Pensemos menos (en la moda), repitamos más

Steven Pinker / Elizabeth Duval

Sevilla, 7/XI/2022

Paseando el sábado por las aceras de Sevilla, a las que la urbanista Jane Jacobs alababa en un texto suyo muy divulgado, “Bajo el aparente desorden de la ciudad vieja, en los sitios en que la ciudad vieja funciona bien, hay un orden maravilloso que mantiene la seguridad en las calles y la libertad de la ciudad. Es un orden complejo. Su esencia es un uso íntimo de las aceras acompañado de una sucesión de miradas” (1), encontré una frase sorprendente en un escaparate de una tienda de un modista español, con la figura enigmática de un psicólogo canadiense que he estudiado mucho desde hace ya bastantes años, Steven Pinker, en la que se resaltaba un mensaje importante: REPITE MÁS. PIENSA MENOS. Sé más viejo. La verdad es que me asombró ver una imagen de Pinker en una tienda de Adolfo Domínguez participando en una campaña publicitaria, aunque cuando he investigado el origen de la misma tengo que confesar que me ha parecido una buena idea, en su fondo y forma, digna de compartirla en la Noosfera, aunque tengo ciertos reparos al hacerlo respecto de un modista que tiene su precio, al que da suma importancia, por encima incluso del valor de esta campaña, por ejemplo, al pertenecer a la élite de una moda “cara” que ahora casi renuncia a ella. Espero que quien lea esta reflexión en alta letra sepa distinguir siempre valor y precio, a diferencia de lo que suele hacer habitualmente “todo necio”, haciendo caso de la advertencia ética de Antonio Machado incluso al acercarnos al mundo de la moda.

El propio Pinker lo comenta en un video promocional de la campaña, del que no he perdido detalle de su guion, con una entradilla muy sugerente: Dicen que pensar nos hace más libres. Según Steven Pinker, uno de los pensadores más influyentes de este siglo, no siempre es así: “Los ciclos de la moda se mueven bajos dos normas. La primera es: intenta parecerte a quienes tengan un poco más de prestigio que tú. Puede que un poco más ricos, más actuales, más conectados con las élites. Pero si estás arriba intenta no parecerte a los de abajo. Vivimos en una era en que los estilos de la élite son fáciles de replicar, porque los costes de producción son más baratos. Así, es muy fácil destacar para las personas que están arriba, porque todos quieren copiarles uy pueden permitírselo. Ser rico no te protege ante todos los demás que quieren imitarte, no es como hace un siglo cuando los ricos llevaban pieles y sedas y nadie se lo podía permitir. Ahora cualquiera puede permitirse comprar falsa seda y piel sintética. Lo que pasa entonces es que tenemos ciclos en la moda, en los que la gente quiere parecer que es alguien, que forman parte de la élite más alta, hasta que pasan a otra moda, una que los de abajo todavía no siguen y, así, se vuelve a repetir el ciclo en el que la gente de un nivel más abajo trata de imitarlos y la gente dos niveles más abajo trata de imitar a los de un nivel más arriba hasta que todo se filtra hasta llegar al público general. Después, los de arriba tienen que adoptar un estilo nuevo y vuelta a empezar. Esto puede ser un tipo de tiranía para ambas partes. Los de abajo siempre están buscando un referente al que parecerse para no ser demasiado humilde, o con poco estilo; los de arriba siempre desesperados para no parecerse al resto. Es demasiada energía mental, que estamos consumiendo constantemente. Pero podemos intentar buscar un equilibrio y no ser esclavos tanto de imitar a la gente por encima como de diferenciarnos de los demás. Puedes querer parecerte a un miembro funcional y atento de la sociedad, que te fijas en lo que todos visten, pero no puedes dejar que eso determine tu identidad, que borre tu individualidad o gaste toda tu energía mental. REPITE MÁS. PIENSA MENOS”. Y con una rúbrica final: Sé más viejo. ADOLFO DOMÍNGUEZ. Se cierra su referencia con las siguiente frase: Demasiado tiempo dedicado a decisiones irrelevantes. Demasiadas cosas en la cabeza. ¿Y si la ropa dejara de ser una de ellas?

Junto a esta exposición mediática de Pinker aparece también en la campaña la voz de una filósofa española muy joven, Elizabeth Duval, “una de las nuevas voces de la filosofía española”, que cree que “viviríamos mejor si no pensáramos en tantas cosas”. También desarrolla este pensamiento en plena campaña publicitaria, Pensar menos en lo que está de moda, en reinventarse cada día, en gustar a los demás. Liberar espacio para las cosas que importan. Repetir más la ropa que mejor te sienta por pura sostenibilidad: sostenibilidad mental: “Intento no tomar tantas pequeñas decisiones para poder centrarme en lo importante ¿No? A veces es inevitable la cantidad de decisiones que tienes que tomar. Hay casi una obligación, muchas veces, a estrenar ropa o no estar repitiendo prendas. Así que una decisión tan aparentemente libre incluso, cómo la decisión de qué voy a comer o la decisión de qué voy a ponerme, la decisión de la ropa, realmente tiene mucho de circulación en una esfera determinada de modos de existir y modos de vida que están determinados. Hay un componente en el que tengamos esas pequeñas decisiones para escoger o no cómo consumimos, yo creo que encasillados estamos siempre y que por más que lo intentemos sólo podemos conocer qué es lo que nos lleva a estar encasillados. No se trata tanto de agradar al grupo, como de ser consciente de que con la ropa, o con cualquier cuestión que tenga que ver con la apariencia, se están mandando mensajes o significado constantemente. REPITE MÁS. PIENSA MENOS”. Y otra vez la rúbrica final: Sé más viejo. ADOLFO DOMÍNGUEZ.

Son dos variaciones sobre el mismo tema, desde perspectivas de edad y conocimiento diferentes, pero que coinciden en dar a la ropa un valor relativo, porque hay que creer en la sostenibilidad mental sabiendo prescindir de gasto de energía mental aparentemente inútil. Al visualizar esta campaña en una acera de Sevilla y conocer posteriormente su mensaje de calado, he recordado que no hay nada nuevo bajo el sol, recordando una anécdota que he recogido en este cuaderno digital en diversas ocasiones y que hoy utilizo de nuevo como cierre de este artículo, con una campaña promocional de la dignidad humana, en una clave que ya tierne muchos años, incluso veinticinco siglos, no importándome para nada atribuirme hoy la firma de la campaña de Adolfo Domínguez. Soy viejo, que descubrí el sábado en una acera de Sevilla, a las que tanto amaba Jane Jacobs. Aquella campaña histórica de dignidad humana estuvo servida, porque estando un día Diógenes en los baños, al mismo tiempo que Aristipo de Cirene, el cirenaico, éste, al salir, cambió su vestidura purpúrea por la túnica desgarrada de Diógenes. Y cuando Diógenes se dio cuenta, se puso rabioso y de ninguna manera quiso ponerse el vestido purpúreo. ¿Por qué? En definitiva, se podría observar la vanidad de Diógenes a través de los agujeros de su túnica, porque dejaba de ser él al vestirse de púrpura y esto constituía un grave problema de representación, cara a los espectadores. Probablemente, Adolfo Domínguez no conozca esta historia de Diógenes de Sinope, cínico por definición, que pasó su vida buscando a personas de bien ante tanta mediocridad humana, al que nunca importó llegar a ser viejo aprendiendo de sus propios errores.

(1) Jacobs, Jane,  Muerte y vida en las grandes ciudades americanas, 1961. Nueva York: Vintage, pág. 50.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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