
Sevilla, 15/XII/2021
El Instituto Pantone ya nos ha elegido el color del próximo año, de nombre muy peculiar, Veri Peri (Pantone 17-3938), que va a dar sentido a nuestras vidas, “empoderándonos”. El Mercado no es inocente, no para y todo se convertirá en mercancía de color veri-peri, un color nuevo que pretende “otorgar nuevos bríos a un mundo que busca estabilidad, resiliencia y esperanza”, según manifiesta oficialmente el citado Instituto y porque “La creación de un color nuevo por primera vez en la historia de nuestro programa de colores es el reflejo de un proceso de innovación y transformación a nivel mundial. A medida que la sociedad reconoce los colores como una forma de comunicación fundamental y como una manera de expresar, captar, conectar e influir en ideas y emociones, esta nueva y compleja tonalidad azul fusionada con un rojo violáceo resalta el abanico de posibilidades que se nos presenta. A mayor abundamiento de justificación de este color que parte de cero y que no responde a la paleta de colores actual de la Compañía, en palabras de su vicepresidenta, Laurie Pressman, es que “es literalmente el más feliz y cálido de todos los tonos azules, porque debido a ese nuevo matiz rojo, se introduce una sensación de novedad empoderadora”.
Pantone insiste en que este color nuevo, muestra “una confianza despreocupada y una curiosidad atrevida que anima nuestro espíritu creativo, inquisitivo e intrigante y nos ayuda a abrazar este paisaje alterado de posibilidades, abriéndonos a una nueva visión mientras reescribimos nuestras vidas. Reavivando la gratitud por algunas de las cualidades que representa el azul complementadas con una nueva perspectiva que resuena hoy, Veri Peri coloca el futuro por delante bajo una nueva luz”.
Hasta aquí las frases rimbombantes de la campaña Pantone 2022. He escrito varias veces en este cuaderno digital sobre este Instituto y sus campañas anuales. Recuerdo un artículo en concreto, Por el color del Pantone, porque sintetiza muy bien lo que pienso al respecto en una sociedad de mercado y mercancías, donde se nos impone el color con el que tenemos que mirar la vida. Decía en aquella ocasión que “Conservo en mi biblioteca, como oro en paño, un libro precioso que recopila un hilo conductor cromático en la obra de Juan Ramón Jiménez, que lleva un título programático: Por el cristal amarillo. Era el color preferido del poeta y casi todo lo que escribió y vivió lo inundó de amarillo en lo que él llamaba sabiamente “barrios de la memoria”. La cancela de su casa en la calle Nueva marcó su elección cromática para siempre: “[…] era de hierro y cristales blancos, azules, granas y amarillos. Por las mañanas. ¡qué alegría de colores pasados de sol en el suelo de mármol, en las paredes, en las hojas de las plantas, en mis manos, en mi cara, en mis ojos! […] Yo miraba sucesivamente todo el espectáculo, el sol, la luna, el cielo, las paredes de cal, las flores -jeranios, hortensias, azucenas, campanillas azules-, por todos los cristales, el azul, el grana, el amarillo, el blanco. El que más me atraía era el amarillo. Por el cristal amarillo todo se me aparecía cálido, vibrante, rejio, infinito […]”.
La mercadotecnia sabe introducir sus productos, sabiendo de antemano que nada es inocente. Así nos lo hacen creer. El color elegido para 2022, Veri Peri, reconoce su fuerza expresiva en todos los aspectos de nuestra vida diaria, porque lo que pretende es “otorgar nuevos bríos a un mundo que busca estabilidad, resiliencia y esperanza”. Una campaña publicitaria en toda regla que marcará tendencia cromática en el mundo de secreto y de todos de cada persona.
Es verdad que todo depende del color con el que se mire la vida. No hay nada más terrible que permanecer ciegos al color, tal y como lo aprendí de Oliver Sacks en un libro suyo, La isla de los ciegos al color, que me aproximó a su investigación de cómo los pacientes aprenden a vivir con su enfermedad, la acromatopsia, hasta alcanzar un mimetismo asombroso con ella, aunque sufren ceguera del color, porque no les permite agregar color a la óptica de sus vidas. Todo se ve siempre de color gris en dos islas de la Micronesia, Pingelap y Pohnpei, donde se concentra esta enfermedad, que permiten “experimentos de la naturaleza, lugares benditos y malditos por su singularidad geográfica, que albergan formas de vida únicas”, en frase del propio Sacks. Creo que comprendí bien el trasfondo de su libro, cuando contemplé en una ocasión una foto en blanco y negro del fotógrafo Erich Lessing en pleno rodaje de la película “Sonrisas y lágrimas”: “La vida de cada una, de cada uno, que es lo más parecido a una película en blanco y negro, con la acromatopsia ética que corresponda, permite descansos, para recuperar esos momentos que tanto nos reconfortan y que nos devuelven felicidad. Pero también sabemos que la dialéctica de las sonrisas y lágrimas permite apartarnos junto a una pared de la vida personal e intransferible, sentir el abrazo de los que nos quieren, aunque inmediatamente nos llamen mediante megafonía para seguir rodando, viviendo, en definitiva, en la filmación jamás contada. Esa es la auténtica obra maestra, el extraordinario guion que está detrás, que nos entrega Lessing con la instantánea asociada de su cámara cerebral”.
Vuelvo a leer algunas reflexiones de Juan Ramón Jiménez en torno a su color preferido, el de su persona de secreto, muy cerca de lo que veía por el cristal amarillo de su querida cancela de la calle Nueva en Moguer: “Todo allí acababa bien; era un término como el del beso en el amor, como el de la gloria verdadera e íntima en el arte; después de mirar por el cristal amarillo ya no quería yo más y me quedaba contento”. Nada que ver con lo que será la revolución de Veri Peri en el supermercado grotesco del primer mundo, porque el negro de la realidad actual de los que sufren es el color predominante, por mucho que le pese a Pantone en su proyecto para 2022. Al final, es verdad: todo depende del color del cristal existencial por el que se contemple la vida.
Este libro puede ser un regalo con estela
CIUDADANO JESÚS (2ª edición, revisada y aumentada)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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