
Sevilla, 8/IX/2022
En una reciente visita al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia), descubrí una pintura al fresco en la Sala de la Verdad, que me llamó poderosamente la atención. La cartela de la Sala indicaba que llevaba por título “El Tiempo raptando la Verdad”, datada con aproximación en 1735 y estaba allí para la posteridad en un palacio de verano construido por Felipe V para el retiro real y ejercicio de la caza. No pude llevarme la imagen fotográfica porque estaba prohibido hacerlo, pero sí me quedé con el mensaje, porque me pareció una alegoría de lo que está pasando cada día en la sociedad actual.
Al regreso del viaje comencé a indagar la historia de esa pintura y he conocido quién la pintó, Bartolomé Rusca (Arosio (Suiza), 1680 – La Granja (Segovia), 1750) y el contexto en el que llevó a cabo esta obra de arte. Su biografía indica que comenzó sus trabajos en palacios de la nobleza en Piacenza (Italia), decorando iglesias cercanas, trasladándose a España posteriormente. Al morir en 1734 Andrea Procaccini, arquitecto y decorador del palacio de La Granja, favorito del marqués de Scotti y de la reina Isabel de Farnesio, Rusca fue llamado a España para continuar su labor y adornar las nuevas alas del palacio. Su viaje fue financiado por el conde Rocca gran amigo del marqués de Scotti. Llegó a La Granja en octubre de 1734 con un sueldo de veinte doblones mensuales, muy inferior al que percibía su antecesor Procaccini”. En 1735, al construirse la nueva fachada del jardín, comenzó la decoración de las nueve salas que dan al Jardín, entre las que se encuentra la dedicada a la Verdad, “con la colaboración de Santiago Bonavía en las arquitecturas pintadas”, gran amigo y protector.
La primera obra que consulté fue una dedicada expresamente a las pinturas de las bóvedas del palacio real de San Ildefonso (1), pero la calidad de las imágenes sobre esta pintura al fresco, en blanco y negro, en la Sala de la Verdad, no permiten contemplar con detalle esta alegoría. Sí me pareció interesante la descripción que ofrece de la misma: “Rodeada de cornucopias, trofeos guerreros y victorias de estuque dorado sobre fondo blanco, en la medalla central aparece la composición, sobre fondo celeste con nubes, donde figura el Tiempo, representado por anciano alado, desnudo y honestado con manto siena, que eleva en sus brazos a la Verdad, en figura femenina de joven desnuda con su mano derecha extendida y la izquierda sobre el pecho, con la mirada hacia lo alto, a ambos lados númenes alados, portan a su derecha, aro de oro y reloj de arena –símbolos de la Inmortalidad y del Tiempo– , y a su izquierda, palma y orbe –representación de la Victoria y del Mundo terrenal–; en la parte inferior de la historia, sedente sobre nube, contempla la escena una figura femenina gofa, con túnica tornasolada, sustituida su pierna derecha por pata de palo, y llevando en su m ano izquierda un haz de paja encendida: la representación de la Mentira”.

Creo que esta descripción, una alegoría plena y llena de metáforas, cobran especial importancia, sobre todo conociendo el contexto en que fueron pintadas estas bóvedas del Palacio Real. En concreto, la Sala de la Verdad se encuentra entre las cinco que representan ideas morales indicadas por la Corte que, junto a las bóvedas pintadas con fábulas mitológicas, diecisiete en total, hacen un total de veintidós obras pintadas por Rusca. La Verdad se une a la Paz, la Abundancia, la Justicia y la Razón de Estado: “El Pintor posee erudición y humanismo , ideas bien conceptuadas en su estudio antes de pasar a su plasmación en el taller -–en este caso el muro humedecido–. Estas pinturas escapan a encasillarlas con un título breve y conciso, pues su interpretación varía con el enfoque cultural de los diversos espectadores. En estos complejos temas, Rusca se mostró como un experto fresquista, con pleno dominio del dibujo, del color y de las luces, y gran maestro en el escorzo y cálculo matemático del punto de la vista”.
Posteriormente, al no haber podido conseguir unas imágenes de calidad de esta pintura al fresco, entré en contacto con Patrimonio Nacional que, amablemente, me las facilitó a través del Departamento de Comunicación del Palacio Real, pudiendo acceder a una página de Twitter donde figuraban dos imágenes de calidad que he incorporado a este artículo. Lo detallo aquí como expresión de agradecimiento a una institución pública que está al servicio del interés general y eso me basta en estos tiempos de turbación y tanta mudanza.
Creo que en esta pintura al fresco el autor quiso representar algo muy importante para la posteridad: la Verdad triunfa siempre, pero hay que rescatarla del Tiempo, con mayúscula, que es el verdadero artífice de que a veces no triunfe en la vida ante la presencia de la Mentira. En este cuaderno digital, he publicado numerosos artículos en los que la Verdad ha estado siempre presente. Lo que no había descrito nunca, con la fuerza de las imágenes de Rusca, es que la Verdad tiene un espíritu joven y fresco, que la rodea cuando es verdadera, enseñándonos que es Inmortal, que triunfa con el Tiempo, que alcanza siempre la Victoria y que tiene los pies en el suelo, en el Mundo terrenal, a pesar de que siempre está presente en nuestras vidas ante la Mentira, que camina a duras penas para mantenerse viva, aunque a veces triunfe fugazmente, porque es un auténtico peligro, representado por un haz de paja encendida, capaz de quemar lo más auténtico de la vida de cada uno y de todos. Esa es la razón de por qué el Tiempo, “honestado”, es decir, cubierto “decentemente”, de una supuesta sabiduría infinita y de ética duradera, rapta a veces la Verdad de cada día, que hay que buscarla permanentemente a lo largo de la vida, como tarea a compartir por todos: “¿Tu verdad? No la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela” (Antonio Machado). Buscarla, necesita su tiempo. Cuando la descubrí, siendo niño y haciendo las cosas de niño y hasta que me hice mayor, haciendo las cosas de persona mayor, me he ido dando cuenta de que debía tener cuidado del Tiempo de Vivir, para elevar cada acto de mi vida ante la Mentira, para que nunca me raptaran la Verdad verdadera.
Creo que se comprende que recuperara de nuevo la ilusión de defender la Verdad de todos los días, en La Granja de San Ildefonso, en la Sala de la Verdad de su Palacio. Y decidí compartirlo con quienes caminan conmigo a diario en medio de tanta Mentira, sabiendo que el Tiempo es capaz de raptar, secuestrar y retener la Verdad a cualquier precio, incluso con violencia y engaño, en el Gran Teatro del Mundo.
(1) Martín, Pompeyo, Las pinturas de las bóvedas del Palacio Real de San Ildefonso, 1989, Madrid: Patrimonio Nacional, p. 121 y s.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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