Benedetti y Serrat: gracias desde el Sur, que todavía resiste

Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio… Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.

Mario Benedetti, Te quiero sin mirar atrás

Sevilla, 10/IX/2020

Hoy se publica una antología poética de Mario Benedetti seleccionada y prologada por Joan Manuel Serrat. Es verdad que cada persona selecciona en su vida la lectura que más ama, a veces por devoción y no sólo por admiración. En el caso de Benedetti, porque muchas personas lo tenemos incorporado a nuestro imaginario de juventud gracias al trabajo que compartieron ambos en la preparación del disco El sur también existe (1985), que nos puso la obra del poeta al alcance de nuestra forma de pensar y ser en el Sur, geográficamente tan extenso como cada uno quiera instalarse en el rincón no sólo de pensar sino también de vivir sureño.

El próximo 14 de septiembre se celebrará el centenario del nacimiento de Benedetti en Paso de los Toros (Uruguay), un motivo fundamental para celebrar esta fecha en un eterno cumpledías como a él le gustaba llamar este tipo de celebraciones, poeta cercano al compromiso activo y que tantas veces he citado en hojas de este cuaderno digital, concretamente en 57 ocasiones a lo largo de quince años. Hago un repaso rápido y veo cuál ha sido el hilo conductor que recurre a su obra, para comprender mejor el mundo que me rodea. He tratado de su maravillosa defensa de la alegría, Defender la alegría como una trinchera / defenderla del caos y de las pesadillas / de la ajada miseria y de los miserables / de las ausencias breves y las definitivas, de la soledad que sentimos cuando creíamos tener muchas respuestas a la vida y de pronto nos cambian las preguntas, de la conciencia de clase como sureños, porque el Sur también existe (e incluso resiste), … pero aquí abajo abajo / cerca de las raíces / es donde la memoria / ningún recuerdo omite / y hay quienes se desmueren / y hay quienes se desviven / y así entre todos logran / lo que era un imposible / que todo el mundo sepa / que el sur también existe. También, sobre una canción de juventud cantada por Luis Pastor con letra del poeta uruguayo: Con tu puedo y con mi quiero / vamos juntos compañero / compañero te desvela / la misma suerte que a mí / prometiste y prometí / encender esta candela / con tu puedo y con mi quiero / vamos juntos compañero.

Audio de Mario Benedetti recitando Vamos juntos

Vamos juntos (Letras de emergencia, 1969-1973, Versos para cantar)

Benedetti me ha ayudado también en este cuaderno a comprender mejor el Buzón de tiempo: decía Cicerón que en algún momento hay que decir las cosas tal y como son, a pesar de que se demuestre siempre que cuando las personas están ausentes se puede escribir mejor, porque las cartas no se ruborizan, las personas sí. Es uno de los tres epígrafes de su libro, Buzón de tiempo: En el buzón del tiempo hay alegrías / que nadie va a exigir / que nadie nunca reclamará / y acabarán marchitas añorando el sabor de la intemperie / y sin embargo del buzón del tiempo / saldrán de pronto cartas volanderas / dispuestas a afincarse en algún sueño / donde aguarden los sustos del azar. Me ha acompañado en mi rincón de tocar el piano, el clave y el violín, un homenaje a las señales que nos da el paso de los años en nuestras manos: En las manos te traigo / viejas señales / son mis manos de ahora / no las de antes / doy lo que puedo / y no tengo vergüenza / del sentimiento. Me vanaglorio de haber entendido con Benedetti qué significa el pesimismo en la vida, tal y como lo aprendí del haiku 123, precioso, escrito en 1999: Un pesimista / Es sólo un optimista / Bien informado. He pedido a veces perdón por mi tristeza, retirándome durante horas a leer sus haikus para aprender con uno de ellos (199), que hace unos años me asustaba el otoño porque…, cosas de la vida, equivocado de siglo para algunos, ya soy invierno.

Aprendí en Testigo de uno mismo un soneto del pensamiento, precioso, que leyéndolo de nuevo me ha pre-ocupado (así, con guion), sobre todo por la segunda estrofa: sin pensar uno ahorra desalientos / porque no espera nada en cada espera / si uno no piensa no se desespera / ni pregunta por dónde van los vientos. Cuando preguntamos a nuestro alrededor ¿cómo va la cosa? lo habitual es que te respondan siempre ¿no lo ves? ¡fatal! Y la cosa es un constructo universal que tiene nombres y apellidos de casi todo lo que se mueve. De ahí al conformismo más activo solo hay un paso. No hay pensamiento, aliento, espera, ni preguntas para saber por dónde va la cosa de los vientos del Sur, que también existe y… resiste. Gracias, Benedetti. Alcancé a entender su sensibilidad en un poema dedicado a las últimas golondrinas, dirigiéndose directamente a Gustavo Adolfo Bécquer, evocando el cansancio de tanto alarde migratorio, de tanto y tanto cruce sobre el mar, y retórica, y pretextos, y alcores: Sabes / gustavo Adolfo / en cualquier año de éstos / ya no van a volver / las golondrinas / ni aún las pertinaces / las del balcón / las tuyas // es lógico / están hartas / de tanto y tanto alarde / migratorio / de tanto y tanto cruce / sobre el mar y retórica / y pretextos / y alcores.

También aprendí de Benedetti a medir bien las pausas, a tener siempre sentido de la medida, flor que no suele adornar nuestras relaciones de todo tipo, porque él supo poner hermosura a la vertiente más triste de la vida y nos ofreció una forma de entender las necesarias pausas en el caminar diario personal, familiar, profesional y social: De vez en cuando hay que hacer una pausa / contemplarse a sí mismo / sin la fruición cotidiana / examinar el pasado / rubro por rubro / etapa por etapa / baldosa por baldosa / y no llorarse las mentiras / sino cantarse las verdades. También, a querer siempre sin mirar atrás: Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio. Llegado ya a una cierta edad, aprendí de él a hacer balance de mi vida, en su poema Balanceos, en A título de inventario: en el sillón tranquilo de balance / en la reminiscente mecedora / qué más puedo emprender que sopesarme / llenar a plenitud los dos platillos / de la vieja balanza sin que sobren / los esplendores ni las cortedades / para evaluar añicos y bosquejos / y sopesar pesar balancearme / en el sillón tranquilo de balance.

