Por qué debemos leer a Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022

Annie Ernaux (Lillebonne, Seine-Maritime, 1940), Premio Nobel de Literatura 2022

Sevilla, 7/X/2022

Tengo que confesar que no conozco bien a Annie Ernaux (Lillebonne, Seine-Maritime, 1940), Premio Nobel de Literatura 2022, concedido ayer en Estocolmo por la Academia Sueca, “por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal. En sus escritos, Ernaux, de manera consistente y desde diferentes ángulos, examina una vida marcada por fuertes disparidades en cuanto a género, idioma y clase. Su camino como autora ha sido largo y arduo”. Mi vida me ha llevado siempre de la mano y de los ojos a leer sobre todo trabajos científicos, ensayo y autores clásicos, sin dejarme mucho tiempo a la ficción y otros géneros literarios, con incursiones esporádicas en la poesía social. Desde que conocí el resultado del premio de este año, he contrastado diversas fuentes fiables que me han alumbrado aspectos muy interesantes de esta autora que, a sus ochenta y dos años, recibe un reconocimiento mundial por haber desarrollado un género híbrido entre la biografía y la ficción, entre la introspección más profunda en sí misma y la novela de su vida, una biografía novelada, en suma, una sociobiografía según la definición propia de su obra.

La primera vez que conocí sus señas de identidad, con garantía plena, fue por un artículo publicado en Babelia en 2019, Annie Ernaux: “Feminista era un insulto hace no tanto”, de Álex Vicente, una conversación con ella a lo largo de dos horas, con motivo de la entrega del Premio Internacional “Formentor” de las Letras, como reconocimiento a una trayectoria vital como escritora a través de sus 20 obras  que nos permiten conocerla a fondo y sin fisuras, de forma desgarrada a veces, cortantes sus palabras como un cuchillo, sin compasión alguna incluso con ella misma: “ Ernaux es consciente de poseer “una singularidad” como escritora, una obcecación por reflejar la experiencia femenina centrándose en todo aquello que, por estar vinculado a ese género, no tenía reflejo literario. Eso la llevó a relatar vivencias como el aborto (El acontecimiento), la muerte de su padre (El lugar), la enfermedad de su madre (No he salido de mi noche), el cáncer (El uso de la foto), las miserias del matrimonio (La mujer helada) o la lujuria reencontrada (Pura pasión). Esa diferencia le permitió sobresalir entre los émulos tardíos de un nouveau roman que daba sus últimos coletazos. Pero también hizo que se la arrinconara como una escritora menor, denostada por su miserabilismo y sensacionalismo. “No tuvo incidencia en mi trabajo. He tenido enemigos de los que me siento orgullosa. Venían de la derecha, pero también de la izquierda caviar. Ahora ya no se atreven, pero durante mucho tiempo me masacraron”, responde”.

Me ha conmovido conocer el momento en que abandonó la ficción. Fue con motivo del fallecimiento de su padre, según contaba en una entrevista de 2016 en la que manifiesta qué es lo que ocurrió realmente para abrazar su propia vida y publicarla por entregas: “Fue cuando escribí El lugar (1983), a partir de la muerte de mi padre. Utilizar la ficción me pareció una especie de traición. Sentí que no tenía derecho a transformar su experiencia real en una novela. Su fallecimiento fue brutal. Murió cuando yo tenía 26 años, me había casado con un hombre de otra clase social y me había distanciado del núcleo familiar. Con su muerte, despertó mi conciencia de clase, que hasta entonces siempre había logrado reprimir… […] Desde mi adolescencia, había reprimido todo lo que no me gustaba de mi familia. Por ejemplo, que no éramos intelectuales, sino proletarios. Nunca me reconcilié del todo con el mundo de mi padre, ni tampoco con él. No por haber escrito ese libro se solucionó el problema, aunque era lo mejor que podía hacer. Pero era mejor que limitarme a olvidar. Creo que El lugar es el libro del que estoy más orgullosa, a título individual y colectivo. Mucha gente que vivió ese mismo luto [al cambiar de clase social] se dijo que no estaba sola, puede que por primera vez…”. Creo que ella misma nos ofrece una seña de identidad a través de El lugar, lo que significa que es un buen motivo para comenzar a conocer bien su sociobiografía.

Es curioso pero en la entrevista que cito en su casa cerca de París dice algo fundamental: “Mi primer libro, que firmé a los 22 años y del que nunca he hablado en público, mezclaba la exigencia flaubertiana con la herencia del nouveau roman. Era un ensayo, más que una novela, que nunca publiqué. Un objeto literario no identificado”. Por mi debilidad hacia los ensayos me gustaría leerlo porque lo que sí he comprendido de Annie Ernaux es que la vida se guarda en la memoria de hipocampo, una estructura mental que conozco bien y que hay que cuidar todos los días. Escribirla para los demás es harina de otro costal, pero Annie Ernaux ha demostrado que es posible. Incluso que se lo reconozcan como el hilo conductor de este Premio Nobel de Literatura 2022, concedido a ella “por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”.

La editorial Cabaret Voltaire ha anunciado que publicará el 26 de octubre una obra suya de 2002, La ocupación, para ir completando el fondo de esta autora, compartido los últimos años con Tusquets, aunque a partir de 2027 recuperará todos los derechos de publicación en este país. Estaré atento, aunque me espera una lectura inmediata de El lugar, el libro del que Annie Ernaux está más orgullosa, a título individual y colectivo, porque demuestra su conciencia de clase, su alma literaria, no un sentimiento pasajero para caminar a duras penas por la vida sin ofrecernos capacidad alguna para transformar nada, ni la vida propia ni la de los demás. Ideología pura.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

A %d blogueros les gusta esto: