
Cualquier instante de la vida humana / es nueva ejecución, con que me advierte / cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.
Francisco de Quevedo, en A la brevedad de la vida.
Sevilla, 6/X/2022
Decían las “autoridades” de la época, recogidas concretamente en un Diccionario del siglo XVIII que aprecio mucho en mi quehacer diario, que “instante“ es “la más breve parte en que se divide el tiempo” y recoge palabras sabias de una “Autoridad”, Francisco de Quevedo, en un soneto precioso en su fondo y forma: Cualquier instante de la vida humana / es nueva ejecución, con que me advierte / cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana. Hay que tener en cuenta que en este Diccionario “se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases [sic] o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua”. Sabemos, entonces, qué es un instante en la trazabilidad de las palabras hasta hoy, que se define como “porción brevísima de tiempo”, lo que da lugar a las “instantáneas”, reproducciones inmediatas de lo que se ha recogido en un instante, algo tan cotidiano hoy a través del móvil, como rey de las instantáneas.
En este contexto, mañana se inaugura en Madrid, como una iniciativa cultural importante de la Fundación Juan March, una exposición con un título lleno de sugerencias, Detente, instante. Una historia de la fotografía, en la que “ensaya una de las historias posibles de la fotografía desde su nacimiento hacia 1840 hasta hoy. Sin intención exhaustiva, pues ninguna historia es una enciclopedia o un diccionario, propone un relato del medio a través de trescientas fotografías en una cuidadosa selección que ha partido del ojo original de quienes primero las reunieron y conservaron: sus coleccionistas. Las obras son copias de época procedentes de dos colecciones excepcionales, pioneras y complementarias: las que han reunido a lo largo de cuatro décadas Dietmar Siegert en Alemania y Enrique Ordóñez e Isabel Falcón en España”. Asimismo, recomiendo la lectura del programa de mano del concierto que la Fundación ha preparado con motivo de la inauguración de esta exposición: «El Coro Nacional de España, con la dirección de Miguel Ángel García Cañamero y Jesús Campo Ibáñez al piano han elaborado un breve programa que lleva el título “Una muy breve historia coral”. Se trata de una sucinta historia de la música coral que discurre en paralelo a la descrita en la exposición. Asistiremos a una sucesión de “estampas musicales” que, a modo de instantáneas, encierran momentos concretos desde mediados del siglo XIX hasta el presente».
Esta exposición “presenta un panorama general histórico, geográfico y temático muy ambicioso. Esta historia comienza con la nueva mirada al mundo que significó la invención del medio y atraviesa la segunda mitad del siglo XIX, todo el XX y los inicios del XXI entre hallazgos, juego, conquistas y creación. En su final volvemos a encontrar aquella mirada del principio fluyendo en el presente, experimentando como entonces, reinterpretando visualmente el pasado y anticipando el futuro. En este relato, el público de la muestra –un público amplio, no solo especialistas o interesados en la fotografía– hallará un imponente friso histórico por el que transitar con la ayuda del trabajo de Irving Penn, Man Ray, Samuel Bourne, Sasha Stone, Jeff Wall, Cartier-Bresson, Arbus, Brassaï, Stieglitz, Fenton, Atget, Tillmans… Descubrirá también muchas imágenes –unas célebres, otras sorprendentemente desconocidas– ante las que correr el riesgo de detener el instante, como deseó Fausto, y dejar que la mirada se llene para siempre”.
En este cuaderno digital he dedicado muchas páginas a la magia de la imagen fotográfica. Están presentes imágenes de fotógrafos y fotógrafas excepcionales que han recogido instantes irrepetibles que forman parte de la memoria histórica del mundo y de este país: Man Ray, que he elegido como cabecera de este artículo y que figura en la exposición, Lee Miller, Kati Horna, Joy Ross, Robert Capa, Erich Lessing, Marc Riboud, Tina Modotti, Sebastião Salgado, entre otros y, aquí en España, Antoni Campañá y Ramón Masats , por su obra sorprendente de la España que nos helaba en un instante el corazón. También, recientemente, Emilio Morenatti, compartiendo con el mundo instantáneas inolvidables por el sufrimiento de la pandemia en nuestro país.