Los matices revolucionarios en la intrahistoria de Benedetti también los he tenido en cuenta leyendo Revolución y participación en su obra Terremoto y después: “La imaginación popular corre junto con los hechos, casi podemos decir que los hechos mismos son imaginativos, porque los hechos, mucho más que las palabras, son los que van abriendo caminos nuevos; los hechos empecinados y tenaces, fueron siempre y son ahora, la vanguardia de una transformación profunda. Las palabras vienen siempre detrás para explicarnos; incluso para explicar por qué se olvidaron de anunciarlos”. Impecable. En roman paladino, hechos son amores en vida y no buenas razones. Avanzando en el arduo camino de la vida, pienso mucho en el después, en su Después, tal y como lo explicó espléndidamente en un poema inédito publicado dos años después de su fallecimiento, El Después, formando parte de un conjunto de poemas seleccionados por el autor en los últimos años de su vida: “El Después nos espera / con las brasas y los brazos abiertos / ah pero mientras tanto / vemos pasar con su cadencia/ la muerte meridiana de los otros / los más queridos y los no queridos”.

Finalmente, quiero destacar un poema que me acompaña durante estos últimos años de persona mayor y jubilada, Como siempre, porque señala aspectos que transcienden los cumpleaños, los aniversarios, como ahora es el caso. He destacado sobre todo, el significante y significado de una palabra acuñada por él, cumpledías, en su texto y contexto del poema, devolviendo a Benedetti el profundo sentido de sus versos: Aunque hoy cumplas / trescientos treinta y seis meses / la matusalénica edad no se te nota cuando / en el instante en que vencen los crueles / entrás a averiguar la alegría del mundo / y mucho menos todavía se te nota / cuando volás gaviotamente sobre las fobias / o desarbolás los nudosos rencores / buena edad para cambiar estatutos y horóscopos. Es verdad, porque esta matusalénica edad no se me nota cuando en el instante en que vencen los crueles entro a averiguar la alegría del mundo, volando gaviotamente sobre las fobias, desarbolando los nudosos rencores. He alcanzado una buena edad para cambiar estatutos y horóscopos, dejando que mi manantial mane amor sin miseria. Soy consciente de que los que me desean cada año un feliz cumpleaños es a veces injusto, porque he tenido la suerte de disfrutar de felices cumpledías, no olvidando tampoco que aunque nada me ha sido fácil en mi vida, eso mismo me ayuda siempre a afirmar mi bienaventuranza diaria. Para mí no es novedad que mucha gente de este mundo me aprecie, pero sé distinguir muy bien quien me quiere de veras, aunque mi corazón sabe quién me quiere un poquito más que el mundo. Gracias, Benedetti.  

Me despido hoy en este cumpledías tan especial. Con ese marco poético tan relevante para nuestro país, Serrat ha escrito en el prólogo de esta Antología tan personal, palabras que resuenan con fuerza en estos tiempos difíciles: “No es fácil escoger lo más representativo entre la extensa obra de Benedetti, pero confío en que en esta antología estén representados todos los Benedettis que Mario cargaba en su mochila -el oficinista rutinario, el montevideano de clase media, el periodista comprometido, el viajero curioso, el militante de la patria doméstica, el exiliado y el desexiliado, y también el intelectual parcial, el luchador político y, por supuesto, el poeta minucioso y trabajador que nunca dejó de ser-, con la esperanza de que esta selección pueda resultarle tan útil al lector familiarizado con el mundo literario del poeta uruguayo como a aquel que llegue por primera vez a sus versos. Mario Benedetti ha sido uno de los escritores más fecundos y populares de América Latina. Un hombre de aspecto frágil y sencillo, de gesto y voz mesurada, que acercó a la gente su palabra despojada de solemnidad. Escribió, a contramano de las modas imperantes y de la crítica, historias que son las peripecias del hombre medio. Visitó todos los géneros literarios: la novela, el relato, el teatro, pero fue la poesía su género predilecto, el que marcó más intensamente su vocación y el más abundante y popular de toda su obra. Probablemente Benedetti sea el poeta más leído en nuestro idioma y, con toda seguridad, el más cantado”. Palabra de Serrat y gracias a los dos porque me enseñasteis a comprender que el Sur también existe y resiste.

Luis Pastor, Vamos juntos

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/9/8/1545077757589.jpg

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Museo del Arte Abierto (MAA)

La belle societé (1965-66), René Magritte (propiedad de Fundación Telefónica)

Sevilla, 8/IX/2020

Me ha impresionado conocer que las grandes corporaciones de este país, bancarias sobre todo, custodian una colección de 30.500 obras de arte: “Solo Iberdrola, Santander, BBVA, Repsol, La Caixa, Banco Sabadell, Mapfre, Telefónica, ICO y el Banco de España custodian unas 30.500 obras de arte. Por darle escala, el Prado alberga 27.500 y el MoMA (el mayor contenedor artístico contemporáneo del planeta) unas 200.000. Estas colecciones han tenido dos virtudes. Evitar la salida de piezas —España ha sido un país que ha sufrido históricamente un inmenso expolio— y atesorar obras de artistas contemporáneos con poca, o ninguna, presencia en los museos públicos”. Con estos datos se puede afirmar que España tiene un Museo de Arte Oculto que no Abierto (MAO), para seguir la tradición museística mundial de sus siglas, secuestrado de forma genérica a la sociedad en general, cuando la realidad es que gracias al dinero atesorado de millones de personas a lo largo de los siglos y de los últimos años también, se han podido adquirir obras importantísimas para un supuesto MAO (que no abierto (MAA).

En el año 1983 tuve la oportunidad de visitar una galería de cuadros de gran valor artístico del Banco Exterior de España, en su sede central en Madrid, entidad que desapareció en 1991 hasta integrarse definitivamente en Argentaria y, finalmente, en el BBVA, donde imagino que acabaría el fondo que pude contemplar en aquella visita profesional. Me impresionó la calidad artística de aquél fondo, que no he olvidado y que sólo se podía contemplar en ocasiones especiales, restringido obviamente al gran público. Me planteó ya en aquella ocasión serios interrogantes porque entendí que era un privilegio del que no podía disfrutar el público en general. Es indudable que la adquisición de los fondos artísticos, pictóricos sobre todo, por parte de las entidades bancarias, fue un fenómeno amparado por la legislación vigente en cada época, aunque hay que criticar que desde la compra de determinadas obras excepcionales el fondo quedaba oculto y sólo, en determinadas ocasiones, se podía visualizar sin amparo oficial alguno por la discrecionalidad de sus propietarios corporativos.

