Andalucía sigue presentando datos muy preocupantes de pobreza y exclusión social

El Estado de la Pobreza. Seguimiento de los indicadores de la Agenda 2030 UE 2015 – 2021 / Informe general y sobre Las Comunidades Autónomas

Conocer con datos científicos que 2.738.318 ciudadanos y ciudadanas en Andalucía, es decir un 32,3% del total de población,  están viviendo la pobreza en sus vidas y, de forma más aguda, la pobreza severa, en un porcentaje del 8,1% del total, es decir, casi un millón y medio de personas, son cifras lo suficientemente elocuentes que confirman que algo no estamos haciendo bien en esta Comunidad, porque contra datos no valen argumentos.

Sevilla, 25/X/2022

La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) presentó ayer en el Congreso de los Diputados su XII Informe “El Estado de la Pobreza. Seguimiento de los indicadores de la Agenda 2030 UE 2015 – 2021”’, de sumo interés social porque por primera vez se recogen “los datos oficiales de pobreza tras la pandemia de la COVID-19, mediante un análisis detallado de todos los indicadores sociales disponibles a nivel estatal y autonómico”. El indicador AROPE (At Risk Of Poverty or social Exclusion), que ya he explicado en artículos anteriores su evolución estadística, “sitúa la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en 2021 en el 27,8 % de la población residente en España, frente al 27% registrado el año anterior. Este porcentaje se traduce en 13.176.837 personas, 380.000 más que en 2020 […] El XII Informe está marcado por el cambio metodológico del indicador AROPE, que se modificó en 2021 de acuerdo con los objetivos de la Estrategia Europa 2030. La tasa AROPE, con la nueva metodología, se define como población en riesgo de pobreza o exclusión social a aquellas personas que se encuentran al menos en una de estas tres situaciones: riesgo de pobreza, carencia material y social severa, o baja intensidad en el empleo”.

Hay que reconocer que el estudio muestra un empeoramiento de los principales indicadores de pobreza en 2021, “aunque en menor intensidad si se tienen en cuenta las estimaciones realizadas al inicio de la pandemia de COVID-19, que apuntaban a un incremento de un millón de personas (el aumento ha sido de 319.000 personas más en situación de pobreza respecto a 2020)”. Todo hay que decirlo y reconocer que el Escudo Social impulsado por el Gobierno ante la pandemia ha permitido que un millón y medio de personas ha evitado entrar en situación de pobreza durante la COVID-19: “Sin embargo, esta cifra no puede ocultar la gravedad de una situación que nos coloca como el cuarto país en Europa con más personas en situación de pobreza y exclusión social, unas cifras que ya venían empeorando antes de pandemia, y cuyo impacto no ha hecho más que agravar”.

En la citada presentación se hizo especial hincapié en que es muy preocupante “la situación de los hogares monoparentales con uno o más menores a cargo: más de la mitad, el 54,3 %, se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, 4,5 puntos porcentuales por encima de la registrada en 2020, y la más alta desde 2014, año a partir del cual comienzan los registros de esta nueva metodología. La vivienda y los suministros básicos se han convertido en un quebradero de cabeza para los hogares en situación más vulnerable. Así, el 36,2 % de las personas en situación de pobreza refiere gastar más del 40% de su renta en la vivienda, mientras el 14,3% de la población española no puede mantener su hogar a una temperatura adecuada. Respecto a las dificultades para llegar a fin de mes, el 44,9 % de las personas presentan alguna clase de dificultad, una cifra ligeramente inferior a la del año pasado. Sin embargo, debe destacarse que se registra un importante descenso de personas que llegan con mucha dificultad a fin de mes: de 4,7 millones en 2020 a 4,1 millones en 2021”.

Hay una novedad que se resalta en este estudio que considero de especial interés social. Me refiero al nuevo perfil de pobreza porque hay un incremento de las personas pobres con empleo y de las personas pobres con estudios medios y/o universitarios, frente a los dos de estudios anteriores, desempleo y bajo nivel de estudios. Personas con educación superior alcanzan una tasa AROPE del 10,4 %: “Además, han crecido en un 16,2 % las personas ocupadas en situación de pobreza o exclusión social, mientras el grupo de las personas paradas sigue siendo el que más sufre: el 58,6 % está en AROPE”. Al final, los datos de este informe revelan que la pobreza en este país se está convirtiendo en algo estructural, con muchos niveles intervinientes a tener en cuenta.

Una vez más, si grave es esta situación como país, lo que el estudio revela es que se recrudecen las desigualdades territoriales por Autonomías. Vuelve a dividirse España en dos mitades, Norte y Sur, donde sale perdiendo de forma abrumadora esta última. Si se compara en AROPE, las tasas más bajas son de Navarra y País Vasco, con el 14,7 % y el 16 % respectivamente. Las más altas se registran en Andalucía y Extremadura, ambas con el 38,7 %. En el informe se expresa literalmente que “el territorio es una significativa fuente de desigualdad y la cohesión territorial debería ser, no solo desde un punto de vista formal, un importante objetivo político”.

Junto al informe general, recomiendo la lectura del Resumen Ejecutivo del estudio, porque permite tener una visión completa de lo anteriormente expuesto, a través de veintidós páginas excelentes para comprender el alcance real del exhaustivo trabajo científico llevado a cabo por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), que ofrece datos para quien corresponde asumirlos e intervenir para mejorar los resultados en la transformación del país y su Bienestar Social. Las dianas de la pobreza muestran que la población pobre y las personas con discapacidad sufren de forma clara la inferior calidad de vida que soportan con respecto al total de la población.

Junto a lo anterior es de especial interés analizar también el informe realizado por Comunidades Autónomas, para bajar al detalle de la territorialidad y lo que supone en este país tan invertebrado. Con independencia de que cada persona debe analizar ,los datos según sus posiciones previas de interés social, incluyo en este artículo determinados datos para facilitar la comprensión del informe. Comienzo por la importancia que se da a la territorialidad en el informe: “Desde hace muchos años este informe viene mostrando las grandes disparidades en la calidad de vida de las personas según el territorio donde viven. Nuevamente, debe insistirse en que las desigualdades territoriales no aparecen de la nada. Es cierto que la pobreza y la exclusión social se distribuyen diferencialmente en los territorios en función de la configuración histórica de las comunidades autónomas, la posición geográfica, la naturaleza de la economía y la evolución del PIB, la distribución de la población y otros aspectos estructurales; pero también dependen de la gestión política, la inversión pública del Estado, la inversión de fondos europeos y las políticas comunes, es decir, de las distintas estrategias de cohesión e integración social que se ponen en marcha en los distintos niveles de la administración -local, regional, nacional, europeo-. Todo ello es importante, especialmente en estos tiempos –no solo a causa de la pandemia–, también porque parece reactivarse el interés por enfrentarse de una vez al problema de la financiación territorial. En los términos que interesan aquí, el territorio es una significativa fuente de desigualdad y la cohesión territorial debería ser, no solo desde un punto de vista formal, un importante objetivo político”.

Cuando se analiza en el informe la pobreza en las Comunidades Autónomas, las principales conclusiones obtenidas en el análisis del AROPE también son aplicables a la tasa de riesgo de pobreza, es decir, la desigualdad territorial es muy elevada, existe una clara diferenciación norte-sur y un deterioro en función de los objetivos de la Agenda 2030. La distribución regional de la tasa de riesgo de pobreza en 2021 y los datos para comparar la evolución con respecto al año 2008, 2015 y 2020 se pueden verificar en los gráficos del informe: ”En primer lugar, tal como sucede prácticamente todos los años, en 2021, Andalucía, Extremadura y Canarias mantienen las tasas más altas de población en riesgo de pobreza, con cifras entre el 32,3% y el 30,1 %. Por otra parte, Navarra con el 9,8% y País Vasco, con el 12,2% son las de mejor desempeño:

Se vuelve a apreciar respecto del informe del año pasado, que “algunas regiones que históricamente han presentado menores tasas de pobreza sufren un deterioro significativo de sus datos, mientras que se ha producido una mejora en otras que, a lo largo de los años, han sido más castigadas por la pobreza. En este sentido, debe destacarse la agresiva evolución registrada en Baleares, País Vasco, Castilla y León y Andalucía, con incrementos en su tasa de riesgo de pobreza entre el 25% y el 13%, con tasas que se elevaron en 3,5, 2,2, 2,8 y 3,8 puntos porcentuales sobre las de 2020. Por otra parte, Canarias, Asturias y Galicia registraron mejoras entre el 5% y el 10%, con reducciones de 1,5, 1,8, y 1,9 puntos porcentuales respectivamente y Cataluña y Cantabria con mejoras superiores al 10% y 1,9 y 2,6 puntos porcentuales, respectivamente”.

