
Si hay en Portugal una escritora que participe de la naturaleza del genio, es Agustina Bessa-Luís.
José Saramago
Sevilla, 10/X/2022
La balsa de piedra de Saramago se hace real cuando descubrimos que ambos países, Portugal y España, estamos unidos por la cultura de una historia social y literaria que engrandeció siglos atrás la península ibérica unida, a la que cuando yo era niño dibujaba completa, casi sin fronteras, en mi cuaderno “Diario” que tan primorosamente nos enseñó a conservar mi maestra de vida, Doña Antonia León, natural de Granada, un ejemplo de maestría diaria. Personalmente, tan cerca de José Saramago, tengo que reconocer que Portugal también ha estado presente en mi vida a través de Camôes, por ejemplo y, más recientemente, de Fernando Pessoa, con el que compartí una silla vacía en el Chiado, en mi última visita a Lisboa, él en bronce inmovilizado y yo, vivo y despierto en mis sueños con el tiempo dentro.
Este contexto anterior justifica de forma sobrada que hoy recoja la presentación de una escritora excepcional, Agustina Bessa-Luís (Vila Meã, Amarante, Portugal, 15 de octubre de 1922-Oporto, 3 de junio de 2019), creo que bastante desconocida en este país a pesar de ser nieta de una zamorana, que inició sus andanzas en un mundo alternativo para la mujer de su época, a partir de la publicación de un anuncio en el periódico de Oporto O Primeiro de Janeiro del sábado 5 de febrero de 1942, en el que figuraba este texto: “Joven instruida desea correspondencia con persona inteligente y culta”: “Nacida en Vila Meâ en 1922 y fallecida en Oporto en 2019, Agustina Bessa-Luís consideraba que la fama, al igual que la posteridad, era caprichosa. Todos la conocían en Portugal: había dirigido un periódico —el mismo donde puso el anuncio— y el teatro más importante del país, salía en la tele, escribía casi compulsivamente desde los 19 años y ganaba todos los galardones de lustre (incluido el Camôes en 2004), pero no tantos habían leído una obra que exige esfuerzo. “Su técnica es muy depurada, juega mucho con la ironía y necesita un lector a su altura”, precisa Antonio Sáez Delgado, profesor de la Universidad de Évora y traductor de Pessoa y Saramago. Quizás su relación con el público se perciba del tirón con una anécdota que le gustaba repetir. Un día se le acercó una mujer humilde y le dijo: “Doña Agustina, me gusta usted tanto que cualquier día incluso le compro un libro” (1).
El próximo sábado se conmemora el centenario de su nacimiento y Portugal va a rendirle diversos homenajes con tal motivo. Su obra es ingente, hasta casi setenta publicaciones de diversa índole. Para conocerla bien, es importante leer su autobiografía, O livro de Agustina, con fotos y documentos familiares. También, ver con suma atención el documental, Nací adulta y moriré niña, porque «es una videografía de 55 minutos en la que la escritora habla de su infancia, de sus memorias, del exilio en el Duero, de las aventuras de juventud, del inicio de su larga carrera como escritora y de la madurez de su experiencia vital». Es muy importante conocer estos detalles vitales en directo, porque tiene escasas traducciones de su obra literaria en este país, destacando el esfuerzo de Athenaica Ediciones y Serie Gong, editoras sevillanas al alimón, con dos publicaciones muy significativas, Joya de familia (2001), de la primera, siendo además la que abre la trilogía sobre “El principio de la incertidumbre” y sobre todo, La sibila, por ser esta última la que ha alcanzado mayor número de traducciones a otros idiomas, cuya sinopsis nos abre interrogantes que se pueden resolver con la lectura atenta de sus páginas: “Publicada en 1954 y celebrada en toda Europa como una de las grandes novelas del siglo XX, esta epopeya familiar y rural del norte portugués supuso para Agustina Bessa-Luís la temprana confirmación, con poco más de treinta años, de una carrera literaria marcada por la calidad de la escritura y la singularidad de la mirada. En La sibila asistimos al relato exuberante, con incontables meandros, de la vida de tres generaciones de mujeres de la casa de la Vessada, finca escenario donde las poderosas integrantes de la saga, que se mueven entre la aversión hacia los hombres y una forma de misantropía controlada, se convierten en las verdaderas herederas y guardianas del legado familiar. Son ellas aquí las de la voluntad inquebrantable, las astutas, las que cuidan las formas sutiles y las viejas costumbres, las que equilibran violencia y razón, autodisciplina e indulgencia. Entre la abuela Maria, capaz de conservar milagrosamente un terruño dilapidado por su marido, y la nieta Germana, es Joaquina, Quina, «un ser raro y apasionante», la que mejor muestra esa personalidad digna y compleja, calculadora y trascendente, envanecida y discreta que le valió el apodo de «la sibila». La inolvidable historia de Maria, Quina, Estina y Germana, narrada con lirismo y contundencia, se eleva en virtud de las ideas y reflexiones que desbordan violentamente el relato y le dan el sentido y la profundidad de una obra exigente e inmortal”. No hay que olvidar tampoco la publicación de El alma de los ricos (2002), segunda obra de la trilogía citada, que fue llevada al cine por el gran director Manoel de Oliveira, con el título de Espejo mágico (1955), así como Los espacios en blanco (2003), que cierra la trilogía.
No caerá en saco roto la recomendación de José Saramago sobre esta escritora: Si hay en Portugal una escritora que participe de la naturaleza del genio, es Agustina Bessa-Luís. Esta calificación merece que la descubra en mi vida como isla literaria desconocida hasta ahora. No es casual esta situación, porque de los 67 libros que publicó en su larga y fructífera vida, que recorren la prosa en todas sus formas (novela, biografía, memorias, cuento, ensayo, teatro, libros infantiles y crónica de viajes), solo seis se han traducido a nuestro idioma hasta ahora. De ahí mi empeño en rescatarla en la balsa de piedra soñada por Saramago.
(1) https://elpais.com/babelia/2022-10-08/agustina-bessa-luis-la-escritura-como-maldicion.html
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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