El artículo que ha publicado el diario El País a tal efecto es muy interesante para aproximarse a esta realidad oculta. La exposición abierta de la misma, de forma tan manifiesta, deja entrever que habría que dar la vuelta a esta situación y promover acuerdos con el Ministerio de Cultura para crear un Museo Virtual de Arte Abierto (MUVA) que permitiera visitar el fondo de la forma más exhaustiva posible, con independencia de dónde estén alojadas físicamente las obras expuestas en internet. Además, sería una iniciativa de interés general crear simultáneamente un Museo Itinerante de Arte Abierto (MIDA), sin sede física permanente, en el que se programaran exposiciones temporales por temáticas bien definidas, en Museos Públicos, que se nutrieran íntegramente de estos fondos corporativos o de forma combinada, público-privada, como podría ser la obra artística global recuperada de artistas españoles en el exilio o durante la posguerra civil, como un acto de memoria histórica que estuviera al alcance del público en general. Se podría afirmar entonces, recordando el cuadro de Magritte, La belle societé, que la sociedad española es bella cuando la cultura está al servicio de todos sin ocultación alguna. Son solo proposiciones, como cantaba Pablo Milanés: Propongo compartir lo que es mi empeño / Y el empeño de muchos que se afanan / Propongo, en fin, tu entrega apasionada / Cual si fuera a cumplir mi último sueño. Nada más, la entrega abierta y apasionada de la cultura al servicio del interés general.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Perogrulladas

Sevilla, 7/IX/2020

Una perogrullada es según la Real Academia Española una verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza decirla. La primera vez que se recoge en un diccionario de la Real Academia es en 1737, considerándola como una “voz inventada”, citando a una “Autoridad”, Quevedo, haciendo honor a su categoría como diccionario, al ser un escritor el que hizo uso de ese lema con frecuencia. Llama la atención que en el mismo diccionario y en el lema “verdad” aparece la locución “Verdad de Perogrullo” como “una proposición tan notoriamente cierta que ninguno la puede ignorar o poner en duda. Usase siempre para notar al que la dice, como cosa especial”. Llama la atención esta primera acepción, porque cambió sustancialmente con el paso del tiempo, desapareciendo esta noción en la edición de 1791, recuperándose con el mismo detalle de 1737 en la de 1803 y siguientes hasta que en 1884 ya se trata como verdad que viene de Perogrullo, de Pero y Grullo, que se utiliza en la locución coloquial “verdad de Perogrullo”, que se define también en el mismo diccionario y referido al lema “verdad” como una frase proverbial muy curiosa: “Las verdades de Perogrullo, que a la mano cerrada la llamaba puño”, frase “[…] con que se zahiere la mentecatez que consiste en decir perogrulladas”.  La mentecatez apareció un siglo después, concretamente en 1837, como sustantivo equivalente a la “mentecatería”, es decir, la cualidad exacta de los mentecatos o “tontos, fatuos, faltos de juicio, privado de razón” que, sin ofender, deriva del latín “mente captus”.

Todo lo anterior viene a colación de lo que combato últimamente con ardor guerrero, la mediocridad y el ejército de personas mediocres que nos rodean, mentecatos o mentecatas, fatuos, faltos de juicio y privados de razón, que se caracterizan por decir «perogrulladas» por mucho que quieran convertir sus palabras en verdades y porque si alguna vez dijeran la verdad mentirían. Viene a reforzar este aserto un gran descubrimiento de crítica al diccionario de la lengua española citado anteriormente, cuando en 1853 se publica un diccionario bastante desconocido, el de Ramón Joaquín Domínguez (Diccionario Nacional o Gran Diccionario Clásico de la Lengua Española (1846-47), Madrid-París, Establecimiento de Mellado) ampliando el lema ”Perogrullo”: “Personaje o ente quimérico, extravagante, ridículo, que se supone haber existido y dejado una preciosa colección de sandeces, apotegmas, axiomas y verdades como estas: cuatro huevos son dos pares, la mano cerrada se puede llamar puño y aun de hecho se llama así; cuando no se tiene frío es que no se ha entrado en calor; al que le quitan la vida, de seguro le matan; el que gasta el último cuarto de su última peseta, regularmente se queda sin ella; casi se puede asegurar, sin temor de ser desmentido, que no ven objeto alguno los ciegos de nacimiento. Lindezas de este jaez, que son simplezas de a folio, pifias de marca mayor, pertenecen al género, al gusto y al estilo del incomparable Perogrullo. Motivos hay, sin embargo fundados en la misma naturaleza de ciertos patanes socarrones, aparentemente bobos y en el fondo nada lerdos, antes muy avisados y advertidos; motivos hay, repetimos, para creer que haya existido un gracioso de este nombre, segunda edición de Bartolo, si, más antiguo quizá, no ha servido de prólogo a la primera. Sentimos que la Academia nada nos diga de tan interesante sujeto, limitándose a nombrarlo una sola vez en la palabra perogrullada, naturalísimo derivado suyo”.

Abundando en la descripción de este autor tan crítico con el lema Perogrullo, aborda también qué significa “perogrullada”, en sentido familiar, expresión que no tiene desperdicio: “Verdad de perogrullo: especie o casa que, por notoriamente sabida y conocida, es necedad y simpleza el decirla; sobre todo si el bobalicón que la suelta, de puro sandio y majadero, cree sorprender con alguna novedad o agudeza de ingeniosa valía”. Hay que aclarar que “sandio” es una palabra que significa loco, necio o simple y que fue utilizada por Cervantes, por ejemplo, en el Quijote, dirigiéndose al hostelero: “Vos sois un sandio y mal hostelero” (El Quijote, tomo I, cap. 17).

Con todo lo expuesto podemos apoyarnos en elementos que definen claramente a las personas mediocres y sus perogrulladas, personas que identificamos fácilmente en política, en programas de televisión, en artículos de prensa y, sobre todo, en las redes. También en nuestros trabajos. Quevedo nos dejó un manual, Los sueños (1622), sobre todo en La visita de los chistes, para recordar frases y reflexiones que son verdades de Pero Grullo, el “gran profeta”: “Yo soy Pedro y no Pero Grullo, que quitándome una “d” en el nombre me hacéis el santo fruta”, que tienen hoy toda su vigencia: Muchas cosas nos dejaron / las antiguas profecías / dijeron que en nuestros días / será lo que Dios quisiere. Aquí plantea Quevedo una reflexión preciosa ante los mediocres que dicen sólo perogrulladas sin sentido alguno, que rescato por su profundidad ética actual:  “Pues bribones, adormecidos en maldad, infames; si esta Profecía se cumpliera ¿había más que desear? Si fuera lo que Dios quisiere, fuera siempre lo justo, lo bueno, lo santo y no fuera lo que quiere el diablo, el dinero y la codicia; pues hoy lo menos es lo que Dios quiere; y lo más, lo que queremos nosotros contra su Ley: y ahora el dinero es todos los quereres, porque él es querido y el que quiere, y no se hace sino lo que él quiere; y el dinero es el Narciso, que se quiere a sí mismo, y no tiene amor sino a sí”.  Si lloviere hará lodos, / y será cosa de ver / que nadie podrá correr / sin echar atrás los codos. / Las mujeres parirán / si se empreñan y parieren, / y los hijos que nacieren / de cuyos fueren serán. Detrás de las palabras de Quevedo había mucho sentido, pero los que manejaban estas perogrulladas eran solo Chisgarabises en la vida, personas frecuentemente jóvenes, algo arrogantes y de escasa formalidad o sensatez. Al buen entendedor o entendedora, con pocas perogrulladas que se digan hoy, basta.