La pobreza severa es otra realidad lacerante: “el 47 % de las personas pobres están en pobreza severa, esto es, casi la mitad de las personas pobres viven en hogares con un ingreso inferior al 40% de la renta mediana nacional que, en términos absolutos, equivale a 530 € mensuales por unidad de consumo. Con respecto al año pasado, la cifra ha crecido en 2 puntos porcentuales (45 % en 2020) lo que evidencia un incremento en la intensidad de la pobreza; esto es, para este año no solo hay más personas pobres sino que son aún más pobres de lo que lo eran el año anterior. En la actualidad, el 10,2% de la población española está en pobreza severa, cifra que es siete décimas superior al 9,5% registrado en 2020. Sin embargo, este moderado incremento oculta importantes variaciones a nivel regional. Éste último año, la tasa de pobreza severa ha aumentado en 12 comunidades autónomas. Destaca especialmente el incremento en La Rioja (3,2 puntos porcentuales, 81 % de crecimiento), en Baleares (3,2 puntos porcentuales, 52 % de crecimiento) y en Andalucía (4,3 puntos porcentuales, 37 % de crecimiento). Por otra parte, la pobreza severa se ha reducido intensamente en Cantabria (-2,7 puntos porcentuales; -31 %), Cataluña (-2,3 puntos porcentuales; -25 %) y la C. Valenciana (-2,3 puntos porcentuales; 17,5 %), y más moderadamente en Asturias y Galicia.

No quiero abrumar con más datos, porque los aportados son muy significativos. Los diferentes Informes citados están a nuestra disposición y, sobre todo, de las Autoridades Públicas, a quienes corresponde tomar medidas urgentes, algunas de emergencia social, para paliar la situación actual en de pobreza en Andalucía. Conocer con datos científicos que 2.738.318 ciudadanos y ciudadanas en Andalucía, es decir un 32,3% del total de población,  están viviendo la pobreza en sus vidas y, de forma más aguda, la pobreza severa en un porcentaje del 8,1% del total, es decir, casi un millón y medio de personas, son cifras lo suficientemente elocuentes que confirman que algo no estamos haciendo bien en esta Comunidad, porque contra datos no valen argumentos. Medidas como el ingreso mínimo vital (IMV), el incremento del salario mínimo y los ERTEs, han paliado en parte estas cifras, pero se demuestra con este informe que a pesar de ello Andalucía arrastra una pobreza que no le permite levantar cabeza desde la corresponsabilidad social y territorial. Lo decía al comenzar este artículo: el Escudo Social que impulsó el Gobierno ante la pandemia ha permitido que un millón y medio de personas haya evitado entrar en situación de pobreza durante la COVID-19: “Sin embargo, esta cifra no puede ocultar la gravedad de una situación que nos coloca como el cuarto país en Europa con más personas en situación de pobreza y exclusión social, unas cifras que ya venían empeorando antes de pandemia, y cuyo impacto no ha hecho más que agravar”.

Recientemente he publicado en este cuaderno digital un artículo, Los nadies sufrirán la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía, que puede ser de utilidad plena para darse cuenta de que cualquier medida regresiva en Andalucía para obtener recaudación pública en beneficio de los que menos tienen, los pobres citados en el informa anterior, nos debería preocupar y mucho ante la realidad expuesta con cifras elocuentes por sí mismas. Lo digo una vez más: ahí están los datos anteriormente expuestos, desnudos, junto a la gran pregunta que nos compromete a todos, qué hacer en una contraescuela del mundo al revés en nuestro país. En mi Comunidad Autónoma. Personalmente, lo tengo claro: compartir con datos, que sólo con un gobierno de Estado o Comunidad Autónoma, pre-ocupado (así, con guion) por la desigualdad actual económica, laboral y social en la población, no cualquier gobierno, porque todos no son iguales, que dicte leyes con urgencia para solucionar esta situación transformando la sociedad española, podremos avanzar en derechos y libertades que mejoren las condiciones de vida para salir de la pobreza en cualquiera de sus estadios, que afectan a millones de ciudadanos en este país, de andaluces y andaluzas, niños y niñas sobre todo, los más desfavorecidos, los pobres severos, los nadies

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Ilse Bing y sus instantes con Leica

Ilse Bing, Autorretrato con Leica, 1931 – 26,5 × 30,7 cm. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York. © Estate of Ilse Bing. Photograph: Jeffrey Sturges.

Sevilla, 14/X/2022

Lo puse por escrito el pasado 6 de octubre, cuando desarrollé algo que me conmueve, el secreto mágico del instante, momento crucial que se ennoblece cuando ocurre en el mundo de la fotografía y del cine. Me refería entonces a una iniciativa cultural importante de la Fundación Juan March, una exposición con un título lleno de sugerencias,  Detente, instante. Una historia de la fotografía, en la que se “ensaya una de las historias posibles de la fotografía desde su nacimiento hacia 1840 hasta hoy. Sin intención exhaustiva, pues ninguna historia es una enciclopedia o un diccionario, propone un relato del medio a través de trescientas fotografías en una cuidadosa selección que ha partido del ojo original de quienes primero las reunieron y conservaron: sus coleccionistas. Las obras son copias de época procedentes de dos colecciones excepcionales, pioneras y complementarias: las que han reunido a lo largo de cuatro décadas Dietmar Siegert en Alemania y Enrique Ordóñez e Isabel Falcón en España”.

Hoy, encuentro de nuevo una isla desconocida en nuestro país, la obra fotográfica de Ilse Bing, que se muestra en todo su esplendor en una exposición que la Fundación Mapfre inauguró el pasado 23 de septiembre, con una sinopsis oficial que no deja lugar a muchas dudas históricas: “Ilse Bing (Fráncfort, 1899-Nueva York, 1998) nació en el seno de una familia judía acomodada. En 1929, y después de descubrir su vocación al preparar las ilustraciones para su tesis, abandonó la universidad para dedicarse por entero a la fotografía. Lo haría durante los siguientes treinta años, en una trayectoria artística y vital apasionante. En 1930 se trasladó a París, donde compaginó su dedicación al fotoperiodismo con trabajos personales, convirtiéndose en poco tiempo en una de las principales representantes de las tendencias renovadoras de la fotografía que surgían en la efervescencia cultural del París de aquellos años. Ante el avance del nazismo, en 1941 se exiló en Nueva York junto a su marido, el pianista Konrad Wolff. Dos décadas más tarde, a la edad de sesenta años, abandonó su trabajo como fotógrafa y dirigió su creatividad a las artes plásticas y la poesía hasta su fallecimiento, en 1998. La obra de Bing no puede ser adscrita a ninguno de los movimientos o tendencias de los que la artista se nutrió. Abarcó casi todos los géneros, desde la fotografía de arquitectura, el retrato, el autorretrato, los objetos cotidianos hasta el paisaje. La diversidad de estilos con la que lo hizo refleja su valiosa y personal interpretación de las diferentes propuestas culturales con las que se relacionó: la Bauhaus y la Nueva Objetividad de inspiración alemana, el surrealismo parisino y el dinamismo incesante de la metrópoli neoyorquina”. También es recomendable la lectura de un artículo publicado en la revista de la Fundación, Ilse Bing, que ayuda a conocer mejor la obra de esta insigne fotógrafa alemana, así como el folleto informativo, así como los textos de sala y cartelas de la citada exposición.

La exposición muestra 190 fotografías, a través de 10 secciones que hacen un recorrido cronológico y temático por su obra: “Descubriendo el mundo a través de una cámara: los inicios”, “La vida de las naturalezas muertas”, “El cuerpo danzado y sus circunstancias”, “Luces y sombras de la arquitectura moderna”, “El bullir de la calle: los años franceses”, “La seducción de la moda”, “Estados Unidos en dos etapas”, “Revelaciones de la autoimagen”, “Retrato del tiempo” y “Naturaleza en vivo”.

Un capítulo importante en su trayectoria vital y profesional fue el que dedicó a fotografiar su imagen a lo largo del tiempo, que también retrataba instantes de su alma de secreto: “A lo largo de su trayectoria, Ilse Bing reiteró el ejercicio de ir autorretratándose, normalmente en interiores con la intención de dejar testimonio de momentos específicos de su existencia. Con estas imágenes, la primera realizada con catorce años, en 1913, la artista se iba forjando una identidad como mujer emancipada e independiente en un tiempo en el que esto no era lo natural. No solo ella, también otras artistas y fotógrafas se mostraban ante el mundo con sus instrumentos de trabajo. Una de sus imágenes más populares en este sentido es Autorretrato con Leica, de 1931, en la que, mediante dos espejos, su rostro adquiere una dimensión doble mientras observa a través del visor, dejando al descubierto su mirada penetrante e inquisitiva”.

