
Sevilla, 2/XI/2022
Navegando por los mares procelosos de las noticias verdaderas, que procuro buscar apasionadamente entre tanta mentira, mediocridad y necedad humana, he avistado una que simboliza la dialéctica entre la investigación digital más avanzada y la historia de la humanidad, en su vertiente de inteligencia artística. Me refiero a la noticia que ha comunicado el Museo Freud de Londres, sobre “una copia meticulosamente tallada en mármol pentélico de la cabeza del caballo de Selene, perteneciente al grupo escultórico del Partenón”, de la original que se muestra desde el siglo XIX en el Museo Británico, obra maestra del escultor griego Fidias (Atenas, hacia 500 a. C.-Olimpia o Atenas, h. 431 a. C.), que ha sido tallada por robots en Carrara (Italia). Desde ayer, se puede contemplar en la sede del Museo de Freud, sitio elegido -no de forma inocente- por la teoría de la relación objetal que el padre del psicoanálisis elaboró a la largo de su dilatada carrera científica y por la visita de Freud a Atenas en 1904 y el relato de su experiencia, según figura en un ensayo epistolar con el escritor francés Romain Rolland en 1936.
Para valorar el impacto real de esta noticia es necesario conocer el contexto histórico de este logro científico en el ámbito digital. Es conocido por parte de muchas personas que muchos países tienen el interés legítimo de recuperar restos y piezas arqueológicas que a lo largo de los siglos han sido expoliadas por terceros países en diversos contextos, desde guerras hasta investigaciones y compensaciones por determinados hallazgos, habiendo sido literalmente arrancadas estas piezas valiosísimas de sus lugares de origen para figurar finalmente en Museos de todo el mundo, cuando no en sus almacenes, siendo el Museo Británico uno de los más claros exponentes de este expolio artístico sin piedad. Este es el caso de la cabeza original del caballo de la Diosa Selene, la Diosa Luna, que figuraba en el frontón oriental del Partenón, símbolo mundial de la democracia, que tanto necesitamos reivindicar en su origen y en su memoria histórica al servicio de la Humanidad: “La cabeza de esta historia corresponde a uno de los dos caballos que tiraban del carro de la diosa Selene, la Diosa Luna. Aparece surgiendo de las aguas, como símbolo del amanecer, en el frontón oriental del Partenón, el templo dedicado a la diosa Atenea. Es la cabeza de caballo más conocida universalmente en toda la historia del arte. Y forma parte del botín que Thomas Bruce, el séptimo conde de Elgin, logró trasladar desde Atenas hasta Londres. Casi la mitad de las estatuas del Partenón, que Bruce llegó, en algunos casos, a ordenar serrar violentamente para separarlas del edificio. Era entonces embajador del Imperio Británico ante el Imperio Turco-Otomano, bajo cuyos dominios estaba Atenas. Acabó vendiendo las esculturas al Museo Británico en 1816 (BM, en sus siglas en inglés) por 35.000 libras, unos tres millones de euros al valor actual. El Gobierno democrático griego lleva décadas peleando por la reunificación de los mármoles, que se han convertido en un símbolo de orgullo nacional herido” (1).
La solución a esta larga lucha de intereses contrapuestos entre el Reino Unido y Grecia parece tener fin con la reproducción obtenida mediante técnicas de 3D comentada anteriormente, utilizando potentes robots que esculpen con una cabeza de diamante el mármol Pentélico, procedente del monte Pentélico cercano a Atenas, el que utilizó para esta obra el escultor Fidias por encargo de Pericles, hace más de 2.500 años. Gracias a la utilización de cámaras en las últimas versiones del iPhone, que incorporan tecnología Lidar, permitiendo obtener fotografías, datos y distancias milimétricas, se ha podido llevar a cabo esta gesta “escultórica” por parte del Instituto de Arqueología Digital (IDA), con sede en Oxford, obteniendo una reproducción exacta del original, sólo con la carencia obligada de la pátina que solo la ofrece el tiempo y sus siglos dentro. En sólo cinco días, varios robots lograron “copiar” la cabeza del caballo de Selene, con una gran ausencia: la inteligencia de Fidias para expresar algo que lo expresa muy bien este artículo en el diario El País: “La cabeza de esta historia corresponde a uno de los dos caballos que tiraban del carro de la diosa Selene, la Diosa Luna. Aparece surgiendo de las aguas, como símbolo del amanecer, en el frontón oriental del Partenón, el templo dedicado a la diosa Atenea. Es la cabeza de caballo más conocida universalmente en toda la historia del arte”.
La vinculación con Freud me parece muy significativa y el director del Instituto de Diseño Arqueológico lo manifestó ayer en el acto de la presentación de la copia del caballo de Selene: “Freud desarrolló la teoría de las relaciones objetales. Por eso hemos elegido este entorno” […] “Los objetos, decía, eran espejos de nuestra alma. Cuando los observamos, vemos en ellos lo que nosotros mismos incorporamos” […] “Los propios romanos tenían miles de copias de obras griegas, que hicieron suyas. El BM [Museo Británico] tiene más de 10.000 réplicas por todas sus salas, que ayudan a explicar convenientemente en qué consistía el pasado. La cabeza de este caballo puede contar su propia historia, y si ayuda a resolver la disputa, convertirse en sí misma en un monumento con un significado nuevo”, afirma”.
La revolución digital también es miembro activo de la revolución social al servicio de la reconstrucción de un nuevo orden mundial. Este ejemplo es prueba evidente de que también es posible un mundo mejor gracias a la inteligencia digital, la que tantas veces he definido en este cuaderno, tambiuén digital, a través de cinco acepciones, a modo de diccionario para un mundo nuevo, teniendo en cuenta que inteligencia es la capacidad para resolver problemas o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural y un factor determinante de la habilidad social, del arte social de cada ser humano en su relación consigo mismo y con los demás:
1. Destreza, habilidad y experiencia práctica de las cosas que se manejan y tratan, con la ayuda de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación, nacida de haberse hecho muy capaz de ella.
2. Capacidad que tienen las personas de recibir información, elaborarla y producir respuestas eficaces, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
3. Capacidad para resolver problemas o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
4. Factor determinante de la habilidad social, del arte social de cada ser humano en su relación consigo mismo y con los demás, a través de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación.
5. Capacidad y habilidad de las personas para resolver problemas utilizando los sistemas y tecnologías de la información y comunicación cuando están al servicio de la ciudadanía, es decir, cuando ha superado la dialéctica infernal del doble uso.
Lo que valoro sobre todo es que con este acto cultural Freud resucita simbólicamente el valor de Fidias, el gran escultor de la Democracia, ofreciendo a través de la inteligencia digital su “restauración” urgente para garantizar un orden nuevo mundial, un claro objeto de deseo en beneficio de todos.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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