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Las Variaciones Goldberg de Bach según Lang Lang

Aria, Variaciones Goldberg, Lang Lang

Sevilla, 6/IX/2020

Frecuento la última versión de las Variaciones Goldberg o Aria con variaciones diversas para clave con dos teclados (BWV 988), una obra esplendorosa de Bach, compuesta por treinta movimientos y un Aria, interpretadas por Glen Gould, en una edición remasterizada del original grabado en 1955, porque sigue siendo para mí una ejecución magistral sobre piano en una búsqueda del sonido desconocido para asimilarlo al doble “manual” (teclado) del clave, instrumento para el que fueron compuestas originalmente. Toda la obra es un “pasacalles”, una música festiva y popular propia de músicos ambulantes a los que Bach hace un homenaje en esta composición. Lang Lang, un pianista con sentimiento en cada ejecución, ha reconocido en una entrevista reciente la importancia de Gould en su vida, reconociendo la huella que ha dejado en su vida la famosa grabación de la Variaciones Goldberg de 1981: “La escuché cuando tenía 10 años y me mostró otra forma de entender la música de Bach, con esa tremenda variedad de caracteres, articulaciones y contrastes. Nunca pensé que pudiera tocarse de una forma tan multidimensional y dramática”. 

Es muy interesante la intrahistoria de esta obra monumental de Bach compuesta en 1741, para comprender mejor la belleza de su expresión musical, un encargo del conde Hermann Carl von Keyserlingk, embajador de Rusia ante la Corte de Sajonia, que tenía a su servicio al músico Johann Gottlieb Goldberg, uno de los alumnos más aventajados del maestro alemán. Keyserlingk sufría de insomnio y parece ser que le encarga a Bach escribir estas piezas para clave a modo de somnífero, aunque se cree que es una historia espuria. Escuchando la obra podemos llegar a entender que para Bach no suponía nada especial en su forma de componer la petición efectuada por Keyserlingk, aunque le pagara un centenar de luises de oro, sobre todo el Aria que abre las variaciones, con su contrapunto y el bajo “ostinato”, presente en toda su obra y como aviso para navegantes musicales, quizás la más conocida pero que siempre nos sorprende en su breve ejecución, con las posiciones imposibles de Glenn Gould en su famosa silla. Ahora, con el sentimiento expresivo de Lang Lang.

En estos días nos llega la versión de Lang Lang, presentada concretamente el pasado viernes 4 de septiembre en Pekín y llevada a cabo por la excelente editora musical Deutsche Grammophon, en una grabación realizada en la icónica iglesia de Santo Tomás, en Leipzig, donde Bach fue director del coro desde 1723 hasta su muerte en 1750. Desde que era un niño, las Variaciones Goldberg han sido una obstinación en su vida, en el sentido pleno de la palabra obstinación tan querida por Herman Hesse, dar pleno sentido a la vida. Ha reconocido que en una etapa de su niñez y adolescencia dedicó siete años a preparar las treinta variaciones y el aria de principio y fin, reconociendo que la variación 25, a la que la clavecinista y pianista Wanda Landowska llamó la «perla negra» de las Variaciones Goldberg, fue la que más trabajo le costó interpretar según su forma de comprender la música de Bach.

Su autobiografía, Un viaje de miles de kilómetros, “es sobre todo un relato del crecimiento personal de un niño que alcanza sus sueños y objetivos profesionales gracias al tesón y el amor a la música; es también un relato de conciliación de dos visiones distintas del mundo contemporáneo: Oriente y Occidente. Lang Lang nos ofrece además un recorrido privilegiado por la trastienda de la música clásica profesional donde los ídolos infantiles del joven –los maestros Christoph Eschenbach, Daniel Baremboim, Isaac Stern y Leon Fleisher, entre otros-, con generosidad ejercen el papel de mentores, ofreciéndole valiosos consejos para la vida y el arte”.

Lo más importante en Lang Lang es su obstinación por interpretar de la mejor forma posible a cada compositor. Ha sido su obsesión personal e intransferible en su difícil niñez y juventud y así se comprende cómo ha sido capaz de superar la tendinitis en su mano izquierda, producida por el tiempo dedicado a interpretar de la forma más completa posible el Concierto para la mano izquierda de Ravel, que le obligó a abandonar en 2016 los conciertos programados durante dos años hasta su reaparición a finales de 2018. Obstinación, una palabra que resume su vida entendida como obediencia a una sola ley que lleva al “propio sentido” de la vida. Una actitud que sigo aprendiendo hoy, acompañada por esta obra magistral de Bach interpretada por él “de forma multidimensional y dramática” y que me permite, en este tiempo tan difícil, soñar despierto.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Almodóvar alza su voz en Venecia

Sevilla, 5/IX/2020

Jean Cocteau ha estado siempre en el imaginario de Pedro Almodóvar aunque no de forma tan manifiesta hasta llevarlo de forma indubitada al cortometraje de 30 minutos, La voz humana, rodado íntegramente en inglés y protagonizado por Tilda Swinton, que ha presentado en los pases fuera de concurso de la Bienal de Cine de Venecia 2020. La actriz ha recibido también este año el León de Oro honorífico de la Mostra en su 77ª edición, hecho que demuestra la sabia elección por parte de Almodóvar de su musa actual. El guion es un texto adaptado hasta límites insospechados del monólogo que Cocteau estrenó en París en 1930, protagonizado por una mujer que habla por teléfono con el amante que la ha abandonado. En Mujeres al borde de un ataque de nervios ya estuvo presente Cocteau, así como en La ley del deseo. Es un clásico popular en el cine almodovariano.