En este cuaderno digital he recogido muchas visitas a islas fotográficas desconocidas, con nombre de mujer: Lee Miller, Kati Horna, Judith Joy Ross, Tina Modotti y. ahora, Ilse Bing, entre otras. Cada una de ellas tiene sus características propias profesionales, pero todas reflejan el mismo hilo conductor: fueron mujeres que se comprometieron con instantes cruciales de sus vidas, en una Europa azotada por guerras y totalitarismos que hicieron sufrir a millones de personas, de los que lograron huir en alguna ocasión, pero que siempre llevaban dentro. Un detalle a destacar es que durante el tiempo que Ilse Bing vivió en París se negó a trabajar para revistas alemanas, dada su situación como exiliada por su creencia y ascendencia judía. Fueron mujeres empoderadas por una profesión que les permitía retratar la vida y las cadaunadas de cada persona presente en ellas, con desprecio en muchas ocasiones de una sociedad machista hasta la saciedad. Aunque en el caso de Ilse Bing, su cámara Leica conocía bien lo que sus ojos lograban captar en su alma y daban órdenes al cerebro para disparar en el instante justo que le hacía vivir algo diferente en la vida, aunque fuera sólo eso, un instante mágico, nada más, que entregaban a la posteridad para quien supiera apreciarlo y aprender de él.

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No se hizo la miel para la boca del asno

Grabado de Gustavo Doré para la edición de El Quijote, publicada por Eduardo Perino en Roma, en 1888, que ilustra el capítulo 55 de la Segunda Parte.

Sevilla, 13/X/2022

En nuestro país se siguen utilizando refranes a diario que reflejan la forma del decir y sentir popular desde hace muchos siglos, expresados como “dichos agudos y sentenciosos de uso común” (DLE, RAE, 2021). Hoy, por el contexto en el que vivimos en la actualidad, en el que se desprecia muchas veces la cultura y la educación en su sentido más profundo, traigo a colación uno que necesitamos recordar por su verdadero significado, que tiene una antigüedad sustancial –Diógenes de Sínope dicen que ya lo utilizaba–, No es la miel para la boca del asno, que lo volví a encontrar un día ya lejano en la lectura de Don Quijote de la Mancha, en un diálogo precioso de Sancho Panza con su mujer, Juana Panza, que no tiene desperdicio (Don Quijote de la Mancha, I, 52). También, porque me solidarizo con él, en su búsqueda de ínsulas (islas) desconocidas junto a Don Quijote porque, al fin y al cabo, es el claro objeto de mi deseo al escribir a diario en este cuaderno digital:

A las nuevas desta venida de don Quijote, acudió la mujer de Sancho Panza, que ya había sabido que había ido con él sirviéndole de escudero, y así como vio a Sancho, lo primero que le preguntó fue que si venía bueno el asno. Sancho respondió que venía mejor que su amo.

—Gracias sean dadas a Dios —replicó ella—, que tanto bien me ha hecho; pero contadme agora, amigo, qué bien habéis sacado de vuestras escuderías. ¿Qué saboyana [faldilla abierta por delante en forma de “V”] me traéis a mí? ¿Qué zapaticos a vuestros hijos?

—No traigo nada deso —dijo Sancho—, mujer mía, aunque traigo otras cosas de más momento y consideración.

—Deso recibo yo mucho gusto —respondió la mujer—. Mostradme esas cosas de más consideración y más momento, amigo mío, que las quiero ver, para que se me alegre este corazón, que tan triste y descontento ha estado en todos los siglos de vuestra ausencia.

—En casa os las mostraré, mujer —dijo Panza—, y por agora estad contenta, que siendo Dios servido de que otra vez salgamos en viaje a buscar aventuras, vos me veréis presto conde, o gobernador de una ínsula, y no de las de por ahí, sino la mejor que pueda hallarse.

—Quiéralo así el cielo, marido mío, que bien lo habemos menester. Mas decidme qué es eso de ínsulas, que no lo entiendo.

—No es la miel para la boca del asno —respondió Sancho—; a su tiempo lo verás, mujer, y aun te admirarás de oírte llamar señoría de todos tus vasallos.

—¿Qué es lo que decís, Sancho, de señorías, ínsulas y vasallos? —respondió Juana Panza, que así se llamaba la mujer de Sancho, aunque no eran parientes, sino porque se usa en la Mancha tomar las mujeres el apellido de sus maridos.

—No te acucies, Juana, por saber todo esto tan apriesa: basta que te digo verdad, y cose la boca. Solo te sabré decir, así de paso, que no hay cosa más gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante buscador de aventuras. Bien es verdad que las más que se hallan no salen tan a gusto como el hombre querría, porque, de ciento que se encuentran, las noventa y nueve suelen salir aviesas y torcidas. Sélo yo de expiriencia, porque de algunas he salido manteado y de otras molido; pero, con todo eso, es linda cosa esperar los sucesos atravesando montes, escudriñando selvas, pisando peñas, visitando castillos, alojando en ventas a toda discreción, sin pagar ofrecido sea al diablo el maravedí.

Anteriormente, en los siglos XV y XVI, fue Erasmo de Roterdam quien explicó de forma extraordinaria el significado profundo de la primera acepción de este “adagio”, Asno en ungüento, tomado de su literal griego: Ὄνος ἐν μύρῳ, es decir, un asno en ungüento. Cuando los lujos se usan para aquellos de quienes no son dignos, ni saben usarlos ni se deleitan en ellos. Porque el asno prefiere la hojarasca y el heno al oro o al perfume, por lo cual también tropieza. Hay lugar para este adagio, si alguna vez una persona inculta se topa con los mejores autores, a los que descuida o incluso distorsiona por ignorancia, o si convive con los hombres más eruditos, cuya costumbre no sabe disfrutar ni disfruta en absoluto. Diógenes relata un proverbio”.

Posteriormente, el Diccionario de Autoridades explicaba en siglo XVIII y de forma excelente este refrán (RAE A 1726, pág. 433, 2), que transcribo por su cuidada redacción de respeto a Autoridades Literarias que ya la habían utilizado en sus escritos, con la expresión concreta “No se hizo la miel para la boca del asno”:  “Refrán que reprehende a los necios, que ordinariamente se ríen y desprecian las sutilezas y discreciones de los hombres entendidos y sabios: y aprecian y celebran las necedades de los ignorantes, a imitación del asno que deja el panal de miel por comer el cardo”. Asimismo, orienta sobre la raíz latina del refrán, citada anteriormente: Asinus in unguento (asno en ungüento).

El refrán tiene hoy plena actualidad. Basta escuchar a diario a los Opinadores Mayores de Nuestro Reino, donde entran gente de todo tipo e identidad, mediocres en general y políticos ultras sobre todo, para comprender al momento este viejo refrán. Fundamentalmente son personas necias y mediocres, a las que hay que hacer oídos sordos, cuando estamos convencidos de que, efectivamente, no está hecha la miel para el asno, porque ordinariamente se ríen y desprecian las sutilezas y discreciones de las personas que tienen conocimiento leal y verdadero de las cosas, aunque sabemos que solo aprecian y celebran las necedades de los ignorantes, a imitación del asno, que “deja el panal de miel por comer el cardo”.

Continúo con la lectura del Quijote, aunque sólo sea para convencerme de que Sancho Panza fue un escudero fiel, que al volver de sus viajes llenos de sorpresas con Don Quijote, traía cosas de “más momento y consideración” que los regalos de toda la vida, una “saboyana” para Juana, su mujer, o unos “zapaticos” para sus hijos, porque soñaba con ser “presto conde, o gobernador de una ínsula, y no de las de por ahí, sino la mejor que pueda hallarse”, sabiendo que “no hay cosa más gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante buscador de aventuras”. Lo que le dolía era la incomprensión de Juana y de la gente que les rodeaban, porque su sueño, a pesar de los contrariedades de la vida y de eso sabía mucho junto al Quijote, “Sélo yo de expiriencia, porque de algunas he salido manteado y de otras molido”, lo concretaba en una frase para la posteridad: “es linda cosa esperar los sucesos atravesando montes, escudriñando selvas, pisando peñas, visitando castillos, alojando en ventas a toda discreción, sin pagar ofrecido sea al diablo el maravedí”.

