oposiciones y contrariedades que se suelen experimentar en toda vida política que se precie de tal.

Mi sentido del embate ante la noticia es en el último sentido expuesto, porque creo que es cierto el desconcierto en el que nos estamos moviendo en la actualidad, que necesita con urgencia una reflexión urgente y amable en beneficio de todos. Lo he dicho en este cuaderno digital en varias ocasiones: nada catalán -por humano- me es ajeno y suspiro por una Cataluña integrada en España, cuestión que sigo defendiendo hoy con ardor guerrero y con la ardiente paciencia de Neruda. Lo pensaba en las recientes elecciones catalanas de febrero de este año. Vuelvo a leer una y otra vez el discurso dedicado a las floristas de La Rambla de Barcelona, que Federico García Lorca leyó en una cena en el hotel Majestic de esa ciudad, el 22 de diciembre de 1935, porque se estaba representando allí su obra “Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores”, junto a la compañía de Margarita Xirgu. Todo es un símbolo, pero se me antoja necesario pensar en Cataluña como una calle larga, una Rambla rodeada de flores, “que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros y antigua de sangre”. ¡Qué mejor reconocimiento a una extraordinaria Comunidad, con palabras de un andaluz universal que supo cantar la quintaesencia de un pueblo al que tanto amamos!

Parafraseando una frase de Gaudí en relación con un símbolo cultural muy querido en Cataluña, el trencadís, “A puñados se tienen que poner [las piezas rotas de cerámica], si no, no acabaremos nunca”, es decir, una forma de unir piezas rotas de cerámica de forma aleatoria, es urgente recordar de nuevo esta técnica catalana como metáfora, salvando lo que haya que salvar, para unir de una vez por todas a las partes implicadas en el proceso catalán e intentar buscar la mejor argamasa para unir piezas rotas hoy pero que en un futuro pueden brillar en todo su esplendor. Trencadís político en estado puro, porque si no, “no acabaremos nunca” con esta situación política de ruptura civil del pueblo catalán y, por extensión, de este pueblo con España, sin necesidad de “embates definitivos para desbordar los límites autonómicos”.

Vuelvo a insistir que Cataluña usa una palabra de forma cotidiana, seny, que deberíamos rescatar ahora más que nunca en su justo sentido y como seña de su identidad, tal y como lo he expuesto ya en este cuaderno digital en ocasiones anteriores al hablar de Cataluña. Mi formación en el ámbito de la filosofía está en deuda permanente con José Ferrater Mora, que ahora vuelvo a rescatar en lo afirmado por él en su obra Las formas de la vida catalana y referido a esta palabra: “El seny no excluye, sino que muchas veces postula, el atrevimiento y la osadía, todo lo que, desde cierto punto de vista, puede parecer insensato, pero que, visto desde el horizonte de la continuidad, se convierte en una actitud sensata. El auténtico seny no se limita a perseguir lo más accesible, las realidades cotidianas e inmediatas; el auténtico seny, podríamos decir el ideal del seny, es perseguir lo que es justo, conveniente y correcto, aunque esta persecución sea en algunos momentos la acción más insensata que se pueda imaginar”. Transcendental para comprender su auténtico significado hoy. Dice también Ferrater Mora que la escuela escocesa que ha estudiado el sentido común se centra en la concepción de Reid cuando afirma este autor que “hay un cierto grado de sentido que resulta necesario para convertirnos en seres capaces de leyes y de gobierno propio” (2). El antecedente del seny demuestra que este sentido (común) es como una especie de facultad regulativa que “nos permite fundar nuestros juicios sin caer en el escepticismo ni en el dogmatismo”.

Seny tiene su antónimo, rauxa, con una traducción impecable, arrebato: “La oposición entre ambos conceptos se populariza con Jaume Vicens Vives, quien escribe en Notícia de Catalunya, en 1954, que «Ser arrauxat es, precisamente, andar falto de seny, obedecer a impulsos emocionales, actuar según determinaciones repentinas. En estas circunstancias nos dejamos llevar por la pasión, sin sopesar las realidades ni mesurar sus consecuencias. Somos entonces los hombres de la llamarada y de las actitudes extremistas. Nuestro sentido de la ironía nos falla y salimos a la calle devorados por un exceso de presión sentimental. El arrauxament es la base psicológica de las acciones subversivas catalanas, la justificación histórica del todo o nada, la negación del ideal de compromiso y pacto dictada por la sensatez colectiva” (3).

¡Salud! -utilizando la palabra con la que García Lorca finalizó su discurso de Barcelona- para el pueblo catalán en momentos difíciles de la pandemia, para que su gobierno democrático nos una a partir de ahora en un proyecto común de convivencia pacífica, sin necesidad de embate alguno, a lo sumo demostración diaria de seny en estado puro para contrarrestar estos ataques de rauxa que ahora no son necesarios si existe voluntad de diálogo permanente.

(1) “El embate”, el nuevo mantra del nacionalismo catalán | Cataluña | EL PAÍS (elpais.com)

(2) Ferrater Mora, José (1980, 2ª ed.). Diccionario de Filosofía (4). Madrid: Alianza Editorial, pág. 2985.

(3) https://verne.elpais.com/verne/2017/10/10/articulo/1507620898_691178.html

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¿Existe el mundo al derecho?

Sevilla, 10/IV/2021

Lo decía Quevedo de forma muy gráfica en su poesía satírica: ¿no sabe que fue ese tiempo / aquel de Mari Castaña, / cuando los hombres pacían / y los jumentos hablaban? (en La hora de todos, 778, 73-6), es decir, el mundo al revés ha sido una obsesión humana desde que el mundo existe, empeñado en justificar lo injustificable del mundo al derecho en una contraposición compleja. Ha sido recientemente, veinticinco años son nada, cuando Eduardo Galeano sorprendió al mundo con una obra plagada de sátira, Patas arriba. El mundo al revés (1), donde nos plantea de nuevo esta dialéctica multisecular, con una pregunta inquietante para cualquier lector o lectora ávidos de la última noticia acerca del mundo al derecho, porque visto lo visto, es harto difícil de definir: ¿existe un mundo al derecho?

Para Galeano los identificadores del mundo al derecho, a título de ejemplo, están claros desde el principio: “El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian la naturaleza: la injusticia, dicen, es la ley natural. Milton Friedman, uno de los miembros más prestigiosos del cuerpo docente, habla de «la tasa natural de desempleo». Por ley natural, comprueban Richard Herrstein y Charles Murray, los negros están en los más bajos peldaños de la escala social. Para explicar el éxito de sus negocios, John D. Rockefeller solía decir que la naturaleza recompensa a los más aptos y castiga a los inútiles; y más de un siglo después, muchos dueños del mundo siguen creyendo que Charles Darwin escribió sus libros para anunciarles la gloria”. Para empezar, honestidad, trabajo, escrúpulos y frugalidad, en el sentido más amplio de las palabras, son cuatro ejemplos de mundo al derecho que no de derechas, para no confundirnos, dado que ya se sabe que las ideologías no son inocentes ni todos decimos lo mismo.

Estamos viviendo días y meses de “nueva normalidad”, lo que muchos pueden entender como “el mundo al derecho”, porque lo que estamos pasando corresponde al mundo al revés, porque un virus mata a millones de personas y miles de millones corremos amedrentados a vacunarnos como consecuencia de algo que ha pasado en el mundo al revés y porque sabemos que nadie se libra de esta amenaza de un enemigo público número diecinueve, el coronavirus, dueño de ese mundo al revés que ahora nos paraliza por el miedo. Lo preocupante es saber quién tiene la patente de corso para definir y legislar en ese constructo aliado de “la nueva normalidad como consustancial con el mundo al derecho”, donde lo que ocurre a diario es que se desvía constantemente por atajos que llevan al mundo al revés con un gran dolor para la humanidad en general. Ejemplos tenemos a diario en la economía depredadora, la política mal entendida, la salud pública maltratada, la migración por geopolíticas insostenibles, millones de silencios cómplices, pobrezas severas, trato inhumano a millones de personas, siempre a los más débiles y guerras sin sentido.

“Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”, decía el torero Rafael Guerra, Guerrita, con su sátira quevediana, si es que en algún momento nos atrevemos a definir ese modelo de mundo al derecho, aunque Galdeano nos hizo advertencias severas para saber abordarlo en las primeras clases de su escuela del mundo al revés: “La dictadura de la sociedad de consumo ejerce un totalitarismo simétrico al de su hermana gemela, la dictadura de la organización desigual del mundo. La maquinaria de la igualación compulsiva actúa contra la más linda energía del género humano, que se reconoce en sus diferencias y desde ellas se vincula. Lo mejor que el mundo tiene está en los muchos mundos que el mundo contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar, que hemos ido descubriendo a lo largo de miles y miles de años”. Lo que más me ha sorprendido es la clamorosa diferencia que expone entre ser o tener, dialéctica que ya aprendí a identificar con Erich Fromm y que ahora rescato en las palabras de Galeano: “Quien no tiene, no es: quien no tiene auto, quien no usa calzado de marca o perfumes importados, está simulando existir. Economía de importación, cultura de impostación: en el reino de la tilinguería [los tontos, bobos y simples], estamos todos obligados a embarcarnos en el crucero del consumo, que surca las agitadas aguas del mercado. La mayoría de los navegantes está condenada al naufragio, pero la deuda externa paga, por cuenta de todos, los pasajes de los que pueden viajar. Los préstamos, que permiten atiborrar con nuevas cosas inútiles a la minoría consumidora, actúan al servicio del purapintismo [actitud de aparentar] de nuestras clases medias y de la copianditis de nuestras clases altas; y la televisión se encarga de convertir en necesidades reales, a los ojos de todos, las demandas artificiales que el norte del mundo inventa sin descanso y, exitosamente, proyecta sobre el sur. (Norte y sur, dicho sea de paso, son términos que en este libro designan el reparto de la torta mundial, y no siempre coinciden con la geografía)“. Me atrevo a decir que con esta visión, definir qué significa el mundo al derecho es posible, porque lo que debe ser, debe ser y además es posible.

Me quedo con una frase preciosa de Galeano en mis primeros apuntes en este cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas, en una singladura diaria para comprender qué significa el mundo al derecho: “Lo mejor que el mundo [al derecho] tiene está en los muchos mundos que el mundo [al derecho] contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar, que hemos ido descubriendo a lo largo de miles y miles de años”. Respetarlo todo es nuestra gran tarea de aprendizaje actual para vivir y construir diariamente un mundo al derecho, en el que cabemos todos, sin excepción alguna, por mucho que los diseñadores diarios del mundo al revés se empeñen en evitarlo. Lo dicho: lo que debe ser, debe ser y además es posible.

(1) Eduardo Galeano (1998). Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI Editores de España.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Si el Salvador del Mundo levantara la cabeza…

Leonardo da Vinci [?], Salvator Mundi

Sevilla, 9/IV/2021

La historia del arte está llena de sorpresas y polémicas. Se ha conocido ahora con más detalle lo que ha ocurrido con el cuadro atribuido a Leonardo da Vinci, Salvator Mundi, pero que para los expertos del Museo del Louvre no es tal la autoría aunque sí reconocen la posible intervención profesional de su taller. La historia es breve pero rocambolesca. El cuadro se subastó en la galería Christie´s de New York, el 15 de noviembre de 2017 por 380 millones de euros, convirtiéndose en ese acto en el cuadro más caro de la historia del arte, siendo la única obra del pintor que se mantenía hasta esa fecha en manos privadas. Se ha sabido posteriormente que fue adquirido por el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS), que ha mantenido una disputa de Estados, simbolizada entre Riad y París, al haber sido excluido a última hora de la exposición sobre Leonardo que organizó en 2019 el Museo del Louvre con motivo del 500º aniversario de la muerte del gran pintor renacentista. Sorprende también conocer que este cuadro, fechado con aproximación entre 1490-1500, se había redescubierto en 2005 en muy mal estado, siendo adquirido por 1.175 dólares (unos 986 euros) por un marchante de arte de Nueva York que lo restauró en Estados Unidos.