El gran cambio sobre el relato original del autor francés se produce en relación con la actitud que adopta la mujer en su corto de forma progresiva, que se separa mucho del original, pasando de la sumisión a la venganza, según las propias palabras del director. Para comprender mejor el hilo conductor del cortometraje, recojo exactamente las palabras que figuran en la presentación oficial de la película en el portal de la Mostra y que traduzco personalmente del italiano: “Una mujer contempla cómo pasa el tiempo junto a las maletas de su antiguo amante (se espera que el hombre vuelva a buscarlas, pero nunca llegará) y a un perro inquieto que no comprende por qué ha sido abandonado por su amo. Dos seres vivos se enfrentan al abandono. En los tres días de espera, la mujer sale a la calle una sola vez, a comprar un hacha y una lata de gasolina, y pasa de un estado de ánimo a otro: de la impotencia a la desesperación y la pérdida de control. Se maquilla, se viste con ropa elegante como si fuera a una fiesta, piensa en tirarse por el balcón, hasta que su antiguo amante la llama. Ella pierde el conocimiento, porque ha tomado una mezcla de trece pastillas y no puede responder. El perro le lame la cara hasta que la mujer se despierta. Después de una ducha fría, vuelve en sí gracias a un café tan negro como sus pensamientos, el teléfono vuelve a sonar y esta vez se atreve a contestar. La única voz, sin embargo, es la de ella: la del hombre nunca se escucha. Al principio la mujer finge estar tranquila y comportarse de forma normal, pero siempre está a punto de estallar contra la hipocresía y la mezquindad del otro. La Voz Humana es una lección moral sobre el deseo, aunque la protagonista está justo al borde del abismo. El riesgo es una parte fundamental de la aventura de vivir y amar. El dolor está muy presente en el monólogo; como decía al principio, la película describe la pérdida y la angustia de dos seres vivos atormentados por la ausencia de su amo”.

También he descubierto la utilización no inocente en este cortometraje,  por parte de Almodóvar, de un cuadro de una pintora italiana, Venus y Cupido, de Artemisia Gentileschi, que figura en la pared del comedor de la imagen que he reproducido en la cabecera de este artículo, que admiro desde que la conocí, a quien he dedicado unas palabras especiales en este cuaderno digital destacando su inmensa obra pictórica llena de mensajes de liberación para la mujer en un tiempo barroco muy complicado. Quizás vea en la protagonista del monólogo a una mujer melancólica, esa expresión femenina que reflejó Artemisia en una obra duplicada, María Magdalena como la melancolía (Ca. 1622, Museo de la Catedral de Sevilla) y en la que se considera la obra cumbre de la reivindicación femenina en su contexto histórico del siglo XVII, Judit decapitando a Holofernes, la que se considera más icónica de la venganza que quiso expresar por la violación que sufrió por parte de su mentor cuando sólo tenía 17 años. Junto a esta obra, en muchas otras figura siempre el protagonismo de la mujer a través de acciones y expresiones muy sorprendentes para la época en las que las pintó. Mujeres, siempre, que actúan solas o en común reivindicando su papel en la historia, alejadas de elementos sacros y con un viso laico de pintura reivindicativa rompiendo el canon de la época. Si tuviera la oportunidad algún día me gustaría conversar con Almodóvar sobre la vida y obra de Artemisia Gentileschi. Estoy convencido de que escribiría un guion fascinante, adaptado al tiempo actual, sobre la inquietante y perturbadora vida de esta mujer. Le contaría lo que me pasó a mí al descubrir una obra suya titulada María Magdalena en éxtasis, sola, sin ropajes especiales ni ungüento divino, de la que se ha conocido su existencia hace muy poco, concretamente en 2014, ya que solo se tenía una referencia de ella por una fotografía en blanco y negro tomada a principios del siglo XX que se conservaba en el fondo artístico de un marchante de arte italiano. El mensaje del cuadro no deja duda alguna sobre la autoría de Gentileschi y puedo dar la razón en este momento a una expresión muy querida por mí de Víctor Hugo: la melancolía es la felicidad de estar triste, porque no creo tanto en la situación de éxtasis de la Magdalena como en la de su auténtica melancolía, es decir, un estado de soledad y tristeza que puede inundar el alma humana y recrearnos en él porque siempre queda la esperanza de la espera de algo o alguien que estuvo o que llegará a tiempo para hacernos felices. Como la espera perturbadora de la protagonista de Almodóvar.

Vuelvo a escuchar al director manchego explicando el hilo conductor de su “pequeña” obra para comprenderla mejor: “Siempre me planteé esta adaptación como un experimento, un capricho en el que mostraría lo que en teatro se llama la cuarta pared, y en cine sería mostrar la parte de atrás, es decir, estructura de madera que sostiene las paredes del decorado realista, la realidad material de lo ficticio. La realidad de esta mujer es el dolor, la soledad, la oscuridad en la que vive. He tratado de que todo esto sea evidente, emocionante y elocuente a través de la interpretación (sublime) de Tilda Swinton, mostrando muy pronto que su casa es una construcción dentro de un plató cinematográfico. Al mostrarlo por todos los lados, saliendo del decorado realista y aprovechando el espacio del estudio en su totalidad, he ampliado, digamos, el tamaño del escenario donde se lleva a cabo el monólogo. He mezclado lo cinematográfico y lo teatral combinando sus esencias. Por ejemplo, cuando Ella está en la terraza, esperando y mirando la ciudad, lo único que vemos es una pared (la pared de la nave) que conserva manchas de otros rodajes. No hay un skyline, no existe el paisaje urbano, Ella solo encuentra vacío, desnudez y oscuridad. Lo cual me permite acentuar la sensación de soledad y de oscuridad en la que el personaje vive. La nave del estudio donde hemos rodado se convertía así en el escenario donde trascurría toda la acción, y la construcción del decorado realista donde vive y espera la protagonista en una parte del decorado, por dentro y por fuera. Mostrar la estructura de madera que sostiene el decorado realista es como mostrar la piel del decorado” (1).

Este corto es la crónica de una Trilogía anunciada por el propio Almodóvar, al referirse en sus últimas intervenciones para medios de comunicación a dos proyectos cinematográficos en marcha, Extraña forma de vida, y una distopía sobre un posible mundo sin cines: “El confinamiento nos ha hecho ver la casa como un lugar de reclusión, donde podemos trabajar, comprar, encontrar el amor y pedir comida. Lo podemos hacer absolutamente todo de un modo sedentario. Eso me parece peligroso”, expresó. “Yo propongo, en contraposición a eso, el cine. Ir al cine es iniciar una aventura, elegir una película y reír, aterrorizarse y llorar con desconocidos. A nivel humano, me parece una experiencia esencial”, apuntó Almodóvar. “Mi mayor ilusión es seguir vivo y haciendo cine” (2). Que así sea y nosotros podamos admirarlo sobre todas las artes que no están en los cielos.