Es lo que pasa cuando perseguimos sueños, los contamos y se ríen de nosotros. El sueño, por ejemplo, de que otro mundo es posible aunque, aunque comprobemos en nuestra propia carne que, efectivamente, no se hizo la miel para la boca del asno, animal al que, por cierto, Sancho Panza conocía bien y cuidaba con esmero. Volvía de los viajes “mejor que su amo” y todavía resuenan en mi alma de secreto su voz temblorosa al dirigirse a su rucio después de mil batallas perdidas: “[…] llegándose al rucio le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y no sin lágrimas en los ojos le dijo: Venid vos acá, compañero mío y amigo mío y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos”. Al buen entendedor con pocas palabras basta. Sancho Panza sabía que la miel no estaba hecha para él, pero sí el respeto y el aprecio a la forma de estar el rucio en su vida, para enriquecer sus sueños.

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Un eclipse en el Día de la Hispanidad, nada que celebrar

Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 1921 – Ciudad de México, 2003 – Eduardo Galeano (Montevideo, 1940 -2015)

El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América: “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

Eduardo Galeano, en Ser como ellos y otros artículos.

Sevilla, 12/X/2022

Nuestro país debería ser prudente a la hora de tratar la Hispanidad, rememorando épocas pasadas que no son precisamente encomiables. Sobre todo en aspectos triunfalistas y nacionalistas que nada tienen que ver con las culturas arrasadas en territorios “conquistados”, que ya estaban allí cuando llegaron nuestros antepasados en el siglo XV. Todavía resuenan en mi alma de secreto cómo se trató en este país al Papa Francisco cuando dirigió el año pasado, concretamente el 16 de septiembre de 2021, una carta a Monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, con motivo del Bicentenario de la declaración de la Independencia del Pueblo Mexicano. La derecha cavernícola de este país, junto a la ultraderecha, se unieron en un ataque sin piedad a Francisco por lo expresado en la citada carta, donde lo único que se explicaba con detalle eran los hilos conductores de la misma: fortalecer las raíces y reafirmar los valores de México como nación, sin menospreciar nada ni a nadie.

Como es habitual en la diplomacia vaticana el lenguaje es exquisito y cuidado hasta la saciedad, aunque es bueno reconocer en este tiempo actual que se cometieron muchos errores durante la llamada “conquista de América”, a lo que Francisco llama “purificar la memoria”: “Por eso, en diversas ocasiones, tantos mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. ¿Es malo y anticristiano o anticatólico, pedir perdón por los errores cometidos? Francisco, además, insistía en su misiva en que no hay que quedarse en el pasado sino frecuentar el futuro que nos llevará a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las tensiones y los conflictos. Para mí, nada que objetar. También, abordaba la necesaria reafirmación de valores que identifican al Pueblo mexicano, –valores por los que tanto han luchado e incluso han dado la vida muchos de vuestros antecesores– como son la independencia, la unión y la religión.

La Hispanidad y sus celebraciones deberían revisarse a fondo con este espíritu. Un ejemplo claro nos lo ofrece Eduardo Galeano, a quien tanto admiro, que lo resumió bien en unas reflexiones suyas sobre el 12 de octubre, fecha que conmemoramos hoy con fastos de todo tipo, militares también, por supuesto, de las que entresaco tres, con un epígrafe común, Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano, cuando él sentía en su alma de secreto que en cada cita anual del 12 de Octubre, no hay nada que celebrar:

El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.

***

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar («que deprendan fablar»). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental («mentally retarded») porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

***

Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo. El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:

– Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

Un ejemplo más de esta desafección sobre el Día de la Hispanidad nos lo ofrece un escritor de la brevedad, Augusto Monterroso, maestro por excelencia en expresar la síntesis de la vida a través de sus palabras, a través de un relato que no olvido, El eclipse, que recojo hoy como símbolo de lo que verdaderamente ensombrece la Hispanidad:

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitivamente. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles.

Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Los mayas sabían mucho de su pasado presente, igual que los aimaras o los aztecas en México. No les hacía falta la insolencia divina y humana del fraile sabiondo que quiso remedar al sabio sol de aquellas tierras, intentando predecir su futuro personal, cuando los que le rodeaban solo conocían el pasado presente a través de los siglos. Al buen entendedor, pocas palabras bastan, porque la inculturación a la que se refería Francisco en la carta citada, es la que sabemos que ocurrió y no con las mejores artes por parte de la Iglesia del siglo XV y siguientes, es decir, el proceso de integración de muchos territorios “conquistados” para la Hispanidad, en la cultura y en la sociedad de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, con la que entró en contacto desde el descubrimiento de América por los españoles, cuando no se respetaron las culturas y creencias propias que ya estaban allí desde hacía muchos siglos antes de que llegara la evangelización a sus tierras y parentelas. También por reyes que asolaron tierras fértiles y con personas dentro.

Al final, un eclipse acabó con aquella aventura de Guatemala, por la insolencia del poder divino sobre el rey Sol de toda la vida. Nada que celebrar hoy, por tanto, como pedía Galeano en sus bellas palabras de denuncia pública de una Hispanidad muy mal entendida.

(1) Galeano, Eduardo, Ser como ellos y otros artículos, 1992. México: Siglo XXI Editores.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

Los museos deberían ser espacios de cuidados y bienestar

The Box, Anthony Luvera, Museo de las personas sin hogar, MOH

Sevilla, 11/X/2022

El próximo 23 de octubre se va a celebrar en Madrid, en la sede del Museo Thyssen-Bornemisza, el Museo de Todos, como expresa su eslogan, un encuentro sobre Educación + cuidados, destinado a profesionales de la educación en museos, que busca reflexionar en torno a la idea de los museos y de la cultura como espacios de cuidados y de bienestar para las personas y las comunidades, con preguntas muy importantes: ¿Qué papel juegan la cultura y los museos en el bienestar de las comunidades y las personas? ¿Cómo y desde dónde se establecen las relaciones entre comunidades y museos? ¿Es el museo un espacio para los cuidados? ¿Los cuidados son también cultura? En este ámbito de investigación, el Museo “pretende abrir una conversación en torno a la idea de la cultura y de los museos como “espacios de cuidados” y a cómo, desde esta óptica, se establecen relaciones entre los diferentes agentes”.

Entre los ponentes figuran dos de especial interés, Jessica y Matthew Turtle, cofundadores del MOH (Museo de las personas sin hogar), con sede en Londres, a los que he deseado conocer más detenidamente por un proyecto de marcado interés social. Este Museo está configurando un fondo nacional para personas sin hogar, preservando y compartiendo historias de personas sin hogar, pobreza y acción social, con un objetivo muy claro: luchar contra la injusticia, llevando a cabo investigaciones y haciendo campaña por el cambio que necesita la sociedad. Sus investigaciones y campañas independientes influyen en los legisladores y en el campo de las personas sin hogar para realizar cambios en las políticas y prácticas. Un ejemplo claro es el proyecto, Los extremos de la pandemia, en el que se cuenta la historia de lo que sucedió a las personas en el extremo más crítico de la sociedad en 2020 y 2021, compartiendo mapas de historias, visualizaciones de datos, líneas de tiempo y, lo que es más importante, extractos de testimonios de la vida real de la época.

Lo que ha ocurrido con la pandemia y los daños colaterales asociados, que todavía estamos sufriendo, merecen la atención especial en este Museo, a través de lo que ellos llaman “una historia visual” que no se debe olvidar, porque “cuenta la historia de lo que sucedió a las personas en el extremo más crítico de la sociedad. Es una historia que se compartió con más de 1000 personas como parte de nuestro Museo Secreto a fines de 2021. Incluye mapas de historias, visualizaciones de datos, líneas de tiempo y, lo que es más importante, extractos de testimonios de la vida real de la época. En última instancia, refleja una historia contada por personas que trabajan y viven con la desigualdad y se organizan para cambiarla. Son diferentes a los titulares que podrías haber visto. Aunque algunos políticos y formuladores de políticas tuvieron mucho que decir en 2020 sobre atraer a la gente, la imagen real es mucho más compleja y estratificada. Lo que descubrirá aquí no es lo que sucedió con las organizaciones benéficas más grandes o la versión gubernamental “oficial”. En cambio, encontrará lo que sucedió desde la perspectiva de los organizadores de base y desde el punto de vista de las personas sin hogar, sin filtros. En el centro de esta historia visual se encuentran los objetos y sus historias, recopilados de personas afectadas por la falta de vivienda y personas en primera línea. Nuestro trabajo sobre la historia de las personas sin hogar nos ha dicho que esta versión de los hechos es la que a menudo se deja fuera de los libros de historia”.