Como ocurre con las ideologías, las fotografías nunca son inocentes porque siempre hay un ojo humano detrás que ordena guardar instantes mágicos de la vida. Cuando conocí en 2016 el fallecimiento del fotógrafo francés Marc Riboud, que muchas personas recordarán por su famosa fotografía de la chica con la flor, por cierto, no inocente, la moviola de mi vida se paró en ese instante que llevaba el tiempo revolucionario dentro. Sé que el hilo conductor de la profesión de fotógrafo o fotógrafa, en todas las variaciones posibles de la profesión, tiene bastante que ver, nunca mejor dicho, con una frase de un especialista en los cuidados del ojo, del siglo XIII, Pietro Spanno, que llegó a ser Papa bajo el nombre de Juan XXI: “El ojo es un miembro noble, redondo y radiante. Ver es el paraíso del alma”. Ese es el secreto y la magia del ojo humano cuando ordena el clic que fija instantes especiales de la vida para la posteridad. Igual que cuando se fotografía el dolor o la muerte, muchas veces con alto riesgo personal de profesionales excelentes, comprometidos, facilitando imágenes recientes que desgraciadamente ya son habituales para el procesamiento de nuestra retina y que tanto nos hacen pensar, cumpliendo su función: detener el instante.
Con estas palabras “imaginarias”, que decía Nicanor Parra, sobre instantes reales, deseo hacer en estas páginas de cuaderno digital, una vez más, un reconocimiento expreso al trabajo desarrollado por profesionales que han fotografiado instantes mágicos de la vida incorporándolos a su paraíso particular que simboliza, al mismo tiempo, un homenaje a fotógrafas y fotógrafos de todo el mundo, no inocentes por su ideología, que nos siguen aportando a diario imágenes, instantáneas, para no olvidar que un día tuvimos que salir de un paraíso en el que muchos nacimos por tradición y creencia, para volver diariamente a él, aprendiendo de un fotógrafo excepcional, Sebastião Salgado, que salió a buscarlo en 2005 mediante instantes mágicos “paradisiacos” en su esencia, para “emular el ojo de Dios pero ser fiel a Darwin, para dar testimonio de los orígenes de la vida intactos, para certificar que corre el agua, que la luz es ese manantial mágico que penetra como un pincel y muta las infinitas sugerencias en blanco y negro que Salgado nos muestra del mundo. Para experimentar pegado a la tierra y los caminos aquello que relatan los textos sagrados pero también seguir la estela de la evolución de las especies; para comprobar que los pingüinos se manifiestan; para comparar la huella con escamas de la iguana y el monumental caparazón de las tortugas en Galápagos; para explicar que los indígenas llevan en la piel tatuado el mapa de su comunión con la de los ríos y los bosques; y que los elefantes y los icebergs emulan fortalezas de hielo y piel; y que la geología diseña monumentos y que todavía quedan santuarios naturales a los que aferrarnos”.
Hay fotógrafos y fotógrafas que retratan almas especiales, en blanco y negro, como Ran May, Marc Riboud, Antoni Campañá, Ramón Masats o Sebastião Salgado, entre otros muchos, porque muchas veces estamos ciegos ante el color que dio al mundo la creación transcendental del hombre y la mujer, que tuvieron la oportunidad de ver durante un tiempo el paraíso de sus almas, a todo color. Gracias, hoy, a tantos profesionales anónimos que aun jugándose a diario la vida, como ocurre y pasará hoy en Ucrania sin ir más lejos, nos aportan tanta verdad a través de sus ojos, como aprendimos un día de Machado, ya que no son ojos porque los veamos, sino que son ojos porque a través de sus fotografías nos ayudan a ver instantes que se detienen en el tiempo que llevan dentro.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Debe estar conectado para enviar un comentario.