
Sevilla, 14/XII/2021
Muchas preguntas surgen alrededor de lo acontecido en los momentos finales de la vida de Verónica Forqué, una de las actrices más representativas del teatro y del cine en España. Como suele ocurrir con estos acontecimientos, vuelven los panegíricos a los que somos tan dados en este país y muy pocas personas se detienen ante un problema de salud mental, la depresión, que ella misma había verbalizado de forma descarnada en programas de amplio impacto mediático.
Puede ser un buen momento para reflexionar sobre esta realidad que tantas veces se oculta en el país, la enfermedad mental en todas sus manifestaciones posibles y que tanto hace sufrir a los que las sufren y a sus círculos más próximos de familia, compañeros de trabajo y amigos. Profesionalmente creo que conozco bien esta problemática, a la que me acerco de forma recurrente porque me sigue pre-ocupando (así, con guion, como ocupación antecedente), por su propagación en todo el mundo y mucho más con ocasión de la pandemia que tanto sufrimiento físico, psíquico y social lleva consigo.
En el acto de presentación del Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y COVID-19, por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, el pasado 9 de octubre, en un acto celebrado en La Moncloa con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, el presidente afirmó que de acuerdo con la OMS “tener salud mental es tener un estado completo de bienestar físico, mental y social, y aquí es cuando te surgen las preguntas. ¿Cuántas personas a nuestro alrededor poseen ese estado de plenitud? ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos sentimos en plenitud? En el día a día, incluso, ¿cuántas veces nos sentimos así y durante cuánto tiempo? Yo creo que ese bienestar está claro que no es fácil de conseguir y, por desgracia, para algunas personas es casi imposible y, sin embargo, es a lo que todos y todas debíamos de aspirar, también desde los poderes públicos, y es a construir una felicidad individual y también una felicidad colectiva”. Agregó también, en el contexto de la pandemia, «Que el 10,8% de la población española haya consumido tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir y el 4,5% haya tomado antidepresivos o estimulantes en los últimos días dice mucho del estado de salud de nuestra sociedad y de sus problemas estructurales» ha destacado. «Tenemos que analizarlos y hacerles frente con toda la responsabilidad y el poder que tiene el Estado, y también con el apoyo de las sociedades científicas. Nuestra responsabilidad es actuar».
Hizo una referencia muy próxima a la realidad vital de Verónica Forqué, cuando citó a la escritora Almudena Sánchez “en un libro publicado recientemente [Fármaco] sobre su depresión, y en el que decía lo siguiente: «es hora de que la fragilidad salga al escenario». Y aquí también habéis hecho referencia a la necesidad de visibilizar esta realidad. Y así es. Yo creo que es importante pasar del silencio al debate y del debate tenemos que pasar a la acción porque lo que es evidente es que no podemos normalizar que tantas personas necesiten pastillas para poder dormir o para poder levantarse y vivir. Tampoco podemos normalizar que el trabajo produzca ansiedad, no podemos normalizar que el sufrimiento se viva en soledad y tampoco que los cuidadores y cuidadoras de las personas que sufren también se sientan solos”.
Hace falta un gran debate de Estado sobre la salud mental, en el que se dé prioridad absoluta a la participación ciudadana y profesional vinculada a esta actividad de atención prioritaria de Estado, en todas sus manifestaciones posibles. Las primeras palabras de Almudena Sánchez traducen de forma espléndida lo que sentimos con la ausencia de Verónica Forqué y la catarata de preguntas que surgen a raíz de su ausencia ¿voluntaria?, después de haber sufrido una depresión profunda: “El suicidio es un momento de no pensar. Es un acto que se hace con el corazón en agua hirviendo, como las langostas. No eres consciente hasta que ya no estás con los pies en la tierra, porque morirse es no estar. Es no participar. Hablarán de ti y no podrás intervenir. Verás a un niño con los ojos brillantes y no lo podrás abrazar. No puedes nada. Suicidarse es prohibirse”.
Participo hoy de un recuerdo especial hacia esta actriz que tanto nos hizo reír en vida, en la cotidianidad de la cordura oficial. Hoy, me despido de ella con una palabra que amaba mucho en sus últimos tiempos de supervivencia a pesar de todo: Namasté (me inclino ante ti/hago una reverencia a la persona que hay en ti”, en hindi), aunque la mayoría de los por qué en torno a su vida y muerte sigan sin respuesta en nuestro loco mundo de todos los días y a la espera, con ardiente impaciencia, de que se atienda la salud mental como una emergencia nacional, creo que de Estado, de amplio espectro.
Verónica Forqué nos deja un mensaje muy importante: la fragilidad de nuestros cerebros ha salido al escenario, porque el suicidio sigue siendo en España la primera causa externa de mortalidad, con cerca de cuatro mil fallecimientos al año, con una media de diez personas al día, lo que demuestra que algo grave está pasando en nuestro mundo mas próximo cuando miles de personas se prohíben vivir a pesar de todo.
Namasté, Verónica…
Este libro puede ser un regalo con estela

CIUDADANO JESÚS (2ª edición, revisada y aumentada)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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