Lo que me ha impresionado es la secuencia de imágenes de objetos de la pandemia que simbolizan el sufrimiento que llevan dentro. He escogido una, La caja (de cartón), que según el autor de la foto y su mensaje, Anthony Luvera, “simboliza la generosidad de la comunidad. Eso es lo que hace. Simboliza eso. Porque fue la generosidad de la comunidad. No la de las autoridades locales. No fue la caridad. Fue la comunidad, y eso es lo que trajo y nos unió a todos. Entonces, creo que también trae, para mí, unión». Sobran más palabras.

El encuentro del Thyssen-Bornemisza me parece un acontecimiento digno de mención, respeto y divulgación máxima de la sociedad. Visto lo visto y sentido, crear un Museo de los Nadies en nuestro país es una necesidad social, para que se tome conciencia de que los pobres están muy cerca de nosotros, porque incluso lo somos también a veces cada uno de nosotros, sobre todo cuando no confundimos valor y precio, como todo necio, siguiendo de cerca a Antonio Machado. Un patrono de excelencia, respetando su memoria, sería Eduardo Galeano, porque ayudaría a elegir las mejores historias visuales y objetos de los llamados Nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida. que pasarían directamente al fondo histórico del mismo, para que no lo olvidáramos nunca después de volverlos a ver en ese Museo, en una visita guiada por la conciencia y dignidad humana.

Lo expuesto anteriormente me ha recordado un artículo de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura en 2006, Una mirada a mis fuentes de inspiración, en el que explica de forma minuciosa, cómo se fraguó una novela que ha tenido luego su proyección en un museo de Estambul que conserva su título: El museo de la inocencia (1), un Museo de cuidados y bienestar. Una de sus fuentes, que me llamó poderosamente la atención, es la que él cataloga como 12, que he escogido porque aborda otra realidad museística que siempre me llenó de emoción cuando lo leí: la creación de un Museo de los Sentimientos: “Spoerri [artista suizo de origen rumano] dijo que una de las fuentes de inspiración para su Museo de los sentimientos en Colonia fue el Museo Frederic Marès de Barcelona. El protagonista de mi novela, Kemal Basmacı, visitó la “planta superior de horquillas, pendientes, naipes, llaves, abanicos, frascos de perfume, pañuelos, broches, collares, bolsos y pulseras” de este museo, y después yo también fui en numerosas ocasiones. Igual que mi novela y mi museo muestran una profunda influencia de Proust, Joseph Cornell, Tolstói, Nabokov, Borges y el Museo Bagatti Valsecchi de Milán, debo aprovechar esta ocasión para dar las gracias y honrar a Frederic Marès”. El Museo de la Inocencia se presenta con palabras muy atrayentes: “La novela [del mismo nombre], que trata sobre el amor, está ambientada entre 1974 y principios de los 2000, y describe la vida en Estambul entre 1950 y 2000 a través de recuerdos y flashbacks centrados en dos familias: una rica y otra de clase media baja. El museo presenta lo que los personajes de la novela usaron, vistieron, escucharon, vieron, coleccionaron y soñaron, todo meticulosamente dispuesto en cajas y vitrinas. No es imprescindible haber leído el libro para disfrutar del museo, como tampoco es necesario haber visitado el museo para disfrutar plenamente del libro. Pero quienes hayan leído la novela comprenderán mejor las muchas connotaciones del museo, y quienes hayan visitado el museo descubrirán muchos matices que se habían perdido al leer el libro. La novela se publicó en 2008 y el museo abrió sus puertas en la primavera de 2012”.

Una última propuesta. En la puerta de un hipotético nuevo Museo de los Nadies y en la página principal de su sede en Internet, deberían figurar unas palabras excepcionales de Eduardo Galeano (2) para identificar mejor a los visitantes, probablemente porque podríamos dejar allí bastantes historias reales de nuestras vidas, como pobres de solemnidad ética:

Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen silencio, ni pueden comprarlo.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen piernas que han olvidado de caminar, como las alas de las gallinas se han olvidado de volar.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que comen basura y pagan por ella como si fuese comida.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen el derecho de respirar mierda, como si fuera aire, sin pagar nada por ella.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen más libertad que la libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que viven dramas pasionales con las máquinas.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que son siempre muchos y están siempre solos.

Pobres, lo que se dicen pobres, son los que no saben que son pobres.

Entrar allí, sería la visita más importante de nuestras vidas a un Museo, jamás contada. Podríamos salir ligeros de equipaje, dejando allí en depósito historias y objetos reales de nuestras vidas por si fueran útiles para los demás. Sería una misión preciosa en un Museo de Cuidados y Bienestar, que falta nos hace. Fundamentalmente, porque puede cuidar el alma.

(1) Pamuk, Orhan, El museo de la inocencia, 2011. Barcelona: DeBolsillo – Penguin Random House Grupo Editorial.

(2) Galeano, Eduardo, en Patas arriba. La escuela del mundo al revés, 1998. Madrid: Siglo XXI Editores de España.

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He descubierto una escritora portuguesa excepcional, Agustina Bessa-Luís

Si hay en Portugal una escritora que participe de la naturaleza del genio, es Agustina Bessa-Luís.

José Saramago

Sevilla, 10/X/2022

La balsa de piedra de Saramago se hace real cuando descubrimos que ambos países, Portugal y España, estamos unidos por la cultura de una historia social y literaria que engrandeció siglos atrás la península ibérica unida, a la que cuando yo era niño dibujaba completa, casi sin fronteras, en mi cuaderno “Diario” que tan primorosamente nos enseñó a conservar mi maestra de vida, Doña Antonia León, natural de Granada, un ejemplo de maestría diaria. Personalmente, tan cerca de José Saramago, tengo que reconocer que Portugal también ha estado presente en mi vida a través de Camôes, por ejemplo y, más recientemente, de Fernando Pessoa, con el que compartí una silla vacía en el Chiado, en mi última visita a Lisboa, él en bronce inmovilizado y yo, vivo y despierto en mis sueños con el tiempo dentro.

Este contexto anterior justifica de forma sobrada que hoy recoja la presentación de una escritora excepcional, Agustina Bessa-Luís (Vila Meã, Amarante, Portugal, 15 de octubre de 1922-Oporto, 3 de junio de 2019), creo que bastante desconocida en este país a pesar de ser nieta de una zamorana, que inició sus andanzas en un mundo alternativo para la mujer de su época, a partir de la publicación de un anuncio en el periódico de Oporto O Primeiro de Janeiro del sábado 5 de febrero de 1942, en el que figuraba este texto: “Joven instruida desea correspondencia con persona inteligente y culta”: “Nacida en Vila Meâ en 1922 y fallecida en Oporto en 2019, Agustina Bessa-Luís consideraba que la fama, al igual que la posteridad, era caprichosa. Todos la conocían en Portugal: había dirigido un periódico —el mismo donde puso el anuncio— y el teatro más importante del país, salía en la tele, escribía casi compulsivamente desde los 19 años y ganaba todos los galardones de lustre (incluido el Camôes en 2004), pero no tantos habían leído una obra que exige esfuerzo. “Su técnica es muy depurada, juega mucho con la ironía y necesita un lector a su altura”, precisa Antonio Sáez Delgado, profesor de la Universidad de Évora y traductor de Pessoa y Saramago. Quizás su relación con el público se perciba del tirón con una anécdota que le gustaba repetir. Un día se le acercó una mujer humilde y le dijo: “Doña Agustina, me gusta usted tanto que cualquier día incluso le compro un libro” (1).