NOTA: la imagen se ha recuperado de https://www.labiennale.org/it/cinema/2020/fuori-concorso/human-voice

(1) https://macguffin007.com/2020/09/03/la-voz-humana-cortometraje-almodovar/

(2) https://elpais.com/cultura/2020-09-03/el-capricho-de-almodovar-llega-a-venecia.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Sugerencias de don Emilio Lledó

La esencia de la educación es mostrar el mundo como posibilidad, Emilio Lledó

Sevilla, 4/IX/2020

Considero a don Emilio Lledó un Maestro al que profeso un respeto casi reverencial. Le he escuchado, en el vídeo que precede estas líneas, hablar de don Francisco, su maestro de vida que no ha olvidado nunca, igual que me ocurre a mí con mi maestra del alma, doña Antonia León, de la que tantas veces he hablado en este cuaderno digital. Él habla entusiasmado del cuaderno que conserva desde 1938 en el que aparece muchas veces el título de “sugerencias de la lectura”, por indicación de su maestro. Me ha parecido precioso valorar el hecho de que no demos nada por sabido, del valor de la espontaneidad y, sobre todo, de las posibilidades creativas que nos ofrece siempre la lectura, a la que hay que añadir algo que también señala con idéntica fuerza: la lectura nos da la posibilidad de crear libertad, porque probablemente don Francisco recibía más sugerencias de las lecturas que hacía en clase o mandaba para leer en casa, que alumnas o alumnos tenía que educar.

Me sucede a mí también, recordando el único cuaderno que conservo desde 1954, forrado en papel azul y con una etiqueta central blanca enmarcada en una línea delgada azul y con dientes externos, como los de un sello, en la que escribí en redondilla una palabra mágica, con plumilla y tinta negra: “Diario”. Es un placer pasar sus páginas y ver la mirada de doña Antonia detrás de cada dibujo, de cada palabra. Luego nos decía que pintáramos con lápices de colores los dibujos que cada día nos sugería a nuestras pequeñas mentes creativas, algunas veces forzadas por el “lapisabio” troquelado que compraba con una ilusión desbordante en la papelería “Lino”, de la calle Narváez, en Madrid. Aquellas páginas estaban llenas de color y corrección, de encanto en definitiva, sin tachaduras ni borrones, porque doña Antonia nos animaba a ser creativos y limpios como el alma libre que ella nos transmitía en sus clases.

Sugerencia no es una palabra inocente. La primera vez que la Real Academia Española de la Lengua introdujo el lema “sugerencia” fue en 1927 (el año en el que nació el profesor Lledó), en su Diccionario manual e ilustrado, como palabra de uso común en América: insinuación, inspiración, idea que se sugiere, manteniéndose exactamente estas acepciones en la actualidad (Edición del Tricentenario, actualización de 2019). Noventa y tres años después sigue aceptándose su alma inspiradora, tal y como también me la explicaron en mi niñez rediviva. Nadie la ha tocado hasta hoy porque así es esta bella palabra, tan bien cuidada por don Emilio desde su nacimiento en Sevilla. Antes, durante dos siglos de diccionarios, no existía la palabra y su raíz latina, la del verbo «sugerir» (suggerere), que sí se recogía, era inquietante en su segundo significado: instigar o influir para una acción mala. La cultura social la ha blindado y hoy mantiene «sugerencia» su forma de expresarse tan bella, pura inspiración .

En estos días en los que comienza el curso escolar 2020-2021, en un entorno muy complicado, es importante escuchar lecciones magistrales, a modo de sugerencia -esa palabra tan querida del profesor Lledó-, como la conversación completa con él que figura en el enlace siguiente: https://youtu.be/lYDR163vHuk. Creo que tenemos la oportunidad de comprender qué significa educar en el siglo XXI. Por el momento, sobran más palabras. Son solo sugerencias de la lectura del Libro de la Vida y de saber escuchar atentamente las sabias palabras de un maestro excepcional, don Emilio Lledó.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

La mediocridad asola el mundo, también nuestro país

Sevilla, 3/IX/2020

Hace aproximadamente un año, publiqué un artículo en este cuaderno digital sobre un libro que leo y consulto en varios momentos de dudas existenciales, Mediocracia. Cuando los mediocres toman el poder, una reflexión seria y fundamentada sobre esta plaga del siglo XXI, que se ha hecho fuerte y pretende tomar el gobierno universal de todo lo que se mueve a nuestro alrededor. Su autor es Alain Deneault, filósofo y escritor, profesor de Sociología en la Universidad de Québec y director del programa del Collège international de philosophie de París. El libro es recomendable para almas inquietas y que estén saturadas de la mediocridad que ha instalado sus bases en nuestros entornos más cercanos.

Resaltaba en aquella ocasión una reflexión que recupero hoy por su sentido vigente en estos días difíciles que estamos atravesando y donde es necesario, ahora más que nunca, un liderazgo alejado de la mediocridad galopante que nos rodea: “El término mediocridad designa lo que está en la media, igual que superioridad e inferioridad designan lo que está por encima y por debajo. No existe la medidad. Pero la mediocridad no hace referencia a la media como abstracción, sino que es el estado medio real, y la mediocracia, por lo tanto, es el estado medio cuando se ha garantizado la autoridad. La mediocracia establece un orden en el que la media deja de ser una síntesis abstracta que nos permite entender el estado de las cosas y pasa a ser el estándar impuesto que estamos obligados a acatar. Y si reivindicamos nuestra libertad no servirá más que para demostrar lo eficiente que es el sistema”.

Aunque ya lo he escrito en diversas ocasiones en este cuaderno digital, me sigue preocupando mucho “[…] la situación actual del país y la mediocridad que nos invade en todos los ámbitos posibles, aquí, allá, acullá. He reflexionado en diferentes ocasiones en este cuaderno digital sobre esta lacra social, porque constato que estamos instalados en el reino de la mediocridad. Por esta razón, no hay tiempo que perder y hay que desenmascarar a los mediocres con urgencia vital, dondequiera que estén, porque viven en un carnaval perpetuo. Este país no logra sacar distancia a esta lacra que nos pesa desde hace bastantes años porque ahora, en el país de los tuertos desconcertados, el mediocre es el rey. Es una plaga que se extiende como las de Egipto casi sin darnos cuenta. Los encontramos por doquier, en cualquier sitio: en la política, en las artes, en los medios de comunicación social, en la educación, en los mercados, en las religiones y en las tertulias que proliferan por todas partes en el reino de la opinión. Los mediocres suelen meter la mano en todos los platos de las mesas atómicas y virtuales, en las que a veces nos sentamos, con total desvergüenza. Son personas de “calidad media, de poco mérito, tirando a malo”, como dice el Diccionario de la Real Academia Española. También, tóxicos o tosigosos, que suelen complicar la vida a los demás por su propia incompetencia”.

