
Tribunal Superior Electoral de Brasil. Resultados elecciones en Brasil 2022
Sevilla, 31/X/2022
Luiz Inácio “Lula” da Silva, ya es el presidente de Brasil, el padre de los pobres de su país, como millones de personas le atribuyen este título de tanta honra y dignidad humana. Anoche, con profunda emoción, fui siguiendo el recuento de los votos en la página oficial del Tribunal Superior Electoral, segundo a segundo y gracias a las urnas digitales, alcanzando cerca de las once de la noche el resultado final: Lula. Elegido presidente con el 50,90% de los votos, un total de más de 60 millones de votos (60.345.999), con el 100% del escrutinio. Es un nuevo país, en la historia reciente de Latinoamérica, que sigue formando el cinturón actual de la izquierda en aquél continente y alberga mucha esperanza en la justicia social distribuida para todos, sobre todo para los que menos tienen, que son millones de personas.
La historia personal de Lula es un auténtico tratado de militancia y resistencia. Recientemente, no se pueden olvidar los 580 días que estuvo detenido de forma injusta y arbitraria en la prisión de Curitiba, desde 2018, donde nunca le faltó el calor humano de la calle, de las personas que sabían cómo había sido su tiempo presidencial, a través de programas como “Hambre 0” y “Bolsa Familia!”, mediante los que se garantizaban tres comidas al día de la población más desfavorecida, con especial preferencia sobre los niños y niñas en pobreza severa, en un país con tantas desigualdades sociales, tan rico en recursos pero tan pobre por los millones de nadies explotados días a día por una sociedad derechizada hasta extremos insoportables, injusta y despiadada. Fue el Comité de Derechos Humanos de la ONU el que manifestó en abril de este año que “la investigación y el enjuiciamiento del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva violaron su derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial, su derecho a la privacidad y sus derechos políticos”, respaldando la decisión que ya se había tomado en su país, a través del juez de la Corte Suprema, Edson Fachin, en marzo de 2021, determinando que el juez que había instruido la causa contra Lula, Sergio Moro, nombrado posteriormente Ministro de Justicia en el Gabinete del presidente Jair Bolsonaro, había actuado con “parcialidad” durante el proceso, ordenando la liberación inmediata del expresidente. Lula recuperó todos sus derechos políticos, situación que le llevó a presentarse en agosto de este año como candidato en estas elecciones, en las que ha resultado vencedor.
Durante esta campaña no ha olvidado la esperanza que depositó en él parte del pueblo del brasileño, sobre todo los más pobres, recordando en todos sus discursos aquellas promesas que se esfumaron cuando Lula dejó la presidencia del país, reflotando ahora la democracia y sacándola de su ocaso, diciéndoles alto y claro que quería volver y que era un sueño posible, porque deseaba “volver a incluir a los pobres en el presupuesto y que todos los brasileños hagan tres comidas al día”. Y ha vuelto, escribiendo una sola palabra en las redes, Democracia, acompañada de una fotografía de la bandera de su país en la que apoya su mano izquierda, con el dedo meñique amputado en sus años jóvenes cuando trabajaba como tornero. Una sola palabra basta.
Anoche, al conocer el resultado de su nueva elección, recordé unas reflexiones suyas para cambiar la historia, en un libro con un título que sobrecoge “Lula. Tengo un sueño”, que guardo con respeto reverencial en mi biblioteca, en mi clínica del alma (1): “Obstinadamente me digo todo el santo día: tengo que realizar un sueño, que no es sólo mío, sino el sueño de todos vosotros; llegará un día que en este país ninguna criatura se irá a dormir sin un plato de comida, y ninguna criatura se despertará sin ningún desayuno (…) Llegará un día en que la gente tendrá conciencia de que este país que sueño y que vosotros soñáis puede ser construido. Depende de nuestra disposición para realizarlo. Depende de nuestro coraje. Depende de nuestra disposición”. Lula, el presidente de los pobres ahora, sigue soñando lo mismo gracias a una sola palabra: democracia.
(1) Lula da Silva, Luiz Inácio, Tengo un sueño, 2003. Barcelona: Península, p. 52s.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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