El próximo sábado se conmemora el centenario de su nacimiento y Portugal va a rendirle diversos homenajes con tal motivo. Su obra es ingente, hasta casi setenta publicaciones de diversa índole. Para conocerla bien, es importante leer su autobiografía, O livro de Agustina, con fotos y documentos familiares. También, ver con suma atención el documental, Nací adulta y moriré niña, porque «es una videografía de 55 minutos en la que la escritora habla de su infancia, de sus memorias, del exilio en el Duero, de las aventuras de juventud, del inicio de su larga carrera como escritora y de la madurez de su experiencia vital». Es muy importante conocer estos detalles vitales en directo, porque tiene escasas traducciones de su obra literaria en este país, destacando el esfuerzo de Athenaica Ediciones y Serie Gong, editoras sevillanas al alimón, con dos publicaciones muy significativas, Joya de familia (2001), de la primera, siendo además la que abre la trilogía sobre “El principio de la incertidumbre” y sobre todo, La sibila, por ser esta última la que ha alcanzado mayor número de traducciones a otros idiomas, cuya sinopsis nos abre interrogantes que se pueden resolver con la lectura atenta de sus páginas: “Publicada en 1954 y celebrada en toda Europa como una de las grandes novelas del siglo XX, esta epopeya familiar y rural del norte portugués supuso para Agustina Bessa-Luís la temprana confirmación, con poco más de treinta años, de una carrera literaria marcada por la calidad de la escritura y la singularidad de la mirada. En La sibila asistimos al relato exuberante, con incontables meandros, de la vida de tres generaciones de mujeres de la casa de la Vessada, finca escenario donde las poderosas integrantes de la saga, que se mueven entre la aversión hacia los hombres y una forma de misantropía controlada, se convierten en las verdaderas herederas y guardianas del legado familiar. Son ellas aquí las de la voluntad inquebrantable, las astutas, las que cuidan las formas sutiles y las viejas costumbres, las que equilibran violencia y razón, autodisciplina e indulgencia. Entre la abuela Maria, capaz de conservar milagrosamente un terruño dilapidado por su marido, y la nieta Germana, es Joaquina, Quina, «un ser raro y apasionante», la que mejor muestra esa personalidad digna y compleja, calculadora y trascendente, envanecida y discreta que le valió el apodo de «la sibila». La inolvidable historia de Maria, Quina, Estina y Germana, narrada con lirismo y contundencia, se eleva en virtud de las ideas y reflexiones que desbordan violentamente el relato y le dan el sentido y la profundidad de una obra exigente e inmortal”. No hay que olvidar tampoco la publicación de El alma de los ricos (2002), segunda obra de la trilogía citada, que fue llevada al cine por el gran director Manoel de Oliveira, con el título de Espejo mágico (1955), así como Los espacios en blanco (2003), que cierra la trilogía.

No caerá en saco roto la recomendación de José Saramago sobre esta escritora: Si hay en Portugal una escritora que participe de la naturaleza del genio, es Agustina Bessa-Luís. Esta calificación merece que la descubra en mi vida como isla literaria desconocida hasta ahora. No es casual esta situación, porque de los 67 libros que publicó en su larga y fructífera vida, que recorren la prosa en todas sus formas (novela, biografía, memorias, cuento, ensayo, teatro, libros infantiles y crónica de viajes), solo seis se han traducido a nuestro idioma hasta ahora. De ahí mi empeño en rescatarla en la balsa de piedra soñada por Saramago.

(1) https://elpais.com/babelia/2022-10-08/agustina-bessa-luis-la-escritura-como-maldicion.html

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Las razones del corazón que nuestro cerebro sí conoce

Los ojos envían la información y luego la mente trabaja por su cuenta.

Manuel Rivas, en Las voces bajas

Sevilla, 9/X/2022

Navegando al desvío, tal y como recomendaba hace unos años el excelente escritor Manuel Rivas en el diario El País, he vuelto a encontrarme con Blas Pascal, un filósofo que leía profusamente en mi juventud, cuando decía entre otras muchas cosas de interés que el corazón tiene razones que la razón no conoce. No era un mero juego de palabras, sino la afirmación sin ambages de que cada uno va por su sitio, la mente y el corazón, cada uno a lo suyo. Algunos años después descubrí que eso no era así, porque quien manda en nuestras vidas es el cerebro, en una sinfonía armónica de todas las estructuras cerebrales que lo conforman, constituyendo el suelo firme de nuestras vidas que acaba justificando todos nuestros actos humanos. Así lo he demostrado a lo largo de los años en este cuaderno digital, que después recopilé en una publicación con el título Origen y futuro de la ética cerebral, donde explicaba en su prólogo que “No he querido escribir un tratado de ética, pero sí ensayar una reflexión compartida de la razón y del corazón, que siempre coexisten, para abordar una tesis que me acompaña en mi persona de secreto desde hace ya muchos años. Se trata, nada más y nada menos, de intentar descubrir que los actos humanos nacen siempre de la solería que hemos ido instalando a lo largo de la vida en nuestro cerebro, es decir, el suelo firme que hemos construido en la vida diaria, que justifica todos los actos humanos, en frase muy feliz del Profesor López Aranguren, que aprendí hace también muchos años, pero que nunca logré comprender bien hasta que descubrí qué es el cerebro y qué papel juega en nuestras vidas y en su proyección ética. Esta es la razón de ser de este libro, entregar a la Noosfera, a la malla pensante de la humanidad, es decir, a aquellas personas que lo quieran leer con pre-ocupación [sic] e interés social, unas reflexiones que demuestran que el cerebro es la base donde residen todos los actos humanos, el lugar donde se forja la historia de cada uno, su intrahistoria, en una estructura cerebral que se llama hipocampo, por ejemplo, y entre muchas otras como podrán comprobar, que trabajan incansablemente con independencia de lo que queramos hacer y entender cada día”.

El encuentro con la dialéctica pascaliana entre razón y corazón, se ha producido al conocer la publicación de la tercera novela del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, Salvo mi corazón, todo está bien (1), que trata, en el fondo, de una historia del corazón: “todo lo que se puede escribir sobre el corazón se convierte en imagen y metáfora” que ayuda a conocer con todas “sus razones que la razón no conoce”, como dijo Pascal, centrándose sobre todo en el Amor. ¿Saben por qué he descubierto este libro hasta ahora desconocido, como una isla entre las que busco a diario? Porque aprecio la escritura sentida, con alma, de este autor colombiano, sobre todo después de haber leído una obra suya emblemática, El olvido que seremos (2),

La experiencia que motiva estas palabras, escritas hoy con el vértigo que siento siempre ante la página en blanco, es el descubrimiento de una historia que leí con detalle a través de un extenso artículo de Héctor Abad Faciolince, protagonizada por una nota encontrada en el bolsillo de la chaqueta de su padre, el doctor y activista de derechos humanos Héctor Abad Gómez, el día que lo asesinaron (probablemente a manos de paramilitares), el 25 de agosto de 1987, en la calle Argentina, en Medellín (Colombia), donde figuraba un poema de Borges, tal y como lo describió meses después en el Magazín Dominical de El Espectador. Fue el momento en el que dijo que el poema era de Borges. Lo que sucedió después, a lo largo de los años, es una historia muy larga de contar que propició la publicación de El olvido que seremos, que fue la base del guion de una película dirigida por Fernando Trueba y que ha sido premiada en diversos foros internacionales del cine, entre los que destaco el Goya que recibió en 2021 y que traté en este cuaderno digital como un pequeño homenaje al fondo y forma de la película. Esta concatenación de hechos fue para mí muy sugerente, a modo de una novela no de ficción, sino de realismo mágico y trágico colombiano que tan bien trató siempre Gabriel García Márquez, aunque en esta ocasión con visión plena y triste de una gran realidad vivida y sentida en primera persona por otro colombiano digno de admiración, Héctor Abad Faciolince.

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Jorge Luis Borges, en Aquí. Hoy.

Si quieren conocer con detalle el contenido de Salvo mi corazón, todo está bien, les recomiendo conocer primero la sinopsis oficial del libro para situar su hilo conductor: “El sacerdote Luis Córdoba está a la espera de un trasplante de corazón. Es un cura amable, alto, gordo, pero su mismo tamaño hace que no sea fácil encontrar un donante. Como los médicos le aconsejan reposo y su residencia tiene muchas escaleras, recibe hospedaje en una casa donde viven dos mujeres, una de ellas recién separada, y tres niños. Córdoba, que es bueno y culto -crítico de cine y experto en ópera-, goza compartiendo lo que sabe con las mujeres sin esposo y los niños sin padre. Pronto se ve envuelto y fascinado por la vida familiar y, sin pretenderlo, empieza a desempeñar el papel de paterfamilias y a replantearse sus opciones de vida. Salvo mi corazón, todo está bien es la historia de un sacerdote bondadoso -inspirado en un cura real- que pone a prueba sus creencias y su optimismo inquebrantable en un mundo hostil. Su crisis existencial, en medio de personajes llenos de ganas de vivir, nos muestra una visión del matrimonio como una fortaleza sitiada: los que están adentro quieren salir, y los que están afuera quieren entrar”. Después, la lectura atenta del artículo publicado en el diario El País, Héctor Abad y las razones del corazón, como homenaje a un autor que aprecio y admiro por su escritura con alma, algo imprescindible al enfrentarnos siempre a la hoja en blanco y que nos permite entregar algo especial a los demás, trascendiendo el poder del mercado, de sus mercancías. Lo que puedo asegurar en la dialéctica “razón y corazón”, es que siempre triunfa el cerebro. De ahí la necesidad de conocerlo muy bien, porque es un conjunto de estructuras maravillosas, que de forma sinfónica se conforma a diario y se manifiesta gracias a la singularidad que contiene, porque hoy sabemos a través de la ciencia que nos hay dos cerebros iguales. Ni almas, ni razones, ni corazones iguales. Tan sólo, de origen, cerebros sorprendentemente maravillosos, cuyas conexiones internas acaban transformándose en razones indignas, sin que el “corazón» tenga «culpa» de nada. Sólo es eso, corazón.

