Sevilla, 13/VIII/2021
El pasado lunes se publicó el Sexto Informe del IPCC — Intergovernmental Panel on Climate Change, de casi 4.000 páginas, Cambio climático 2021. Bases de la ciencia física, que se puede resumir por su rotundidad en una frase pronunciada por José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria (IFCA) y uno de los coordinadores del informe, manifestando que La evidencia de la influencia del ser humano en el clima es ya tan abrumadora que no hay duda científica: “El IPCC usa un lenguaje calibrado que tiene que ver con probabilidades y con la evidencia disponible. Pero la influencia del ser humano en el clima ya no encaja en ninguno de esos umbrales de probabilidad y se considera que es un hecho probado que no tiene incertidumbre. La evidencia es ya tan abrumadora que no hay duda científica. En este informe se emplea tal rotundidad para no seguir con este debate; es un hecho y a partir de ahí vamos a ver cómo afecta y potenciales soluciones”. Canadell [Pep Canadell, director del Global Carbon Project] considera que se trata de “un cambio de paradigma”: “Hemos tirado por la ventana las posibilidades y las probabilidades y se concluye que es un hecho que el calentamiento se debe a la humanidad”.
He entrado en la página oficial de este Panel para conocer de forma objetiva el Informe presentado oficialmente el pasado 9 de agosto en la sede del Panel, en Ginebra, aprobado el viernes 6 de agosto por 195 miembros, que representan a gobiernos del IPCC, del que pretendo ahora sintetizar en unas cuestiones que nos ayuden a reflexionar sobre este enemigo público número 1 para la Humanidad. El documento completo y sujeto todavía a revisión final, de cerca de 4.000 páginas, viene a detallar de forma rotunda las causas del cambio climático en la actualidad con datos objetivos e irrefutables. La síntesis oficial del IPCC para los medios de comunicación destaca que muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, si no cientos de miles de años, y algunos de los cambios ya existentes, como el aumento continuo del nivel del mar, serán irreversibles durante cientos de miles de años: “Sin embargo, las reducciones fuertes y sostenidas de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, limitarían el cambio climático. Si bien los beneficios para la calidad del aire llegarían rápidamente, necesitarían de 20 a 30 años para que las temperaturas globales se estabilicen”.
Sobre el calentamiento global, el Informe “proporciona nuevas estimaciones de las posibilidades de cruzar el nivel de calentamiento global de 1,5 ° C en las próximas décadas, y expone que a menos que haya reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala en las emisiones de gases de efecto invernadero, que limiten el calentamiento a cerca de 1,5 ° C o incluso a 2 ° C, éstas estarán ya fuera de su alcance. El informe muestra que las emisiones de gases de efecto invernadero por las actividades humanas, son responsables de aproximadamente 1.1 ° C de calentamiento desde 1850-1900, y se espera que en un promedio estimado durante los próximos 20 años, la temperatura global alcance o supere los 1,5 ° C de calentamiento. Esta evaluación se basa en un conjunto de datos de observación para evaluar el calentamiento histórico, así como el progreso científico que facilita la comprensión de la respuesta del sistema climático a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre”. Este Informe, que no es más que “una verificación de la realidad”, según ha afirmado la Copresidenta del Grupo de Trabajo I del IPCC, Valérie Masson-Delmotte, permite tener ahora “una imagen mucho más clara del clima pasado, presente y futuro, que es esencial para comprender hacia dónde nos dirigimos, qué se puede hacer y cómo podemos prepararnos» ante un futuro tan preocupante.
Una evidencia científica sin paliativos es que el cambio climático está afectando ya a todas las regiones de la Tierra, de múltiples formas, aunque dependiendo de la intensidad del aumento de 1.5 ° C de calentamiento global, habrá crecientes olas de calor, estaciones cálidas más largas y frío más corto, aunque si se llega a los 2 ° C, los extremos de calor alcanzarían con mayor frecuencia la tolerancia crítica en umbrales para la agricultura y la salud. No sólo ocurrirá esto, sino que el cambio climático está trayendo también múltiples cambios diferentes en diferentes regiones mundiales, que aumentarán con un mayor calentamiento, que afectan a la humedad y sequedad, vientos, nieve y hielo, zonas costeras y océanos. Por ejemplo, el cambio climático está intensificando el ciclo del agua y esto trae lluvias más intensas e inundaciones asociadas, así como sequías más intensas en muchas regiones. Está afectando también a los patrones de lluvia, porque en latitudes altas, es probable que las precipitaciones aumenten, mientras que se prevé que disminuya en gran parte de los subtrópicos. Igualmente, las áreas costeras verán un aumento continuo del nivel del mar durante el siglo XXI, lo que contribuirá a inundaciones costeras más frecuentes y graves en zonas bajas y erosión continua en las costas. Lo que ocurría antes en relación con el nivel del mar, una vez cada 100 años, podrían ocurrir cada año hacia finales de este siglo.
Por primera vez, el Sexto Informe proporciona una evaluación regional más detallada del cambio climático, incluido un enfoque en información útil que pueda informar la evaluación de riesgos y otra toma de decisiones, así como un nuevo marco que ayude a traducir los cambios físicos en el clima (calor, frío, lluvia, sequía, nieve, viento, inundaciones costeras y más) y en lo que significan para la sociedad y sus ecosistemas. Esta información se puede observar ya en el Atlas interactivo que acompaña a este Informe.