Lo repito hoy hasta la saciedad: mediocridad de mediocridades, (casi) todo es mediocridad. Casi todo es de calidad media, tirando a malo, como nos enseña nuestro Diccionario de la Lengua, pero está de moda. Lo digo una y mil veces: los mediocres están haciendo de cada día su día, su mes, su año, de forma silenciosa. Al igual que Diógenes de Sínope, tendremos que coger una linterna ética y gritar a los cuatro vientos ¡buscamos personas dignas y honestas, no mediocres! Es probable que los mediocres salgan huyendo porque no soportan dignidad alguna que les puede hacer sombra, si es que alguna vez tuvieron cuerpo presente de altura de miras, que no es el caso. Ni de los que los eligen para puestos claves en la sociedad. ¿Qué quiere decir esto? Que entre tibios, mediocres y tristes anda el juego mundial de dirigir la vida a todos los niveles, nuestro país incluido, con especial afectación en determinados partidos que nos representan. Cuando los mediocres se instalan en nuestras vidas, en nuestra política o en nuestro trabajo diario, hay que salir corriendo porque no hay nada peor que una persona mediocre con poder equivocado, además triste y tibia, sin dignidad alguna. Pero es necesario estar orientados y correr hacia alguna parte, hacia la dignidad en todas y cada una de sus posibles manifestaciones. Es la mejor forma de luchar contra la lacra social de la mediocridad y sus indignos representantes, porque intentan invadirnos por tierra, mar y aire, sin compasión alguna. Cada vez tenemos menos tiempo para descubrirlos, aunar voluntades para ocupar su sitio y, de forma celular, boca a boca, recuperar tejido crítico social para crear nuevos liderazgos en nuestro país, tan dañado en la actualidad y que tanto los necesita.

Busquemos la nueva linterna de Diógenes, aunque hay que tener claro que no está en los catálogos del mercado, porque no es mercancía, sino en nuestra conciencia individual y social de pertenencia a una ideología, no inocente, que lucha por un mundo en el que merezca la pena vivirlo y compartirlo de la forma más digna posible.

NOTA: la imagen se ha recuperado de https://cdn.urgente24.com/sites/default/files/notas/2017/08/06/mediocridad-.jpg

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Diego Valor visita hoy la librería Nostromo

Sevilla, 2/IX/2020

Quizás ha pasado bastante desapercibido para muchas personas que viven en Sevilla o que aman el cómic en España. Hoy, quiero hacer un homenaje particular a la librería Nostromo, radicada aquí en Sevilla, donde a través de sus cien metros cuadrados ha sabido escalar el puesto más importante en el universo de las historietas seriadas, al haber obtenido el Eisner un galardón a modo de Óscar a la mejor librería de cómics del mundo, que recuerda al gran genio del cómic Will Eisner y que otorga la prestigiosa Convención Internacional de San Diego (EEUU), la Comic Con, de la que ya hablé también recientemente en este blog con ocasión de la entrega a Paco Roca, ilustrador o “dibujante ambulante” como él mismo se llama, del Premio Eisner 2020 de Estados Unidos “a la mejor edición de material internacional” por “The house”, la versión de su novela gráfica “La casa”, publicada por la editorial Astiberri en 2015 y que la editorial estadounidense Fantagraphics editó en castellano e inglés a finales de 2019. 

Tengo que confesar que como tal género nunca me supo levantar, pero porque no lo identifiqué con las lecturas de mi niñez y adolescencia, cuando la gran mayoría era cómics de la época aunque promocionados y vendidos como “tebeos”. Supermán, que lo recibía desde Rosario (Argentina) en un rollo imposible porque según decían en mi casa era más barato, Roberto Alcázar y Pedrín, que hoy serían héroes difíciles de presentar en sociedad y, sobre todo, Diego Valor, del que me sabía el himno y que cantaba a toda voz, fueron lecturas con la estructura actual de cómic. Las dos acepciones del Diccionario de la RAE son perfectamente válidas para entenderlo hoy: serie o secuencia de viñetas que cuenta una historia y libro o revista que contiene cómics, aunque es importante señalar que es en la edición del Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (RAE, 1983), en su tercera edición revisada (Tomo II), cuando se incorpora por primera vez el lema “cómic” con el siguiente detalle: “(Voz inglesa). Serie o secuencia de viñetas o representaciones gráficas de finalidad narrativa que, desarrollando una situación, presentan el mismo personaje en diversas circunstancias”.

Es verdad que me parece glorioso que en el entorno cultural en el que crecí en Madrid pudiera leer estos cómics tan variopintos. Recuerdo especialmente a Diego Valor, que tuvo su carta de presentación a través de la radio, concretamente en la cadena SER, con emisiones diarias de quince minutos cada una que escuché con pasión durante los cinco años que duraron las aventuras de este intrépido aventurero futurista, que tuvo su correlato con la edición de tebeos en los que se dibujaron las aventuras que había escuchado anteriormente en la pequeña radio Philips de mi casa. Durante un año, desde 1953, esta emisión se inspiró en el original inglés de este personaje (Dan Dare), tomando el relevo posteriormente como guionista radiofónico y editorial Enrique Jarnés Bergua, Jarber, con los célebres dibujos de Blanes, Buylla, White y Bayo en las historietas publicadas por la editorial Cid: “La sintonía original no era otra que la suite LOS PLANETAS de G. Holst, más concretamente “Marte el portador de la guerra”, otros movimientos se empleaban en diferentes momentos de la serie, por ejemplo “Júpiter”. Más tarde se utilizaría un himno compuesto exprofeso por Rafael Trabuchelli y música de Prokofiev, El amor de las tres naranjas (supongo que porque, en la España franquista, nadie se molestaba en pagar derechos de autor a un compositor soviético)” (1). Todavía resuena en mi memoria de hipocampo los compases del himno que nos hacía pensar en otro futuro diferente, cantándolo con ardor guerrero, aunque el Régimen lo toleraba porque no era capaz de entrever la existencia de otros mundos posibles más c cercanos:

¡Adelante soldados de la tierra!
¡Volad hacia el espacio misterioso!
No temáis los azares de la guerra.
Mostrad en otros mundos vuestro ardor,
que os guía, valiente y victorioso,
el gran Diego Valor.

¡Diego Valor!
¡El piloto del espacio!
¡El guerrero sin temor!
¡Diego Valor!
¡De los cielos caballero,
de malvados el terror!

Marte y Venus conocen nuestra gloria,
que vibra en el vacío sin fronteras.
Viviréis en el libro de la historia,
escritos vuestros nombres con fulgor
defendiendo con bravura las banderas
del gran Diego Valor.