(1) Abad Faciolince, Héctor, Salvo mi corazón, todo está bien, 2022. Madrid: Alfaguara.

(2) Abad Faciolince, Héctor, El olvido que seremos, 2017. Madrid: Alfaguara.

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Lo que a nadie le dirías

Sevilla, 8/X/2022

Reconozco que unos versos de Rafael Alberti, Respóndeme, Señor, si te deprime / decirme lo que a nadie le dirías, en su soneto “Entro Señor en tus iglesias” (1), son como una parábola laica en un mundo cada vez más descreído de todo y de todos, unos versos escalofriantes que resuenan muchas veces en mi interior, aunque vengan curiosamente de un comunista de pro, ideología que se fustiga diariamente en este país como si no pasara nada, siendo tan respetable como las demás en términos democráticos puros y duros:

Entro, Señor, en tus iglesias… Dime,
si tienes voz, ¿por qué siempre vacías?
Te lo pregunto por si no sabías
que ya a muy pocos tu pasión redime.

Respóndeme, Señor, si te deprime
decirme lo que a nadie le dirías:
si entre las sombras de esas naves frías
tu corazón anonadado gime
.

Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles
hoy son esos anónimos tropeles
que en todo ven una lección de arte.

Miran acá, miran allá, asombrados,
ángeles, puertas, cúpulas, dorados…
Y no te encuentran por ninguna parte.

Alberti apea al Señor de su peana habitual y lo acerca a las personas, sospechando que a veces se queda Mudo ante lo que Ve, con un Corazón anonadado que Gime, necesitando Confesar a las personas que tal y como camina la Iglesia de Roma es difícil que lo Encuentren alguna vez en la vida. Es una parábola de lo que sucede en la actualidad con la Verdad encarnada que tanto necesitamos en todas sus proyecciones posibles. La descreencia desbordada y desbordante ha aflorado esta situación en las iglesias de Roma según Alberti, en la Asamblea del Mundo según los agnósticos y laicos que en el mundo son millones. Lo que verdaderamente me conturba y emociona es saber que quizás Dios o los Dioses de la Verdad repartidos por el mundo, desde América hasta Oceanía, andan buscando a millones de personas para susurrarles al oído lo que a casi nadie les dirían: que ante la situación mundial actual, cuando vemos el espectáculo dantesco en Ucrania, por ejemplo, que ayer me hizo cerrar los ojos al ver tantos cadáveres de adultos, niños y niñas que huían en caravanas hacia la seguridad individual y colectiva en una carretera cerca de Zaporiyia o lo sucedido en una guardería de Tailandia, donde los niños y niñas vuelven a llevarse la peor parte de este loco mundo, necesitan encontrar personas a las que contarles cómo se encuentran ante tanta sinrazón humana, deprimidos también entre las sombras de un mundo frío.

Para que sepamos, por si nos quedaba alguna duda, que sus Corazones Anonadados también gimen…, que quieren bajar otra vez al río de la vida para transformarla, porque es “lo suyo”, como haría San Pedro en el Vaticano (recordando otra vez a Alberti), “en bronce inmovilizado”, que tiene los pies gastados por los besos, como vemos, para Hacer la Vida más habitable y digna, para mezclarse con todos, sobre todo con los que menos tienen, con los nadies de Galeano. Para consolarnos también ante tanta desazón, porque falta nos hace. Cada uno, cada una, con su Creencia: en Dios, la Naturaleza, la Sociedad, en Nada o… en las Personas Dignas, lo que más ennoblece la vida.

(1) Alberti, Rafael, Entro Señor en tus iglesias, en Roma, peligro para caminantes, 1968. México: Joaquín Mortiz.

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Por qué debemos leer a Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022

Annie Ernaux (Lillebonne, Seine-Maritime, 1940), Premio Nobel de Literatura 2022

Sevilla, 7/X/2022

Tengo que confesar que no conozco bien a Annie Ernaux (Lillebonne, Seine-Maritime, 1940), Premio Nobel de Literatura 2022, concedido ayer en Estocolmo por la Academia Sueca, “por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal. En sus escritos, Ernaux, de manera consistente y desde diferentes ángulos, examina una vida marcada por fuertes disparidades en cuanto a género, idioma y clase. Su camino como autora ha sido largo y arduo”. Mi vida me ha llevado siempre de la mano y de los ojos a leer sobre todo trabajos científicos, ensayo y autores clásicos, sin dejarme mucho tiempo a la ficción y otros géneros literarios, con incursiones esporádicas en la poesía social. Desde que conocí el resultado del premio de este año, he contrastado diversas fuentes fiables que me han alumbrado aspectos muy interesantes de esta autora que, a sus ochenta y dos años, recibe un reconocimiento mundial por haber desarrollado un género híbrido entre la biografía y la ficción, entre la introspección más profunda en sí misma y la novela de su vida, una biografía novelada, en suma, una sociobiografía según la definición propia de su obra.

La primera vez que conocí sus señas de identidad, con garantía plena, fue por un artículo publicado en Babelia en 2019, Annie Ernaux: “Feminista era un insulto hace no tanto”, de Álex Vicente, una conversación con ella a lo largo de dos horas, con motivo de la entrega del Premio Internacional “Formentor” de las Letras, como reconocimiento a una trayectoria vital como escritora a través de sus 20 obras  que nos permiten conocerla a fondo y sin fisuras, de forma desgarrada a veces, cortantes sus palabras como un cuchillo, sin compasión alguna incluso con ella misma: “ Ernaux es consciente de poseer “una singularidad” como escritora, una obcecación por reflejar la experiencia femenina centrándose en todo aquello que, por estar vinculado a ese género, no tenía reflejo literario. Eso la llevó a relatar vivencias como el aborto (El acontecimiento), la muerte de su padre (El lugar), la enfermedad de su madre (No he salido de mi noche), el cáncer (El uso de la foto), las miserias del matrimonio (La mujer helada) o la lujuria reencontrada (Pura pasión). Esa diferencia le permitió sobresalir entre los émulos tardíos de un nouveau roman que daba sus últimos coletazos. Pero también hizo que se la arrinconara como una escritora menor, denostada por su miserabilismo y sensacionalismo. “No tuvo incidencia en mi trabajo. He tenido enemigos de los que me siento orgullosa. Venían de la derecha, pero también de la izquierda caviar. Ahora ya no se atreven, pero durante mucho tiempo me masacraron”, responde”.

Me ha conmovido conocer el momento en que abandonó la ficción. Fue con motivo del fallecimiento de su padre, según contaba en una entrevista de 2016 en la que manifiesta qué es lo que ocurrió realmente para abrazar su propia vida y publicarla por entregas: “Fue cuando escribí El lugar (1983), a partir de la muerte de mi padre. Utilizar la ficción me pareció una especie de traición. Sentí que no tenía derecho a transformar su experiencia real en una novela. Su fallecimiento fue brutal. Murió cuando yo tenía 26 años, me había casado con un hombre de otra clase social y me había distanciado del núcleo familiar. Con su muerte, despertó mi conciencia de clase, que hasta entonces siempre había logrado reprimir… […] Desde mi adolescencia, había reprimido todo lo que no me gustaba de mi familia. Por ejemplo, que no éramos intelectuales, sino proletarios. Nunca me reconcilié del todo con el mundo de mi padre, ni tampoco con él. No por haber escrito ese libro se solucionó el problema, aunque era lo mejor que podía hacer. Pero era mejor que limitarme a olvidar. Creo que El lugar es el libro del que estoy más orgullosa, a título individual y colectivo. Mucha gente que vivió ese mismo luto [al cambiar de clase social] se dijo que no estaba sola, puede que por primera vez…”. Creo que ella misma nos ofrece una seña de identidad a través de El lugar, lo que significa que es un buen motivo para comenzar a conocer bien su sociobiografía.

Es curioso pero en la entrevista que cito en su casa cerca de París dice algo fundamental: “Mi primer libro, que firmé a los 22 años y del que nunca he hablado en público, mezclaba la exigencia flaubertiana con la herencia del nouveau roman. Era un ensayo, más que una novela, que nunca publiqué. Un objeto literario no identificado”. Por mi debilidad hacia los ensayos me gustaría leerlo porque lo que sí he comprendido de Annie Ernaux es que la vida se guarda en la memoria de hipocampo, una estructura mental que conozco bien y que hay que cuidar todos los días. Escribirla para los demás es harina de otro costal, pero Annie Ernaux ha demostrado que es posible. Incluso que se lo reconozcan como el hilo conductor de este Premio Nobel de Literatura 2022, concedido a ella “por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”.

