Aprendiendo siempre de Manuel Gerena

Sevilla, 27/I/2022

Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio.

Cervantes, Don Quijote, I, IX

Esperaba hoy un libro de segunda mano de la librería Alcaná, Cantes del pueblo para el pueblo, con ilustraciones no inocentes de Cuadrado, porque he tenido varios ejemplares de esta obra de Manuel Gerena en mi biblioteca, a lo largo de mi vida, pero todos los he regalado con el paso del tiempo. Posiblemente, algún ejemplar se quedó en Roma durante mi larga estancia en aquella ciudad, porque tenía muy reciente mis encuentros con su autor, Manuel Gerena, al que siempre he recordado por su coherencia política y personal. Lo leí en años muy difíciles para este país, saliendo de la dictadura.

Al abrirlo, me he encontrado con un marcapáginas de regalo, en el que aparece una frase que siempre he recordado por lo que significa “la afición a leer”, exactamente la que recojo al comienzo de estas palabras: Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; [y como soy aficionado a leer…] Una premonición de lo que iba a sentir después al abrir el libro por páginas para mí muy queridas, comenzando por la que recoge el poema que Rafael Alberti dedicó a Manuel Gerena en Roma, en diciembre de 1971, Coplas para Manuel Gerena, en los últimos años del franquismo más despiadado, de las que recojo el verso que nunca he olvidado: Te llamas Manuel Gerena, / ¡qué bien consuena tu nombre / con la pena!

La coplas que a ti te salen, / te salgan como te salgan, / valen. / Porque tú no estás, ni estamos, / para fuegos de artificio / cuando apenas respiramos. / Escribir para cantar…. / cuando se canta, lo escrito / ya pertenece a la mar. / Te llamas Manuel Gerena, / ¡qué bien consuena tu nombre / con la pena! / La pena que es valentía / cuando no dejan al pueblo / más que pena y agonía. / Pena grande que quebranta / los huesos si al pueblo ponen / una soga en la garganta. / Canta muchacho andaluz, / porque tu cante a la sombra / le quita cruz y da luz. / Canta y sigue, por delante / de ti se abre toda España /a la honda voz de tu cante.

He buscado los poemas en ese libro, que me marcaron un camino en aquellas fechas, cuando tuve la oportunidad de conocer a Gerena y a su familia, porque vivíamos muy cerca y me dedicaba conversaciones llenas de contenido y sentido. Estaba él sufriendo los latigazos del Régimen, con multas y retirada del pasaporte en ese momento, así como reclusión en casa para evitar males mayores. Tuve que hacer gestiones para que lo atendieran en un hospital cercano, porque no se encontraba bien por un dolor agudo en la garganta y comprendí muy bien qué significaba para él cantar sus coplas populares del pueblo para el pueblo. La lectura de su libro vino después. Ma llamaba “compañero” y así me dedicó un libro, Cantando a la libertad, que conservo con su dedicatoria de puño y letra,  en el que también había letrillas que todavía recuerdo en su dialéctica del compromiso activo: Yo sólo sé lo que veo / y nunca vi ningún Dios. / Nunca precisé yo el templo. / ¡vaya quien busque perdón! Es verdad porque, a veces, no sabemos cuáles son nuestros dioses, ni cuales son nuestros hermanos, aunque sí lo lejos que unos de otros estamos.

Las páginas que he vuelto a leer hoy han resonado en mi persona de secreto como si fuera ayer, proyectando lo que él llamaba autobiografía, breve y profunda: “Quiero decir que en este libro de poemas, letrillas o como se quieran llamar…, en estos escritos tan sólo pretendo reflejar un poco de mi pasado que fue el de muchos otros., y de mi presente que es el de todo aquel que crea en mi misma voz: voz de la igualdad y la justicia, en esta tierra que tan mal nos quieren”. Quizá sea su poema introductorio el que resume perfectamente el contenido que sobrecoge después: Ábreme las puertas, pueblo, / que mi verso quiere entrar / para enterrar la mentira / y defender la verdad.

A los que somos aficionados a leer, incluso como diría Cervantes, los papeles rotos de las calles, nos encanta volver a descubrir aquellas palabras que nos ayudaron a comprender la necesidad de transformación de un mundo que no nos gustaba siendo jóvenes y que, llegados a una determinada edad, comprobamos que necesitamos seguir leyendo a Gerena, por ejemplo, para enterrar mentiras y defender la verdad…, porque este mundo sigue por derroteros extraños que nos llevan a estar obligatoriamente obligados a entenderlo, con escaso éxito. Rafael Alberti lo comprendió en su día y nos lo mostró en palabras que tampoco olvido: “Canta muchacho andaluz, / porque tu cante a la sombra / le quita cruz y da luz. / Canta y sigue, por delante / de ti se abre toda España /a la honda voz de tu cante”. Una vez más, no olvido la importancia de ser escuchaor de sus canciones, con las letrillas dolorosas que siempre llevan dentro. Y Manuel Gerena me susurra una vez más al oído una letrilla que siempre me conmovió en ese largo caminar hacia adelante: Me preguntan mis hermanos / que si he perdío la cabeza / yo les contesto llorando: / mis pasos tienen firmeza / aunque mi mundo sea extraño.

Gracias, Manuel Gerena, ¡qué bien sigue consonando tu nombre con la pena!

Manuel Gerena, A la verdad la enterraron, en Canciones de lucha y rebeldía.

NOTA: la imagen de Manuel Gerena se ha recuperado hoy de Manuel Gerena | Canción con todos (cancioncontodos.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

A %d blogueros les gusta esto: