
Sevilla, 14/X/2022
Lo puse por escrito el pasado 6 de octubre, cuando desarrollé algo que me conmueve, el secreto mágico del instante, momento crucial que se ennoblece cuando ocurre en el mundo de la fotografía y del cine. Me refería entonces a una iniciativa cultural importante de la Fundación Juan March, una exposición con un título lleno de sugerencias, Detente, instante. Una historia de la fotografía, en la que se “ensaya una de las historias posibles de la fotografía desde su nacimiento hacia 1840 hasta hoy. Sin intención exhaustiva, pues ninguna historia es una enciclopedia o un diccionario, propone un relato del medio a través de trescientas fotografías en una cuidadosa selección que ha partido del ojo original de quienes primero las reunieron y conservaron: sus coleccionistas. Las obras son copias de época procedentes de dos colecciones excepcionales, pioneras y complementarias: las que han reunido a lo largo de cuatro décadas Dietmar Siegert en Alemania y Enrique Ordóñez e Isabel Falcón en España”.
Hoy, encuentro de nuevo una isla desconocida en nuestro país, la obra fotográfica de Ilse Bing, que se muestra en todo su esplendor en una exposición que la Fundación Mapfre inauguró el pasado 23 de septiembre, con una sinopsis oficial que no deja lugar a muchas dudas históricas: “Ilse Bing (Fráncfort, 1899-Nueva York, 1998) nació en el seno de una familia judía acomodada. En 1929, y después de descubrir su vocación al preparar las ilustraciones para su tesis, abandonó la universidad para dedicarse por entero a la fotografía. Lo haría durante los siguientes treinta años, en una trayectoria artística y vital apasionante. En 1930 se trasladó a París, donde compaginó su dedicación al fotoperiodismo con trabajos personales, convirtiéndose en poco tiempo en una de las principales representantes de las tendencias renovadoras de la fotografía que surgían en la efervescencia cultural del París de aquellos años. Ante el avance del nazismo, en 1941 se exiló en Nueva York junto a su marido, el pianista Konrad Wolff. Dos décadas más tarde, a la edad de sesenta años, abandonó su trabajo como fotógrafa y dirigió su creatividad a las artes plásticas y la poesía hasta su fallecimiento, en 1998. La obra de Bing no puede ser adscrita a ninguno de los movimientos o tendencias de los que la artista se nutrió. Abarcó casi todos los géneros, desde la fotografía de arquitectura, el retrato, el autorretrato, los objetos cotidianos hasta el paisaje. La diversidad de estilos con la que lo hizo refleja su valiosa y personal interpretación de las diferentes propuestas culturales con las que se relacionó: la Bauhaus y la Nueva Objetividad de inspiración alemana, el surrealismo parisino y el dinamismo incesante de la metrópoli neoyorquina”. También es recomendable la lectura de un artículo publicado en la revista de la Fundación, Ilse Bing, que ayuda a conocer mejor la obra de esta insigne fotógrafa alemana, así como el folleto informativo, así como los textos de sala y cartelas de la citada exposición.
La exposición muestra 190 fotografías, a través de 10 secciones que hacen un recorrido cronológico y temático por su obra: “Descubriendo el mundo a través de una cámara: los inicios”, “La vida de las naturalezas muertas”, “El cuerpo danzado y sus circunstancias”, “Luces y sombras de la arquitectura moderna”, “El bullir de la calle: los años franceses”, “La seducción de la moda”, “Estados Unidos en dos etapas”, “Revelaciones de la autoimagen”, “Retrato del tiempo” y “Naturaleza en vivo”.
Un capítulo importante en su trayectoria vital y profesional fue el que dedicó a fotografiar su imagen a lo largo del tiempo, que también retrataba instantes de su alma de secreto: “A lo largo de su trayectoria, Ilse Bing reiteró el ejercicio de ir autorretratándose, normalmente en interiores con la intención de dejar testimonio de momentos específicos de su existencia. Con estas imágenes, la primera realizada con catorce años, en 1913, la artista se iba forjando una identidad como mujer emancipada e independiente en un tiempo en el que esto no era lo natural. No solo ella, también otras artistas y fotógrafas se mostraban ante el mundo con sus instrumentos de trabajo. Una de sus imágenes más populares en este sentido es Autorretrato con Leica, de 1931, en la que, mediante dos espejos, su rostro adquiere una dimensión doble mientras observa a través del visor, dejando al descubierto su mirada penetrante e inquisitiva”.
En este cuaderno digital he recogido muchas visitas a islas fotográficas desconocidas, con nombre de mujer: Lee Miller, Kati Horna, Judith Joy Ross, Tina Modotti y. ahora, Ilse Bing, entre otras. Cada una de ellas tiene sus características propias profesionales, pero todas reflejan el mismo hilo conductor: fueron mujeres que se comprometieron con instantes cruciales de sus vidas, en una Europa azotada por guerras y totalitarismos que hicieron sufrir a millones de personas, de los que lograron huir en alguna ocasión, pero que siempre llevaban dentro. Un detalle a destacar es que durante el tiempo que Ilse Bing vivió en París se negó a trabajar para revistas alemanas, dada su situación como exiliada por su creencia y ascendencia judía. Fueron mujeres empoderadas por una profesión que les permitía retratar la vida y las cadaunadas de cada persona presente en ellas, con desprecio en muchas ocasiones de una sociedad machista hasta la saciedad. Aunque en el caso de Ilse Bing, su cámara Leica conocía bien lo que sus ojos lograban captar en su alma y daban órdenes al cerebro para disparar en el instante justo que le hacía vivir algo diferente en la vida, aunque fuera sólo eso, un instante mágico, nada más, que entregaban a la posteridad para quien supiera apreciarlo y aprender de él.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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