Lo que se resalta finalmente en el Informe, con una contundencia absoluta, es la influencia humana en el clima, en su pasado y futuro, en palabras de la copresidenta del Grupo I, Valérie Masson-Delmotte: «Ha quedado claro que durante décadas el clima de la Tierra ha ido cambiando y que el papel de la influencia humana sobre el sistema climático es indiscutible”. Sin embargo, el nuevo Informe también refleja importantes avances en la respuesta científica para justificar esta atribución, que ayude a comprender el papel del cambio climático en la intensificación de fenómenos meteorológicos y climáticos específicos, como olas de calor extremo y lluvias intensas. El informe también muestra que las acciones humanas todavía tienen el potencial de determinar el curso futuro de clima. La evidencia es clara en el sentido de que el dióxido de carbono (CO2) es el principal impulsor del cambio climático, así como de que otros gases de efecto invernadero y contaminantes del aire también afectan el clima. “La estabilización del clima requerirá reducciones fuertes, rápidas y sostenidas por las emisiones de los gases de efecto invernadero, hasta alcanzar emisiones netas de CO2 cero. Limitar otros gases de efecto invernadero y los contaminantes del aire, especialmente el metano, podrían tener beneficios tanto para la salud como para el clima”, ha manifestado también el copresidente del este Grupo I, Panmao Zhai.
En estos días de ola de calor extremo, tenemos que reflexionar sobre qué está pasando con el calentamiento global, el cambio climático y el efecto invernadero, seis palabras que atemorizan al capital y a los mercados que no tienen compasión de la Naturaleza en estado puro, nuestra Casa. Lo he manifestado en ocasiones anteriores al acercarme al cambio climático: nada de lo que ocurre en la Naturaleza es inocente. Está en boca de todos que esta ola de calor que afecta a casi todo el país no es un fenómeno sólo de cualquier verano, sino que algo está pasando en éste y de forma especial, a pesar de que nos lo vengan avisando los sabios del lugar en términos puros y propios de Al Gore, exvicepresidente de los Estados Unidos, cuando en 2006 lanzó al mundo el documental titulado Una verdad incómoda, con un mensaje claro, conciso y contundente: la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad es el cambio climático. Sonaba todo como algo ajeno y lejano en el tiempo, pero quince años después cobra más fuerza y sentido que nunca.
He escrito en diversas ocasiones en este cuaderno digital sobre la realidad del cambio climático. Vuelvo a hacerlo hoy como un acto de responsabilidad plena como ciudadano comprometido con la sociedad en la que vivo, asumiendo que, por extensión, la responsabilidad es de todos, unos más y otros menos, con prioridad absoluta la de los Gobiernos, sobre todo. Cuando yo era joven, cantaba una canción de María y Federico, Quién tiene la culpa, que no he olvidado hoy en estas circunstancias y ante preguntas inquietantes sobre qué está pasando en el mundo y en la naturaleza que nos acoge, a la que no amamos lo suficiente: Quién tiene la culpa de que la flor se muera de espaldas. / Quién tiene la culpa de la indiferencia que cierra los ojos para la decencia / y los abre grandes a las apariencias. El estribillo, que se repetía siempre dos veces, nos daba una solución de autodefensa en el desconcierto humano ante preguntas a las que todos, la gente, estamos obligatoriamente obligados a dar respuesta: Ni yo ni usted ni el vecino, ni siquiera sus parientes, la culpa de todo esto, la tiene la gente.
María y Federico, ¿Quién tiene la culpa?
La responsabilidad es de todos, unos más y otros menos, con prioridad absoluta la de los Gobiernos, sobre todo. Pero si todos hacemos el esfuerzo de tomar conciencia de que la naturaleza nos acoge cada día para darnos vida, no la defraudemos con lo poco o mucho que nos corresponde hacer para respetarla y dejarla crecer como sólo ella sabe hacerlo. Javier Ruibal así lo pensaba del niño del Serengueti: Como no cumple ningún castigo, / este niño consentido / se me va a quedar en Babia. / Si no estuvieras siempre en las nubes, / cuidarías, no lo dudes, / de no derramar el agua. Lo digo desde el Sur, que también existe en su responsabilidad junto a la de los habitantes del Norte, recordando siempre a Benedetti: […] con sus predicadores / sus gases que envenenan / su escuela de chicago / sus dueños de la tierra / con sus trapos de lujo / y su pobre osamenta / sus defensas gastadas / sus gastos de defensa / con su gesta invasora / el norte es el que ordena […]. Quizás sea una pregunta del grupo Maná la que mejor nos pueda ayudar ahora a comprender qué significa el cambio climático: ¿Dónde jugarán los niños? Su letra es un manifiesto de denuncia en toda regla: Cuenta mí abuelo / de un cielo muy azul, / En donde voló papalotes [cometas] / que él mismo construyó / El tiempo pasó y / nuestro viejo ya murió / Y hoy me pregunté / después de tanta destrucción. / ¿Dónde diablos jugarán los pobres niños? / ¡Ay ay ay! / ¿en dónde jugarán? Escúchenla.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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