La política digna posibilita lavar el alma del polvo de la vida cotidiana

Sevilla, 3/VII/2023

Una cosa es la realidad política actual y otra el deseo de dignificarla cada día. Decía Berthold Auerbach que la música lava el alma del polvo de la vida cotidiana (Music washes away from the soul the dust of everyday life) (1). También se atribuye a Picasso idéntica frase pero referida al arte en general. Hoy, doy un paso más y me atrevo a asignar a la política digna ese rol de limpieza ética de la vida cotidiana, como arte de lo posible, en palabras de Aristóteles o del canciller Bismark. En esta etapa preelectoral, que no está siendo precisamente un modelo de arte político, necesitamos redoblar todos los esfuerzos para demostrar que es posible llevar a cabo esta proyección ética de la vida ordinaria, siempre que cumplamos, unos y otros, con los deberes políticos que tenemos asignados en esa vida cotidiana, porque no son los mismos.

Si nada humano nos es ajeno, que decía Terencio, el gran éxito de la política es hacer posible la transformación de la sociedad con medios legítimos, a pesar de todo, siendo el principal el del voto y sus circunstancias. El problema es que se adultera este sentido del voto y los representantes elegidos hacen con ellos muchas veces lo que no se debería hacer, porque el voto no es un cheque en blanco para el que se beneficia de él, sino un mensaje con ilusiones dentro, probablemente de cambiar y transformar aquello que no gusta en la sociedad actual. Por ello, es una equivocación utilizar en precampañas y campañas electorales el grito y la metodología del “y tú más”, lo peor de lo peor, como ocurre en la actualidad, porque siempre se debería partir de la base de que la condición humana es la que es y no nos debe ser ajena, es decir, sabemos que en todos sitios cuecen habas y lo importante es presentar en sociedad la parte más digna de la política, mostrando lo que es: una ideología en beneficio del interés o del bienestar general, con la tutela del Estado democrático, porque de lo contrario no es posible alcanzar beneficio alguno. De ahí el interés por presentar esta visión tan motivadora: la política es el arte que posibilita limpiar el alma del polvo de la vida cotidiana.

¿Hay algo más cotidiano que la vida digna en la ciudad, en el pueblo, en la aldea más recóndita? Si partimos de esta base, de que lo importante es vivir en paz, ayudemos a quitar el polvo del alma que todos los días “ensucia” el devenir político y humano, por más señas. De ahí la importancia de los programas políticos en liza, porque no nos engañemos: todos no dicen lo mismo, ni persiguen los mismos objetivos, por mucho que se esfuercen las redes sociales y determinados medios de comunicación tergiversada, en difundir los clásicos bulos populares como mantras que sobrevuelan sobre nuestras cabezas y enriquecen las bases del Partido Abstencionista y de la ultraderecha y derecha extrema: ‘todos los políticos son lo mismo’, ‘vienen a enriquecerse’, “la derecha os hará libres’, ‘comunismo o libertad’, ‘el Estado no se rompe ni se negocia’, ‘el “comunismo bolivariano” acabará con todo’, ‘la nación está en peligro’, ‘hay que acabar con el “sanchismo”, ‘los migrantes nos roban y nos quitan los trabajos’, ‘la violencia de género es ideología que hay que erradicar, así como el gasto público asociado a ella’, ‘la protección legal de la diversidad sexual es un engaño’, ‘el cambio climático es un invento de los ecologistas extremos’, ‘Europa no es necesaria como Unión de Estados’, ‘la cultura es una ideología controlada por el aparato del Estado’ y así, centenares de mensajes que consiguen calar, como la gota malaya, en los sentimientos populares.

Ante este tsunami ideológico de derechas y ultraderechas, en la actual precampaña, vuelvo a reivindicar un esfuerzo para comprender lo que se ha hecho bien en esta legislatura en la España al derecho, no al revés, en beneficio del interés general, para demostrar que una política digna y eficaz limpia el alma del polvo de la política indigna y mal intencionada. Hay que limpiar la desinformación y la contaminación de los resultados verdaderos que se han conseguido por el Gobierno actual, que nos lleve a comprender lo que verdaderamente supone ya, de facto, una transformación de nuestra realidad social, atendiendo como prioridad absoluta a los que menos tienen en el país. Esta tarea de limpieza de polvo contaminante de la verdad, en la radiografía social de este país en la actualidad, porque la memoria democrática existe no solo para las guerras, sino también para tiempos de paz, podrá llevarnos a que se reconozcan los logros de avances sociales de amplio espectro que se han llevado a cabo hasta el día de hoy, que señalo por simplificar y para no abrumar con datos, tales como las medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, que ya hemos olvidado, el establecimiento de la garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones, la protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica, el establecimiento del Ingreso Mínimo Vital, la Reforma Laboral, la reducción de la temporalidad en el empleo público; la regulación de la eutanasia, de la Memoria Democrática, la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, la garantía integral de la libertad sexual, a pesar de sus controvertida redacción antecedente, así como la ordenación y regulación del derecho a la vivienda, no dejando atrás las leyes sustantivas de Presupuestos que permiten llevar a cabo las políticas públicas de un país.

Lo dicho: dediquémonos a resaltar el trabajo político bien hecho, como Luis Cernuda nos lo enseñó hace ya mucho tiempo, desde el exilio, cuando se dirigió expresamente a sus paisanos andaluces, sevillanos por más señas, con unas palabras que no olvido: Más el trabajo humano / Con amor hecho, / merece la atención de los otros (A sus paisanos, en La realidad y el deseo. XI: La desolación de la quimera). Será una forma extraordinaria de comprender la política digna como el arte posible de limpiar el alma ciudadana del polvo perverso de la política indigna en la vida cotidiana.

(1) Berthold Auerbach, En las alturas (On the Heights), Volumen 2, Editorial B. Tauchnitz, 1867. Página 64.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!