¡Diego Valor!
¡El piloto del espacio!
¡El guerrero sin temor!
¡DIEGO VALOR!
De los cielos caballero,
de malvados el terror.

Aquellas aventuras de un español nacido en el año 2000, Diego Valor, junto a los intrépidos capitanes Hanks Hogan, alemán, Pierre Laffite, francés y Miguel Portolés, español y una científica también española, Beatriz Fontana, nos permitían pensar en lo manifestado anteriormente: se podía conquistar Venus y vencer al Mekong de los Wiganes, los auténticos enemigos, porque era posible distraer el pensamiento sobre identificación de los verdaderos enemigos de la libertad en el país, que no estaban dentro sino en otros mundos a millones de kilómetros: Viviréis en el libro de la historia, / escritos vuestros nombres con fulgor / defendiendo con bravura las banderas / del gran Diego Valor. De Roberto Alcázar y Pedrín, hablaré otro día porque, sinceramente, hoy no quiero acordarme de ellos.

Muchos años después, Paco Roca, a través del cómic citado, La casa, baja al mundo real tratando con respeto a las personas mayores en su vida artística, habiéndolo demostrado de forma sobrada en su obra “Arrugas”, donde abordó temas delicados, hasta ahora escasamente tratados en cómics, como son el Alzheimer y la demencia senil. Me llamó la atención, en su momento, la sinopsis en relación con “La casa”, la obra galardonada con el premio Eisner, porque ilustra también el comportamiento familiar que se produce en muchas familias cuando mueren los progenitores, a través de los tres hermanos protagonistas, cuando vuelven un año después de la muerte de su padre a la casa familiar donde crecieron: “A lo largo de los años el dueño llena de recuerdos su casa, testigo mudo de su vida. Y aquél es también la fiel imagen de ella. Como las parejas que han convivido siempre juntas. Así, cuando su ocupante desaparece para siempre, el contenido de la casa se paraliza por el polvo esperando que alguna vez su dueño regrese. Los tres hermanos protagonistas de esta historia volverán un año después de la muerte de su padre a la casa familiar donde crecieron. Su intención es venderla, pero con cada trasto que tiran se enfrentan a los recuerdos. Temen estar deshaciéndose del pasado, del recuerdo de su padre, pero también del suyo propio. Se perciben en esta obra de Paco Roca ecos autobiográficos que surgen de una necesidad de contar una situación que ha tocado de cerca al autor”.

Nostromo tiene en su fondo estos libros de Paco Roca y visitar esta librería es un homenaje obligado a su esfuerzo tan digno de aportar cultura en tiempos difíciles, con un género que sigue siendo un gran desconocido a nivel popular. Prefiero recomendar hoy entrar en Nostromo, visitar su página web y quedarse prendados en historias tan ejemplares como las que cuenta y dibuja Paco Roca, que suceden muy cerca de nosotros, en nuestras casas y con protagonistas de primera línea, nuestros mayores. Valoraremos de forma diferente, a partir de ahora, el impresionante y mágico mundo del cómic.

He soñado por unos momentos que Diego Valor entraba hoy en Nostromo, la nave comercial de la clase Juggernaut, propiedad de la corporación Weyland-Yutani, que conocí hace ya muchos años a través de Alien y que ahora llevaba en sus dependencias miles de cómics para interpretar y dibujar el mundo de forma diferente. Se ha quedado asombrado, porque todo es posible en Nostromo, incluso su obra social verdaderamente ejemplar y admirable.

(1) https://www.ciencia-ficcion.com/series/sdiegovalor.htm

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Las alas de septiembre

Sevilla, 1/IX/2020

Estamos tan ocupados con el coronavirus, que casi no apreciamos lo que ocurre a nuestro alrededor, con una experiencia estacional que ya está con nosotros, la llegada de septiembre, el séptimo mes como su propio nombre indicaba en el calendario romano. Acudo una vez más a la poesía y llamo a su puerta, sabiendo que las oscuras golondrinas de Bécquer no volverán por ahora, sobre todo las que aprendieron nuestros nombres en los momentos en los que no conocíamos lo que vendría después. Esa es la razón que me ha llevado a encontrarme de nuevo con Neruda, porque hoy necesitaba volar sobre sus queridas alas de septiembre a través de una oda especial, aunque sólo pueda hacerlo en mi imaginario particular y para poder compartir momentos amables con las personas que me acompañan a diario. Abro el libro del gran Neruda y leo:

ODA A LAS ALAS DE SEPTIEMBRE

He visto entrar a todos los tejados
las tijeras del cielo:
van y vienen y cortan transparencia:
nadie se quedará sin golondrinas.

Aquí era todo
ropa, el aire espeso
como frazada y un vapor del sal
nos empapó el otoño
y nos acurrucó contra la leña.

En la costa del Valparaíso,
hacía el sur de la Planta Ballenera:
allí todo el invierno se sostuvo
intransferible con su cielo amargo.

Hasta que hoy al salir
volaba el vuelo,
no paré mientes al principio, anduve
aún entumido, con dolor de frío,
y allí estaba volando,
allí volvía
la primavera a repartir el cielo.

Golondrinas de agosto y de la costa,
tajantes, disparadas
en el primer azul,
saetas de aroma:
de pronto respiré la acrobacias
y comprendí que aquello
era la luz que volvía a la tierra,
las proezas del polen en el vuelo,
y la velocidad volvía a mi sangre.
Volví a ser piedra de la primavera.

Buenos días, señores golondrinas
o señoritas o alas o tijeras,
buenos días al vuelo del cielo
que volvió a mi tejado:
he comprendido al fin
que las primeras flores
son plumas de septiembre. 

Un detalle. Si he elegido este poema hoy es porque en el hemisferio sur comienza ahora la primavera y para comprender el curso de la naturaleza si no la alteramos, sabiendo que las primeras flores que vimos en nuestra primavera son plumas ahora en este hemisferio europeo de septiembre, aunque la primavera siempre volverá a nuestras vidas, a nuestras almas. Así una y mil veces. Ahora, las alas de septiembre están de paso hacia África pero nos regalan el vuelo del cielo sobre nuestra existencia, diciéndonos ¡hasta luego, hasta siempre!, recordándonos que la vida sigue y que es fiel a los que la aman si no perturbamos su curso. Así lo escuché una vez cantar a María Dolores Pradera, en su “Golondrina presumida”: De allá del mar vendrás, / tienes que regresar / porque tú traes, porque tú traes… / porque tú traes mi vida”. Nuestra vida, en este septiembre alado tan especial.

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