En un interesante artículo publicado por el diario El País, La autoría del “Salvator Mundi”, un secreto de Estado, se analiza con detalle la intrahistoria de esta disputa que tiene matices geopolíticos de gran envergadura. El Salvator Mundi estaba dentro de una macrooperación de lavado histórico de culturas, salvando lo que haya que salvar, que es poco, al intentar Riad aproximar la cultura árabe y la occidental con la inclusión de esta pintura en la exposición anteriormente citada, pero a cambio de dádivas no muy claras: “Al comprar ese cuadro, un cuadro europeo, una imagen de Cristo, quería enviar [MBS] también un mensaje a Occidente demostrando su modernidad y occidentalización”, según Antoine Vitkine [periodista y autor del documental Da Vinci a subasta: la historia del Salvator Mundi]”, documental que se estrenará en Francia el próximo martes 13 de abril. ¿Qué hay detrás de esta operación? Parece ser que sólo el presidente francés Emmanuel Macron y el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán, tienen la respuesta que algún día se sabrá, pero que hoy permanece oculta. La principal es la más que dudosa autoría del cuadro que los expertos del Louvre, como se manifiesta anteriormente, no se la atribuyen a Leonardo da Vinci, aunque reconocen que la técnica utilizada procede de su taller.

Vídeo promocional de la Galería Christie´s, de la venta del Salvator Mundi

Este relato de película vuelve a plantearme la amarga historia de las religiones y las culturas que les son propias y agregadas a lo largo de los siglos. El “Salvador del Mundo”, que tiene nombre propio, Jesús de Nazareth, está inmerso de nuevo en una guerra política y económica de fondo, aunque oculta tras la magnificencia del gran pintor renacentista y su grandiosa obra, muy lejos de lo que significa la vida del personaje representado, al que recordamos todos los años en dos acontecimientos cruciales de su vida, el nacimiento y la muerte, para “salvar al mundo”. Es lo que comprendió un día su amigo Pedro, que le conocía bien y que Rafael Alberti lo sintetiza de forma magistral en un poema precioso que no olvido, Basílica de San Pedro (1), palabra a palabra, que nos ayuda a no confundir en momento alguno el valor y precio de Su mensaje:

Di, Jesucristo, ¿Por qué
me besan tanto los pies?

Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado,
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.

Haz un milagro, Señor.
Déjame bajar al río;
volver a ser pescador,
que es lo mío.

Leonardo da Vinci [?], Salvator Mundi (detalle), hacia 1500, óleo sobre madera, 65,6 x 45,4 cm ©Wikimedia Commons/Getty Images / Léonard de Vinci

Si el Salvador del Mundo levantara la cabeza, observándonos cara a cara con la mirada que he recortado como precioso detalle del famoso cuadro, con lo que está pasando ahora en el mundo y con su precio de 380 millones de euros por su representación y efectos colaterales de su compraventa al mejor postor, en el Gran Mercado del Mundo, sentiría sin duda alguna lo que le sugería al oído el mismo Alberti en otras palabras inolvidables del libro citado: Confiésalo, Señor, solo tus fieles / hoy son esos anónimos tropeles / que en todo ven una lección de arte. / Miran acá, miran allá, asombrados, / ángeles, puertas, cúpulas, dorados… / y no te encuentran por ninguna parte (de Entro, Señor, en tus iglesias).

(1) Alberti, Rafael (1968). Roma, peligro para caminantes. México: Joaquín Mortiz.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.