La editorial Cabaret Voltaire ha anunciado que publicará el 26 de octubre una obra suya de 2002, La ocupación, para ir completando el fondo de esta autora, compartido los últimos años con Tusquets, aunque a partir de 2027 recuperará todos los derechos de publicación en este país. Estaré atento, aunque me espera una lectura inmediata de El lugar, el libro del que Annie Ernaux está más orgullosa, a título individual y colectivo, porque demuestra su conciencia de clase, su alma literaria, no un sentimiento pasajero para caminar a duras penas por la vida sin ofrecernos capacidad alguna para transformar nada, ni la vida propia ni la de los demás. Ideología pura.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

El secreto mágico del instante

Man Ray, Les Larmes [Las lágrimas], c.a. 1930. Plata en gelatina. Colección Dietmar Siegert ©Man Ray, VEGAP.

Cualquier instante de la vida humana / es nueva ejecución, con que me advierte / cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

Francisco de Quevedo, en A la brevedad de la vida.

Sevilla, 6/X/2022

Decían las “autoridades” de la época, recogidas concretamente en un Diccionario del siglo XVIII que aprecio mucho en mi quehacer diario, que “instante“ es “la más breve parte en que se divide el tiempo” y recoge palabras sabias de una “Autoridad”, Francisco de Quevedo, en un soneto precioso en su fondo y forma: Cualquier instante de la vida humana / es nueva ejecución, con que me advierte / cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana. Hay que tener en cuenta que en este Diccionario “se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases [sic] o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua”. Sabemos, entonces, qué es un instante en la trazabilidad de las palabras hasta hoy, que se define como “porción brevísima de tiempo”, lo que da lugar a las “instantáneas”, reproducciones inmediatas de lo que se ha recogido en un instante, algo tan cotidiano hoy a través del móvil, como rey de las instantáneas.

En este contexto, mañana se inaugura en Madrid, como una iniciativa cultural importante de la Fundación Juan March, una exposición con un título lleno de sugerencias,  Detente, instante. Una historia de la fotografía, en la que “ensaya una de las historias posibles de la fotografía desde su nacimiento hacia 1840 hasta hoy. Sin intención exhaustiva, pues ninguna historia es una enciclopedia o un diccionario, propone un relato del medio a través de trescientas fotografías en una cuidadosa selección que ha partido del ojo original de quienes primero las reunieron y conservaron: sus coleccionistas. Las obras son copias de época procedentes de dos colecciones excepcionales, pioneras y complementarias: las que han reunido a lo largo de cuatro décadas Dietmar Siegert en Alemania y Enrique Ordóñez e Isabel Falcón en España”. Asimismo, recomiendo la lectura del programa de mano del concierto que la Fundación ha preparado con motivo de la inauguración de esta exposición: «El Coro Nacional de España, con la dirección de Miguel Ángel García Cañamero y Jesús Campo Ibáñez al piano han elaborado un breve programa que lleva el título “Una muy breve historia coral”. Se trata de una sucinta historia de la música coral que discurre en paralelo a la descrita en la exposición. Asistiremos a una sucesión de “estampas musicales” que, a modo de instantáneas, encierran momentos concretos desde mediados del siglo XIX hasta el presente».

Esta exposición “presenta un panorama general histórico, geográfico y temático muy ambicioso. Esta historia comienza con la nueva mirada al mundo que significó la invención del medio y atraviesa la segunda mitad del siglo XIX, todo el XX y los inicios del XXI entre hallazgos, juego, conquistas y creación. En su final volvemos a encontrar aquella mirada del principio fluyendo en el presente, experimentando como entonces, reinterpretando visualmente el pasado y anticipando el futuro. En este relato, el público de la muestra –un público amplio, no solo especialistas o interesados en la fotografía– hallará un imponente friso histórico por el que transitar con la ayuda del trabajo de Irving Penn, Man Ray, Samuel Bourne, Sasha Stone, Jeff Wall, Cartier-Bresson, Arbus, Brassaï, Stieglitz, Fenton, Atget, Tillmans… Descubrirá también muchas imágenes –unas célebres, otras sorprendentemente desconocidas– ante las que correr el riesgo de detener el instante, como deseó Fausto, y dejar que la mirada se llene para siempre”.

En este cuaderno digital he dedicado muchas páginas a la magia de la imagen fotográfica. Están presentes imágenes de fotógrafos y fotógrafas excepcionales que han recogido instantes irrepetibles que forman parte de la memoria histórica del mundo y de este país: Man Ray, que he elegido como cabecera de este artículo y que figura en la exposición, Lee Miller, Kati Horna, Joy Ross, Robert Capa, Erich Lessing, Marc Riboud, Tina Modotti, Sebastião Salgado, entre otros y, aquí en España, Antoni Campañá y Ramón Masats , por su obra sorprendente de la España que nos helaba en un instante el corazón. También, recientemente, Emilio Morenatti, compartiendo con el mundo instantáneas inolvidables por el sufrimiento de la pandemia en nuestro país.

Como ocurre con las ideologías, las fotografías nunca son inocentes porque siempre hay un ojo humano detrás que ordena guardar instantes mágicos de la vida. Cuando conocí en 2016 el fallecimiento del fotógrafo francés Marc Riboud, que muchas personas recordarán por su famosa fotografía de la chica con la flor, por cierto, no inocente, la moviola de mi vida se paró en ese instante que llevaba el tiempo revolucionario dentro. Sé que el hilo conductor de la profesión de fotógrafo o fotógrafa, en todas las variaciones posibles de la profesión, tiene bastante que ver, nunca mejor dicho, con una frase de un especialista en los cuidados del ojo, del siglo XIII, Pietro Spanno, que llegó a ser Papa bajo el nombre de Juan XXI: “El ojo es un miembro noble, redondo y radiante. Ver es el paraíso del alma”. Ese es el secreto y la magia del ojo humano cuando ordena el clic que fija instantes especiales de la vida para la posteridad. Igual que cuando se fotografía el dolor o la muerte, muchas veces con alto riesgo personal de profesionales excelentes, comprometidos, facilitando imágenes recientes que desgraciadamente ya son habituales para el procesamiento de nuestra retina y que tanto nos hacen pensar, cumpliendo su función: detener el instante.

Con estas palabras “imaginarias”, que decía Nicanor Parra, sobre instantes reales, deseo hacer en estas páginas de cuaderno digital, una vez más, un reconocimiento expreso al trabajo desarrollado por profesionales que han fotografiado instantes mágicos de la vida incorporándolos a su paraíso particular que simboliza, al mismo tiempo, un homenaje a fotógrafas y fotógrafos de todo el mundo, no inocentes por su ideología, que nos siguen aportando a diario imágenes, instantáneas, para no olvidar que un día tuvimos que salir de un paraíso en el que muchos nacimos por tradición y creencia, para volver diariamente a él, aprendiendo de un fotógrafo excepcional, Sebastião Salgado, que salió a buscarlo en 2005 mediante instantes mágicos “paradisiacos” en su esencia, para “emular el ojo de Dios pero ser fiel a Darwin, para dar testimonio de los orígenes de la vida intactos, para certificar que corre el agua, que la luz es ese manantial mágico que penetra como un pincel y muta las infinitas sugerencias en blanco y negro que Salgado nos muestra del mundo. Para experimentar pegado a la tierra y los caminos aquello que relatan los textos sagrados pero también seguir la estela de la evolución de las especies; para comprobar que los pingüinos se manifiestan; para comparar la huella con escamas de la iguana y el monumental caparazón de las tortugas en Galápagos; para explicar que los indígenas llevan en la piel tatuado el mapa de su comunión con la de los ríos y los bosques; y que los elefantes y los icebergs emulan fortalezas de hielo y piel; y que la geología diseña monumentos y que todavía quedan santuarios naturales a los que aferrarnos”.

Hay fotógrafos y fotógrafas que retratan almas especiales, en blanco y negro, como Ran May, Marc Riboud, Antoni Campañá, Ramón Masats o Sebastião Salgado, entre otros muchos, porque muchas veces estamos ciegos ante el color que dio al mundo la creación transcendental del hombre y la mujer, que tuvieron la oportunidad de ver durante un tiempo el paraíso de sus almas, a todo color. Gracias, hoy, a tantos profesionales anónimos que aun jugándose a diario la vida, como ocurre y pasará hoy en Ucrania sin ir más lejos, nos aportan tanta verdad a través de sus ojos, como aprendimos un día de Machado, ya que no son ojos porque los veamos, sino que son ojos porque a través de sus fotografías nos ayudan a ver instantes que se detienen en el tiempo que llevan dentro.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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