Sevilla, 21/VII/2022
Leyendo a un filósofo surcoreano, pero arraigado en Alemania desde su juventud, Byung-Chul Han, que no deja indiferente a nadie y sobre el que he escrito recientemente un artículo en este cuaderno digital, he conocido en el prólogo de su última publicación, No-cosas. Quiebras en el mundo de hoy, una obra inquietante de Yoko Ogawa, La policía de la memoria, que me ha llevado a preparar avíos en tierra suficientes para el cuerpo y el espíritu, en mi deseo de visitar en una singladura especial la isla desconocida en la que se desenvuelve la acción, según muestra su sinopsis oficial, una isla sin nombre: “En una pequeña isla se produce un misterioso fenómeno. Un día desaparecen los pájaros, al siguiente podría desaparecer cualquier cosa: los peces, los árboles… Peor aún, también se desvanecerá la memoria de ellos, al igual que las emociones y sensaciones que llevaban asociadas. Nadie sabrá ni recordará entonces qué eran. Hay incluso una policía dedicada a perseguir a los que conservan la capacidad de recordar lo que ya no existe. En esa isla vive una joven escritora que, tras la muerte de su madre, intenta escribir una novela mientras trata de proteger a su editor, que está en peligro porque forma parte de los pocos que recuerdan. La ayudará un anciano al que empiezan a fallarle las fuerzas. Mientras, lentamente, nuestra protagonista va dando forma a su novela: es el relato de una mecanógrafa cuyo jefe acaba reteniéndola contra su voluntad en un altillo. Una obra sobre el poder de la memoria y sobre la pérdida”. Cumplo de esta forma con el objetivo principal de este blog: aplicar la inteligencia digital a la búsqueda de islas desconocidas.
Quien siga de cerca lo escrito en este cuaderno digital a lo largo de sus casi diecisiete años de vida, sabe que la memoria ocupa un lugar muy destacado, porque se aloja en una estructura cerebral maravillosa, el hipocampo, de la que ya se sabe mucho científicamente hablando y, sobre todo, porque juega un papel especial a lo largo de la vida de cada persona. Desde 2005 figura una referencia a la memoria en todas y cada una de sus acepciones, en 530 artículos. Una muestra de ellos es que en 2014 publiqué un libro recopilatorio de artículos de este blog en los que el hipocampo jugaba un papel especial, Palabras de hipocampo, que es una muestra de lo que significa en mi vida y por qué hoy me asombro ante obras como la de Yoko Ogawa. Decía en aquella ocasión, en su prólogo, que “Nos queda la palabra. Nos queda porque tenemos una estructura en el cerebro, el hipocampo, que permite alojarlas para después representarlas de muchas formas. Las palabras de este libro, que las he buscado apasionadamente en mi hipocampo, son bocetos y pinturas de relatos cortos, largos o simplemente letras dibujadas a modo de palabras que pertenecen a mi persona de secreto. Deseo compartirlas mediante este libro. He dedicado un tiempo a mi memoria para ordenar experiencias y vivencias de lo vivido lejano o a corto plazo, pero siempre cumpliendo con la coherencia de un archivo ordenado por el suelo firme que he procurado cuidar al máximo, la ética personal e intransferible que hay que seguir memorizando y guardando todos los días porque en cualquier momento hay que aplicarla. Hay una intención no inocente, porque los relatos, cartas y artículos que figuran a continuación, publicados en mi blog, son un homenaje continuo a la palabra, porque hace muchos años se nos dotó de una capacidad evolutiva que nos permitió pronunciarlas y guardarlas. Hoy abro esta caja de secretos, de palabras ordenadas y entrelazadas entre sí. Parcialmente, desde luego, pero con la ilusión de que quien quiera leerlas sepa interpretarlas con la profundidad que en su momento se vivieron antes de escribirlas. Esa es la maravilla de cada hipocampo, personal e intransferible, como el tuyo, lector o lectora, porque “cabalgando despacio es posible que podamos conocerle bien y saber qué papel tan trascendental juega en la vida de cada una, de cada uno”.
Personalmente, he vuelto a leer con detalle mi artículo de 2007, El caballo encorvado, dedicado al hipocampo, el caballo encorvado, el caballito del mar, por su morfología, la estructura cerebral que aloja la memoria humana en interconexión íntima con otras estructuras cerebrales. Sigo estudiándola cada día porque me sigue sorprendiendo su complejidad interna, tal y como explico en el artículo citado. Esa es la razón de por qué muestro siempre una sensibilidad especial ante la memoria en todas y cada una de sus manifestaciones y acepciones, personales y sociales. Muestra de ello es el respeto que profeso a la memoria democrática de este país, sobre la que he escrito tantas veces en estas hojas de mi memoria personal. Un país que no la respeta está condenado a vivir siempre con heridas abiertas.
Me ha estremecido leer los primeros capítulos de La policía de la memoria, porque rápidamente los he asociado con lo que se hace desde la transición en este país, por parte de determinados partidos, asociaciones y líderes sociales, para borrar huellas de lo que pasó durante la guerra civil. Para muchos no hay que recordar ni remover nada, porque así lo deciden los nuevos policías de la memoria de este país, incluso con incursiones esporádicas de inspecciones de los recuerdos, para intentar que todo se silencie y desaparezca de la faz de esta tierra como si no hubiera ocurrido nada. Al final, para escribir una nueva historia como una distopía inaceptable, que ya no se cree nadie. Esa es la razón de por qué hay que olvidar el olvido y recordarlo todo. Lo repito de forma incansable, porque “esa es la maravilla de cada hipocampo, personal e intransferible, como el tuyo, lector o lectora, porque cabalgando despacio es posible que podamos conocerle bien y saber qué papel tan trascendental juega la memoria en la vida de cada una, de cada uno”.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Debe estar conectado para enviar un comentario.