Voy y vuelvo en un país imaginario

Sevilla, 25/IX/23022

Una noticia reciente sobre el director de cine chileno Patricio Guzmán, del que ya he hablado en diferentes ocasiones en este cuaderno digital, porque le admiro y respeto, aprendiendo de él su pasión por el compromiso “político” en el sentido más puro de la acción política transformadora, incluso sin carné de afiliación a unas siglas determinadas, es decir, por ideología pura y dura, me ha llevado a conocer de nuevo el sentir popular de Chile como pueblo imaginario en un país imaginario, con resonancias de un gran poeta chileno, Nicanor Parra, de cuyo nombre quiero acordarme hoy nuevamente.

Yendo del timbo al tambo, como le gustaba decir a Gabriel García Márquez, vuelvo a encontrar una referencia imaginaria en momentos difíciles para el mundo. Recuerdo hoy que en 2018 falleció a los 103 años, en su querida tierra chilena, Nicanor Parra, el antipoeta al que dediqué en 2014 unas palabras en este cuaderno digital que busca islas desconocidas de compromiso activo. Hoy, mejor que nunca, comprendo las palabras que un día ya lejano, dando gracias a la vida, le dedicó a su hermana Violeta Parra, cuando falleció en 1967: Pero yo no confío en las palabras / ¿Por qué no te levantas de la tumba / A cantar / a bailar / a navegar / En tu guitarra? // Cántame una canción inolvidable / Una canción que no termine nunca / Una canción no más / una canción / Es lo que pido. Cuando asistimos a diario a noticias tristes para el mundo de la libertad viva, me acerco de nuevo a Nicanor Parra en la montaña rusa en la que siempre estuvo instalado, dando gracias a la vida, que nos ha dado y sigue dando tanto.

Lo anteriormente expuesto viene a mi memoria porque Nicanor Parra, el poeta que mejor describió al hombre imaginario, al que se recuerda en este país por haber recibido el Premio Cervantes en 2011, me permitió volver a la lectura compleja de la antipoesía que representa, comprometido sobre todo con la contradicción de la vida, porque para él es una fuerza que le permite seguir viviendo, conduciendo su viejo coche del pueblo (Volkswagen), camino de un lugar que muy querido para él: Las Cruces. Y esa forma de pensar, de transgredir la vida instalada, me sorprendió siempre, tanto como el crucifijo que preside el salón principal de la biblioteca que lleva su nombre en la Universidad Diego Portales, con una inscripción memorable escrita a mano en un cartel rutinario, “Voy y vuelvo”, en un permanente tobogán de emociones y sentimientos imaginarios, porque lo imaginario sólo existe en el alma y porque de la ilusión también se vive:

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

Patricio Guzmán ha retratado en “Mi país imaginario”, su nuevo documental, la revolución feminista que llevó a la victoria a Gabriel Boric, actual presidente de Chile, como “secuela apócrifa de ‘La batalla de Chile’, donde cuenta los movimientos que cambiaron el país en los últimos años”. El artículo, excelente, que he leído en elDiario.es sobre esta obra de Patricio Guzmán, refleja la mejor sinopsis del documental que podamos soñar: “En Mi país imaginario todos los testimonios son de ellas. De las mujeres que salieron a la calle, que revolucionaron el país, que pidieron tomar la decisión sobre sus cuerpos y sus elecciones. No hay ningún hombre que hable a cámara. Hace tiempo que en Chile las mujeres se organizaron muy bien políticamente. Empezando por las mujeres que protestaron contra los desaparecidos, y a partir de ahí el papel de la mujer nunca dejó de estar presente. Y bueno, ahora estamos con la cuestión de volver a reconstruir Chile, de volver a hacer que las dos grandes corrientes se unan o al menos se toleren o que trabajen juntas para construir en el futuro de Chile”, dice Guzmán, que cree que ese futuro pasa por las mujeres y que confía en que “se va a conseguir”. Pero lo que verdaderamente me ha conmovido son sus palabras sobre lo que él entiende como cine documental, del que Mi país imaginario es una nueva entrega extraordinaria: “El cine documental es una especie de caja de resonancia del pasado más reciente para proyectarlo hacia el futuro. El cine documental nos coloca frente a nuestros problemas grandes que tenemos como país, como personas, como grupo. El documental es una opinión muy personal de cada uno de nosotros y queda guardado para siempre en la memoria chilena. La gente se olvida de las películas de ficción, pero los documentales quedan ahí, machacando siempre”.

Patricio Guzmán recibió este año el premio Goya a la mejor película Iberoamericana, La cordillera de los sueños (2019), a modo de veredicto: para no olvidar que el cine también es memoria histórica. ¡Enhorabuena, de nuevo, por tu compromiso activo a través del cine! Me alegra y reconforta desde una determinada ideología de izquierda, el reconocimiento que te hizo nuestro país el pasado mes de febrero, que tanto debe al pueblo chileno por vuestra acogida a los españoles en el exilio tras la guerra civil y la férrea dictadura que sufrimos años después. Gracias, a través de estas palabras, que aún nos quedan. Aquello fue una misión de amor, que no olvido en la memoria histórica de nuestro país, imaginario también.

Para mí, Chile es un modelo imaginario como país imaginario para alcanzar las libertades imaginarias que todo ser humano aspita a alcanzar un día…, imaginario también. Es así porque cada día voy y vuelvo a mi país imaginario, con el que sueño todos los días, la España de las libertades imaginarias, que también existen.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

2 respuestas a «Voy y vuelvo en un país imaginario»

  1. Nuevamente encantada con sus comentarios sobre mi pais. Patricio Guzmán nos emociona con la belleza poética de sus obras y nos mantiene unidos en la memora de lo vivido. Gracias.

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    1. Gracias por su valoración, como siempre. Me alegra este reencuentro digital. Chile nos une.

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